El Primer Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en marzo de 1919, codificó en las “Tesis sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado”, que resumen el contenido del famoso libro de Lenin El estado y la revolución, las diferencias que separan a los revolucionarios del reformismo parlamentarista de la Segunda Internacional.
Esta división entre Partidos Socialistas y Comunistas, históricamente necesaria porque la mayoría de las organizaciones socialdemócratas se habían pasado al campo del nacionalismo burgués con el estallido de la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914, atrajo al campo de los revolucionarios una serie de tendencias políticas que, a pesar de su internacionalismo, tenían poco en común con el bolchevismo y llamaban, entre otras cosas, a boicotear las elecciones y a abandonar los sindicatos reformistas como una cuestión de principio. Esas tendencias ultraizquierdistas fueron expulsadas del Partido Comunista de Alemania (Kommunistische Partei Deutschlands, KPD) durante su segundo congreso, celebrado en Heidelberg del 20 al 24 de octubre de 1919, que adoptó los “Principios rectores de los preceptos y de la táctica comunistas” (también conocidos como las “Tesis de Heidelberg”) a petición de Paul Levi, el heredero político de Rosa Luxemburg después del asesinato de esta última en enero de ese mismo año. Cinco meses después, Lenin emprendió una campaña internacional contra esas tendencias en su libro, El “izquierdismo”, enfermedad infantil del comunismo, de abril de 1920.[1]
El enorme entusiasmo que despertó la revolución bolchevique entre las masas trabajadoras llevó a algunas organizaciones de masas, como el Partito Socialista Italiano (PSI) y el Partido Socialista Independiente de Alemania (Unabhängige Sozialdemokratische Partei Deutschlands, USPD), a solicitar la membresía en la Internacional Comunista. En su libro Moscú bajo Lenin, Alfred Rosmer recordó que, en 1920, “el partido socialista italiano y el partido comunista alemán eran, además del partido comunista ruso, los dos partidos importantes de la Internacional” (Rosmer 1982, 97). Esto, sin embargo, planteó el problema de expulsar a los líderes del ala reformista de dichas organizaciones, tales como Eduard Bernstein, Rudolf Hilferding y Karl Kautsky en el USPD y Filippo Turati en el PSI. Esta política se codificó en las 21 “Condiciones de admisión de los partidos en la Internacional Comunista”, redactadas por Lenin y Zinoviev y adoptadas por el Segundo Congreso de la Internacional Comunista en julio de 1920 (Pasado y Presente 1973, 109-114).
La purga de la Internacional Comunista de elementos oportunistas y sectarios, sin embargo, no fue más que una condición previa para su tarea principal, que era la conquista de la mayoría de la clase obrera para la causa del comunismo. Era necesario desarrollar una táctica que permitiera a las masas descubrir la verdadera naturaleza de sus liderazgos tradicionales y acercarse al comunismo a través de su propia experiencia. La iniciativa para desarrollar la táctica de frente único no fue adoptada por el Partido Comunista de Rusia sino por el Partido Comunista de Alemania a instancias de Paul Levi. En este trabajo analizamos los eventos que llevaron al desarrollo de la política de frente único por parte del Partido Comunista de Alemania en el período comprendido entre marzo de 1920 y enero de 1921, así como los motivos de la posterior expulsión de Levi del KPD y de la Internacional Comunista.
El Congreso fundador del Partido Comunista de Alemania (Liga Spartacus) [Kommunistische Partei Deutschlands (Spartakusbund), KPD(S)] creado por la escisión de la Liga Espartaco del USPD, tuvo lugar en un congreso celebrado del 30 de diciembre de 1918 al 1º de enero de 1919. En dicho congreso, a pedido de Rosa Luxemburg, Paul Levi pronunció un discurso en el que abogó por la participación del KPD(S) en las elecciones a la Asamblea Constituyente que redactó la Constitución de Weimar, no porque albergara ilusiones parlamentarias, sino para llegar a los trabajadores con un mensaje que rompiera con el consenso contrarrevolucionario en torno a una república democrático-burguesa como alternativa al movimiento soviético que se desarrollaba entonces en Alemania. El congreso fundador de la KPD(S) desafortunadamente rechazó esta posición, condenándose al aislamiento político en un momento crucial en la historia de Alemania y del mundo.
Cuatro días después del Congreso Fundador de KPD, el 5 de enero de 1919, el abortado Levantamiento Espartaquista (Spartakusaufstand) en Berlín resultó en el asesinato de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht por bandas paramilitares (Freikorps) el 15 de enero de 1919. Cuatro días después, el 19 de enero de 1919, tuvieron lugar las elecciones a la Asamblea Constituyente, finalmente convocada en Weimar, una ciudad provincial separada de la agitación revolucionaria de la capital, que confirmó la posición de Ebert como Reichspräsident.
Una consecuencia del levantamiento espartaquista fue la serie de revueltas conocida como la República Soviética de Baviera o de Múnich (Münchner Räterepublik), que tuvo lugar entre el 7 de abril y el 2 de mayo de 1919, y que culminó en el breve régimen comunista dirigido por Eugen Leviné y Max Levien. La represión de la República soviética bávara, que cerró la primera fase de la revolución alemana, convirtió a Múnich en un caldo de cultivo para todo tipo de organizaciones de derecha, incluyendo al Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (NSDAP) de Adolf Hitler. Levi criticó duramente a la República Soviética de Baviera y al papel de los comunistas en su segunda fase como un acto de aventurerismo político que iba en detrimento de los intereses del proletariado.[2] Este documento, titulado “La experiencia de Múnich: una visión opuesta”, así como la polémica con Karl Radek sobre “Las lecciones de la revolución húngara”, muestran a Levi en el papel que jugó principalmente durante este período: el del flagelo de las tendencias de ultraizquierda (Levi las llamó “sindicalistas”) dentro del KPD y de la Internacional Comunista (Levi 2011, 47-53, 70-78). Las tendencias de ultraizquierda del KPD finalmente se separaron y formaron el Partido Obrero Comunista de Alemania (Kommunistische Arbeiterpartei Deutschlands, KAPD) el 3 de abril de 1920, después de la celebración del Segundo Congreso del KPD en Heidelberg.
Levi desarrolló extensamente su crítica a la izquierda sindicalista de la KPD(S) en un discurso de octubre de 1919, pronunciado durante el segundo Congreso de la KPD(S) y titulado “La situación política y el KPD” (KPD 1919). El Congreso de Heidelberg expulsó a la tendencia de ultraizquierda agrupada en torno a Heinrich Laufenberg y Fritz Wolffheim, a quienes Levi llamó “los de Hamburgo”, un grupo que después de su expulsión se desvió hacia el “bolchevismo nacional” y, en última instancia, hacia el ala izquierda del Partido Nazi. En dicho discurso, Levi criticó duramente la idea de un “sindicato general de trabajadores”, que el grupo de Hamburgo había importado como algo nuevo de los Estados Unidos, ya que Wolffheim había estado en contacto con los Trabajadores Industriales del Mundo (Industrial Workers of the World) en California en 1912-13. En realidad, argumentó Levi, la idea de un “sindicato general de trabajadores surgió en Inglaterra con el movimiento cartista, y cayó en el olvido junto con el movimiento cartista mismo” (Levi 2011, 60). Las tendencias sindicalistas llevaron al grupo de Hamburgo a predicar el federalismo como forma de organización política. Para Levi (como en 1903 para Lenin) el federalismo significaba “la muerte de la unidad y determinación del Partido y de la acción política resuelta del proletariado”. En opinión de Levi, eso era precisamente lo que querían hacer los de Hamburgo: reemplazar al partido político como un instrumento revolucionario por “un gran sindicato”. El documento concluye con los siete “Principios rectores de los preceptos y de la táctica comunista”, generalmente conocidos como las “Tesis de Heidelberg”, que apuntan en contra de “la opinión de que una revolución económica conduce a una revolución política” y aboga por “la centralización más estricta” del partido (Levi 2011, 67-69).
Pierre Broué destacó el significado de las “Tesis de Heidelberg” en las siguientes palabras:
La adopción de estas tesis, que indicaban que el partido no podía renunciar a participar en las elecciones parlamentarias como una cuestión de principio, que convocaban a formar secciones comunistas en los sindicatos burocratizados y que condenaban cualquier tipo de federalismo en la organización del partido como lo proponía el ala sindicalista del KPD(S), condujo a la escisión de estos elementos para formar el Kommunistische Arbeiterpartei Deutschlands (KAPD) el 3 de abril de 1920. La escisión de Heidelberg fue una sangría grave para el KPD. Según Helmut Gruber, “la membresía se redujo de 107.000 a menos de la mitad”, un alto precio que Levi estaba dispuesto a pagar para luchar contra el sectarismo (Gruber 1967, 395). Claramente, sería erróneo atribuir a Levi cualquier tendencia a un mitológico “espontaneísmo luxemburguista”.
