Elecciones

El fin de Octubre y el riesgo de la regresión conservadora

Los resultados de las elecciones del 21 de noviembre en Chile son el punto de cierre de la primavera octubrista del 2019. Siguiendo la ruta de diversas experiencias de radicalización sociopolítica en el mundo, el caso chileno tiende a replicar la tendencia que ha sucedido en otros países y contextos históricos: tras un periodo de convulsión social, de democratización política y avances en derechos civiles, políticos, económicos y culturales, arremete la restauración conservadora.

Con una participación del 47,3% del electorado, el candidato de extrema derecha José A. Kast se impuso en primera mayoría con el 27,9% de los sufragios, seguido del abanderado de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, con el 25,8%, y del independiente Franco Parisi, con el 12,8%. La fuerza profunda del octubrismo, refiriéndome con ello a las fuerzas sociales  de movilización y protesta de la sociedad chilena que emergieron en octubre de 2019 con inusitada violencia y extensión social y territorial, no necesariamente representaban un movimiento de impugnación destituyente, políticamente de izquierda, sino que eran en gran medida una fuerza de desafección transversal contra el sistema político, las élites y las sensaciones de injusticias experimentadas por las personas en su vida cotidiana.

Figura 1. Resultados Convención Constitucional (Fuente: decidechile.cl)

En la superficie, la fuerza del proceso transformador logró sortear el plebiscito de entrada al proceso constitucional en curso en 2020 (donde el 78,27% de la población apoyó la decisión de cambiar democráticamente la constitución a través de una Convención Constitucional). Las elecciones de constituyentes de abril de 2021, en las que las fuerzas del rechazo no lograron obtener un tercio de los representantes para ejercer su poder de veto sobre la futura constitución (la derecha, presentada por Vamos por Chile solo obtuvo 37 convencionales. Ver figura  1), el retroceso del Partido Demócrata Cristiano (PDC) —uno de los pilares político-ideológicos de la transición democrática chilena—, el éxito de la izquierda representada por Apruebo Dignidad y la emergencia de la Lista del Pueblo propiciaron la instalación de un diagnóstico crítico sobre el neoliberalismo chileno y la institucionalidad política construida en la postransición democrática.

Desde comienzos de la década del 2000, una serie de grandes ciclos de movilizaciones comenzaron a cuestionar las políticas neoliberales en diversos espacios de la vida: las movilizaciones de los estudiantes secundarios (2006) y universitarios (2011), el auge del movimiento sindical subcontratado en sectores estratégicos de la economía (2004-2005), las movilizaciones en regiones contra el centralismo y las hidroeléctricas (Aysén, 2012), la huelga grande portuaria (2014), el movimiento no más AFP (2016) y las movilizaciones feministas (2018) parecían convergir en la revuelta de octubre de 2019.

Ello condujo a que un sector importante de la izquierda leyera ese proceso en una clave de crítica al modelo neoliberal, del legado de la Concertación construido en la postransicional (Coalición de partido de centroizquierda que gobernó entre 1990-2010) y de la necesidad de una refundación sociopolítica. Horizonte programático en el que se instaló Apruebo Dignidad[1]Colación de partidos que surgió a la izquierda de la ex Concertación en 2020, formado por el Frente Amplio y el Partido Comunista. y que se perfiló en dos tácticas: una de radicalización política destituyente (la del Partido Comunista) y una de moderación (la del Frente Amplio). Las disputas de estas tácticas comenzaron a vislumbrarse para las elecciones primarias al interior del Apruebo Dignidad. El candidato del Partido Comunista Daniel Jadue perdió contra el actual abanderado del Frente Amplio, Gabriel Boric, por 60,4% a 39,6%, instalando como vencedora la táctica de la moderación.

Esta misma tesis de moderación y de estabilización del sistema neoliberal se jugó en las elecciones primarias de la derecha, donde los candidatos tradicionales del sector fueron derrotados por Sebastián Sichel, un independiente de centroderecha con pasado en el PDC (se impuso con el 49,1% de su sector, correspondientes a 659.570. votos).

La amplia movilización electoral de las primarias de Apruebo Dignidad, que convocó a 1.750.889 electores y que casi duplicó a la derecha, hacían proyectar a los analistas un posible triunfo en la primera vuelta presidencial del pasado domingo.

La crisis social a las urnas

Los resultados electorales del 21 de noviembre demostraron que las fuerzas profundas del octubrismo eran más contradictorias y no necesariamente se expresaban de manera homogénea, ni en lo político, ni en lo institucional. En las últimas elecciones hubo 500 mil votantes menos en relación con la elección del plebiscito por la constitución de 2020, en las que las fuerzas de cambio de impusieron por un categórico 78.27% a favor del cambio de la constitución (5.885.384 votos) contra un 21,73 % en contra del procesos y favor de mantener el legado constitucional de la dictadura militar (1.633.858 votos).

