Ernesto Guevara en su época de ministro de Industrias.
El siglo XX estuvo marcado por victorias de revoluciones sociales con carácter socialista: en el imperio zarista en 1917, en Yugoslavia en 1945, en China en 1949, en Vietnam en 1954 y en 1975, en Cuba en 1959, en Argelia en 1962, en Nicaragua en 1979… Esto dio lugar a grandes debates públicos entre los revolucionarios de esos países sobre cómo realizar la transición del capitalismo al socialismo. Esto ocurrió en particular en la Rusia soviética y luego en la URSS entre 1918 y 1926-27 con las formuladas por Vladimir Lenin, León Trotsky, Yevgueni Preobrazhenski y Nicolái Bujarin como principales contribuciones. Un debate sobre la transición al socialismo tuvo lugar en Yugoslavia en los años 1950 y 1960, con un carácter menos público que el de la URSS de los años 1920. En Cuba, tras la victoria de 1959, también se desarrolló un gran debate económico público en 1963-1965 en el que sus protagonistas principales fueron Ernesto Che Guevara, Alberto Mora, Ernest Mandel y Charles Bettelheim. Este debate trató en particular sobre la financiación de las empresas del sector público, el lugar del mercado y de la planificación, el papel de la ley del valor, el rol de la banca y del crédito, el lugar respectivo de los estimulantes individuales o colectivos, morales o materiales, el papel de la conciencia… Mandel intentó introducir en el debate la cuestión de la democracia socialista y del poder de las y los trabajadores[1].
Las diferentes tentativas de dar pasos decisivos hacia una sociedad socialista suscitaron una enorme esperanza entre centenas de millones de hombres y mujeres. Los debates sobre las grandes decisiones económicas, sociales y políticas a realizar para ir hacia el socialismo fueron muy ricos incluso en la izquierda de los países más industrializados a pesar de que ninguna revolución socialista había triunfado en ellos. Los reveses, los retrocesos, la traición y la degeneración acabaron por conducir a la restauración capitalista en la mayor parte de los países donde sí se produjeron, salvo en Cuba que es aún no capitalista.
Este estudio trata sobre el gran debate que se desarrolló en Cuba entre 1963 y 1965. En todas las contribuciones de los protagonistas que tomaron parte en él se hace referencia a las políticas a realizar tras una victoria revolucionaria a fin de avanzar en la transición del capitalismo al socialismo esperando llegar a continuación al comunismo. El debate que se desarrolló en Cuba supera ampliamente el marco cubano. Por ello es fundamental comprender este debate, de una gran actualidad. ¿Cuál es el lugar del mercado en las políticas económicas que hay que llevar a cabo en el futuro tras un derrocamiento revolucionario anticapitalista y el comienzo de una transición hacia el socialismo? Para responder a esta pregunta, las aportaciones de Ernest Mandel y de Ernesto Che Guevara son indispensables. ¿Porqué la cuestión de la democracia socialista es fundamental? La contribución de Ernest Mandel es aquí irremplazable. Por razones de espacio, nos limitamos aquí al Gran Debate que tuvo lugar en Cuba, teniendo conciencia de que es necesario tomar en cuenta y analizar los aportes posteriores de Ernest Mandel y otros autores sobre la cuestión de la transición al socialismo.
Mandel comienza presentando los principales elementos del Gran Debate que acababa de iniciarse en Cuba a mediados de 1963. Hace referencia a los escritos de dos de los principales protagonistas, Ernesto Che Guevara y Alberto Mora, menciona los temas abordados y subraya la importancia histórica de la polémica:
A partir del segundo párrafo de su artículo, Ernest Mandel critica la posición de Joseph Stalin, en la que Alberto Mora se apoya para su debate con el Che Guevara:
El siguiente ataque de Mandel contra Stalin se basaba en el hecho de que varios de los principales protagonistas de este debate se referían explícitamente al análisis y a la política de Stalin, quien, a pesar de que había muerto diez años antes, seguía ejerciendo una influencia considerable. Los manuales marxistas dogmáticos producidos en Moscú eran ampliamente difundidos y raramente criticados. Entre los protagonistas del debate que seguían el ejemplo de Stalin se encontraban no sólo Alberto Mora[4], sino también Charles Bettelheim, economista francés del Partido Comunista.
Voy a retomar los puntos principales de la argumentación de Mandel porque son de gran utilidad para quien analice los problemas que han enfrentado y enfrentarán las fuerzas revolucionarias que, una vez llegadas al poder, desean hacer una verdadera transición al socialismo y, en el caso de los llamados países en desarrollo, salir del subdesarrollo y de la subordinación a las potencias capitalistas imperialistas.
Mandel explica que
Pasa luego al caso de la Cuba revolucionaria de 1963. Lo que él resume como una orientación, tiene un alcance que va mucho más allá de la situación en ese país. Es de gran actualidad. Por eso extraigo un largo pasaje:
En cuanto a la ley del valor, Mandel afirmaba, en contra de la opinión de Alberto Mora (así como también de Bettelheim y otros), que no había que someterse a ella. En su artículo, repetía una afirmación de Trotsky quien, en un texto polémico sobre Stalin llamaba a violar la ley del valor:
El resto de este artículo mostrará que el Che Guevara había adoptado la misma posición que Trotsky y Mandel sobre el papel fundamental del presupuesto estatal y la planificación centralizada como palanca para la transición al socialismo, en oposición a las posiciones de Mora, Bettelheim y otros como Carlos Rafael Rodríguez y Blas Roca, que adoptaron las reformas en curso en Europa del Este y la URSS. Estas reformas, preconizadas tanto por los economistas del régimen de Moscú como por los economistas yugoslavos (aunque opuestos a Moscú), hacían hincapié en la autofinanciación de las empresas. De hecho, tanto en Yugoslavia como en Moscú y su bloque, estaba en boga la idea de permitir a las empresas liberarse de la disciplina del plan centralizado y quedarse con una parte cada vez mayor de sus ingresos para financiar su propio desarrollo.
En su artículo, Mandel analizaba esta evolución en curso.