Karl Radek había apoyado los mismos argumentos que Levi ante el Congreso de Heidelberg, calificando las ideas de la oposición como una “ensalada de anarquismo y sindicalismo”, pero se opuso a la iniciativa de Levi de eliminar al anarco-consejismo del KPD (S) (Radek 1919, 9). Lenin apoyó a Radek en esta posición y se pronunció a favor de retener al KAPD como un “miembro simpatizante de la Internacional Comunista”, aunque más tarde describió esta decisión como un error, declarando el 10 de junio de 1921: “Veo claramente mi error en la votación para la admisión de la KAPD. Deberá rectificarse de la manera más rápida y completa posible” (Lenin 1977, 319).
Como resultado de la huelga general organizada contra el Putsch de Kapp-Lüttwitz, Alemania fue cubierta en marzo de 1920 por una red de “consejos ejecutivos” o “comités de acción” (Vollzugsräte) formados por los partidos obreros y por los sindicatos. En la lucha contra el golpe de estado, dichos comités desempeñaron el papel de centros revolucionarios, planteando de manera práctica, en el curso de la huelga general, el problema del poder en general y la cuestión más inmediata de la naturaleza del gobierno. El líder de la burocracia sindical socialdemócrata, Carl Legien, argumentó que existía una posibilidad inmediata de formar un gobierno de trabajadores (Arbeiterregierung) reformista, conformado por representantes de los sindicatos y de los dos partidos socialdemócratas. Ni el USPD ni el KPD aprovecharon la oportunidad, y dicho gobierno nunca se formó.
Los “nueve puntos de los sindicatos”, apoyados por la Confederación General de Sindicatos Alemanes, la Federación de Empleados Generales No Afiliados (Allgemeine freie Angestelltenbund, AfA) y la Confederación General de Funcionarios Públicos Alemanes (Allgemeine Deutsche Beamtenbund, ADB), que Legien exigió como condición al gobierno para poner fin a la huelga general el 19 de marzo de 1920, decían:
Los representantes aquí reunidos de los partidos de gobierno instarán a sus facciones parlamentarias a defender los siguientes principios:
La cuestión crucial, desde el punto de vista de los comunistas, era el armamento de los trabajadores y el desarme de la contrarrevolución, tal como se indica en el punto 8 de los “nueve puntos de los sindicatos”.
Levi procedió a hacer algunas observaciones generales sobre la actitud a adoptar en este tipo de eventos, que recuerdan la actitud adoptada por los bolcheviques ante el intento de golpe de estado por parte del general Kornilov:
En contra de la convicción metafísica de la Zentrale de que un gobierno socialdemócrata siempre se mantendría igual a sí mismo, Levi indicó que su carácter estaría determinado por las fuerzas sociales en las que se apoyaba:
En una carta escrita el día siguiente, Levi precisaba esta consigna (“Inmediata detención de los líderes del golpe de Estado y su condena por un tribunal proletario, porque un tribunal militar [sería una] comedia”), agregando:
Levi concluía su carta con una serie de indicaciones prácticas sobre las actividades que el partido debía realizar:
La publicación de esta carta en el órgano oficial del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, Die Kommunistische Internationale, junto con otras críticas a la posición de la Zentrale escritas por Clara Zetkin, Ernst Meyer y Karl Radek, indica claramente que los líderes bolcheviques estaban dispuestos a adoptar una posición laxa ante violaciones de la disciplina partidaria con tal de combatir las tendencias sectarias. Este respaldo de la dirección de la Internacional Comunista a su lucha contra las tendencias de ultraizquierda en el KPD sin duda alentó a Paul Levi a dar su siguiente paso, que también generó mucha resistencia dentro de su partido y de la propia Internacional.
Por “oposición leal” entendemos: renuncia a la preparación de un derrocamiento violento, obviamente reteniendo la libertad de agitación política del partido para sus objetivos y consignas (Die Rote Fahne, 23. März 1920, reeditado en Spartakus 1920, p. 161).
La “Declaración de ‘Oposición Leal’” a un gobierno de trabajadores (Arbeiterregierung) conformado por los partidos obreros reformistas, propuesto por el líder de la burocracia sindical socialdemócrata Carl Legien, fue rechazada por el Zentrale de la KPD (S) por doce votos contra ocho, y también se opusieron a ella en la Internacional Comunista Béla Kun, Nikolai Bujarin y Karl Radek (Broué 2005, 371).[5] Sin embargo, fue respaldada críticamente por Lenin en su trabajo El “izquierdismo”, enfermedad infantil del comunismo, como veremos de inmediato.
Respecto al mejor resultado posible de la iniciativa, la sustitución del gobierno de Ebert-Bauer por un “gobierno de Hilferding-Legien” (Spartakus 1920, 165), Broński explicó la lógica política de Levi de la siguiente manera:
El documento de Broński tranquilizó a los activistas del partido que temían que el KPD atara sus manos “actuando como partera en el desarrollo de semejante gobierno puramente socialista” e incluso “prometiéndole lealtad”:
Curiosamente, el documento utiliza la expresión “Frente Único” (Einheitsfront), que reaparece en el artículo de Clara Zetkin sobre el Putsch de Kapp, escrito poco después.[7]
Hemos citado los pasajes de Lenin sobre la “Declaración de ‘Oposición Leal’” de Paul Levi íntegramente para mostrar su apoyo crítico a las iniciativas políticas de Levi durante 1919 y 1920.
En julio de 1920 Levi partió para el Segundo Congreso de la Comintern en Moscú con grandes esperanzas de obtener la aprobación para su programa. Cuatro representantes de la USPD fueron invitados como observadores. En la discusión del informe de Levi al Congreso, sus acciones fueron aceptadas como correctas. En el Segundo Congreso, Levi intervino personalmente seis veces, la primera en la sesión de apertura del 19 de julio y la última en la sesión de clausura del 4 de agosto. Defendió las tácticas adoptadas en el Congreso de Heidelberg con las siguientes palabras:
Levi temía que esto llevara a la reactivación de los intentos de establecer “sindicatos rojos” como los patrocinados por sus antiguos rivales, ahora reunidos en el KAPD:
Por otro lado, en sus polémicas con los representantes del USPD, Levi señaló que el Partido Comunista no podía simplemente apoyar a las masas, sino que tenía que conducirlas a la toma revolucionaria del poder:
Levi criticó el “Programa de Acción” del USPD por ser tan amplio que cualquiera podía “estar de acuerdo” con él, y agregó: “en lugar de un Programa de Acción que puede extenderse para incluir a Hilferding y Stöcker y consiste sólo de frases, dennos un programa político real”. La Internacional Comunista tenía que obligar a los líderes del ala derecha del USPD a decirle a las masas con claridad lo que querían:
En sus polémicas con el delegado holandés David Wijnkoop, quien se había opuesto al hecho de que cuatro representantes de la USPD habían sido invitados al Congreso, Levi hizo una declaración cuyo significado completo solo se aclararía después de la “Acción de marzo” de 1921:
La publicación en Die Kommunistische Internationale de un informe de Paul Levi sobre la situación política alemana en septiembre de 1920 es una clara indicación de que la dirección de la Internacional Comunista, por iniciativa de Lenin, siguió respaldando su línea política inmediatamente antes de que se celebrara el Congreso de la USPD en Halle, que fue el mayor triunfo político de Levi (Levi 1920b).
