Noam Chomsky, uno de los intelectuales más importantes del mundo que no necesita presentación, es famoso por sus precisos análisis de cuestiones geopolíticas y de la política exterior de Estados Unidos. Sus contribuciones a la erudición política y su crítica incisiva le han convertido en una de las principales autoridades en política mundial, aportando argumentos e ideas críticas para debates complejos como el actual conflicto entre Israel y Palestina y el papel de Estados Unidos. La perspectiva y la investigación únicas de Chomsky han dejado una huella indeleble en el estudio de la política y la diplomacia.
El conflicto entre Israel y Palestina, un asunto de larga data, ha recibido una gran atención por parte de académicos, políticos y activistas de todo el mundo. Dentro de este debate, las aportaciones de Chomsky revisten especial importancia. A lo largo de su vida, este distinguido lingüista y comentarista político examinó ampliamente este conflicto a través de sus obras escritas.
En sus primeras obras, como Guerra o paz en Oriente Medio (1975) y El triángulo fatal: Estados Unidos, Israel y Palestina (1983), Chomsky criticó duramente la política de Israel. Destacó que la creación de Israel en 1948 provocó la expulsión de cientos de miles de palestinos, un acontecimiento conocido como la Nakba, que en su opinión no se había abordado ni remediado lo suficiente.
La opinión de Chomsky sobre la Nakba (el desplazamiento palestino que se produjo durante y después de la invasión israelí de 1948 y la creación del Estado de Israel) es de profunda preocupación y condena. Chomsky reconoce la Nakba como un acontecimiento central y definitorio del conflicto entre Israel y Palestina y la considera una injusticia histórica. He aquí los principales ejes de la perspectiva de Chomsky sobre la Nakba.
Entiende que las cuestiones sin resolver derivadas de la Nakba, como el derecho al retorno de los refugiados palestinos, siguen siendo fundamentales para la dinámica del conflicto y apoya la reivindicación palestina del derecho al retorno, un aspecto clave para abordar las injusticias históricas de la Nakba. Reconocer y abordar el derecho al retorno es fundamental para cualquier resolución justa y duradera del conflicto.
Para el filósofo, reconocer el sufrimiento del pueblo palestino y comprometerse a hacer frente a las injusticias históricas derivadas de los acontecimientos de 1948 es esencial para encontrar una solución justa y duradera al conflicto entre Israel y Palestina. Su punto de vista destaca la importancia de reconocer las injusticias históricas y abordar sus consecuencias como parte de un debate más amplio sobre la paz y la reconciliación en la región.
La crítica de Chomsky a la ocupación israelí de los territorios palestinos es un tema recurrente en sus libros. El triángulo fatal aborda ampliamente esta cuestión. El detallado análisis de Chomsky revela su preocupación por el hecho de que la construcción de asentamientos israelíes en estas zonas ocupadas complique aún más la posibilidad de una solución de dos Estados, solución que considera necesaria para una paz duradera. Las opiniones del intelectual sobre la ocupación de los territorios palestinos y la construcción de asentamientos israelíes forman parte integrante de su análisis del conflicto.
Siempre ha expresado su profunda preocupación por estas cuestiones, que desempeñan un papel crucial en su valoración crítica. Su trabajo nos muestra que la ocupación israelí de los territorios palestinos, incluidos Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este, es una violación directa del derecho internacional. En varias ocasiones ha citado resoluciones de las Naciones Unidas y principios jurídicos —incluida la Cuarta Convención de Ginebra— que declaran ilegales estas ocupaciones y la ocupación continuada de Israel.
Chomsky cree que la ocupación israelí es el principal obstáculo para lograr una solución pacífica al conflicto, ya que perpetúa las tensiones, obstaculiza el desarrollo económico y erosiona gradualmente la confianza necesaria para unas negociaciones significativas entre israelíes y palestinos. El filósofo ha criticado duramente la política israelí de construcción de asentamientos en los territorios ocupados. Los considera no solo una violación del derecho internacional, sino también una estrategia deliberada para crear «hechos sobre el terreno» que dificulten cada vez más el establecimiento de un Estado palestino viable. Los asentamientos, afirma, fragmentan los territorios palestinos y hacen menos probable una solución de dos Estados.