Veamos a continuación lo que Mandel escribió sobre las razones por las que no hay que ignorar la ley del valor:
También en este caso, la posición defendida por Mandel coincide con la adoptada por el Che Guevara en el debate.
Entre los puntos en discusión, otra cuestión acercaba a Mandel y al Che: para ellos, en el sector nacionalizado, los productos intercambiados entre empresas, por ejemplo las máquinas, no eran mercancías. Por ejemplo, una empresa que compraba una máquina a otra no estaba comprando la máquina como mercancía vendida en el mercado. Se trataba de un intercambio no mercantil dentro del sector nacionalizado. Así pues, para ellos, la ley del valor no dominaba las relaciones en el seno del Estado o del sector público. En cambio, si una empresa estatal compraba o vendía maquinaria u otros bienes a una pequeña o mediana empresa privada, en ese caso podíamos hablar de venta de mercancías y de relaciones mercantiles[6].
Mandel concluye esta parte de su artículo diciendo: «En todas estas cuestiones, el Che Guevara tiene toda la razón contra Mora».
Una de las consecuencias de la postura defendida por Mandel y el Che es que, dentro del sector público (estatal o nacionalizado), el gobierno debe evitar considerar que las empresas se venden bienes entre sí y obtienen beneficios de sus intercambios. Debe llevarse una contabilidad rigurosa en términos de costos, no de beneficios en el sentido capitalista, y no debe permitirse que los directivos de las empresas estatales se apropien de una parte significativa de los ingresos de dichas empresas.
En la segunda parte de su artículo, Mandel aborda la cuestión del comercio exterior. Sería demasiado largo resumir el contenido que por cierto es muy interesante. Recomiendo que se lea su artículo íntegramente.
En los años que precedieron al Gran Debate económico de Cuba, a pesar de las diferencias sustanciales entre Yugoslavia[7] y el bloque dominado por la URSS, se podía apreciar una evolución hacia una mayor autonomía de las empresas.
En el caso de Yugoslavia, las empresas autogestionadas tenían derecho a quedarse con una parte cada vez mayor de los ingresos y a elegir reinvertirlos como consideraran oportuno. Según Mandel, «los autores yugoslavos han formulado incluso un verdadero dogma nuevo a este respecto, que debe someterse a un análisis crítico: Sin el derecho de los colectivos de autogestión a disponer de una parte significativa del excedente social, no puede haber verdadera autogestión».
En la URSS, la evolución consistió en dar a los directores de empresa más autonomía para la utilización de los ingresos. En el caso de Yugoslavia, Mandel advertía de los peligros del rumbo seguido por el gobierno. Pero lo que escribía tenía una aplicación más general, que es lo que lo hace tan interesante.
He aquí un extracto:
Mandel prosigue:
Esta peligrosa tendencia señalada por Mandel se acentuó posteriormente y fue una de las causas de la ruptura de la federación yugoslava a principios de los años noventa.
Volviendo a Yugoslavia en la época del Gran Debate, Mandel consideraba que debía darse prioridad a la financiación de las empresas a través del presupuesto del Estado:
Mandel añadió: «También en este aspecto, la tesis del camarada Guevara es correcta». A continuación, se refirió a un argumento esgrimido por quienes en Yugoslavia querían más autonomía para las empresas y disponer de una mayor parte de sus ingresos. Los partidarios de esta idea argumentaban, según Mandel, que «la descentralización de las decisiones de inversión sería una poderosa garantía contra la burocratización». A lo que respondió:
Con respecto a las reformas en curso en la URSS en aquella época, Mandel en este artículo sólo hace una alusión para subrayar el hecho de que la mayor autonomía que se buscaba para las empresas y en la parte de los ingresos que podían retener servía en realidad a los burócratas y, en particular, a los directores de empresa que buscaban aumentar sus propios ingresos y su nivel de vida. Mandel escribió sobre las tesis defendidas en la Unión Soviética, en particular por el economista Yevsei Liberman: «Basta con observar atentamente los argumentos de estos economistas para ver que lo que realmente está en juego es la participación en los beneficios materiales de los burócratas, cuyo aumento debería ser, por así decirlo, el estímulo esencial para la expansión de la producción de las empresas». Mandel detalló notablemente su crítica en marzo de 1965 en la revista Quatrième Internationale[8].
Y cita a Trotsky por segunda vez en el mismo artículo:
Y añade:
Sobre esta cuestión, que era esencial, Mandel no pudo apoyarse y coincidir con la posición del Che Guevara porque éste no la abordó abiertamente. Lo cierto es que durante las discusiones que mantuvieron en Cuba, Mandel intentó convencer al Che Guevara de la necesidad de adoptar una política favorable a la gestión obrera a nivel de empresa, a la democracia obrera a nivel de Estado, de la necesidad de contar con un congreso nacional de consejos obreros, es decir, de la necesidad de construir una democracia socialista[9].
La primerra visita de Ernest Mandel a La Habana duró siete semanas (entre marzo y abril de 1964) y su programa fue muy intenso. Mandel siguió de cerca lo que ocurría en Cuba y se reunió en varias ocasiones con el Che Guevara, quien le había pedido que interviniera en el debate que se estaba produciendo en el gobierno cubano, un debate en el que estaban implicadas personas con responsabilidades ministeriales del antiguo Partido Comunista estalinista pro-Moscú, como Carlos Rafael Rodríguez, y dirigentes políticos como Blas Roca, presidente del PSP y director del periódico Hoy. El antiguo Partido Comunista, cuyo nombre era Partido Socialista Popular (PSP), había denunciado durante años la naturaleza izquierdista pequeñoburguesa del Movimiento 26 de Julio fundado y dirigido por Fidel Castro, pero a mediados de 1958, 6 meses antes de la victoria, decidió unirse al movimiento insurreccional (véase anexo sobre el PSP).
Lo que dividía a una parte de la dirección cubana era, en particular, la cuestión de la velocidad a la que se debía avanzar hacia el socialismo, si se debían seguir adoptando o no los métodos de Europa del Este y de Moscú, cuál era la importancia de la planificación centralizada, de los estímulos políticos y colectivos para aumentar la producción y de los estímulos materiales, es decir, los aumentos salariales, las primas, etc.
