Desigualdad

El mundo está a punto de tener trillonarios. Ya basta.

Hace unos días, la presentadora de noticias de la CNN Abby Phillip entrevistó a Zohran Mamdani, candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York. Él hizo lo que siempre hace, centrándose en su mensaje principal de hacer que la ciudad sea más asequible para los neoyorquinos de a pie con iniciativas como la gratuidad de las guarderías, la congelación de los alquileres de los apartamentos ya estabilizados y la eliminación de las tarifas de autobús. Mamdani se ha convertido en uno de los mejores portavoces de la agenda socialista democrática, combinando una forma de expresarse siempre convincente y carismática con una disciplina implacable en sus mensajes. Como siempre, fue un placer verlo en acción.

Por el contrario, la parte de la conversación de Phillip reveló la limitada imaginación política de los guardianes de la respetabilidad de la CNN. Ella parecía argumentar que cualquier medida encaminada a una redistribución sustancial de la riqueza de los ricos al resto de la población debería estar prohibida.

En un momento dado, Phillip sacó a colación el tema del paquete salarial que Tesla ha propuesto a Elon Musk, que lo convertiría en trillonario [un millón de millones de dólares en EE. UU., lo que en español tradicional sería un billón]. Presumiblemente buscando una frase impactante con la que Mamdani quedara como un radical extremista, le preguntó: «¿Cree que deberían existir los multimillonarios?».

Él ya ha declarado orgullosamente que los multimillonarios no deberían existir. Por una cuestión de lógica y aritmética, cree claramente que tampoco deberíamos tener trillonarios. Sin embargo, en su respuesta a Phillip, aprovechó la oportunidad para ampliar el tema y hacer hincapié en la otra mitad de la ecuación. Nueva York está llena de gente de clase trabajadora «que mantiene la ciudad en funcionamiento», dijo, pero que, en muchos casos, ahora tiene que desplazarse a la ciudad para trabajar desde sus hogares al otro lado de la frontera estatal. ¿Qué tipo de sociedad combina eso con una acumulación de riqueza tan desenfrenada que ahora hablamos de trillonarios?

Mamdani hizo hincapié en que no se trata de dos fenómenos separados y fortuitos. Destacando los recientes recortes en las prestaciones de Medicaid y SNAP (Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria), que han coincidido con desgravaciones fiscales para los ricos, describió un panorama de transferencia masiva de riqueza en la dirección equivocada. La respuesta de Phillip fue fascinante. Dijo:

Estoy totalmente de acuerdo en que esta desigualdad no ha hecho más que aumentar en los últimos años. Pero también vivimos en un mundo, especialmente en esta ciudad, impulsado por las empresas que vienen aquí y contratan a gente. Hoy mismo se han publicado las cifras de empleo, que indican que hay una ralentización en la contratación en todo el país. ¿Es realmente el momento de subir los impuestos a esas empresas y exacerbar las tensiones entre ricos y pobres? ¿O nos necesitamos mutuamente para que esta economía funcione?

Mamdani respondió que la desigualdad en sí misma es lo que genera tensiones, que es mucho más difícil contratar gente cuando los solicitantes no sienten que pueden permitirse vivir en Nueva York, y que sus propuestas fiscales son en realidad bastante moderadas. Quiere aumentar el tipo impositivo máximo de las empresas para equipararlo al que ya existe en Nueva Jersey, y el modesto aumento de los impuestos sobre la renta de las personas físicas para financiar su propuesta solo afectaría a la pequeña minoría de neoyorquinos que ganan al menos un millón de dólares al año.

Todas estas respuestas son bastante irrefutables. Pero lo más sorprendente de este intercambio fue la yuxtaposición de las dos preguntas consecutivas de Phillip. Por un lado, ella misma le dijo a Mamdani que los estadounidenses más ricos están a punto de convertirse en trillonarios. Por otro lado, quería saber si «ahora [es] realmente el momento» de subir los impuestos a los ricos y a sus empresas. Si un momento en el que la distribución de la riqueza se ha vuelto tan ridículamente desigual que vamos a tener trillonarios no es el momento para una redistribución, ¿cuándo lo es exactamente?

Para poner esto en perspectiva, aquí hay un ejemplo que utilicé hace un par de años en Jacobin para ilustrar lo absurdo que es que tengamos multimillonarios:

Imaginemos que un vampiro llegó al Nuevo Mundo con Cristóbal Colón en 1492. Cada día, desde el momento en que desembarcó en La Española hasta el presente, el vampiro se las arregló para ganar o robar el equivalente a mil dólares estadounidenses de 2023 (el vampiro simplemente apila el dinero en ataúdes, por lo que no gana ningún interés y nunca gasta nada). No solo no sería ni de lejos multimillonario hoy en día, sino que ni siquiera habría alcanzado una quinta parte de esa cifra. Han pasado 531 años desde 1492. Eso son 139.815 días. Tendría menos de 140 millones de dólares.

Bueno, cambiemos el ejemplo. Ahora, en lugar de acumular mil dólares al día en ataúdes, el vampiro acumula un millón de dólares al día. Esta vez, sería billonario en 1495. Pero le llevaría casi dos mil setecientos cuarenta años llegar al trillón de dólares. Si hubiera empezado en 1492, se convertiría en billonario en el año 4232.

Podemos discutir sobre cuánta desigualdad toleraría exactamente una sociedad decente, o qué principios deberíamos aplicar para decidir si una determinada desigualdad puede justificarse. Platón creía que, idealmente, una ciudad bien gestionada no debería permitir que ningún ciudadano acumulara más de cuatro veces más que cualquier otro. Creía que una brecha tan grande en la riqueza hacía imposible que las personas se sintieran parte de una sola comunidad y pensaba que, al menos en una ciudad que se estaba construyendo desde cero, donde se podían cortar de raíz esas desigualdades excesivas, las leyes deberían permitir que cualquier ciudadano sospechoso de exceder esta máxima fuera llevado a los tribunales. La propuesta de Platón hace que la propuesta de Mamdani de que los neoyorquinos que ganan al menos un millón de dólares al año paguen 20.000 dólares adicionales en impuestos para financiar programas que hagan la ciudad más habitable para la clase trabajadora parezca francamente conservadora.

Quizás pienses que Platón fue demasiado lejos. Quizás pienses que una proporción de diez, veinte o cincuenta a uno está bien. Pero eso es buscarle la quinta pata al gato. La cuestión central es cómo alguien —es decir, cualquiera que no sea un libertario absolutista implacablemente opuesto a toda redistribución por cuestión de principios— podría oponerse a la redistribución de la riqueza en un momento en que nuestros plutócratas más inflados están a punto de convertirse en trillonarios. ¿Tenemos que esperar a los cuatrillonarios? ¿A los quintillonarios? Cuando los ricos sean dueños de sus propios planetas, ¿podremos admitir que ese podría ser el momento? O incluso entonces, ¿tendremos que esperar a ver cuál fue la tasa de crecimiento del empleo en el último trimestre antes de empezar a considerar la idea de que podría ser conveniente un aumento incremental del tipo impositivo marginal máximo?

Lo mejor de Zohran Mamdani es que representa una ruptura con la definición consensuada de política «razonable» defendida por medios como la CNN. Ahora es exactamente el momento adecuado para que eso ocurra.

Ben Burgis

Ben Burgis es profesor de filosofía y autor de Give Them An Argument: Logic for the Left. Es presentador del podcast Give Them An Argument.

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