Figura 2. Resultados electorales, 1° vuelta elecciones presidenciales de 2021 (Elaboración propia. Fuente: Servel.cl)

El triunfo de la extrema derecha en las elecciones, con Kast y la importante votación obtenida por Franco Parisi (Figura 2) —un candidato populista, identificado con la centroderecha, que no hizo campaña en el país por problemas judiciales y una orden de arresto sobre su contra— dan cuenta de un escenario más contradictorio. Las fuerzas profundas del octubrismo expresaban un malestar del pueblo chileno que no necesariamente se traduce en una crítica contra el sistema sino, más bien, en una desafección y una crítica contra las elites, el manejo de la economía y el sistema político. Todo lo cual coloca ciertas cotas al horizonte estratégico refundacional expresado por las fuerzas de cambio y políticamente por Apruebo Dignidad.

El marco para el agotamiento del octubrismo han sido los más de dos años de crisis sanitaria y sociopolítica que ha repercutido en un proceso de inestabilidad institucional (con descréditos a diversas instituciones y el sistema de partidos), crisis económica (debilitamiento de la inversión, surgimiento de la inflación económica  y agotamiento de la matriz de  producción extractivista y mercantil), progresiva militarización de la vida cotidiana  de amplios sectores de la población (declaración de sucesivos estados de excepción constitucional por el contexto sanitario), el problema de la seguridad pública (aumento de la presencia del narcotráfico, extensión  de las protestas octubristas y radicalización de la lucha etnonacionalista mapuche en el sur del país) y una compleja situación social producto de la presión migratoria sobre las fronteras del país, el crecimiento de la pobreza y el desempleo y el aumento de la percepción de criminalidad de la población.

Lo anterior fue capitalizado por un discurso de extrema derecha y populista de crítica al establishment. Por el lado populista, representado por Parisi, la crítica se dirigió al estatismo, al sistema de partidos y a la falta de modernización económica. Por el lado conservador de ultraderecha, su apuesta estratégica se construyó en un discurso de seguridad, orden y libertad rodeados de un hálito anticomunista, de crítica al Estado y de una agenda económica liberal radicalizada.

En términos netos, la votación de las derechas en relación con las elecciones primarias de 2017 no varió significativamente. Mientras que en 2017 Sebastián Piñera y José. A. Kast obtuvieron 2.940.429 votos, correspondientes al 44,5% del electorado, en 2021 ambos sectores obtuvieron 2.859.632 votos (40,7% del electorado), lo que representa una pérdida de 150.000 votos.  La novedad de esta elección es la irrupción del voto que representa Franco Parisi.

Figura 3. Votación presidencial, Región Metropolitana (Fuente: https://live.decidechile.cl/)

Por otra parte, de acuerdo a lo ocurrido en países en los que las extremas derechas logran posicionarse, se tiende a marcar una polarización entre sectores urbanos y rurales: mientras que en las zonas urbanas, de mayor concentración poblacional, ganó Apruebo Dignidad, en las zonas rurales tendió a ganar el candidato de extrema derecha. Por otra parte, la supuesta asociación entre presencia de la delincuencia y el narcotráfico y el voto de derecha pareciera ser mucho más ambigua, ya que en las principales ciudades y comunes con mayor tasa de criminalidad y presencia del narcotráfico ganó Apruebo Dignidad. Por ejemplo, en la Región Metropolitana, Apruebo Dignidad ganó en 39 de las 52 comunas, incluyendo las comunas más populares de la región: Puente Alto, Maipú, la Pintana, Recoleta, Santiago, entre otras (ver figura 3).

Como contrapunto, en la Región de la Araucanía, donde las derechas han instalado el discurso de la presencia de la narcopolítica pese a que existe una baja presencia del mismo, el candidato de la extrema derecha ganó en toda la región (ver figura 4).

Figura 4. Votación presidencial, Región de la Araucanía (Fuente: https://live.decidechile.cl/)

En estas elecciones, el voto presidencial se comportó diferente al voto parlamentario, cruzando las votaciones. Si analizamos los resultados de las parlamentarias, no se observa un crecimiento cuantitativo de los votantes de izquierda y derecha sino una reconversión de los proyectos políticos que conducen y hegemonizan cada polo, en la constitución de facto de un sistema político atomizado y polarizado.

A nivel del sistema político, el vaciamiento de los centros políticos —tanto de izquierda como de derecha— es evidente y cuestiona la estrategia de viraje centrista de las coaliciones políticas. A nivel del parlamento, la derecha tradicional perdió 19 escaños, de cuales 15 los ganó el Partido Republicano (el partido de ultraderechas de Kast), pero en términos netos el sector perdió 4 escaños. A nivel de la centroizquierda, Apruebo Dignidad subió 17 escaños en relación con los partidos de la Concertación, dentro de los cuales el PDC y el PS perdieron 6 escaños respectivamente. En Apruebo Dignidad, el partido Revolución Democrática perdió escaños y la izquierda representada por Comunes y el Partido Comunista crecieron, siendo este último el partido con mayor crecimiento neto, pasando de 8 a 12 diputados y consiguiendo 2 senadores (ver Figura 5).