Su historial de conferencias, clases, entrevistas y producción teórica hace hincapié en el impacto de la ocupación y los asentamientos en los derechos y la vida cotidiana de los palestinos. Sostiene que los palestinos que viven en estas zonas se enfrentan a graves restricciones de desplazamiento, acceso limitado a la tierra y los recursos y frecuentes enfrentamientos con el Ejército israelí. Estas condiciones han llevado a una situación en la que muchos palestinos sufren una falta de libertades básicas y de dignidad.
Además, Chomsky señaló que la expansión de los asentamientos contribuye a los cambios demográficos en los territorios ocupados, incluido un número cada vez mayor de colonos israelíes. En su opinión, este es un factor que complica la perspectiva de una solución de dos Estados, ya que los asentamientos están profundamente arraigados e interconectados con la sociedad israelí.
Chomsky pide la intervención internacional para resolver la cuestión de la ocupación y los asentamientos. Cree que la comunidad internacional, incluido Estados Unidos, debería utilizar su influencia para presionar a Israel para que detenga la construcción de asentamientos y entable negociaciones con los palestinos. Las opiniones del autor sobre la ocupación y los asentamientos son una parte central de su crítica más amplia a las políticas israelíes y al papel de Estados Unidos en su apoyo. Defiende una solución justa y duradera al conflicto que reconozca los derechos y aspiraciones de israelíes y palestinos y respete el derecho internacional.
Los militares israelíes han establecido puestos de control, barreras y controles de carretera que dificultan a los palestinos ir a trabajar, a la escuela o incluso acceder a los servicios básicos. Chomsky nos demuestra que estas restricciones afectan gravemente a la vida cotidiana de los palestinos y ha criticado la construcción de la barrera de separación, a menudo llamada «barrera israelí de Cisjordania» o «Muro del apartheid». Considera que esta barrera, que Israel erigió para separar Cisjordania de Israel, es un símbolo de injusticia que perturba a las comunidades palestinas, las aísla de su tierra y agrava las dificultades a las que se enfrentan en su vida cotidiana.
Chomsky también expresó su preocupación por el trato que reciben los prisioneros palestinos bajo custodia israelí. Refuerza los informes que existen desde hace tiempo según los cuales muchos palestinos, incluidos niños, son detenidos y sometidos a tratos vejatorios, como detención prolongada sin juicio, confinamiento en solitario y presuntos casos de tortura, lo que supone una nueva violación de las normas internacionales de derechos humanos.
Chomsky criticó lo que califica de castigo colectivo contra las comunidades palestinas. Esto incluye medidas como la demolición de casas y acciones punitivas contra comunidades enteras en respuesta a las acciones de individuos, y argumenta que estas prácticas violan el principio de responsabilidad individual y causan sufrimiento a personas inocentes. El célebre intelectual se ha pronunciado abiertamente sobre el bloqueo de la Franja de Gaza, en vigor desde 2007, lo considera una forma de castigo colectivo contra la población de Gaza y ha llamado la atención sobre las graves consecuencias humanitarias del bloqueo, como las restricciones a la circulación de personas y mercancías.
También ha criticado a Israel por fomentar el desplazamiento de sus ciudadanos a los territorios ocupados, lo que contribuye a la desposesión de los palestinos. La perspectiva de Chomsky sobre las violaciones de los derechos humanos y las injusticias en el conflicto palestino-israelí es una parte central de su crítica más amplia a las políticas israelíes y al papel de Estados Unidos en el apoyo a estas políticas en Oriente Medio. Pide que la comunidad internacional preste más atención a estas cuestiones y subraya la necesidad de respetar el derecho internacional y las normas de derechos humanos para hacer frente a los continuos desafíos de la región.
Chomsky, conocido crítico de la política exterior estadounidense, ha argumentado que Estados Unidos presta un apoyo sustancial a Israel por varias razones interconectadas. Para nosotros está claro que Estados Unidos ve a Israel como un aliado estratégico en Oriente Medio: su importancia geopolítica de la región —incluidas sus reservas de petróleo y su papel político mundial— lleva al país a considerar a Israel un socio valioso para proteger sus intereses. Chomsky argumenta en este artículo que Estados Unidos ve a Israel como un socio estable y fiable en una región caracterizada a menudo por la inestabilidad política.
Al apoyar a Israel, Estados Unidos pretende mantener una sensación de orden y estabilidad, que sirve a sus intereses y a los de sus aliados regionales, destacando el influyente papel de los grupos de presión pro-Israel en Estados Unidos, especialmente organizaciones como el Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC). Estos grupos tienen una gran influencia financiera y política, y animan a los políticos estadounidenses a apoyar a Israel.
