«El que no quiere hablar de capitalismo —escribió Max Horkheimer en 1939— debería callar en lo que al fascismo se refiere». La fórmula sigue vigente. Es preciso hablar de capitalismo y, sobre todo, de su crisis.

Licenciado en Filosofía, docente en la Universidad de Buenos Aires y Editor Principal de Jacobin América Latina.
«El que no quiere hablar de capitalismo —escribió Max Horkheimer en 1939— debería callar en lo que al fascismo se refiere». La fórmula sigue vigente. Es preciso hablar de capitalismo y, sobre todo, de su crisis.
La irrupción volcánica de la nueva extrema derecha es inseparable de un mundo en crisis y transición. El viejo balance se quebró, pero todavía no están dadas las condiciones para establecer un nuevo equilibrio. Estamos transitando entonces el célebre interregno al que refería Gramsci, donde «se observan los más variados síntomas mórbidos».
Desde la desarticulación del «campo socialista» el mundo se encuentra desprovisto de alternativas
que desafíen la hegemonía capitalista. Superar los límites de las experiencias del siglo veinte parece ser una condición para construir una nueva alternativa socialmente atractiva y políticamente factible. ¿Estamos en condiciones de hacerlo?
Pese a los reiterados presagios sobre su final, la clase obrera está aquí para quedarse. Recuperar una política de clase debe ser el punto de partida para la izquierda socialista.
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