La siguiente movida político de Levi fue la publicación de la “Carta Abierta (Offener Brief) el 8 de enero de 1921 en el órgano del Partido Comunista alemán Die Rote Fahne. La “Carta abierta” fue la primera declaración pública de lo que luego se conocería como Einheitsfrontpolitik o “política de frente único”. Como lo indicó Pierre Broué, la primera iniciativa importante en la dirección de la política que Levi esbozó provino de los militantes de base del Partido Comunista, más específicamente del sindicato de trabajadores metalúrgicos en Stuttgart:
En Stuttgart, el Partido había conquistado posiciones sólidas en el sindicato de trabajadores metalúrgicos, que era presidido por uno de sus miembros, Melcher, y en la federación sindical local. Los comunistas locales eran sensibles a las demandas que se planteaban entre los trabajadores no comunistas, en particular, a su anhelo por la unidad de la clase trabajadora. Se aseguraron el acuerdo de los organismos sindicales que lideraban para exigir a los dirigentes nacionales del sindicato de trabajadores metalúrgicos, el DMV y el ADGB, que emprendieran de inmediato una lucha conjunta por el mejoramiento concreto de las condiciones de vida de los trabajadores. Se llevó a cabo una reunión general, en el curso de la cual Melcher y sus compañeros recibieron más apoyo que Robert Dissmann, el socialdemócrata independiente de derecha, que apareció en persona. La reunión exigió, en nombre de los 26.000 miembros del sindicato de trabajadores metalúrgicos de Stuttgart, que se organizara una lucha conjunta en torno a cinco demandas básicas:
La Zentrale aprobó esta iniciativa y publicó el llamamiento de los trabajadores metalúrgicos de Stuttgart (Die Rote Fahne, 2, 10 de diciembre de 1920). Además, alentó a la organización, en todas las localidades y lugares de trabajo, de reuniones de trabajadores a fin de formular demandas comunes de esta manera, y de decidir los medios por los cuales luchar por ellas. Una nueva táctica estaba tomando forma (Broué 2005, 468-469).
En la “Carta abierta”, el Partido Comunista alemán propuso a todas las organizaciones de trabajadores, partidos y sindicatos emprender acciones conjuntas sobre los puntos sobre los cuales era posible llegar a un acuerdo. Su programa de acción conjunta incluía: demandas de pensiones más altas para los veteranos de guerra discapacitados; eliminación del desempleo; mejora de las finanzas del país a expensas de los monopolios; introducción del control de los comités de fábrica sobre todas las existencias de alimentos, materias primas y combustible; reapertura de todas las empresas cerradas; control sobre la siembra, cosecha y comercialización de todos los productos agrícolas por consejos de campesinos junto con las organizaciones de trabajadores agrícolas; desarme inmediato y disolución de todas las organizaciones paramilitares burguesas; organización de la autodefensa de los trabajadores; amnistía para todos los presos políticos; reanudación inmediata de las relaciones comerciales y diplomáticas con la Rusia soviética.
Aunque la “Carta abierta” fue rechazada por el liderazgo de las organizaciones a las que estaba dirigida, Lenin la llamó una “táctica perfectamente correcta”, y agregó: “He condenado la opinión contraria de nuestros ‘izquierdistas’ que se opusieron a esta carta” (Lenin 1921b, énfasis en el original). En otra parte, Lenin se expresó con más fuerza sobre este tema. En sus “Comentarios sobre el proyecto de Tesis sobre táctica para el Tercer Congreso de la Internacional Comunista” del 10 de junio de 1921, escribió:
La táctica de la Carta Abierta sin duda se debe aplicar en todas partes. Esto debe ser dicho directamente, con claridad y exactitud, porque las vacilaciones en torno a la “Carta Abierta” son extremadamente nocivas, muy vergonzosas y muy extendidas. Todos aquellos que no han comprendido la necesidad de la táctica de la Carta Abierta deberían ser expulsados de la Internacional Comunista dentro de un mes después de su Tercer congreso. Veo claramente mi error en la votación para la admisión de KAPD. Tendrá que ser rectificado tan rápida y completamente como sea posible (Lenin, 1921c: 319).
Dada la significación histórica de la Carta Abierta, la hemos traducido en su totalidad para el apéndice documental del presente artículo. La táctica de la “Carta Abierta” del 8 de enero de 1921 fue desarrollada más tarde en las “Tesis sobre la unidad del frente proletario”, adoptadas por el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista en diciembre de 1921, luego refrendadas por la primera Sesión Plenaria Ampliada del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, que se reunió en Moscú desde el 21 de febrero hasta el 4 de marzo de 1922 y por el Cuarto congreso de la Internacional Comunista en noviembre de 1922.[8]
Levi estuvo presente en el Congreso de Livorno e incluso apareció en la plataforma, como representante del Partido Comunista Unificado de Alemania, para abrir el debate y pedir la expulsión de los reformistas. Levi afirmó que “en la historia del proletariado, llega el momento en que debemos reconocer que el hermano de ayer no es el de hoy, ni el de mañana” (Cammett 1967, 144). Palmiro Togliatti, que estaba publicando L’Ordine Nuovo en la ausencia de Gramsci, hizo que la declaración de Levi se imprimiera en negrita en la primera página del ejemplar del 16 de enero de 1921 (Cammett 1967, 258, n. 8). Sin embargo, Levi se opuso a la forma torpe y sectaria en que se llevó a cabo la escisión bajo la influencia de los enviados de ECCI, Mátyás Rákosi y Hristo Kabakchiev, es decir, a través de la expulsión, no sólo del ala derecha liderada por Filippo Turati, sino también del ala centrista dirigida por Giacinto Serrati, quien se llevó consigo a la mayor parte del proletariado italiano organizado.
El 20 de enero de 1921, un día antes de la escisión, Levi envió un informe sobre el Congreso de Livorno al Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. En ese momento, Levi no se dirigía al Comité Ejecutivo como un oponente, ni mucho menos como un disidente, sino como el líder del Partido Comunista Alemán y como miembro de este mismo Comité Ejecutivo al que había sido elegido por el Segundo Congreso de la Internacional Comunista. Según los editores de la versión en inglés del informe:
Levi apoyó los objetivos de la Internacional Comunista en el congreso del Partido Socialista francés en Tours veinte días antes y en el Congreso de los Socialistas Independientes Alemanes en Halle en octubre de 1920, a saber, provocar una escisión en dos partidos que no eran miembros de la Internacional Comunista y atraer a sus mayorías hacia la misma (un objetivo que se logró en ambos casos). Pero el objetivo en Livorno era “provocar una escisión en un partido que había pertenecido a la Internacional Comunista desde 1919 y, además, atraer sólo a una minoría a la Comintern y perder a la gran masa de adherentes, que anteriormente había estado en la Comintern”. Este error táctico le pareció imperdonable a Levi porque sentía que la mayoría del proletariado socialista italiano no seguiría a los disidentes comunistas. También se preguntaba “qué efecto tendrá esta escisión en otros países, donde ya debemos asumir la responsabilidad de escindir al proletariado” (Levi 1966, 273, 281-282).
Levi creía que “el núcleo de la izquierda del USPD en Alemania es equivalente al grupo de Serrati”, y que, por lo tanto, fue “un grave error de parte de la Internacional Comunista empujar a ese núcleo hacia la derecha por obstinación y por la fuerza” (Cyr 2012, 148). Levi creía que “los compañeros complicarán su tarea de manera inconmensurable si, en las condiciones que prevalecen en Italia, excluyen no solo a los reformistas sino también al campo de Serrati”. Llegó a la conclusión de que “sin el ala izquierda de Serrati al partido le faltará un núcleo” y que “si esta ala izquierda sólo puede ganarse pagando el precio de aceptar a Serrati, Serrati debe ser aceptado en el trato, incluso si uno ve a su persona con más desagrado que yo” (Levi 1966, 278, 281).
El análisis de Levi sobre la escisión de Livorno en Die Rote Fahne, publicado el 22 de enero de 1921, dio lugar a una discusión pública con Radek, quien defendió la posición del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista en el periódico cuatro días después y se enfrentó personalmente con él en una reunión tormentosa de la Zentrale. Radek acusó a Levi de apoyar al centrista Serrati (quien, a su vez, se había negado a “romper con la burocracia sindical reformista”), y de ayudarlo a “sabotear las resoluciones del Segundo Congreso de la Internacional Comunista en la redacción de las cuales él mismo colaboró” (Radek 1967, pp. 310, 312). Sin embargo, miembros prominentes de la Zentrale como Clara Zetkin y su copresidente Ernst Däumig apoyaron a Levi.
El 22 de febrero de 1921 Mátyás Rákosi (más tarde conocido como “el mejor discípulo de Stalin”) pronunció un discurso ante al Comité Central del Partido Comunista alemán, defendiendo la escisión de Livorno e insistiendo en la necesidad de aplicar las tácticas de escisión contra los líderes centristas en general.
