Para frenar la andanada fujimorista y abrir un nuevo ciclo de cambios profundos en Perú solo hay un camino: una amplia unidad popular.
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El Perú, la tierra de Túpac Amaru y Micaela Bastidas, de Mariátegui y Arguedas, hoy comienza a recuperar su dignidad, a sentirse parte de la historia nuestramericana.
El próximo 6 de junio tendrá lugar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Perú. Según José Luis Rénique, la intensidad y dureza con que se vivió el balotaje responden a la puesta en marcha de un intento serio por revertir la larga historia de sometimiento de las regiones por parte de Lima.
Una victoria de Pedro Castillo significaría no solo asestar un duro revés al fujimorismo, sino también la posibilidad de poner en agenda una transformación social tan significativa como aquella de Juan Velasco Alvarado.
En Perú, los poderes fácticos se han planteado una agenda única: la salvación del modelo económico del «fantasma comunista» sin importar el precio moral, institucional y de derechos que esto implique.
El relato oficial que durante décadas ha pintado de fracaso a la reforma agraria velasquista comienza a resquebrajarse. Encarnada en la lucha por la tierra y contra los abusos del patrón, la larga historia de los sectores populares por su ciudadanía escribe hoy un nuevo capítulo.
La agonía de Mariátegui es uno de los mayores estudios de todos los tiempos sobre José Carlos Mariátegui. Ahora, gracias a su reedición, no solo podemos volver a apreciar el socialismo creativo del Amauta, sino también el marxismo original del gran mariateguista que fue Alberto Flores Galindo.
La segunda vuelta electoral en Perú refleja en las urnas el conflicto de clases a un nivel pocas veces visto antes. Si las élites están dispuestas a mover todas sus fichas para impedir que el pueblo levante la cabeza, nosotros debemos poner el mismo empeño en lograrlo.
La sorprendente victoria de un candidato que representa a un partido "marxista y leninista" demuestra que no se puede ignorar al Perú rural. Pero se necesita mucha más organización si la izquierda peruana quiere construir un poder político duradero.
Hernando de Soto fue el arquitecto del programa de shock neoliberal de Alberto Fujimori en la década de 1990. El Perú de hoy es, en gran medida, producto de sus políticas nefastas.