El argumento contra el populismo de izquierda es que depende demasiado de su líder. Cuando Podemos surgió en España, no pasó mucho tiempo antes de que se lo acusara de traicionar al movimiento de protesta que había preparado el terreno para la política antiestablishment. En 2015, su líder Pablo Iglesias apostó a superar al PSOE, el partido socialista de centro. Cuando no lo logró, Podemos pareció, por un momento, demasiado jerárquico como para sobrevivir.
La France Insoumise es otro ejemplo. En este caso, su líder Jean-Luc Mélenchon construyó una organización centrada en torno a su personalidad idiosincrática. Críticos tanto de izquierda como de derecha señalaron la vaciedad de la democracia interna del movimiento.
El argumento a favor del populismo de izquierda es que pocas cosas, aparte de un liderazgo decidido capaz de establecer una distinción entre amigos y enemigos, tienen la capacidad de unificar una sociedad profundamente fragmentada, como las que hoy son comunes en la era posindustrial.
El populismo de izquierda y sus descontentos
En Francia, Jean-Luc Mélenchon demostró ser el único pararrayos disponible capaz de unir a la izquierda y liderar el Nuevo Frente Popular —una coalición de partidos de izquierda— frente a una amenaza persistente de la extrema derecha.
En España, aunque Iglesias no logró su ambición inicial de «asaltar los cielos», su partido sostuvo una agenda política que le permitió al PSOE, bajo el renovado liderazgo de Pedro Sánchez, gobernar desde la centroizquierda. En un contexto de giro hacia la derecha en gran parte de Europa, España emite una tenue luz de progreso.
En el Reino Unido, la derecha xenófoba domina el discurso político, con el Partido Laborista y los conservadores moviéndose tras la estela de Nigel Farage, líder del partido populista de extrema derecha Reform. Desde el referéndum de 2016 sobre la salida de la Unión Europea hasta el fin de las negociaciones en 2021, la exitosa campaña del Brexit encabezada por Farage marcó el rumbo de la política gubernamental británica.
El laborismo británico fue durante mucho tiempo una maquinaria de moderación, sostenida por un sistema electoral mayoritario que borra los avances de los partidos menores.
Reform (antes conocido como el Brexit Party) fue el vehículo político de Farage desde 2018. Se creó originalmente como una sociedad privada limitada, con Farage como principal accionista. Según las encuestas, Reform está en camino de convertirse en el partido más grande del Reino Unido, aunque faltan más de tres años para las próximas elecciones generales.
En contraste, el Partido Laborista ha sido históricamente una estructura moderada y centralizada. Una red de actores institucionales —sindicatos, asociaciones afiliadas y organismos locales o nacionales— está destinada a mediar la relación entre los votantes laboristas, los simpatizantes del partido y su liderazgo.
Tradicionalmente, el laborismo producía dirigentes capaces de equilibrar esos intereses. La izquierda lo criticó con frecuencia por su falta de democracia interna y su negativa a permitir que los afiliados controlaran a sus parlamentarios. A diferencia del Partido Demócrata en Estados Unidos, el laborismo no tiene primarias abiertas. Sin embargo, el grado de centralización actual es extremo, incluso comparado con los estándares del pasado de posguerra.
¿El retorno de la izquierda?
Tony Blair, artífice del New Labour, equivalente británico de la Tercera Vía de Bill Clinton, fue el primer líder populista del laborismo, si entendemos el término como una relación relativamente directa entre un dirigente y el electorado, mediada por la idea de «el pueblo». Blair, que promovió desastrosas intervenciones humanitarias en Medio Oriente, impuso candidatos obedientes en distritos seguros, ignoró decisiones de los congresos partidarios, marginó a los sindicatos afiliados, vació los comités internos y priorizó sus mensajes a afiliados y votantes a través de la prensa de Rupert Murdoch.
Jeremy Corbyn, que dirigió al Partido Laborista entre 2015 y 2019, siempre fue un laborista radical y demócrata, pero en un mundo populista. Las perspectivas estratégicas de varios de sus principales aliados aparecen reunidas en un nuevo libro, Your Party: The Return of the Left, que plantea con claridad una causa común: la democracia de base.
Oliver Eagleton, de New Left Review, reunió en ese voluymen las reflexiones de figuras clave en la fundación de un nuevo partido político, provisionalmente llamado Your Party. La expulsión de Corbyn del laborismo bajo el liderazgo de Keir Starmer lo impulsó a crear un vehículo político alternativo.
Varios textos del libro comparten el compromiso de Corbyn con la democracia de base y con la idea de empoderar a los movimientos sociales para generar cambios políticos desde abajo. James Schneider, jefe de prensa durante la era Corbyn y hasta hace poco figura central de Your Party, considera que la falta de una «base social» fue una de las principales razones del fracaso del corbynismo.
La diputada de izquierda Zarah Sultana, que este año abandonó el laborismo para asumir un papel protagónico en el nuevo partido, pide construir lazos con sindicatos de inquilinos, luchas laborales y movimientos de protesta. «No queremos limitarnos al electoralismo», le dice a Eagleton en su entrevista.
El sudafricano Andrew Feinstein, activista contra el apartheid que en las elecciones de 2024 compitió como independiente en el distrito de Starmer, señala que las ochocientas mil personas que se inscribieron en la lista de correo al lanzarse Your Party en julio «demuestran que existe una base para una política de masas de izquierda».