En su discurso ante el Comité Central, Levi criticó la forma “mecánica” en que se había llevado a cabo la división de Livorno, lo que significaba que la Internacional Comunista había abandonado no sólo a Serrati, sino también a las masas que estaban detrás de él. Esto planteaba “la cuestión fundamental: ¿cómo vamos a proceder a la construcción de un partido comunista en Europa Occidental?” (Levi 2011, 103). Según Levi:
La Internacional Comunista había elevado al rango de principio la idea de crear partidos “no a través de un crecimiento orgánico con las masas, sino a través de escisiones deliberadas” (Levi 2011, p. 108). Levi creía que “las escisiones en un partido de masas […] no pueden llevarse a cabo sobre la base de resoluciones, sino sólo sobre la base de la experiencia política” (Levi 2011, 109). Los debates debían girar en torno a cuestiones políticas, no organizacionales, con el fin de dar lugar a un proceso de educación política. Levi predijo que “si la Internacional Comunista funciona en Europa Occidental en términos de admisiones y expulsiones como un cañón de retroceso” experimentaría “el peor de los reveses” (Levi 2011, 108).
Rákosi obtuvo el apoyo del Comité Central por una pequeña mayoría. Levi y Däumig renunciaron a la Zentralejunto con Clara Zetkin, Otto Brass, Adolf Hoffmann y Curt Geyer (que estaba en Moscú), mientras que Heinrich Brandler, uno de los líderes de la facción anti-Levi organizada por Radek en el Partido Comunista alemán, emergió como líder efectivo del partido.
Lenin, que valoraba mucho el juicio de Levi, criticó su actitud con las siguientes palabras:
Ahora que los que Radek llamó los “Leviten” habían sido excluidos de la dirección del partido, fue posible implementar la estrategia basada en la “teoría de la ofensiva” que Zinoviev patrocinaba en la Comintern. Según Gruber:
Béla Kun confirmó que estas entrevistas tuvieron lugar en una carta enviada a Lenin desde Viena el 6 de mayo de 1921, agregando una observación que da cuenta de su vileza personal: “la anciana [Clara Zetkin] sufría de demencia seniles y es la prueba viviente de que Lofargne [Lafargue] con su esposa actuaron de una manera completamente correcta” cometiendo suicidio en la vejez.[14]
Según los chismes políticos de aquel entonces, Kun estaba siguiendo las instrucciones de Zinoviev, quien estaba asustado por las dificultades internas de Rusia (Zinoviev fue presidente del soviet de Petrogrado durante la rebelión de Kronstadt) y quería “forzar” una crisis revolucionaria en Alemania para impedir que los comunistas rusos se vieran obligados a implementar la retirada conocida como la Nueva Política Económica, finalmente adoptada por el Décimo Congreso del Partido Comunista Ruso que tuvo lugar en el momento de la revuelta de Kronstadt (7-17 de marzo de 1921):
El 24 de marzo de 1921, los comunistas utilizaron todos los medios, incluida la fuerza, para intentar iniciar una huelga general. Grupos de activistas intentaron ocupar las fábricas por sorpresa para evitar la entrada de las masas de trabajadores no comunistas, a los que llamaron “rompehuelgas”. En otros lugares, grupos de desempleados se enfrentaron con trabajadores en su camino al trabajo o en las fábricas. El resultado general fue insignificante. Las estimaciones pesimistas indicaron 200.000 huelguistas; las optimistas, medio millón. En Berlín, la huelga fue prácticamente inexistente, y la manifestación conjunta del Partido Comunista alemán y del KAPD ni siquiera atrajo a 4.000 personas, mientras que unas semanas antes, en las elecciones al Landtagde Prusia el 20 de febrero de 1921, el Partido Comunista alemán había recibido 200.000 votos. Contra las órdenes de la Zentrale, los líderes comunistas del Ruhr dieron la señal de regresar al trabajo, pero fue sólo el 1 de abril de 1921 que un llamamiento de la Zentrale dio la orden de terminar la huelga.
Los días que siguieron a la derrota de la “Acción de marzo” revelaron el alcance del desastre que los líderes del Partido Comunista alemán habían infligido a su partido. El Partido Comunista alemán fue temporalmente ilegalizado; sus periódicos fueron prohibidos y sus líderes arrestados, incluyendo a Brandler. Lo más importante es que la membresía del partido cayó de aproximadamente 375.000 miembros antes de la “Acción de marzo” a 160.000 en agosto de 1921 y a 140.000 en noviembre de 1921 (Bayerlein und Albert 2014, 156). La pérdida masiva de afiliados del Partido Comunista alemán después de la “Acción de marzo” marcó el fin de la segunda fase de la revolución alemana (la primera culminó con el Levantamiento Espartaquista y con el asesinato de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht): la tercera y última fase comenzaría con la ocupación francesa y belga de la cuenca del Ruhr en enero de 1923 y se cerraría con el fallido “octubre alemán” de 1923 (Bayerlein et al. 2003).
La introducción al folleto de Levi Nuestro camino: Contra el putschismo muestra el tono agudo en el que su crítica a la actuación del Partido Comunista alemán, y al papel de la Internacional Comunista en la misma, fue formulada: “Se debe poner fin a los juegos irresponsables con la existencia de un partido, con las vidas y los destinos de sus miembros. Son los miembros del partido los que tendrán que ponerle fin, ya que los responsables todavía se niegan a ver lo que han hecho” (Levi 2011, 119-120).
Según Levi, el Partido Comunista alemán recibía alrededor de la quinta parte de los votos de los trabajadores, y sus miembros constituían aproximadamente 1 de cada 16 obreros organizados en sindicatos (o sea, el 6,25% de los trabajadores sindicalizados). Fuera del centro de Alemania, donde el Partido Comunista alemán poseía una mayoría numérica, no había ningún distrito en Alemania donde tuviera esa mayoría, y no controlaba ninguno de los distritos esenciales, tales como Berlín o Renania-Westfalia, donde una acción de masas podía destruir al estado burgués de inmediato. Además, el Partido Comunista alemán no tenía un apoyo importante en el ejército (que había sido convertido en un ejército “profesional” por el tratado de Versalles) o entre los trabajadores de los ferrocarriles, y, en general, su influencia era mucho mayor entre los desempleados que entre los trabajadores organizados en sindicatos. Estaba por lo tanto obligado a colaborar y trabajar en conjunto con el proletariado en general, y sólo podía actuar como una vanguardia si la propia clase obrera entraba en acción. Por último, el Partido Comunista alemán no tenía ningún apoyo significativo entre las clases medias, que tendían a reunirse en torno a los partidos y grupos armados de la derecha nacionalista. En esas circunstancias, Levi sostenía, era una locura organizar un levantamiento como el que el Partido Comunista alemán realizó en marzo de 1921.
“¿Cuál debería ser la relación de los comunistas con las masas en una acción?”, se preguntaba Levi.
Una acción que corresponde simplemente a las necesidades políticas del Partido Comunista, y no a las necesidades subjetivas de las masas proletarias, está condenada de antemano. Los comunistas no tienen la capacidad de actuar en lugar del proletariado, sin el proletariado, y en última instancia, incluso contra el proletariado, especialmente cuando todavía constituyen una minoría dentro del proletariado. Lo único que pueden hacer es crear situaciones, utilizando los medios políticos descritos anteriormente, en las que el proletariado vea la necesidad de la lucha y la lleve adelante, y, en estas luchas, los comunistas pueden entonces dirigir al proletariado con sus consignas (Levi 2011, 146, énfasis en el original).
Un ultimátum como el lanzado a los trabajadores no comunistas durante la “acción de marzo” (“¡Quien no está con nosotros está contra nosotros!”) estaba completamente fuera de lugar. Die rote Fahne, bajo la autoridad de la Zentrale, había
Según Levi, las “características anarquistas de este levantamiento de marzo”, tales como “la lucha de los desocupados contra quienes tenían trabajo, la lucha de los comunistas contra los proletarios, la aparición del lumpenproletariado, los ataques con dinamita”, fueron todas consecuencias lógicas de esta actitud básica errónea.
Levi llegaba a la siguiente conclusión: “Todo esto caracteriza el movimiento de marzo como el mayor putsch bakuninista en la historia hasta la fecha [….] Llamarlo blanquismo sería un insulto a Blanqui”. Levi sacó la siguiente conclusión política de esta debacle: “Nunca más en la historia del Partido Comunista debe suceder que los comunistas declaren la guerra a los trabajadores. [….] El Partido Comunista es sólo la vanguardia del proletariado, y no puede ser lanzado contra el proletariado; no puede marchar si ha perdido la conexión con la fuerza principal” (Levi 2011, 148, 157, énfasis en el original).