En 1967, en la revista francesa Partisans, Mandel resumió el Gran Debate, y en particular la posición del Che Guevara, de la siguiente manera:
Mandel añade:
Hay que señalar que en la época del Gran Debate coexistían los dos sistemas. El sistema preconizado por el Che Guevara y Alvarez Rom se aplicaba en una parte de la industria (en particular la «gran» industria), mientras que el sistema de autonomía financiera de las empresas preconizado por Mora y Rafael Rodriguez se aplicaba en otra parte de la industria, así como en una parte de la agricultura y el comercio.
Bettelheim adoptó un enfoque mecanicista y determinista en línea con la concepción marxista dogmática que dominaba Europa del Este. En su opinión, el estado de las fuerzas productivas en Cuba hacía imposible aplicar políticas como las defendidas por el Che Guevara y Álvarez Rom.
El Che cuestionó la insuperable limitación impuesta por el insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas, explicando: «Consideramos que en este artículo de Bettelheim se han cometido dos errores fundamentales, que trataremos de aclarar. El primero se refiere a la interpretación de la correlación necesaria entre fuerzas productivas y relaciones de producción (…)». Luego plantea la pregunta: «¿En qué momentos las relaciones de producción pueden no ser un fiel reflejo del desarrollo de las fuerzas productivas?» y responde:
El Che también destaca el papel de la conciencia del pueblo como factor que permite superar los límites impuestos por el insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas e insiste en el papel consciente del Estado: «Las fuerzas productivas se desarrollan, las relaciones de producción cambian, todo espera la acción directa del Estado obrero sobre la conciencia» (en «Sobre el sistema presupuestario de financiamiento», publicado en febrero 1964). Hay que señalar que el Che Guevara utiliza aquí el concepto de Estado obrero, que también fue utilizado por Mandel y la IV Internacional para caracterizar al Estado cubano de la época.
Según Bettelheim (y Mora por la parte cubana), no era posible considerar que, en el sector nacionalizado, se pudieran abandonar las relaciones de mercado. A lo que Guevara replicó (al igual que Mandel): «negamos la existencia de una categoría mercantil en la relación entre empresas estatales» (en «Sobre el sistema presupuestario de financiamiento» publicado en febrero 1964 y en «La planificación socialista, su significado» en junio 1964).
En respuesta a Bettelheim, Mandel defendió la posición de Guevara, señalando:
Mandel añadió, en relación con Bettelheim, Mora y otros dirigentes cubanos partidarios de la aplicación de métodos importados del bloque de Europa del Este:
Mandel advirtió muy claramente contra las graves consecuencias de las políticas recomendadas por Bettelheim y Mora:
Cabe señalar que los argumentos esgrimidos por Mandel en 1964 sobre los peligros de las reformas pro-mercado han sido confirmados por los hechos a lo largo de las décadas posteriores, y siguen siendo válidos para analizar las reformas en curso en Cuba en la actualidad.
Frente a Bettelheim, que defendía las reformas procedentes del bloque del Este, el Che escribió:
Es importante mencionar que unos años más tarde, a finales de los sesenta y principios de los setenta, Bettelheim se pasaría al otro extremo[11]. Mientras negaba la posibilidad de ir más allá de las relaciones capitalistas de mercado en el sector estatal, argumentando que el estado de las fuerzas productivas no lo permitía, adoptó una posición que seguía la política voluntarista aplicada por las autoridades chinas bajo Mao Tse Tung[12].
En su contribución al debate en Cuba, Bettelheim no concedió ninguna importancia al ejercicio del poder por los trabajadores, a la intervención del pueblo en la toma de decisiones[13], al control obrero, etcétera, en total oposición a las propuestas de Mandel. Bettelheim cita ampliamente a Lenin, pero sólo cuando se trata de justificar las políticas económicas vinculadas a las necesarias concesiones hechas a la economía de mercado para restablecer la alianza entre campesinos y obreros, nunca cuando se trata del papel de los sindicatos y de los peligros de la burocratización, aunque éstos fueran claramente mencionados por Lenin[14].
En su mencionada contribución publicada en La Habana en junio de 1964, en respuesta a Bettelheim, Mandel afirmó:
Por su parte, el Che expresó repetidamente su preocupación por la falta de participación de los trabajadores en la toma de decisiones. En una larga carta dirigida a Fidel Castro el 26 de marzo de 1965, cuando había decidido renunciar a sus responsabilidades gubernamentales, escribió: «¿Cómo hacer participar a los trabajadores? Esta es una pregunta que no he podido responder. Es mi mayor fracaso, sobre el que hay que reflexionar, porque concierne a la relación entre el partido y el Estado».
Quisiera abordar un punto suplementario del debate en Bettelheim y Mandel sobre el que, que yo conozca, ningún autor o autora ha hecho comentarios hasta ahora. Bettelheim afirmaba que las y los asalariados de las empresas del sector del Estado no vendían su fuerza de trabajo. «Así, el salario en la sociedad socialista (Bettelheim habla de la URSS y de su bloque, nota de Eric Toussaint) no es ya el precio de la fuerza de trabajo (puesto que los productores no están ya separados de sus medios de producción, sino que al contrario, son sus propietarios colectivos), sino la forma de distribución de una parte del producto social». Esta afirmación de Bettelheim estaba conforme con la posición de los autores soviéticos y de Stalin: puesto que el socialismo se había alcanzado en los países del bloque de Moscú, puesto que las y los trabajadores eran copropietarios de los medios de producción, era inimaginable que se pudiera afirmar que vendíeran su mercancía fuerza de trabajo a la empresa. Sin embargo, esta afirmación era contradictoria con la otra afirmación de Bettelheim según la cual los bienes de equipo o las materias primas intercambiadas por las empresas públicas eran mercancías (contrariamente a lo que afirmaban Che Guevara y Mandel). Pero dejémoslo ahí. Lo interesante es que Mandel expresa su desacuerdo con Bettelheim y los autores de los países del bloque de Moscú sobre la cuestión de la venta de la fuerza de trabajo. Mandel muestra que, en contradicción con la propaganda de Moscú, en una sociedad de transición al socialismo, la obrera o el obrero continúan vendiendo su fuerza de trabajo. Tras haberlo demostrado, afirma:
Este argumento de Mandel es muy importante pues de ahí deriva la necesidad para las y los trabajadores de poder organizarse y actuar para plantear reivindicaciones en particular en materia salarial. A fortiori, es completamente necesario si se trata como en los países del bloque de Moscú entonces, de Estados obreros burocráticamente degenerados que han comenzado a evolucionar hacia la restauración capitalista.
