Arte

«1938» muestra a un pueblo tomando el control de su economía

Entrevista por Kurt Hackbarth

Luego de veinte años de trabajo, la nueva película de Sergio Olhovich, 1938: Cuando México recuperó su petróleo, sobre la expropiación de la industria petrolera mexicana bajo el mandato del presidente Lázaro Cárdenas, por fin ha visto la luz.

Con una quincena de largometrajes en su haber, Olhovich es una figura destacada del cine de autor mexicano desde hace cinco décadas, con una obra centrada en temas sociales, críticos y psicológicos. Jacobin conversó con él para hablar de cómo logró llevar a cabo un proyecto tan postergado y de la relevancia de la nacionalización del petróleo mexicano en la actualidad.

KH

1938 tardó más de veinte años en ver la luz. ¿Por qué tanto tiempo y cómo se pudo llevar a cabo ahora?

SO

En 2004 le propuse al escritor Carlos Montemayor que hiciéramos una película sobre la expropiación de la industria petrolera. ¿Por qué me interesaba tanto? Porque mi padre era ingeniero petrolero. Emigró de Rusia a México, buscó petróleo en el estado de Tabasco durante muchos años y descubrió allí el primer yacimiento petrolífero. Trabajaba para la Shell Oil Company. En México, antes de la expropiación, se llamaba El Águila. Así que desde muy joven comprendí la importancia del petróleo para la economía mundial.

En México, ese petróleo estaba en manos de empresas extranjeras. Americanas, inglesas y holandesas. Shell, Standard Oil, Huasteca y otras empresas: diecisiete empresas extranjeras extraían el petróleo de México. Y México se quedó sin nada, hasta que llegó el gobierno de Lázaro Cárdenas. Era un gobierno izquierdista y nacionalista, el último de la Revolución Mexicana. Y Cárdenas comprendió que había que expropiar la industria petrolera. Gracias a eso, México se convirtió en dueño de su energía y adquirió un importante grado de soberanía. Fue la culminación de la Revolución. Así que Carlos y yo empezamos a escribir un guion. 

Pero resultó ser una tarea muy complicada. Hubo que investigar mucho, hacer entrevistas y analizar todo el material fílmico de la época. Cuando terminamos el guion, era un tomo de trescientas páginas, pero una película de hora y media no puede tener más de noventa o cien páginas. Y en aquella época no existía el boom de las series de televisión como ahora. Así que tenía que ser una película. Por desgracia, en ese momento falleció Carlos. Así que tuve que reducirlo sin perder la esencia.

Para entonces era alrededor de 2010-2012, y estábamos en medio de gobiernos neoliberales que querían privatizar la industria petrolera. Por supuesto, no estaban interesados en una película así. Así que cuando solicité apoyo financiero, me decían: «Lo sentimos. El año que viene». Lo mismo me decían los donantes privados. Hasta que comprendí que nunca iban a financiar el proyecto. Así que tuve que archivarlo y centrarme en otras cosas. Al fin y al cabo, soy cineasta.

Pero cuando llegó al poder el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), todo cambió. Él nos apoyó, incluso nos permitió filmar dentro del Palacio Nacional: sus salones, jardines, su oficina, incluso el histórico escritorio donde se sentaron Benito Juárez, Porfirio Díaz, [Francisco] Madero y Pancho Villa. Me dejó filmar allí gratis, lo que me ahorró una fortuna en recrear esos escenarios. Eso me permitió rodar las partes más esenciales de la película, incluidas las escenas de la expropiación con el general Francisco Mújica, un asesor cercano y secretario de comunicaciones de obras públicas en ese momento.

La película retrata sus dudas y temores, la inminente guerra mundial y sus interacciones diplomáticas con el gobierno estadounidense, en particular con el embajador de [Franklin D.] Roosevelt, Josephus Daniels. Después de la expropiación, como ves, no pudimos encontrar compradores para nuestro petróleo. Hubo un boicot. Inglaterra incluso amenazó con invadirnos para reclamar lo que decían que les habíamos robado. México no tuvo más remedio que vender a las potencias del Eje, aunque no queríamos.