Levi culpó a los emisarios del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista en Alemania por el levantamiento. En una clara referencia a Zinoviev, argumentó que “algunos círculos del Comité Ejecutivo mostraron cierto recelo ante de la ‘inactividad’ del Partido alemán. Aparte de los graves errores cometidos por el Partido durante el golpe de Kapp, sin embargo, el Partido Comunista Alemán no podía ser acusado de fallas reales. Existía, pues, una presión fuerte sobre la Zentrale para emprender una acción ahora, inmediatamente y a cualquier precio” (Levi 2011, 138, énfasis en el original).
Levi rechazó la “teoría de la ofensiva” de Zinoviev y Bujarin, respaldada por el argumento de que la Rusia soviética se encontraba en un momento crítico y que existía una necesidad urgente de alivio desde el exterior. Según Levi, era necesario acabar con “el sistema de agentes confidenciales” que había causado tanto daño en Italia y Alemania. Europa Occidental y Alemania se habían convertido en “un banco de pruebas para todo tipo de estadista en miniatura” como Mátyás Rákosi, el plenipotenciario del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista en Livorno. “No tengo nada en contra de estos turquestanos,” sostuvo Levi (en una referencia a Béla Kun, cuyas ejecuciones de presos blancos durante la guerra civil rusa habían enfurecido a Lenin, quien lo envió en una misión al Turquestán), pero “harían menos daño con sus trucos sucios en su propio país” (Levi 2011, 18).
Levi llamó al “método de enviar personas irresponsables, que más tarde pueden ser aprobadas o desautorizadas a voluntad”, un “juego frívolo” que sería “fatal para la Tercera Internacional”. Un efecto todavía más perjudicial del “sistema de delegados” era el “contacto directo y secreto entre estos delegados y los dirigentes de Moscú”. Dichos delegados del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista
El lenguaje desmedido de Levi anunciaba ya su próxima separación de la Internacional Comunista: “El Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista funciona más o menos como un Cheka proyectada más allá de las fronteras de Rusia -una situación imposible. La demanda de que esta situación cambie, y de que el liderazgo en ciertos países no sea asumido por delegados incompetentes, la exigencia de que exista un liderazgo político y no una policía partidaria, no es una reivindicación de autonomía” nacional (Levi 2011, 164).
Había, además, otra diferencia fundamental: mientras que el marxismo en Rusia se había desarrollado en el seno de una clase trabajadora políticamente virgen, en Alemania y en Europa Occidental ya estaba organizada una gran parte del proletariado. Esto creaba la peligrosa posibilidad de una separación entre los trabajadores organizados, que permanecían unidos a los viejos partidos reformistas y a sus sindicatos, y los trabajadores no organizados o desempleados, que abrazaban el comunismo. En tal escenario, “el Partido Comunista no es lo que debería ser, la organización de una parte del proletariado -la parte más avanzada, pero una parte que atraviesa a todo el proletariado-, sino que se convierte en una parte del proletariado verticalmente dividida de acuerdo a aspectos socialmente diferenciadores” (Levi 2011, 183).
Alemania era, pues, una especie de laboratorio histórico en el que las tácticas necesarias para ganar a los proletarios agrupados en torno a las organizaciones de masas reformistas tenían que ser desarrolladas y probadas por primera vez. A fin de hacer esto, los comunistas tenían que llegar “en términos políticos a algún tipo de conexión con estas organizaciones”, a fin de “ganar influencia política en ellas”. El Partido Comunista alemán se había embarcado en este camino con la “Carta Abierta”, que había planteado la consigna de la unidad debido a que “sólo es posible acercarse a las masas organizadas de los trabajadores, no simplemente luchando contra ellos, sino relacionándose con sus propias ideas, aun si éstas son erróneas, y ayudándoles a superar el error por su propia experiencia” (Levi 2011, 184).
Levi cerró su discurso denunciando los trucos sucios empleadas en la polémica en su contra, sobre todo por Radek: “Si alguien ha cometido un error, entonces debe atacar tres veces más a la persona que critica el error al tiempo que lo corrige en silencio. Es la táctica que utilizan para mantener su propia infalibilidad” (Levi 2011, 203). Levi denunció todos los intentos de llegar a un acuerdo privado, con el argumento de que “los errores de los comunistas son un componente de la experiencia política de la clase proletaria tanto como sus logros. Ni los unos ni los otros pueden o deben ser ocultados de las masas” (Levi 2011, 204).
En una carta a Paul Levi y Clara Zetkin fechada el 16 de abril de 1921, Lenin reiteró su apoyo a la política de frente único iniciada por Levi, afirmando que la Carta Abierta es “una táctica perfectamente correcta (he condenado la opinión contraria de nuestros ‘izquierdistas’ que se opusieron a esta carta)”, y reconoció que la crítica de Levi a la “Acción de marzo” era correcta, declarando: “Creo que el representante del Comité Ejecutivo [Béla Kun] defendió las tácticas tontas, que eran demasiado izquierdistas —a fin de tomar medidas inmediatas ‘para ayudar a los rusos’: este representante es muy a menudo demasiado izquierdista” (Lenin 1921b). Sin embargo, el intento de Lenin de llegar a un acuerdo entre las facciones del Partido Comunista alemán fracasó.
En su sesión del 29 de abril de 1921, el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista aprobó una moción para aprobar la expulsión de Paul Levi del Partido Comunista alemán y, por lo tanto, de la Internacional Comunista. En una apelación dirigida al Presídium del Tercer Congreso Mundial y fechada el 31 de mayo de 1921, Levi afirmó: “mi crítica de la ‘Acción de marzo’ del Partido Comunista de Alemania es comunista”, argumentando que solo había criticado la “Acción de marzo” porque constituía “una ruptura con todo el pasado del partido”. Levi creía que “estos ‘nuevos principios’ representan en realidad un abandono de las concepciones comunistas”. Levi defendió los contenidos de su folleto Nuestro camino: contra el putschismo y de su discurso del 4 de mayo de 1921, señalando que “los hechos no han sido seriamente cuestionados por nadie en ningún lugar” (Riddell 2015, 1094, 1090, 1902). Levi también ofreció una evaluación matizada del papel del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista en todo este asunto lamentable:
En cuanto a la acusación de que el folleto apareció en un momento en que Alemania estaba atravesada por el terror blanco y proporcionó pruebas para el procesamiento, Levi argumentó que se sintió obligado a publicarlo porque el Partido Comunista alemán “estaba lejos de haber haberse percatado de la locura de tal acción”, y por lo tanto “existía el peligro de que se embarcara en nuevas locuras”. Levi también recordó que “no se ha citado un solo caso en el que la fiscalía tomó medidas debido al folleto”, y fue más allá para plantear una cuestión de principio:
Levi creía que, como resultado de la Acción de marzo, “la Zentrale del partido alemán y, junto con él, el partido en su conjunto, se vieron comprometidos ante el proletariado alemán e internacional”, concluyendo:
Lamentablemente sus esperanzas se vieron decepcionadas.
El Congreso espera de la Dirección central (la Zentrale) y de la mayoría del Partido Comunista Unificado de Alemania una actitud tolerante con respecto a la antigua oposición, puesto que aplica lealmente las decisiones adoptadas por el Tercer Congreso. Está además persuadido de que la Dirección Central hará todo lo posible para unificar a todas las fuerzas del Partido.
El Congreso solicita a la antigua oposición que disuelva inmediatamente toda organización de fracción, que subordine absoluta y totalmente su fracción parlamentaria a la Dirección Central, que supedite por entero la prensa a las organizaciones respectivas del Partido, que suspenda inmediatamente toda colaboración (en revistas, etc.) con Paul Levi, expulsado del Partido y de la Internacional Comunista (Pasado y Presente 1973, 106).