En su respuesta titulada «El banco, el crédito y el socialismo», publicada en marzo de 1964 en la revista Cuba Socialista, el Che Guevara se opone frontalmente a los poderes que el presidente del Banco Nacional quiere extender sobre la economía del país y, en particular, sobre el sector de la economía donde se aplica el modelo de financiación de las empresas con cargo al presupuesto del Estado. También se opone a los préstamos con intereses concedidos a las empresas por el Banco Nacional. Rechaza la idea de delegar en el banco la función de control de las empresas. Considera que son funciones que corresponden a los bancos en el sistema capitalista, no en una sociedad en transición al socialismo[17].
Llegados a este punto, merece la pena hacer una importante observación general sobre el método de debate utilizado por una y otra parte. En sus diversas intervenciones, Mora, Fernández Font y quienes cuestionaban el sistema instaurado por el Che no declaraban abiertamente que estaban en desacuerdo con el ministro de Industrias y el ministro de Finanzas; criticaban las posiciones de «ciertos compañeros» sin nombrarlos. Es el caso, en particular, del artículo de Mora (ministro de Comercio Exterior) de junio de 1963 titulado «Sobre la cuestión del funcionamiento de la ley del valor en la economía cubana actual»[18] y del artículo de Fernández Font citado anteriormente. En sus respuestas, el Che Guevara asume sus responsabilidades y posiciones y les reprocha no tener el valor o la franqueza de identificar claramente el blanco de sus críticas. Lo hace en términos corteses pero sin concesiones. Esta es sin duda una de las cualidades del Che: la franqueza en el debate y la voluntad de llegar hasta el final.
Durante esta visita de 1964, no se reunió con Fidel Castro. El Che había querido que Fidel Castro y Mandel se reunieran y hablaran. Insistió, pero esto no ocurrió. La explicación es sencilla: la presión de los dirigentes del PSP y de Moscú era fuerte, por lo que Castro sin duda consideró que habría sido demasiado comprometedor tener una reunión con Ernest Mandel, perfectamente identificado por los soviéticos como dirigente de la IV Internacional y opuesto tanto al tipo de políticas que se aplicaban en la Unión Soviética y en los países de Europa Central y Oriental como a las que dirigentes pro-Moscú como Carlos Rafael Rodríguez querían aplicar en Cuba.
Durante su estancia en Cuba, Mandel también estuvo en contacto con Hilda Gadea, de origen peruano, primera esposa del Che, con quien mantuvo una relación política. Hilda expresó su interés por la IV Internacional y se reunió con Mandel para informarle sobre la situación de los trotskistas en Perú. Ella los había conocido durante un viaje a su país natal algún tiempo antes. En 1964 le envió varias cartas desde Cuba, a las que él respondió. También viajó a París, donde conoció en 1965 a Pierre Frank, miembro del Secretariado Unificado (SU) de la IV Internacional. Por último, estuvo en contacto con jóvenes cuadros cubanos que simpatizaban con las posiciones de la IV Internacional (véase el anexo sobre la IV Internacional), y también trató de protegerlos de la intimidación y la represión que miembros del PSP, que tenían una fuerte presencia en las fuerzas de Seguridad del Estado, estaban llevando a cabo contra los militantes trotskistas.
Fue un discurso muy valiente, que provocó un gran descontento en Moscú. Inmediatamente después de este discurso, Mandel y el Che tuvieron una llamada telefónica. Mandel estaba dispuesto a ir a Argel lo antes posible y el Che quería que fuera. Se puso en contacto con la embajada argelina para partir al día siguiente, pero no fue posible[22],
Al final del Gran Debate, salieron fortalecidas las posiciones alineadas con las del bloque dominado por Moscú. Fidel Castro no se implicó en el debate y no adoptó una posición pública. El Che, cuyas posiciones interferían claramente con los intereses de quienes detentaban el poder en Moscú y en los países de Europa del Este, renunció a todas sus responsabilidades gubernamentales y de liderazgo en Cuba.
En una larga carta (unas 37 páginas) a Fidel Castro fechada el 26 de marzo de 1965, que no se hizo pública en su totalidad hasta 2019[23], el Che comienza con una valoración muy crítica de la situación económica del país en quince páginas, luego en una decena de páginas resume el modelo de funcionamiento y financiación de la economía que defiende (sistema de financiamiento presupuestario) y a continuación en una docena de páginas desarrolla su pensamiento sobre el Partido y el Estado.
En la parte en la que defiende el modelo de financiación mediante el presupuesto del Estado frente al modelo adoptado en los países del Bloque de Moscú y en Yugoslavia, describe en términos muy duros una de las consecuencias de la evolución de estos países:
En la sección final, donde aborda el funcionamiento de la economía, el Partido y el Estado:
Sobre el partido, escribió:
Sobre la formación de los cuadros del Partido, escribía al final de su carta:
En esta parte de su carta, el Che Guevara se refiere explícitamente al diario Hoy, controlado por los dirigentes del antiguo PSP, como ejemplo de tergiversación escolástica.
En cuanto al contenido de la larga carta del Che Guevara, hay que subrayar que no contiene ninguna voluntad de proponer y realizar reformas políticas para organizar una democracia socialista con el ejercicio efectivo del poder por los trabajadores. Este es sin duda uno de los defectos y errores del Che Guevara.
En aquella ocasión, Ernest Mandel estaba acompañado por su compañera Gisela Scholz, que más tarde se convertiría en dirigente de la IV Internacional. A su regreso a Bélgica, Ernest Mandel publicó varios artículos en el semanario La Gauche en apoyo a la revolución cubana y a la OLAS.