Finalmente, Roosevelt comprendió la importancia del petróleo mexicano y apoyó la expropiación. Estados Unidos se convirtió en nuestro principal comprador, lo que puso fin a la necesidad de tratar con regímenes fascistas.

 

KH

Hay un contraste interesante en cómo se retrata a los estadounidenses en la película. Por un lado está el embajador Daniels, que parece bastante honorable. Luego están los ejecutivos petroleros, que ignoran las sentencias del Tribunal Supremo, fuman puros y hablan de sobornar a los funcionarios. Y Cárdenas, que se mueve en medio de este yin-yang diplomático.

SO

Ese contraste es históricamente exacto. Daniels era culto, inteligente y entendía la sociedad y la economía mexicana. En resumen, era un digno representante de la política de «buena vecindad». Por su parte, los ejecutivos petroleros, en su mayoría tejanos, eran arrogantes y desdeñosos. Sus acentos y el hecho de fumar puros son un fiel reflejo de la época y responden a su estatus social.

 

KH

¿Crees que Cárdenas habría intentado la expropiación si otro presidente estadounidense hubiera estado en el poder, o aprovechó la ventana de oportunidad que le brindaba la política de «buena vecindad»?

SO

Al principio de su carrera, Cárdenas vivió un momento muy formativo. Siendo todavía un joven oficial militar, fue enviado a inspeccionar uno de los campos petrolíferos, pero se le negó la entrada y fue insultado. Esa experiencia le causó una fuerte impresión. El general Mújica también presionó mucho para que se llevara a cabo la expropiación. Era marxista y estaba más a la izquierda que Cárdenas. Juntos comprendieron la oportunidad que ofrecía el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Era «ahora o nunca».

 

KH

En una escena clave, mientras ambos juegan al billar, Cárdenas le dice a Mújica sin rodeos que no va a ser elegido para sucederle en la presidencia. ¿Tenía miedo? Al marginar a Mújica, ¿ganaron al final los gringos?

SO

En aquellos días había una gran agitación en el país, con facciones pro y anti Cárdenas. En 1939 se fundó un nuevo partido político, el PAN (Partido Acción Nacional), con principios abiertamente fascistas. En un momento dado, Cárdenas se enfrentó a una rebelión del exgeneral y antiguo miembro de su gabinete Saturnino Cedillo.

Fue en ese contexto que consideró que Mújica, que debería haber sido su sucesor natural, era demasiado radical y podía provocar más levantamientos e incluso poner en peligro la expropiación. Así que optó por otro candidato, Manuel Ávila Camacho, que se consideraba más «neutral». Y, sí, que también le gustaba a Roosevelt. La idea era calmar las aguas. Y creo que luego se arrepintió, porque Camacho resultó no ser neutral sino de derecha. Y muy corrupto.

 

KH

¿Pero no lo suficientemente de derecha como para deshacer la expropiación del petróleo?

SO

No, porque Cárdenas fue lo suficientemente astuto como para nombrarse secretario de Guerra en el gabinete de Camacho. Así conservó el control del ejército. Eso permitió que la nueva empresa estatal PEMEX se hiciera poderosa e institucionalizada, lo que impulsó la economía mexicana durante décadas. Hubo un tiempo en que México crecía alrededor del 6 % anual y los ingresos del petróleo constituían la mitad de los ingresos nacionales.

 

KH

Hay un fuerte vínculo entre su cine y la literatura. ¿Cómo elige un cuento o una novela para desarrollar un argumento? ¿Es una decisión intuitiva o más bien intelectual?

