Conservadurismo

La crisis migratoria inventada de Gran Bretaña

En Gran Bretaña, los debates sobre la inmigración se han centrado en las pateras, naves diminutas y a menudo abarrotadas que utilizan los solicitantes de asilo para cruzar el Canal de la Mancha desde Francia. Aunque estas travesías representan solo una fracción de la migración al Reino Unido, se han convertido en un tema político candente.

La nueva política del Partido Laborista («uno entra, uno sale») es un intento de equilibrar la devolución de los inmigrantes ilegales con el reasentamiento de un número igual a través de canales oficiales y estrictamente controlados. Esta medida es producto de un discurso político divisivo que reduce a las personas a meras fichas de negociación en un juego impulsado por el miedo. A medida que el primer grupo de inmigrantes es detenido en virtud de esta controvertida política del Partido Laborista, queda claro que el discurso exagerado en torno a la llamada «crisis de las pateras» se ha convertido en un elemento tóxico de la política británica. Los titulares advierten de fronteras desbordadas, de una invasión y de una nación sitiada.

Sin embargo, los hechos cuentan una historia diferente. El año pasado, menos del 10% de la migración neta total del Reino Unido correspondió a personas que llegaron al país en pequeñas embarcaciones. Aún más revelador es que los cruces han disminuido aproximadamente un 30% desde su pico de mediados de 2024, gracias en gran parte a la mayor cooperación entre el Reino Unido y Francia. A pesar de las pruebas evidentes, la narrativa de la «crisis» persiste, alimentada más por la postura política que por la realidad.

No es de extrañar que esta retórica alarmista haya sido alimentada por los sectores más extremistas de la derecha británica. El año pasado, Nigel Farage declaró sin tapujos: «Estamos dejando entrar a delincuentes disfrazados de solicitantes de asilo», una declaración ilustrativa del lenguaje deshumanizador que impregna gran parte del discurso. Sin embargo, lo más alarmante es que el Partido Laborista se ha tragado en gran medida este discurso de «crisis».

El partido de Keir Starmer no solo se ha hecho eco de esta dura retórica fronteriza, sino que ha promulgado activamente políticas que afianzan un discurso de miedo y división. El acuerdo de deportación «uno entra, uno sale» entre el Reino Unido y Francia es un ejemplo claro, ya que trata a los solicitantes de asilo vulnerables como delincuentes y los devuelve sumariamente, sin tener en cuenta las complejas realidades del desplazamiento. No se trata de un simple error político, sino de una legitimación imprudente del lenguaje extremista que alimenta la división y el miedo, lo que beneficia directamente a la extrema derecha.

Es importante destacar que detrás de estas frases políticas se esconde una profunda tragedia humana. Se trata de personas desesperadas que huyen de la guerra, la persecución y dificultades inimaginables, en busca de seguridad y dignidad. Las políticas destinadas únicamente a la disuasión, y las narrativas tóxicas de los medios de comunicación que las sustentan, reducen las vidas humanas a meras monedas de cambio político. Este encuadre implacable no solo deshumaniza a los solicitantes de asilo, sino que convierte su sufrimiento en munición política, erosionando la simpatía del público.

Quizás lo más decepcionante de todo es la obsesión del Partido Laborista por las pequeñas embarcaciones, que contrasta radicalmente con sus respuestas lentas y poco entusiastas a otras crisis mucho más urgentes. Las listas de espera del Sistema Nacional de Salud del país han alcanzado máximos históricos, mientras Starmer ha dado prioridad a su campaña contra los migrantes; más de siete millones de personas, el 10% de la población total del país, se encuentran atrapadas en largas esperas para recibir tratamientos vitales. La falta de vivienda ha aumentado un 20% solo en el último año, dejando a miles de personas sin refugio ni esperanza. En este contexto, la obsesión del Gobierno por una cuestión migratoria relativamente menor no solo es errónea, sino que constituye una distracción deliberada de los verdaderos retos a los que se enfrenta la nación.

El Partido Laborista debe romper este ciclo de alarmismo. Es hora de liderar con valentía, compasión y, sobre todo, con la verdad. Solo rechazando la división y adoptando políticas humanas y basadas en datos objetivos podrá el Reino Unido proteger las vidas de las personas vulnerables y devolver la integridad al debate sobre la inmigración.

Millie Sampson

Especialista en políticas migratorias y gubernamentales del Reino Unido.

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