¿Por qué el congreso adoptó esta actitud? Recordemos que, durante el Putsch de Kapp, el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista publicó en su órgano oficial, Die Kommunistische Internationale, la furiosa carta que Paul Levi dirigió a la Zentrale del KPD desde la prisión de Moabit (la cual constituyó una falta de disciplina no menos grave que la publicación del folleto Nuestro camino: Contra el putschismo), acompañándola con una nota que rezaba:
La cuestión de la disciplina era, entonces, secundaria. El secreto de la negativa de la Internacional Comunista a hacer un balance crítico de la “acción de marzo” está en la adopción de las resoluciones “por unanimidad”, es decir, en el marco de un compromiso entre las fracciones existentes en el seno de la Internacional Comunista. Mientras que la posición sectaria adoptada por el Partido Comunista alemán durante el Putsch de Kapp había sido responsabilidad exclusiva de la Zentrale, toda la dirección de la Internacional Comunista estaba comprometida con la “Acción de marzo”, por lo que un balance serio de la misma hubiera implicado limpiar los establos de Augías de la Internacional. Esto hubiera tenido un efecto devastador sobre la reputación y la autoridad de personajes como Zinoviev, Bujarin, Karl Radek, Béla Kun y Mátyás Rákosi, los cuales, a su vez, tenían el apoyo de secciones nacionales importantes como la italiana. Dado el efecto disruptivo que esto habría tenido en la Internacional, Lenin y Trotsky consideraron que el mal menor era rescatar la táctica del frente único (el slogan adoptada por el tercer congreso fue “¡A las masas!”, indicando la necesidad de conquistar una mayoría de las masas trabajadoras antes de contemplar la conquista del poder político), aun a precio de sacrificar a quien la desarrolló originalmente.
Incluso después de la expulsión de Levi de la Internacional Comunista, Lenin argumentó que “Levi esencialmente tiene razón en muchos aspectos de su crítica a la acción de marzo de 1921 en Alemania”, aunque había “revestido su crítica en una forma inadmisible y perjudicial […] defendí y tuve que defender a Levi por cuanto sus adversarios se limitaban a vociferar acerca del ‘menchevismo’ y del ‘centrismo’, y se negaban a ver los errores de la acción de marzo y la necesidad de explicarlos y corregirlos” (Lenin 1921d, 433-434).
En cuanto a Karl Radek, en la primera sesión del Segundo Pleno Ampliado del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, celebrado el 7 de junio de 1922, presentó un informe en el cual recordó “las diversas etapas del desarrollo de nuestras tácticas de frente único”, aunque sin mencionar a Paul Levi como redactor de la Carta Abierta:
Las demandas del “Colectivo de trabajo comunista” incluían cinco puntos que, además del rechazo al putschismo y a la interferencia externa irresponsable en el liderazgo de los partidos comunistas, subrayaban la hostilidad de Levi hacia la Internacional Sindical Roja (Profintern), establecida formalmente en julio de 1921:
La eventual deriva política de Levi hacia la socialdemocracia, sin embargo, no exime a la Internacional Comunista de su responsabilidad por la catástrofe que sufrió el proletariado alemán durante la “Acción de marzo” de 1921. Primero, porque permitió que Zinoviev y Bujarin desarrollaran en su medio la “teoría de la ofensiva” de ultraizquierda, cuya culminación lógica fue el putsch de marzo de 1921 en Alemania.[16] En segundo lugar, por enviar a Mátyás Rákosi (en palabras de Pierre Broué, “una de las personas más limitadas y brutales producidas por el movimiento comunista”[17]) a causar estragos en Livorno y luego en Berlín, forzando la renuncia de Paul Levi, Ernst Däumig, Clara Zetkin, Otto Brass, Adolf Hoffmann y Curt Geyer de laZentrale del Partido Comunista Unificado de Alemania. Tercero, por haber permitido a Karl Radek formar una facción anti-Levi dentro del Partido Comunista alemán, que incluía a Paul Fröhlich, August Thalheimer, Walter Stöcker y Heinrich Brandler, la persona que reemplazó a Levi al frente de la dirección del partido después de la intervención de Rákosi.[18] Cuarto, al enviar a otra persona brutal y limitada, Béla Kun, y a un aventurero político como József Pogány, para organizar el putsch en Alemania. Y, finalmente, debido a la manera en que la Internacional Comunista evitó realizar un balance serio de la desastrosa experiencia alemana.
Introducción de los editores de la revista Die Kommunistische Internationale
Para una elucidación completa e integral de las tácticas de los comunistas durante el golpe de estado de Kapp, presentamos en este número tres cartas muy importantes de miembros influyentes de la Zentrale del Partido Comunista de Alemania: el camarada Levi (que estaba en ese momento en la cárcel), la camarada Clara Zetkin y el camarada Ernst Meyer.
El tono apasionado de las cartas, particularmente el de la carta del camarada Levi, que éste escribió desde una celda de prisión, es muy comprensible.
Nuestros enemigos naturalmente tratarán de alegrarse por los desacuerdos dentro del Partido Comunista de Alemania. ¡Déjenlos! Los comunistas nunca hemos temido la autocrítica.
Los editores de Die Kommunistische Internationale coinciden con la idea central de los críticos en las tres cartas y con el artículo del camarada Radek impreso inmediatamente después de ellas.
Una crítica abierta de los errores de la Zentrale del Partido Comunista de Alemania solo contribuirá a permitir la fusión de los trabajadores revolucionarios que pertenecen al KAPD con nuestros compañeros en las filas de un solo Partido Comunista.
Die Kommunistische Internationale, 2. Jg. 1920, Nr. 12, S. 147.
Fuente: Paul Levi, ‘Der Kapp-Lüttwitz-Putsch und die Kommunistische Partei Deutschlands. Brief an das Zentralkomitee der Kommunistischen Partei Deutschlands’, Die Kommunistische Internationale. Organ des Executivkomitees der Kommunistischen Internationale, 2. Jg. 1920, Nr. 12, S. 147–50.
Comparen esto con el artículo que apareció en Die Rote Fahne el domingo [bajo el título]: “¿Qué hacer?” No debería haber ninguna duda de que si, después de la represión del golpe militar, un gobierno Bauer-Ebert-Noske vuelve a existir, ya no sería el antiguo, porque habría perdido su apoyo de la derecha, así como ya no era el antiguo en enero de 1919, después de perder su apoyo de la izquierda. Por lo tanto, ¡es imperativo hacer todo lo posible para intensificar la acción, para aplastar el golpe sin compromiso! Si tenemos éxito, cualquier “república democrática” futura se deslizará hacia la izquierda, porque perderá su pie derecho. ¡Solo entonces llegará el momento en el que podamos desarrollarnos! Ahora debemos [emprender] la acción conjuntamente, también con el SPD, [mientras mantenemos] las consignas por separado también del USPD (¡si tan solo tuviéramos consignas [que se originaron] en las calles y no se buscaron en los libros!). El golpe en cualquier caso [debe ser] aplastado, porque todo lo demás debe seguir casi por necesidad [de su derrota]. Consigna inmediata: ¡Contra cualquier compromiso! Me entristece profundamente [escuchar que ha habido] negociaciones con la pandilla [de Kapp-Lüttwitz].
Ahora tuvimos la oportunidad de que el partido consolidado desempeñara un papel destacado como lo hizo en 1918, a través de unos pocos volantes. ¡En cambio, [publicamos] estas ridiculeces infantiles! No puedo enumerar todos los detalles, sobre los cuales cada uno de nosotros debería llorar. No veo cómo el partido puede recuperarse de este golpe. ¿Cuántas veces hemos discutido esto antes? Si viene el golpe contrarrevolucionario, entonces –acción conjunta también con el Partido Socialdemócrata, porque el Partido Socialdemócrata se romperá en la acción.
¿Y ahora? “No levantaremos un dedo”. ¡Un eslogan comunista! No dormí ayer, la primera vez desde que estoy aquí [en la cárcel de Moabit], sobre esta historia, y ahora quiero agregar algo a lo que escribí. Lo que ayer por la noche fue una profunda decepción, ¡hoy es pura rabia! Pero me abstendré de cualquier cosa personal. Así que ahora vamos al punto central.
A: Supongo que también la Zentrale del Partido Comunista ha notado que el proletariado alemán, y especialmente el proletariado de Berlín, es sorprendente. Aunque la dirección del Partido Comunista alemán haya diagnosticado la “incapacidad para actuar” [del proletariado], no puede dejar de discernir ahora que, efectivamente, hay una acción [huelguística]. ¡Las huelgas requieren demandas! Uno debe saber qué se debe lograr directamente con la huelga (y además qué quieren nuestros oponentes). Las demandas deben ser planteadas por el Partido Comunista alemán, porque el Vorwärts [el órgano del Partido Socialdemócrata] (sabiamente) no lo ha hecho. Estas demandas son:
(1.) El armamento del proletariado para asegurar la república, es decir, la distribución de armas a los [trabajadores] organizados políticamente, porque el Vorwärts (sabiamente) no lo ha solicitado. Esta demanda es de la mayor importancia. ¡Al parecer, ya ha sido escamoteada!
(3.) Arresto inmediato de los líderes del golpe militar y su sentencia por un tribunal proletario, porque un tribunal militar [sería] una broma. ¡Y nada más!