«Hay gente en la izquierda que quiere un alto grado de control centralizado», dice Feinstein, apuntando a algunos de los asesores más cercanos a Corbyn. «Pero ni Jeremy ni Zarah piensan así». Feinstein aspira a un nuevo partido que «refleje un espíritu radicalmente democrático» y sea capaz de «construir poder institucional real».
Tales visiones evocan las elecciones internas del laborismo en 2015 y 2016, cuando Corbyn prometía fortalecer la voz de los afiliados y los movimientos sociales. Pero las cosas no salieron así. Aunque unas 250 mil personas se afiliaron al laborismo para apoyar su liderazgo, casi toda esa energía se canalizó hacia campañas electorales convencionales.
En 2019, los conservadores de Boris Johnson usaron el Brexit para ganar en distritos estratégicos, lo que resultó desastroso para el laborismo de Corbyn. Starmer, que había impulsado la línea de revertir el referéndum, aprovechó la crisis para tomar el control del partido y lanzar una ofensiva contra la izquierda corbynista.
Sin otro espacio, los seguidores de Corbyn esperaban una alternativa. Your Party pretendía serla. La colección de ensayos del nuevo libro testimonia el entusiasmo que acompañó su lanzamiento.
Marchar en el barro
¿Se trata del retorno de la izquierda, como propone el subtítulo del libro? En su brillante introducción, Eagleton describe cómo Starmer aisló al laborismo de los sentimientos populares de antirracismo, antiautoritarismo y rechazo a la austeridad. «El Partido Laborista de hoy no tiene orientación hacia el futuro ni una concepción de progreso», escribe.
Que existe una gran oportunidad para la izquierda en el Reino Unido es indudable. Sin embargo, como señala Eagleton, Your Party tuvo un comienzo catastrófico.
El faccionalismo entre Corbyn y Sultana se manifestó en torpes escenas públicas: Sultana anunció que tenía autoridad para codirigir el partido, pero Corbyn no estuvo de acuerdo; Sultana lanzó un portal de afiliación, que Corbyn tildó de fraudulento; ella consultó abogados especialistas en difamación, mientras el entorno de Corbyn la denunció ante un organismo estatal. Aunque ambos intentaron mostrarse unidos, una nota de The Guardian sugiere que la disputa por los datos de afiliación y el dinero llegó a los tribunales. La pelea pública sigue abierta.
Quienes veían en Your Party una alternativa frente al consenso cada vez más extendido del establishment —nacionalista, antimigrante y proausteridad— observaron la escena con desesperación.
Mientras tanto, dos semanas antes del accidentado debut de Your Party, Zack Polanski fue elegido líder del Partido Verde con una plataforma de «ecopopulismo», término que él mismo impulsa. Polanski no tiene las credenciales socialistas de Corbyn o Sultana. (En 2015 se había postulado como concejal por los Liberal Demócratas, tras una coalición con los conservadores que provocó la mayor caída del nivel de vida en décadas).
Con una serie de sólidas apariciones mediáticas, Polanski pidió poner fin al apoyo británico al genocidio en Gaza, propuso impuestos a la riqueza y defendió el multiculturalismo. Bajo cualquier criterio, los Verdes hicieron más que Your Party para frenar el avance del chauvinismo derechista.
Los Verdes, que en las últimas elecciones generales obtuvieron tres nuevos diputados y llegaron a cuatro en total, ya superan al laborismo en algunas encuestas. Su afiliación, bajo el liderazgo de Polanski, más que se duplicó: supera los 140 mil miembros. Your Party, en cambio, se mantiene en silencio sobre sus cifras.
Sultana, a pesar de declarar que quiere un partido dirigido por su militancia, no dudó en aparecer en los medios cuando le convenía. Últimamente intentó ocupar un espacio a la izquierda de Polanski con propuestas como la salida de la OTAN y la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel. Pero los réditos electorales de esa estrategia parecen dudosos. Una línea divisoria más productiva podría ser entre un ala verde liberal y un ala obrera —y exobrera— de la izquierda. Si Your Party tomara a este segundo grupo como base, podría apuntar a un sector del electorado muy buscado, pero que no recibió una propuesta económica significativa de ningún partido importante, salvo los Verdes.
Your Party inició un proceso de asambleas regionales consultivas, con la mira puesta en una conferencia nacional el mes próximo y una elección de liderazgo a comienzos del año que viene. Pero ¿no será demasiado tarde? El faccionalismo personal en la cúpula, combinado con el deseo contradictorio de máxima participación en la base, derivó en una marcha hacia adelante en el barro: un avance lento, muy lejos del relámpago populista que algunos esperaban.
Hasta ahora, Your Party carece no solo de liderazgo claro sino incluso de un nombre definitivo. Como Mélenchon, Corbyn era uno de los pocos referentes de la izquierda británica con suficiente reconocimiento para lanzar una iniciativa de este tipo. Pero su característica falta de decisión —su tendencia a delegar todas las decisiones, sobre todo en su pequeño círculo de asesores—, sumada a la indisciplina de Sultana, podría haber arruinado la oportunidad.
Como señala Eagleton, las disputas entre Corbyn y Sultana hicieron que Your Party perdiera de vista las cuestiones estratégicas de fondo. El libro que él editó podría ayudar a devolverlas al centro del debate. Hay mucho que aprender tanto de las ideas expresadas en sus páginas como de lo que hoy ocurre en la práctica.