Rodrigo Paz, el nuevo presidente de Bolivia (Jorge Bernal / AFP)
Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano, fue elegido este domingo 19 de octubre como nuevo presidente de Bolivia, con el 54,49 % de los votos, frente al candidato de ultraderecha Jorge «Tuto» Quiroga, de la coalición Alianza Libre, que obtuvo el 45,47 %. Con este resultado, la derecha vuelve al poder en La Paz tras 19 años de gobiernos de izquierda del Movimiento al Socialismo (MAS), que condujo el país entre 2006 y 2025.
Con el 97 % de las urnas escrutadas, Paz aseguró la mayoría simple en la segunda vuelta de las elecciones bolivianas. En la primera, celebrada el 17 de agosto, había obtenido el 32,1 % de los votos, mientras que Quiroga logró el 26,8 %. Las candidaturas vinculadas a la izquierda sumaron poco más del 7 %.
La victoria de Paz contradijo las encuestas electorales, que daban a Jorge «Tuto» Quiroga como ganador de los comicios presidenciales bolivianos.
Paz logró captar votos de sectores indecisos e incluso de antiguos simpatizantes del MAS en El Alto, según analistas. Sus propuestas defienden el ajuste fiscal y el fortalecimiento de las alianzas comerciales con el sector privado. Aunque se ubica en el campo de la centroderecha, sus posiciones se alejan de las agendas indígenas o populares construidas durante los gobiernos de Evo Morales.
Según el analista político Gladstone Júnior, de la Universidad de Brasilia (UnB), Paz «busca cierto equilibrio entre los Brics y el Mercosur», en contraste con el discurso más alineado con Washington de su adversario.
Por su parte, Quiroga fue presidente de Bolivia entre 2001 y 2002, tras la renuncia de Hugo Banzer. Representa al ala más conservadora de la derecha boliviana y defiende políticas de privatización, alineamiento con el FMI y una política de «motosierra», similar a la de Javier Milei en Argentina.
Para Gladstone, el escenario actual es consecuencia de una serie de factores acumulados desde el golpe de Estado de 2019. «Lo que ocurrió en aquel período contribuye en gran medida a entender el resultado de las elecciones actuales», señaló. Mencionó la fragmentación de la izquierda, la crisis económica y la exclusión del expresidente Evo Morales de la contienda como factores centrales.
Morales, impedido de competir por decisión judicial, lanzó una campaña por el voto nulo que obtuvo una adhesión significativa y alcanzó el 19,3 % de los votos válidos. «Sin Evo Morales, difícilmente la izquierda volverá a gobernar Bolivia», consideró Gladstone. Según el analista, el exmandatario aún puede tener un papel decisivo en el futuro político del país, «ya sea como candidato o como articulador de un bloque popular».
El fin de la hegemonía del MAS es resultado directo de la ruptura entre Evo Morales y Luis Arce, su exministro de Economía y actual presidente. La tensión entre ambos llegó a su punto máximo en 2023, cuando Morales acusó a Arce de traición y su partido fue invalidado por la Justicia Electoral. Arce, acorralado por las críticas y el debilitamiento económico de su gobierno, retiró su candidatura en mayo.
Ante el impasse, la izquierda presentó dos candidaturas principales: Eduardo del Castillo, apoyado por la dirección del MAS, y Andrónico Rodríguez, ligado al sector cocalero y considerado heredero político de Morales. Ninguno de los dos superó el 10 % de los votos. La división interna impidió cualquier intento de unidad frente al avance de las candidaturas conservadoras.
Además de la crisis política, Bolivia enfrenta una inflación anual del 25 %, el desabastecimiento de combustibles y un alza en los precios de los alimentos, problemas que deterioraron aún más la imagen del gobierno de Arce. «Las reformas económicas necesitaban renovarse, pero Arce no lo hizo», afirmó Gladstone Júnior. «Eso afecta directamente la vida cotidiana de la gente».
La Constitución Plurinacional, hito de la refundación institucional de Bolivia, sigue siendo un instrumento central de resistencia. «Puede haber retrocesos, sí, pero la Constitución todavía tiene fuerza como herramienta de resistencia popular», evaluó el profesor. Las reformas constitucionales requieren referendos, lo que limita las posibilidades de cambios unilaterales por parte del próximo gobierno.
(Nota originalmente publicada en Brasil de fato)
Twitter solía representar lo mejor de Internet. Bajo el mando de Elon Musk, se convirtió…
Vinzenz Glaser, diputado de Die Linke, cuestiona el consenso proisraelí en Alemania y llama a…
Una profunda crítica al predominio contemporáneo de los sentires crepusculares. La melancolía, el sentimiento predominante…
El apoyo de Trump a Milei genera creciente malestar en EE. UU.: el presidente argentino…
La salida de Dina Boluarte no le puso fin a la crisis y la designación…
Durante mucho tiempo, el patriotismo en Irlanda ha estado vinculado a ideales progresistas. Pero hoy…