La segunda vuelta de las elecciones en Argentina tendrá lugar el próximo domingo (19/11). Aunque Milei aparece alrededor de 2 puntos porcentuales por delante de Massa en las principales encuestas, la elección sigue sin decidirse. Los sondeos anteriores no lograron captar la victoria de Massa en la primera vuelta ni su significativa ventaja de 7 puntos sobre Milei (más de 1.8 millones de votos). La postura de Milei de radicalizar su discurso en el tramo final de la primera vuelta puede haber sido determinante para no aumentar su base de votantes respecto a las PASO.
El debate celebrado el domingo PASADO podría contribuir a la eventual victoria de Massa. El candidato de extrema derecha, Javier Milei, se presentó moderando parte del discurso relacionado con el mantenimiento de la gratuidad de los servicios públicos, los subsidios y algunas de las declaraciones y agendas más radicales de su campaña. Lo que se esperaba de Milei al final de la primera vuelta (que fuera un poco más moderado, ampliando su base social), sólo lo ha realizado ahora; pero a estas alturas, eso significa entrar en contradicciones evidentes con lo que ha presentado a lo largo de su campaña.
Su campaña se basa en la movilización social de los jóvenes (especialmente varones) y, bajo el lema «¡Viva la libertad, carajo!», presenta un programa neoliberal radical, que incluye la adopción del dólar como moneda nacional y el cierre del Banco Central argentino, así como un discurso centrado en la antipolítica, con énfasis en la idea de que los responsables de los problemas de la población argentina son los políticos, la «casta» o «los mismos de siempre». En la segunda vuelta, explora la idea de «libertad o casta», «cambio o continuidad» y que Massa y su campaña mienten sobre sus propuestas para meter miedo a la población.
Sin embargo, algunos de los principales periódicos del mundo han definido a Milei como un liberal libertario o radical, que no formaría parte de las expresiones de la extrema derecha mundial, sino que estaría dentro de la agenda de un liberal o neoliberal. Esta caracterización tiene como argumento central el supuesto de que la campaña pública del candidato no tiene como componentes principales demandas de la agenda neoconservadora (antifeminismo, anti-LGBTQI+, racismo, políticas de odio, relaciones con sectores armados y fomento a las armas, entre otras) que definen de manera muy marcada a otros fenómenos de la extrema derecha mundial.
La realidad es la opuesta. La candidatura de Javier Milei y Victoria Villarruel representa una expresión importante de la extrema derecha sudamericana y tiene a los rasgos neoconservadores y autoritarios típicos como uno de sus pilares.
Además del contexto de crisis, otro elemento relevante de la coyuntura política que ha marcado los últimos años en Argentina es el logro de la legalización del aborto en 2020, que vio una importante movilización de las mujeres y del movimiento feminista en el país, pero que también vio una intensa resistencia y articulación conservadora en oposición (que incluyó a la Iglesia Católica, que ahora se opone a Javier Milei).
Estos dos elementos coyunturales se combinan con un tercero, que es el aumento de la violencia política en las calles (que tuvo en el ataque a Cristina Kirchner en 2022 su máxima expresión) y en las redes sociales. Es en estas últimas, de hecho, donde Milei tiene una gran ventaja y centra una parte importante de sus actividades, como muchos de los candidatos y figuras de la extrema derecha mundial.
En otras palabras, la crisis económica y su vínculo con el gobierno de Alberto Fernández, la intensificación de los debates sobre la llamada «agenda de las costumbres», representada principalmente por los conflictos sobre la legalización del aborto, y el aumento de la violencia política son elementos centrales para entender las elecciones argentinas y el ascenso de la extrema derecha.
Otro hallazgo muy relevante de la investigación realizada por el Proyecto Plurianual de Investigación (PIP-CONICET) es el crecimiento en la sociedad argentina de una visión que entiende la justicia social como privilegios de un grupo determinado, que succiona recursos del Estado, revelando un debilitamiento social de un paradigma solidario. Por eso, cuando Milei dice que la justicia social es un robo, encuentra eco en una generación, sobre todo joven, que rechaza las políticas de seguridad social porque las asocia con la injusticia.
En otras palabras, la investigación indica que la noción de que los políticos y las políticas públicas son parte del problema, y no expresiones de opciones democráticas, viene gestándose desde hace tiempo.
Milei no es la excepción: propone dolarizar la economía, acabar con la moneda argentina y el Banco Central; también un Estado mínimo, con grandes cambios en las políticas de seguridad social, defendiendo la existencia de sólo 8 ministerios, la privatización de la salud y la educación e incluso el comercio de órganos humanos.