Pocos meses después del regreso de Ernest Mandel a Europa, se dio a conocer la trágica muerte del Che Guevara, asesinado por la CIA y el ejército boliviano el 8 de octubre de 1967. Ernest Mandel escribió inmediatamente un homenaje a la memoria del Che en el semanal La Gauche. Decía: «La revolución cubana y latinoamericana ha perdido a uno de sus principales dirigentes; hemos perdido a un camarada muy querido». Se reprodujo en los órganos de la IV Internacional .
Mandel resumió entonces las ideas del Che en el Gran Debate:
A continuación, Mandel ataca la afirmación de Kiva Maidanicki de que las posiciones del Che en el Gran Debate no forman el «núcleo de la concepción del Che como teórico». Y afirma:
También denuncia los acuerdos de Gorbachov con Ronald Reagan a costa del proceso revolucionario en marcha en Centroamérica a finales de los ochenta:
También quisiera mencionar un episodio relativo a las relaciones entre Mandel y Cuba, en el que estoy directamente implicado. Se remonta a 1992 y se refiere al diálogo entre Marta Harnecker, de la que acabamos de hablar, y Mandel. Harnecker había sido miembro del Partido Socialista chileno durante la presidencia de Salvador Allende y era muy conocida como divulgadora de las ideas marxistas, en particular a través de su folleto Los conceptos elementales del materialismo histórico. Vivía en Cuba y era compañera de Barbarroja, apodo de Manuel Piñeiro Losada, camarada de confianza de Fidel Castro y responsable de todas las operaciones guerrilleras en América Latina apoyadas por la dirección cubana. Yo estaba en estrecho contacto con Marta Harnecker desde 1988-1989 y con Manuel Piñeiro Losada desde 1991. Harnecker y yo nos habíamos conocido en Managua en los años 80 y en 1990, en el marco del apoyo que dimos, como IV Internacional, al proceso revolucionario sandinista, y ella vivía entonces en Managua. Tras el fracaso de los sandinistas en las elecciones de 1990, Harnecker regresó a Cuba y yo iba allí con regularidad porque formaba parte de la dirección de la coordinación contra el bloqueo estadounidense de Cuba, la coordinación creada en Bélgica, una coordinación muy amplia, que reunía a partidos políticos, entre ellos la IV Internacional y otros partidos como el Partido Comunista de Bélgica y grandes movimientos de solidaridad, ONG como Oxfam Solidaridad, por ejemplo. En aquella época, me invitaron a Cuba como miembro del Buró Político de la sección belga de IV Internacional. En este contexto, mantuve conversaciones regulares con Marta y Barbaroja.
En 1992, Harnecker fue invitada a Bruselas por el Partido del Trabajo de Bélgica (PTB), un partido de origen maoísta, todavía muy influido por el estalinismo en aquella época. Allí dio una conferencia que fue en parte abucheada, porque se refirió a Trotsky, y era inconcebible en una reunión de cuadros del Partido del Trabajo de Bélgica decir algo positivo sobre Trotsky. Cuando estaba en Bruselas, se puso en contacto conmigo porque tenía muchas ganas de conocer a Mandel. Fuimos juntos a hablar con Ernest. La charla duró dos horas y media o tres en su casa de Schaerbeek. Fue un año después del colapso de la Unión Soviética y su implosión. Cuba, que dependía en gran medida de sus intercambios económicos con la URSS, se vio sumida en una gravísima crisis económica. Las autoridades de la isla respondieron declarando un período especial. Dados los efectos de la desintegración de la Unión Soviética, las relaciones económicas entre Cuba y Moscú habían caído en picada, especialmente en lo concerniente al suministro de petróleo. La situación económica en Cuba era extremadamente difícil y existía una gran preocupación por el colapso de la Unión Soviética. Marta Harnecker se acercó a Mandel y le dijo:
Discutimos sobre el contenido: por qué el colapso y cuál era la naturaleza de la Unión Soviética, cuál era la naturaleza de la perestroika y la glasnost, cómo analizar la política de Gorbachov, este intento de autorreforma de la burocracia soviética que, en última instancia, había conducido a la implosión de la Unión Soviética. ¿Significaba esto la victoria de la restauración del capitalismo, que estaba en marcha, con las privatizaciones y la terapia de choque aplicadas a las diversas repúblicas surgidas de la Unión Soviética? El debate fue constructivo. Pero Ernest le dijo a Marta:
Hasta el final de su vida, Mandel expresó su apoyo al pueblo cubano frente al bloqueo impuesto por Estados Unidos, saludó la iniciativa de Fidel Castro de reclamar el impago de las deudas contraídas con el Tercer Mundo y se mostró dispuesto a debatir y exponer sus ideas sobre la revolución. Si se hubiera reunido con Fidel Castro, si hubiera mantenido un diálogo público con él, no cabe duda de que habría planteado la cuestión de la democracia socialista como condición sine qua non para avanzar en el proceso de transición al socialismo.
El Che y los dirigentes que compartían sus opiniones, como el Ministro de Finanzas, Luis Álvarez Rom, invitaron a Ernest Mandel a Cuba y éste intentó contribuir a reforzar sus posiciones frente a los partidarios de las políticas aplicadas en el bloque dirigido por Moscú, distanciándose al mismo tiempo de las posiciones adoptadas por los dirigentes yugoslavos (excomulgados por Stalin desde 1948).
En cada una de sus intervenciones, Mandel intentó introducir en el debate la cuestión de la democracia socialista, de la participación directa de los trabajadores y del pueblo en el proceso de toma de decisiones. Insistió muy claramente en la necesidad vital de dar prioridad a la toma de decisiones por el pueblo. Sobre este punto, el Che, aunque consciente de los problemas que planteaba la falta de participación de los trabajadores, no adoptó el mismo punto de vista que Mandel y la IV Internacional.