Lo que la Zentrale del Partido Comunista escribe en su folleto del 16 de marzo [de 1920] es inútil. La “República Soviética” y el “Congreso de los Soviets” no son demandas, mientras el pueblo no luche por su implementación; particularmente porque no son demandas [dirigidas] contra nuestros oponentes. “¡Abajo la dictadura militar!”, “¡Abajo la democracia burguesa!”, tampoco son demandas de la huelga, sino frases. Lo que se incluyó como demandas positivas en el volante, y entonces (¿por qué?) se eliminó de nuevo, también era inútil. ¡No la “renuncia” del gobierno de Kapp, sino su “arresto”! ¡Los culpables de alta traición no “renuncian”! ¡El “desarme del ejército”! Por el momento, esto no tiene sentido, porque la demanda atraviesa aquellas partes del ejército que están en contra del golpe de estado. Esa demanda se dirige contra una parte de las fuerzas con las que el proletariado debe contar en la actualidad. La confiscación inmediata de las armas de la burguesía, la formación de un ejército de la clase trabajadora, son demandas que no pueden satisfacerse de la noche a la mañana, su implementación necesita semanas, por lo tanto, no son demandas de la huelga general. No conozco ninguna demanda que uno pueda oponerse razonablemente a las tres mencionadas anteriormente.[19] Pero tal vez aún surjan otras demandas de la acción que no puedo juzgar desde aquí.
B) Con esas consignas, el Partido Comunista alemán debe dar a la huelga un carácter que hasta ahora no ha tenido. Con esas consignas, después de algún tiempo, se logrará el resultado que la Zentrale del Partido Comunista ha colocado en la base de su pensamiento político: ¡que el Partido Socialdemócrata no cooperará o, más bien, que no resistirá! Entonces, pero solo entonces, llegará el momento de decirle a las masas: las metieron en este problema y ahora las traicionan nuevamente.
Entonces, y solo entonces, cuando las masas asuman nuestras demandas y los “líderes” se nieguen a cumplirlas o incluso a traicionarlas, ¡la inclusión de demanda adicionales, es decir, de soviets, se seguirá de la acción! Los soviets, el congreso soviético, la república soviética, “¡Abajo la república democrática!”, etc., todas estas demandas surgirán naturalmente cuando se cumplan las demandas de la huelga. Pero ahora, todo debe estar concentrado en estas demandas de la huelga. Si se cumplen, la república debe deslizarse hacia la izquierda. E incluso si Noske permanece, no podría hacer nada. Porque si las demandas de la huelga se cumplen, las fuerzas que apoyan a la república estarán en el proletariado, y el gobierno, como se llame, tendrá que apoyarse en esta [disposición de] fuerzas sociales, completamente diferente. ¡Desde entonces hasta la república soviética, un período de seis meses sería un desarrollo normal!
Organizacionalmente, tenemos que hacer [lo siguiente]:
(1.) Una vez al día, o dos veces, según la situación, sacar un volante general, no un “compendio comunista”, sino cuatro oraciones sobre la situación, una oración que contenga la conclusión, y las demandas de la huelga. En particular, [el volante debe incluir] críticas al liderazgo de la huelga, que querrá llegar a un acuerdo [con los líderes golpistas].
[También sacar] un volante dirigido a los soldados. Un volante dirigido al Partido Socialdemócrata. Un volante dirigido a los empleados estatales, escrito de forma explicativa. Un volante dirigido a los trabajadores ferroviarios, postales y telegráficos.
(2.) Intensificación de la acción [huelguística]. Asambleas con manifestaciones en el parque Treptower [en Berlín]. No [llamar a] choques frontales.
(3.) Preparación [militar] de cuadros, aunque sin armas. Cuando las tropas que vienen de afuera choquen con las tropas locales, la ciudad no debe permanecer en silencio. Al menos debe haber cuadros presentes para que la muchedumbre no se agolpe detrás de las tropas y no tengamos que sangrar por ello.
Paul Levi
Celda de prisión, Lehrterstrasse,
Berlín, 16 de marzo de 1920
Fuente: “Offener Brief der Zentrale der Vereinigten Kommunistischen Partei Deutschlands”, Die Rote Fahne(Berlin), 8. Januar 1921. Reproducido en Hermann Weber (hrsg.), Der deutsche Kommunismus: Dokumente 1915-1945, Köln: Kiepenheuer & Witsch, 1973, pp. 168-169.
El Partido Comunista Unificado de Alemania considera que es su deber, en este momento grave y difícil para todo el proletariado alemán, apelar a todos de los partidos y sindicatos socialistas.
La descomposición progresiva del capitalismo, las repercusiones de la crisis mundial incipiente sobre los efectos de la crisis alemana especial, la devaluación creciente de la moneda y el progresivo aumento en el precio de todos los alimentos y bienes de consumo, el aumento del desempleo y el empobrecimiento de las masas, todos los cuales continúan avanzando en Alemania, hacen necesario que la clase proletaria en su conjunto se defienda a sí misma; no sólo el proletariado industrial sino todas las capas que recién ahora despiertan [a la vida política] y toman conciencia de su carácter proletario. El proletariado es mantenido en esta situación insoportable por la reacción creciente, que especula con su falta de unidad y le impone siempre nuevas trabas a través de la Orgesch[20], de los asesinatos, del poder judicial que encubre a todos los asesinos.
Por lo tanto, el VKPD propone que todos los partidos socialistas y las organizaciones sindicales se reúnan sobre las bases siguientes, dejando para más adelante la discusión detallada de las acciones individuales a realizar:
I.
a) Introducción de luchas salariales uniformes para asegurar la existencia de los trabajadores, empleados y funcionarios públicos. Combinación de las luchas salariales individuales de los trabajadores ferroviarios, los funcionarios públicos, los mineros y otros trabajadores industriales y agrícolas en una lucha única conjunta.
b) Aumento de todas las pensiones de las víctimas de guerra, los jubilados y pensionados en proporción a los aumentos de sueldos demandados.
c) Regulación uniforme del seguro de desempleo para todo el país, en base a los ingresos de los empleados a tiempo completo. Todo el costo de esta operación debe ser afrontado por el estado federal [Reich], que debe imponer impuestos solamente al capital para dicho propósito. Dicha operación debe controlada por los desempleados a través de los consejos especiales de desempleados, conjuntamente con los sindicatos.
II Medidas para reducir el costo de vida, a saber:
a) Entrega de alimentos subsidiados a todos los asalariados y a quienes perciben estipendios bajos (pensionistas, viudas, huérfanos, etc.) bajo la supervisión de las cooperativas de consumo y el control de los sindicatos y comités de empresa. Los medios [financieros] necesarios deben ser proporcionados por el estado federal.
b) Confiscación inmediata de todos los cuartos habitables disponibles, con derecho no sólo a la ocupación compulsiva, sino también al desalojo forzoso de las familias pequeñas de apartamentos y casas de gran tamaño.
III. Medidas para la provisión de alimentos y bienes de consumo:
a) Control de todas las materias primas existentes, carbón y fertilizantes por parte de los consejos de trabajadores. Puesta en funcionamiento de todas las fábricas productoras de bienes de consumo que se encuentren paradas, distribución de los bienes así producidos de acuerdo con los principios detallados en II. a).
b) Control del cultivo, la cosecha y la venta de todos los productos agrícolas por los consejos de pequeños campesinos y los consejos rurales [Gutsräte], conjuntamente con las organizaciones de trabajadores agrícolas.
IV.
a) Desarme inmediato y disolución de todas las milicias burguesas, y creación de organizaciones de autodefensa proletarias en todos los estados [Länder] y comunidades.
b) Amnistía para todos los delitos cometidos por razones políticas o por causa de la pobreza general existente. Liberación de todos los presos políticos.
c) Supresión de las prohibiciones de huelga imperantes.
d) Establecimiento inmediato de relaciones comerciales y diplomáticas con la Rusia soviética.
Al proponer estas bases para la acción, no ocultamos en ningún momento, ni a nosotros mismos ni a las masas trabajadoras, que estas demandas que planteamos no pueden eliminar la pobreza. Sin sacrificar por un momento nuestra lucha por inculcar en las masas trabajadoras la idea de la lucha por la dictadura [del proletariado], el único camino a la salvación, sin dejar de pedir a las masas trabajadoras en cada momento oportuno que estén dispuestas a la lucha por la dictadura y sin renunciar al liderazgo de la misma, el Partido Comunista Unido está dispuesto a trabajar con los otros partidos obreros para emprender conjuntamente acciones que conduzcan a la consecución de las medidas mencionadas anteriormente.