Es cierto que la defensa de una agenda neoliberal no es monopolizada sólo por la extrema derecha, y puede haber candidatos y partidos liberales que también abogan por ella. Sin embargo, al menos en América Latina, el sector que se ha radicalizado y ha tomado la dirección política de esta agenda económica en los últimos años es la extrema derecha.
Es este sector político y social el que ha conducido la apropiación completa del Estado por parte de sectores de la burguesía. El ejemplo más notorio de esto es el caso brasileño durante la presidencia de Bolsonaro. Si bien es cierto que pocos gobiernos de países latinoamericanos han llevado a cabo grandes confrontaciones con los intereses de los países centrales del capitalismo, la extrema derecha latinoamericana del siglo XXI ha defendido la destrucción completa de cualquier atenuante de esa dinámica. No es casualidad que haya defendido sin fisuras a los sectores agroexportadores y las políticas que favorecen al capital financiero y transnacional.
Una pregunta muy importante es la relación de las candidaturas de Milei y Villarruel con la cuestión de la memoria, la verdad y la justicia y los sectores militares o policiales. La candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, viene desempeñando un papel más alineada con una extrema derecha clásica, con posturas racistas (reivindicando, por ejemplo, la ascendencia europea como centro de la identidad del pueblo argentino) y encabezando un movimiento negacionista en relación con la última dictadura argentina. Según la candidata, los militares argentinos asesinaron y desaparecieron «sólo» a 8000 personas, mientras que los organismos de DDHH sostienes que al menos 30 000 personas fueron asesinadas o desaparecidas. Esta es la cifra que Milei cita en sus declaraciones públicas sobre el tema. También cabe destacar que Villarruel proviene de una familia de militares.
Esta agenda rompe una importante acumulación en la sociedad argentina sobre el tema, amenazando los consensos y avances de los movimientos de derechos humanos y de víctimas y familiares. La perspectiva negacionista y revisionista es preocupante en relación a los posibles cambios en un eventual gobierno de Milei y Villarruel. La ministra de Defensa y Seguridad será nombrada por Villarruel, quien podría poner a un militar en la cartera. Incluso ha mencionado la necesidad de valorizar el papel de las Fuerzas Armadas en su gobierno.
Además, la política punitiva de aumentar la represión y las penas por delitos comunes y legalizar la portación de armas para civiles forma parte de la agenda de esta candidatura, en línea con lo ocurrido en Brasil durante el gobierno de Bolsonaro y con Trump en EEUU.
Este discurso autoritario, camuflado de libertario, es el núcleo duro de lo que está conquistando al electorado argentino.
En otras palabras, aunque Milei no esté casado y no tenga hijos, entiende que la defensa de las agendas conservadoras vinculadas a la familia, la sexualidad y el género cuenta con el apoyo de una parte significativa del electorado.
Villarruel ha organizado esta agenda con posteos y declaraciones racistas (reivindicando la ascendencia europea como central en la identidad del pueblo argentino). La negación de los negros e indígenas en la formación de la identidad nacional está directamente relacionada con un racismo y nacionalismo velado que reivindica la propia colonización como hito fundacional de su identidad. Esta perspectiva de supremacía racial blanca y europea está perfectamente encarnada en Milei. Su campaña destila esta construcción del protagonismo del hombre blanco.
Milei utiliza una motosierra como símbolo de su campaña para decir que devastará la casta política del país. Sin embargo, la elección de la herramienta no podría ser más simbólica: al igual que los gestos de pistola de Bolsonaro, la motosierra tiene una importante representación ideológica de devastación medioambiental. Milei ha llegado a decir que no respetará la Agenda 2030 ni el Acuerdo de París e incluso ha señalado que el ecologismo forma parte de una «agenda posmarxista» que pretende eliminar a su propia población para proteger el planeta.
La segunda vuelta de las elecciones tendrá lugar este domingo. El resultado de las urnas, en caso de victoria de Milei, será decisivo también para la disputa política en América Latina, sobre todo después de la victoria del multimillonario Daniel Noboa en Ecuador y la alta posibilidad de que Trump sea elegido el próximo año en los EE.UU. el año próximo, lo que alteraría las disputas en el continente. Para la extrema derecha brasileña, Milei representaría la victoria en el país vecino del proyecto que fue derrotado en las urnas en las elecciones de 2022, y abriría una nueva disputa en la región. Pero sobre todo, para los argentinos, las luchas y disputas que se abrirán con la elección de Milei serán las más importantes desde el fin de la dictadura militar.
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