Mandel siguió dando una importancia central a esta cuestión en numerosos textos, discursos, debates y resoluciones de congresos, incluyendo, por poner sólo dos ejemplos, la antología de 1970 «Control obrero, consejos obreros, autogestión» y su contribución a la redacción del texto sobre «Democracia socialista y dictadura del proletariado», del que lo que sigue es un extracto:
Además de las posiciones defendidas en el Gran Debate y de las profundas convergencias entre el Che Guevara y Ernest Mandel en aquella ocasión, podemos añadir otros puntos de acuerdo:
-La necesidad de un debate público sobre las grandes opciones entre las que elegir.
-El rechazo del Che a recurrir a la represión para combatir las ideas en el seno de la izquierda (lo que le llevó en marzo de 1965, antes de su partida hacia el Congo, a liberar de la cárcel a los militantes trotskistas cubanos miembros del POR-T).
-La necesidad de recurrir a la lucha armada como parte de una estrategia revolucionaria para extender la revolución socialista. En este sentido, Ernest Mandel había pedido en 1964 y obtenido a petición de los militantes trotskistas de Bolivia que recibieran entrenamiento militar en Cuba. Hay que señalar que Ernest Mandel no era partidario de una versión militarista o foquista de la estrategia de lucha armada. Un ejemplo claro es la ruptura entre el PRT-ERP argentino y la IV Internacional en 1973.
– La necesidad de extender la revolución al mayor número de países posible era el leitmotiv del Che Guevara, con la perspectiva de crear 1, 2, 3, 4, 5 Vietnams y desarrollar el internacionalismo. Para Mandel y la Cuarta Internacional, éste era también un objetivo vital.
Fernando Martínez Heredia resumió así el planteamiento del PSP sobre los objetivos de la lucha en Cuba antes de la victoria de enero de 1959: «Agrarios», «antiimperialistas», «contra los residuos feudales», «por el desarrollo nacional». Según el PSP era necesario buscar y encontrar una clase burguesa nacional que desempeñara un papel positivo y activo frente al bando que reunía a los proimperialistas del mercado internacional y a los feudales o semifeudales del campo. Sería la burguesía nacional positiva contra la burguesía mercantil. Pero la historia decidió otra cosa.
Tras la victoria revolucionaria de 1959, el PSP, en nombre de la doctrina estalinista de la revolución por etapas, se opuso firmemente al giro socialista de la revolución cubana. Una cita ilustra claramente esta orientación: en agosto de 1960, cuando el gobierno revolucionario cubano empezó a intervenir en las empresas y a expropiar a los grandes propietarios, esto es lo que dijo Blas Roca, secretario General del PSP, en la VIII Asamblea Nacional del Partido:
En 1962 estalló un grave conflicto entre Fidel Castro y la vieja guardia del PSP. Esta última, creyendo que había llegado el momento de «recuperar» la Revolución en su propio beneficio, y fortalecida por las relaciones cada vez más estrechas establecidas con el bloque del Este, se dedicó a infiltrarse en las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), etapa intermedia imaginada por Castro con vistas a crear el Partido Unido de la Revolución Socialista Cubana (PURSC). La «lucha contra el sectarismo» puso fin inmediata y rápidamente a estos intentos. Moscú no intervino en la disputa. En la lucha por la supremacía en el mundo comunista que le enfrentaba a China desde principios de los años sesenta, la Unión Soviética no podía permitirse el lujo de comprometer su apoyo al primer régimen socialista de América Latina. Este último gozaba de un prestigio evidente en el Tercer Mundo.
Veamos algunas citas de Fidel Castro sobre la crisis de la ORI:
¿Estábamos realmente construyendo un verdadero partido marxista? (…) No estábamos integrando las fuerzas revolucionarias. No estábamos organizando un partido. Estábamos organizando, inventando, haciendo una camisa de fuerza, un yugo, camaradas. No estábamos construyendo una asociación libre de revolucionarios, sino un ejército de revolucionarios domesticados y amaestrados (…) El camarada que recibió la confianza —nadie sabe si la recibió o se la atribuyó— ¿por qué fue nombrado? ¿O por qué se impuso espontáneamente en este frente, recibiendo la tarea de organizar las ORI como secretario de la organización? (…) Aníbal Escalante lamentablemente cayó, compañeros, en los errores que aquí estamos destacando (…). Consideramos que Aníbal Escalante no actuó torpe o inconscientemente, sino deliberada y conscientemente (…). ¿Y cuál era la naturaleza del núcleo? ¿Era un grupo revolucionario? Era más bien un cuartel de revolucionarios, proveedores de privilegios, que nombraban y destituían funcionarios y administradores, y que por lo tanto no podía tener el prestigio que debe acompañar a un núcleo revolucionario y emanar exclusivamente de su autoridad ante las masas, de la calidad intachable de sus miembros como trabajadores y revolucionarios ejemplares. No era más que un cenáculo donde mendigar favores, bienes y privilegios. Y en torno a este cenáculo, por supuesto, se daban las condiciones propicias para la formación de una cohorte de adoradores que nada tenían que ver con el marxismo ni con el socialismo (…). Esta histeria de mando, esta “gubernomanía” se apoderó de nuestro camarada (…). ¿Cómo se desarrollaron estos cenáculos? Te lo diré: en todas las provincias, era el secretario del PSP quien se convertía en secretario general de la ORI. En cada cenáculo, era un miembro del PSP quien se convertía en secretario general del cenáculo… (Extractos de «Versión íntegra del discurso de Fidel Castro, 26 de marzo de 1962», en Œuvre révolutionnaire, No. 10, La Habana, 1962).
Tras este gran conflicto, Escalante fue enviado a Checoslovaquia durante dos años, pero el PSP conservó una influencia considerable en varios ministerios clave, los servicios de seguridad, los sindicatos, la prensa y el sistema educativo.