No ocultamos las diferencias que nos separan de dichos partidos.
Declaramos, por el contrario: exigimos a las organizaciones a las que apelamos no comprometerse sólo verbalmente a las bases de acción propuestas, sino llevar adelante las acciones necesarias para conseguirlas.
Preguntamos a los partidos a las que nos dirigimos: ¿Consideran que estas demandas son correctas? Suponemos que lo hacen.
Les preguntamos: ¿Están ustedes dispuesto a emprender con nosotros una lucha sin cuartel para la consecución de estas demandas?
A esta pregunta clara y sin ambigüedades, esperamos una respuesta igualmente clara y sin ambigüedades. La situación requiere una respuesta rápida. Por lo tanto, esperamos una respuesta hasta el 13 de enero 1921.
En caso de que los partidos y los sindicatos a los que nos dirigimos no estén dispuestos a asumir la lucha, el VKPD se considerará obligado a librar esta batalla solo, y está convencido de que las masas trabajadoras lo seguirán. Hoy el VKPD invita a todas las organizaciones proletarias del país, y a las masas trabajadoras que las apoyan, a expresar su voluntad para la defensa común contra el capitalismo y contra la reacción, para la defensa común de sus intereses.
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Zetkin, Klara 1920, “Die Lage in Deutschland”, Die Kommunistische Internationale. Organ des Executivkomitees der Kommunistischen Internationale, Vol. 2, No. 12, pp. 155-161.
Zetkin, Clara 1922, Rosa Luxemburg’s Views on the Russian Revolution, CreateSpace, 2017.
[1] Las “Tesis de Heidelberg”, junto con otros 25 documentos de Paul Levi, están disponibles en inglés (Levi 2011, 67-69).
[2] ‘The Munich Experience: An Opposing View’, in Levi 2011, 47-53.
[3] Una referencia al gobierno presidido por Gustav Bauer del SPD, una coalición del SPD, el Zentrum católico y Deutsche Demokratische Partei (DDP) liberal. Dicho gobierno, conocido como el Kabinett Bauer, duró desde el 21 junio de 1919 hasta el 27 marzo de 1920. Cayó diez días después del colapso del putsch de Kapp y fue reemplazado por el primer gobierno presidido por Hermann Müller. El Kabinett Müller I fue también una coalición del SPD, el Partido del Centro y el DDP.
[4] El nombre que se utilizaba para diferenciar al Partido Socialdemócrata (SPD) del Partido Socialdemócrata Independiente (USPD).
[5] Ver el artículo ultraizquierdista de Radek condenando la “Declaración de ‘Oposición Leal’”, donde declaró ominosamente que “la activación de la política del comunismo alemán es una cuestión vital para la Internacional” y concluyó con una advertencia “contra el peligro del posibilismo comunista”. (Radek 1920, 165, 173).
[6] La nota biográfica en La revolución alemana de Broué dice: ‘Braun, M.J. (Mieczysław Broński, 1882-1937). Polaco, socialdemócrata en 1902, participó en la Revolución de 1905, cumplió un año de prisión. Emigró a Suiza en 1907, participó activamente en el Partido Socialdemócrata de Suiza y, en oposición a Rosa Luxemburg y Leo Jogiches, apoyó al Comité de Varsovia, que también fue poyado por Radek. Cercano a Lenin, participó en las Conferencias Zimmerwald y Kienthal, y fue uno de los líderes de la Izquierda de Zimmerwald. Acompañó a Lenin en “tren sellado” en abril de 1917, participó en la Revolución rusa. Nombrado representante consular en Berlín en 1918, se puso en contacto con los revolucionarios alemanes. Deportado en noviembre. Regresó a Alemania en 1919, fue miembro de la Secretaría de Europa Occidental y del liderazgo de KPD (S) bajo un seudónimo. Fue criticado duramente por la posición de la Zentrale al comienzo del Putsch de Kapp y llamado a Moscú poco después. Dictó conferencias en la Universidad de Moscú, estuvo activo en el Partido Comunista de Polonia, se unió a su Buró Político. Detenido y ejecutado durante las Grandes Purgas de Stalin” (Broué 2005, 961).
[7] “Die einmal geschaffene Einheitsfront, die Machtentfaltung der Arbeiterschaft in niedagewesener Tiefe ermöglichte, kann durch gegenrevolutionäre Maßnahmen der bürgerlich-sozialistischen Regierung nicht ausgetilgt werden” (Spartakus 1920, 169). “Die sozialpatriotischen Drahtzieher suchten die Bedeutung der revolutionären Einheitsfront des Proletariats geflissentlich zu verwischen und zu verhüllen” (Zetkin 1920, 157).
[8] Gruber 1967, 362-371. Ver también las “Tesis sobre la unidad del frente proletario” en Pasado y Presente 1973, tomo 2, 191-200.
[9] Ver la posición de Levi sobre la ocupación de las fábricas que tuvo lugar en Italia en septiembre de 1920 en la entrevista que le concedió a Avanti! el 14 y 15 de septiembre de 1920, su declaración de apertura en el Congreso de Livorno reproducida en L’Ordine Nuovo el 16 de enero de 1921, su informe al Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista sobre el Congreso de Livorno, escrito poco después de su regreso a Berlín (reproducido en Drachkovitch y Lazitch 1966, 271-282), y su artículo sobre el Congreso de Livorno “Der Parteitag der italienischen Partei”, en Die Rote Fahne, IV. Jahrg., Nr. 37, 23 de enero de 1921.
[10] “El Comité Central o Zentralausschuss, compuesto por delegados de cada uno de los veintiocho distritos del partido, fue un nuevo instrumento de liderazgo creado por el KPD a fines de 1920. Posteriormente, se tomaron decisiones políticas importantes en reuniones conjuntas del Comité Central y de la Zentrale, que se convirtió en un órgano ejecutivo. El Comité Central no solo sirvió como un grupo de control de la Zentrale, sino que, dada su representación más amplia, también se convirtió en el caldo de cultivo de las facciones disidentes” (Gruber 1967, 313).
[11] Ver los documentos en Waldemar, “Behind the Scenes of the March Action”, Unser Weg (Sowjet): Zeitschrift für Kommunistische Politik, III (Aug., 1921), en Gruber 1967, 346-350.
[12] Gruber 1967, 403. August Guralsky era un seudónimo de Abraham Heifetz. József Pogány más tarde desempeñó un papel vergonzoso en el Partido Comunista de Estados Unidos bajo el seudónimo de John Pepper (Cannon 1962).
[13] Bayerlein und Albert 2014, 141-142: Dok. 35: ‘Die Frucht eines zweijährigen Kampfes wird zerstört’: Paul Levis Brief an Lenin zur Kritik der ‘Märzaktion’, [Berlin], 27.3.1921.
[14] Bayerlein und Albert 2014, 155: Dok. 43: “Persönlicher Brief des ‘Spaniers’ (d.i. Béla Kun) an Lenin über die gescheiterte Märzaktion in Deutschland”, [Wien], 6.5.1921.
[15]“La carta abierta del Partido Comunista Unificado de Alemania puede servir como modelo de un punto de partida para las campañas” (Taber and Riddell 2019, 136, citando a Riddell 2015, 940). El pasaje, tomado de la edición alemana de las “Tesis sobre la táctica”, no aparece en la edición española contenida en Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista: Segunda Parte, Buenos Aires: Ediciones Pasado y Presente, 1973.
[16] « La surestimation des états d’esprit ‘nationaux’ de la classe ouvrière correspond au cri des opportunistes sur les insurrections dites prématurées » (Boukharine 1921, 220).
[17] « Râkosi était l’un des plus bornés et des plus brutaux individus qu’ait jamais produit le mouvement communiste » (Broué 1997, 207).
[18] La opinión de Rosa Luxemburg sobre Karl Radek era la siguiente: “Radek pertenece la categoría de las putas. Con él puede suceder cualquier cosa, y por eso es mucho mejor tenerlo lejos” (Nettl 1974, 380).
[19] Parece que hay un error en la enumeración de las demandas, ya que Levi solo menciona dos. (ed.)
[20] La “Orgesch” (una abreviación de “Organización Escherich”, así llamada por el político de derecha Georg Escherich, un líder del Bayerische Volkspartei) fue un grupo paramilitar anticomunista y antisemita que operó en Baviera en 1920-1921.
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