SO

Cuando basas una película en una obra literaria, es garantía de que va a ser interesante e importante. Mi primer largometraje, Muñeca reina, está basado en un relato de Carlos Fuentes. Lo leí y pensé: «De esto se puede sacar una buena película». El relato es corto, solo seis páginas, y yo lo convertí en algo mucho más grande. Y cuando Carlos la vio, me dijo: «Sergio, tu película es otra cosa, pero me gusta».

Por supuesto: una cosa es el cuento y otra muy distinta es la película. Son cosas diferentes. Ahora bien, no todo el mundo la ha aprobado siempre. Mi película Llovizna está basada en un relato de Juan de la Cabada. Uno aún más corto. Y cuando Juan la vio, se horrorizó. En su versión, el protagonista, un hombre de negocios que conduce de noche hacia su casa, no acaba matando a los autoestopistas indígenas que recoge por el camino; en la película, sí lo hace. Y Juan dijo: «Esa no es mi historia».

Lo mismo ocurrió con Coronación, que es una adaptación de una novela del escritor chileno José Donoso. Cuando José la vio, no pudo soportar que estuviera ambientada en México y no en Chile. Los escritores son muy exigentes: quieren que la película siga exactamente lo que ellos escriben.

En otros casos, mis películas se han inspirado en hechos históricos o reales. La casa del sur se basa en el desplazamiento del pueblo yaqui del norte a la península de Yucatán, como esclavos, por parte del presidente Porfirio Díaz. Del árido desierto del norte a las aguas y los pantanos del sur. En ese caso, escribí un guion original.

 

KH

El final de Lluvizna es especialmente escalofriante: el empresario ha matado a los autoestopistas indígenas y, de vuelta a casa, en la fiesta de cumpleaños de su hija, decide no entregarse. «Al fin y al cabo, solo eran indios», se dice a sí mismo, haciéndose eco de lo que le ha dicho su mujer. «Nada que merezca la pena recordar». Una crítica social demoledora del México de la época. ¿Ha cambiado el país?

SO

Le queda un largo camino por recorrer. Mientras que en Estados Unidos el racismo se manifiesta como un conflicto entre razas, en México es la imposición del conquistador sobre el conquistado. Y aunque la esclavitud formal ha desaparecido, la población indígena sigue tan empobrecida que, en la práctica, continúa en una situación similar. Una persona pobre procedente de una comunidad indígena no tiene ninguna oportunidad. Con la Cuarta Transformación, las cosas están cambiando poco a poco, pero va a llevar mucho tiempo. Porque esta situación se remonta a los orígenes de nuestra sociedad.

 

KH

Durante años abogaste por una apertura del cine mexicano a nuevas voces, nuevos grupos, nuevas narrativas. Hoy en día se siguen escuchando las mismas críticas: que el cine mexicano es demasiado blanco, demasiado corporativo, demasiado superficial, demasiado centrado en la Ciudad de México. ¿Hay esperanza?

SO

En el cine mexicano sigue reinando el neoliberalismo. Y no sé si ha sido un error o simplemente un descuido por parte de los gobiernos de López Obrador y Claudia Sheinbaum, pero no han comprendido la importancia del cine y su poder para cambiar conciencias. Puedes ver una serie de sesenta episodios y olvidarla al día siguiente. Pero una película fuerte te cambia.

En Cuba, al día siguiente de la revolución, comenzaron a hacer películas. Y en un lugar tan diferente como el Reino Unido, las películas de Ken Loach se pueden ver en cualquier parte del mundo y se entienden. Son universales. Por eso creo que 1938, aunque trata un tema histórico mexicano, puede resonar en personas de otros países que han pasado por luchas similares.

Pero en lo que respecta al cine mexicano, hay que reformar todo el sistema. El Estado mexicano debe tomar las riendas del cine y promoverlo, construir salas para un cine diferente, un cine social, y producir y financiar este tipo de películas. Pensar también es entretenido, ¿no? ¿Cómo llegamos a la idea de que pensar es aburrido?

Sergio Olhovich

Director de cine y guionista ruso-mexicano.

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