Un libro publicado en La Habana en 2006, titulado Apuntes críticos a la economía política, contiene una serie de textos del Che Guevara, así como actas de reuniones internas del Ministerio de Industrias. En una de estas actas, fechada el 22 de febrero de 1964, el Che Guevara dice sobre el asunto de Escalante:
En marzo de 1965, seis miembros del PORT fueron condenados a penas de entre 3 y 8 años de prisión por cargos totalmente extravagantes. Se les acusó de ser agentes del imperialismo estadounidense. Unos meses más tarde, fueron liberados gracias a la intervención directa de Che[19] que invitó a su oficina a Roberto Acosta Hechevarría, uno de los dirigentes del PORT, quien estaba en detención desde hace dos meses (sin haber sido condenado). Lo llevaron custodiado por dos oficiales de la seguridad del estado. Como ya fue mencionado, Roberto Acosta trabajaba junto al Che en el Ministerio de Industrias al frente del departamento de Normas y Metrología. Según Roberto Acosta, él y el Che tuvieron un intercambio positivo y constructivo sobre el trotskismo. Al final, Che Guevara obtuvo la liberación de Roberto Acosta y de sus camaradas encarcelados en Santiago de Cuba[20].
Aparte de los miembros del PORT con los que, a pesar de los desacuerdos, el SU de la IV Internacional mantenía relaciones, otros activistas en Cuba reforzaron su colaboración, en particular desarrollando intercambios regulares de cartas con Mandel y Joseph Hansen (uno de los antiguos secretarios de Trotsky desde 1937 hasta su asesinato, que fue miembro del SU y de la dirección del SWP en Estados Unidos) que visitó la isla en varias ocasiones, con dirigentes de la sección canadiense de la IV Internacional y, en viajes a París, con Pierre Frank. Livio Maitán, que también era miembro del SU, siguió de cerca la situación en Cuba, aunque en el marco de un reparto de tareas entre dirigentes dio prioridad a Sudamérica. Vázquez Menéndez fue uno de los miembros del PORT que, a pesar de la separación del SU de la IV Internacional, mantuvo contactos regulares con Mandel.
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[1] Este estudio ha sido publicado en Cuba por la revista Temas n°117, enero-marzo 2024, páginas 116 a 132. Es la segunda parte de un artículo anterior: Éric Toussaint, «Ernest Mandel (1923-1995) activista internacionalista y revolucionario en pensamiento y acción», publicado por Rebelión el 14/08/2023 https://rebelion.org/ernest-mandel-1923-1995-activista-internacionalista-y-revolucionario-en-pensamiento-y-accion/
[2] El Che entendía y hablaba francés
[3] Ernest Mandel utilizó varios seudónimos: Ernest Germain, Henri Valin, Pierre Gousset y, en la Cuarta Internacional, utilizó el seudónimo Walter.
[4] Véase Alberto Mora, «En torno a la cuestión del funcionamiento de la ley del valor en la economía cubana en los momentos actuales», artículo publicado en la revista del Ministerio de Industrias, Nuestra Industria, Revista Económica, año 1, n°3, octubre de 1963, pp 10-20. La frase de Stalin citada por Mandel procede directamente de este artículo de Alberto Mora.
[5] Hay que recordar que en abril de 1961 Fidel Castro había proclamado «el carácter socialista de la revolución cubana» y Ernest Mandel estaba efectivamente convencido de que el triunfo de la revolución cubana en 1959 y las medidas adoptadas por el gobierno revolucionario cubano confirmaban la teoría de la revolución permanente e iniciaban un proceso de transición al socialismo. En 1963, Mandel describió a Cuba como un estado obrero en transición al socialismo.
[6] Más adelante en el artículo, Mandel volvió a abordar esta cuestión: «Hay que hacer cálculos rigurosos de los costes de producción y saber para cada mercancía si la producción está subvencionada o no. Pero nada permite concluir que los precios deben estar “determinados por la ley del valor”, es decir, por la ley de la oferta y la demanda. Si esta conclusión tiene algún sentido para los medios de consumo, no lo tiene para los medios de producción que, repitámoslo, no son mercancías, al menos en su gran mayoría. E incluso los medios de producción que siguen siendo mercancías -los que son producidos por el sector privado o cooperativo para su entrega al Estado, y los que el Estado suministra a empresas privadas o cooperativas- no pueden “venderse a su valor” so pena de favorecer, en determinadas condiciones, la acumulación privada primitiva en detrimento de la acumulación socialista».
[7] Che Guevara había visitado Yugoslavia en 1959 y había resumido una opinión preliminar crítica sobre la experiencia en curso. Ver la cita del Che que hace Carlos Tablada en El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara, Casa de las Americas, La Habana, 1987, p. 69-70.
[8] Ernest Germain, «Les réformes Liberman-Trapeznikov de la gestion des entreprises soviétiques», Revue Quatrième Internationale, marzo de 1965, pp. 14-21. Ernest Germain, «Soviet Management Reform», International Socialist Review, Vol.26 No.3, verano de 1965, pp.77-82 https://www.marxists.org/archive/mandel/1965/03/sovreform.htm
[9] Véase Jan Willem Stutje, Ernest Mandel Un révolutionnaire dans le siècle, Éditions Syllepse, París, 2022, 454 páginas. P. 257.
[10] Bettelheim escribe sobre «Rosa Luxemburgo quien, desde una perspectiva ‘izquierdista’, cree que en la sociedad socialista ya no existen leyes económicas y que, por lo tanto, la economía política se vuelve irrelevante». Para apoyar su argumento, cita un extracto de un texto en el que ella declara: «… la economía política como ciencia ha cumplido su papel desde el momento en que la economía anárquica del capitalismo deja paso a una economía planificada, conscientemente organizada y dirigida por el conjunto de la sociedad obrera. La victoria de la clase obrera contemporánea y la realización del socialismo significan, pues, el fin de la economía política como ciencia» (Einführung in die Nationalekonomie, Ausgewählte Reden und Schriften, Berlín, 1951, vol. 1, p. 491). Contrariamente a lo que Bettelheim nos quiere hacer creer, esta cita no dice en absoluto que en el socialismo ya no habrá leyes económicas. Es más, Rosa Luxemburgo habla del fin de la economía política una vez alcanzado el socialismo, no de la sociedad en transición al socialismo. Lo cierto es que los economistas estalinistas trataron de denigrar a Rosa Luxemburgo.