Figura 5. Elecciones 2021 Cámara de diputados, periodo 2022-2026 Fuente: https://live.decidechile.cl/)

A nivel de la cámara de senadores, la derecha recuperó terreno; pero, en términos generales, exista una división de igual peso entre la derecha y la izquierda. La correlación de fuerzas en el parlamento augura una relación tensa entre el futuro Presidente y las coaliciones, repercutiendo necesariamente en una moderación de los programas de gobierno que resulten electos en diciembre de 2021, ya sea la extrema derecha de Kast o la centroizquierda de Gabriel Boric.

Transversalizar la democracia

Este escenario transforma la elección de diciembre en una suerte de contienda histórica sobre los términos del cierre político que se dará a la coyuntura destituyente abierta por la movilización octubrista, el proceso refundacional iniciado por la Constituyente en 2021 y los avances en derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de las últimas décadas. Debemos asumir que el impulso octubrista se cerró y el proceso de cambio abierto por las movilizaciones se institucionalizó en el proceso constitucional y en el electoral, el cual, por su parte, se sobrepuso al ciclo reciente de avances en derechos y mejores condiciones de vida para los chilenos y las chilenas.

Visto desde ese punto de vista, lo que se juega en la elección del 2021 es la profundización del proceso de democratización constituyente o una regresión conservadora restituyente del orden pinochetista, de regresión en derechos y de cierre de la transformación democrática. Lo que se juega en esta coyuntura es mucho más grande que el Proyecto de Apruebo Dignidad, hoy agotado para la conducción del desafío que tenemos por delante. No obstante, necesariamente debe ampliarse tomando en consideración sus actuales partidos y movimientos, pero extendiendo la alianza al conjunto de fuerzas democráticas progresistas, ya que el riesgo de la derecha pinochetista pone en jaque décadas de avance y lucha política del movimiento popular chileno.

El proyecto de centroizquierda que representa Gabriel Boric, sin perder de fondo que representa el horizonte democratizador y de avance en derechos sociales, debe necesariamente hacerse cargo de una agenda que incorpore otros temas evidentemente importantes para los chilenos y chilenas, como la modernización del sector público, la regionalización, la implementación de políticas anticorrupción, de crecimiento y estabilización macroeconómico y de control inflacionario.

Debemos abrir un tiempo histórico-político de la democratización, lo que implica sumar a toda la oposición y la izquierda en contra de la regresión autoritaria que representa un eventual gobierno de la extrema derecha liderada por Kast, pero con un proyecto político posneoliberal hegemonizad por Apruebo Dignidad y los partidos de izquierda  más fuerte del conglomerado: el Partido Comunista y el Frente Amplio.

Ese desafío debe llevarse adelante sin perder la profundidad democratizadora y de ruptura democrática que implica el proyecto de Apruebo Dignidad en relación con la institucionalidad neoliberal. Apruebo Dignidad debe ampliarse a un programa y un proyecto más allá de su propio nicho político, que dialogue con las urgencias y necesidades de la sociedad chilena contemporánea, pero hegemonizándolas: dando soluciones en clave posneoliberal a las urgencias de la población.

La votación de Boric en estas primarias superó apenas la votación obtenida en las primarias de junio de 2021. Por ello, la coalición y el candidato tendrán que «bajarse del árbol» y caminar y dialogar con las regiones, los sectores rurales y la población excluida del país. Tenemos que ser lo suficientemente críticos para reconocer que si queremos ganar en diciembre, la apertura política hacia los votantes de la exconcertación es una necesidad de primer orden, tanto como convocar a un electorado contra Kast de los diversos movimientos sociales. Ese desafío debe sortearse sin perder el foco en el carácter posneoliberal de Apruebo Dignidad.

La caracterización política de esta elección como una lucha contra el fascismo es un camino condenado al fracaso, como ha sucedido en otros países. Una lucha en oposición tiene mucho menos atractivo que una contienda de futuro. Pensar, por lo tanto, la contiendo electoral en el eje «progresismo-liberalismo / conservadurismo-autoritarismo» es un error político estratégico para la coyuntura, ya que el octubrismo se movilizó desde un sentimiento individual y grupal de injusticia e inseguridad.

Nuestra alternativa debe estructurarse desde el proceso constituyente, apostando a caracterizar la elección como una disputa por el futuro de la constituyente, tratando de replicar las fuerzas movilizadas en relación con el apruebo y el rechazo, pero asegurando una agenda que incorpore las urgencias de los chilenos pero que sea endosable a la movilización del plebiscito de octubre de 2020.

Esa tensión será difícil de afrontar y nos exigirá costos y transacciones. Resolverla pragmáticamente, sin dejar de lado el horizonte de refundación sociopolítica, es la única alternativa para no perder el proceso constituyente que peligra en su éxito, así como los avances en derechos sociales, civiles y políticos alcanzados frágilmente en la postransicional y que creíamos que el octubrismo venía a profundizar.

Notas[+]

Notas
1 Colación de partidos que surgió a la izquierda de la ex Concertación en 2020, formado por el Frente Amplio y el Partido Comunista.
Pablo Seguel Gutiérrez

Sociólogo y magíster en Historia especializado en historia reciente.

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