Muchas personas reaccionaron a la variante Ómicron con desesperación: piensan que nunca saldremos de la pandemia. Otros simplemente la desestiman. ¿Cómo nos posicionamos frente a la evolución del virus y la incertidumbre que produce?
Artículos etiquetados como vacuna
Durante meses, los expertos advirtieron que dejar grandes zonas del mundo sin vacunar haría inevitables nuevas variantes.
Las naciones más pobres tienen mucho poder en sus manos. Lo único que necesitan es un poco de coraje para utilizar ese poder que tienen. Y esa valentía suele provenir de la organización popular.
Las horribles escenas de la India y Brasil demuestran que cuando los países ricos aumentan los beneficios de las farmacéuticas, la desigualdad se convierte en un apartheid mundial de vacunas. Cualquier retraso no hará más que agravar una crisis ya catastrófica.
Para hacer frente al escepticismo sobre las vacunas habrá que hacer algo más que tachar a la gente incrédula de irracional. Requerirá un compromiso genuino con la duda y la incertidumbre, que es también un principio fundamental del método científico.
Los cuarenta años de vaciamiento neoliberal del Estado son la causa del gran fracaso que enfrentamos al momento de vacunar rápidamente a todo el mundo.
Las empresas farmacéuticas recibieron alrededor de 10 mil millones de dólares del gobierno de Estados Unidos para la producción de vacunas. No se les exigió a cambio que las ofrezcan a precios justos ni que compartan los derechos de propiedad intelectual.
La gestión de la pandemia es el enésimo reflejo del conflicto de fondo entre capital y vida, entre intereses privados y bienes comunes, entre mercancías y derechos.
La vacuna contra el COVID-19 es una maravilla de la cooperación. La distribución de la vacuna muestra la crueldad del capitalismo.