[11] En su debate con Paul Sweezy (1910-2004) y la Monthly Review tras la invasión de Checoslovaquia en agosto de 1968 por las tropas del Pacto de Varsovia, Bettelheim escribió que «el proletariado (soviético o checo) ha perdido su poder en beneficio de una nueva burguesía, lo que hace que la dirección revisionista del Partido Comunista de la Unión Soviética sea hoy el instrumento de esta nueva burguesía». En el mismo artículo, Bettelheim considera que el vigésimo congreso del PCUS (celebrado en 1956 y es considerado como el congreso de la desestalinización) marca la llegada al poder de la nueva burguesía y el abandono de la línea proletaria que predominó en el período anterior. Esta posición de Bettelheim justifica el uso del epíteto estalinista a su respecto, ya que en aquella época seguía considerando que bajo Stalin el proletariado estaba en el poder. Como señala Jérôme Leleu en la nota siguiente, Bettelheim cambió de posición a principios de los años ochenta. Además, en sus intercambios con P. M. Sweezy, Bettelheim criticaba el «oscurantismo» (¡sic!) de las posiciones desarrolladas por Fidel Castro y el Che Guevara, afirmando que su rechazo del mercado ocultaba los verdaderos problemas. Bettelheim consideraba, al igual que estalinistas de diversas tendencias e izquierdistas sectarios, que la dirección cubana del Movimiento 26 de Julio era pequeñoburguesa. Esta es también la caracterización hecha por Samuel Farber, que en la década de 2000 produjo una serie de escritos caracterizando al PSP como proletario y al Movimiento 26 de Julio como un movimiento de «déclassés» y pequeño-burgueses, incluso «bohemio» en el caso del Che Guevara. Véase la acertada crítica de Janette Habel y Michaël Löwy hacia Farber, «Che Guevara: pensar en tiempos de revolución», La Tizza Cuba, publicado el 10 julio 2023,https://medium.com/la-tiza/che-guevara-pensar-en-tiempos-de-revoluci%C3%B3n-b4ccc585bc53
[12] Según Jérôme Leleu: «El pensamiento de Charles Bettelheim fue extremadamente fluido a lo largo de toda su vida. Teórico de la planificación y de las estrategias de desarrollo desde su tesis de posgrado en 1939, en los años sesenta teorizó en particular sobre la ley de correspondencia entre las relaciones de producción y el carácter de las fuerzas productivas, en un momento en que se interesaba especialmente por la transición al socialismo. Desde finales de los años 60 y durante los años 70, refutó sus tesis anteriores sobre la primacía de las fuerzas productivas e insistió progresivamente en el papel de la Política, la Ideología y el Partido durante el período de transición al socialismo desde una perspectiva leninista, apoyada en su enamoramiento del maoísmo y de la experiencia revolucionaria china» añade Leleu: «En los años 80, volvería a refutar su visión anterior matizando el leninismo y demostrando en el último volumen de «Luchas de clases en la URSS» que la Revolución rusa sólo había conducido a un «nuevo tipo» de capitalismo y que la toma del poder por los bolcheviques en 1917 sólo había sido obra de una intelligentsia que sofocó las aspiraciones de la población rusa en su conjunto».
[13] En 1968-1969, en el intercambio público de cartas con Paul Sweezy de la Monthly Review que hemos mencionado, Bettelheim afirmó que el plan «debe elaborarse y aplicarse sobre la base de la iniciativa de las masas». Al mismo tiempo, utilizó a China como modelo para la transición al socialismo, lo que muestra los límites de la visión de Bettelheim sobre la iniciativa de las masas y su intervención real en la toma de decisiones.
[14] Yo analicé las posiciones de Lenin sobre estas cuestiones en «Lenin y Trotsky frente a la burocracia y a Stalin. Revolución rusa y sociedad de transición», mayo 2019, publicado por Rebelión, https://rebelion.org/docs/256387.pdf
[15] Cabe señalar que en junio de 1964 Marcelo Fernández Font sustituyó a Alberto Mora como Ministro de Comercio Exterior. Alberto Mora se convirtió en colaborador del Che Guevara en el Ministerio de Industrias.
[16] Marcelo Fernández Font, «Desarrollo y funciones de la banca socialista en Cuba», Revista Cuba socialista, año 4, n°30, febrero 1964, p. 32 à 50.
[17] El Che Guevara reafirmó la misma posición sobre la banca y el crédito en Apuntes (ya citados) publicados en 2006 en La Habana, p. 174 a 178.
[18] Alberto Mora, «En torno a la cuestión del funcionamiento de la ley del valor en la economía cubana en los actuales momentos», Revista Comercio exterior, n°3, junio 1963.
[19] Véase Éric Toussaint, Idalberto Ferrera Acosta (1918-2013), trotskysta cubano – publicado el 29/07/2013 por Anticapitalistas, https://www.anticapitalistas.org/spip.php?article28716 Véase también Rafael Acosta de Arriba, «El final del trotskismo organizado en Cuba. Parte 1» publicado el 13 Abril 2023, https://revistacomun.com/blog/el-final-del-trotskismo-organizado-en-cuba-parte-1/ «El final del trotskismo organizado en Cuba. Parte 2», publicado el 14 Abril 2023, https://revistacomun.com/blog/el-final-del-trotskismo-organizado-en-cuba-parte-2/ . Sobre el trotskismo en Cuba antes de la revolución de 1959, léase Éric Toussaint, Eric Toussaint «Revolucionarios olvidados de la historia. Los trotskystas cubanos de los años 1930 a 1959», publicado el 25/07/2013 por Rebelión https://rebelion.org/revolucionarios-olvidados-de-la-historia/
[20] Ver el testimonio de Roberto Acosta en la parte final de «El final del trotskismo organizado en Cuba. Parte 2» mencionado arriba.
[21] Walterio Carbonell, Como Surgió la Cultura Nacional, primera edición en 1961, Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, 2005.
[22] Jan Willem Stutje, Ernest Mandel Un révolutionnaire, p. 263.
[23] Ernesto Che Guevara, «La otra carta de despedida del Che a Fidel» firmada el 26/03/1965 publicada el 14 junio 2019 por Cuba Debate http://www.cubadebate.cu/especiales/2019/06/14/epistolario-de-un-tiempo-carta-a-fidel/#.XRy8Vo8pDIU
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