Estados Unidos tiene una larga historia de apoyo a Israel, que se remonta a su creación en 1948. Las conexiones culturales, religiosas e históricas contribuyen a conformar este apoyo. Chomsky destaca los beneficios económicos que supone para Estados Unidos su relación con Israel, ya que Estados Unidos es uno de sus principales proveedores de ayuda y equipamiento militar, lo que a su vez refuerza económicamente la industria militar estadounidense.
El autor sugirió que el recuerdo del Holocausto, junto con un sentimiento de culpa, influyeron en el apoyo de Estados Unidos a Israel. Algunos ven la creación del Estado israelí tras la Segunda Guerra Mundial como una forma de rectificar los errores del pasado. Aunque Estados Unidos no es oficialmente un Estado religioso, Chomsky sostiene que los factores religiosos influyen en el apoyo a Israel. Para muchos estadounidenses, Israel tiene un significado religioso similar al de Tierra Santa para el cristianismo, lo que puede moldear la opinión pública y las decisiones políticas. Algo similar ocurrió durante el gobierno del expresidente Jair Bolsonaro en Brasil.
Los políticos estadounidenses a veces utilizan el apoyo a Israel para atraer a bloques específicos de votantes, especialmente judíos estadounidenses, que pueden sentir una fuerte conexión con Israel basada en lazos culturales e históricos. Estos factores, en opinión de Chomsky, contribuyen al multifacético apoyo a Israel en Estados Unidos. Esta perspectiva, de más está decirlo, ofrece un punto de vista alternativo al discurso dominante: la opinión pública sobre el tema es diversa y existen varias interpretaciones de los factores que influyen en la relación entre ambos países.
Aunque no respalda ni apoya al grupo, Chomsky ha abogado por el compromiso diplomático y las negociaciones como forma de abordar las causas profundas del conflicto. Su perspectiva hace hincapié en la importancia de considerar el contexto político y social más amplio a la hora de debatir sobre Hamás y subraya la importancia de comprometerse con el contexto político y social en el que opera Hamás.
En Gaza en crisis plantea que es necesaria la presión internacional sobre Israel para que cambie su política y cree que la solución de los dos Estados, con Israel y Palestina conviviendo en paz y seguridad, es el camino más viable para una resolución duradera. Sin embargo, expresa su profunda preocupación por la disminución de las probabilidades de una solución de este tipo debido a la continua expansión de los asentamientos israelíes en los territorios ocupados y sostiene que los asentamientos están dificultando cada vez más el establecimiento de un Estado palestino viable.
El pensador afirma que las condiciones para la paz se han deteriorado constantemente con el paso del tiempo. Atribuye este deterioro al conflicto en curso, a las políticas israelíes de asentamientos, a la cambiante dinámica política y a la violencia. Estos factores, afirma, han dificultado la celebración de negociaciones significativas. Chomsky ha apoyado el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), cuyo objetivo es presionar económica y políticamente a Israel para que resuelva las causas profundas del conflicto.
Aunque Chomsky aboga principalmente por una solución de dos Estados, reconoce a quienes han propuesto una solución de un Estado (en el que israelíes y palestinos compartan un único Estado democrático). Aunque no es su planteamiento preferido, lo considera una opción si la solución de los dos Estados resulta inalcanzable. Sin embargo, también ha expresado su preocupación por los posibles retos y complejidades de una solución de un solo Estado.
La perspectiva de Chomsky, en definitiva, hace hincapié en la necesidad de reevaluar el conflicto actual y renovar el compromiso de encontrar una solución justa y duradera. Destaca el papel de la presión internacional y de un cambio en el statu quo para crear condiciones que conduzcan a negociaciones significativas y a un camino hacia la paz. Sus reflexiones sobre el conflicto palestino-israelí, minuciosamente detalladas en sus obras, conferencias y entrevistas, ofrecen una visión profunda del contexto histórico, los problemas contemporáneos y las posibilidades futuras de este conflicto.
Se esté o no de acuerdo con sus fundamentos teóricos, los libros de Chomsky invitan a sus lectores a explorar esta cuestión desde un punto de vista analítico, crítico, histórico e inteligente. Sus contribuciones nos desafían a replantearnos la forma de ver el mundo y a buscar activamente una solución justa y duradera para Palestina.
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