Jair Bolsonaro presentó una demanda ante el tribunal electoral alegando que fueron máquinas de votación defectuosas las que le negaron la victoria en las elecciones de octubre. Aunque el tribunal falló en su contra, es evidente que no admitirá la derrota en breve.
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Para desterrar el bolsonarismo hacen falta más que urnas: es necesario desmantelar el proyecto de la extrema derecha y reconquistar el espacio del saludable debate democrático en un ambiente de pluralismo. Sin movilización activa ese objetivo es incumplible.
La histórica victoria de Lula, impensable hace apenas dos años, no podría haber ocurrido sin que millones de personas lucharan por ella. En tanto los partidarios de Bolsonaro se niegan a aceptar su derrota, la movilización será clave para asegurar la democracia.
El bolsonarismo sigue vivo en Brasil porque ha logrado erigirse en la «dirección política» de la mayor parte de la burguesía brasileña. Es urgente derrotar a la extrema derecha en todos los frentes, no solo el electoral.
Bolsonaro esperó a que las manifestaciones de sus seguidores tuvieran repercusión para pronunciarse, ya que nunca dejó de cultivar la posibilidad de un golpe. Esta duplicidad de respeto retórico a la ley y fomento de la conspiración golpista es el sello de su gobierno.
Después del ajustado triunfo electoral, el desafío del gobierno de Lula pasa por la consolidación de una nueva mayoría social, una tarea compleja en el actual clima de golpe de Estado disfrazado de «desobediencia civil».
La historia política de Lula se entrelaza con el desarrollo del movimiento obrero en Brasil. Sin analizar la lucha de clases no es posible entender la vitalidad duradera del liderazgo de Lula y del partido que ayudó a construir.
Lula derrotó al presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro. El veterano izquierdista se enfrentará a enormes desafíos, pero su triunfo ha dado a la política brasileña una nueva oportunidad tras una etapa desastrosa.
Independientemente de cuál sea el resultado de hoy, Brasil seguirá en un estado de gran conflicto. Es necesario atacar las políticas neoliberales si se quiere derrotar al bolsonarismo en el largo plazo.
El imperativo del momento es el voto a Lula en el balotaje. Como bien explicó Trotski hace casi un siglo, la condición necesaria para derrotar al fascismo es la más amplia unidad de todas las fuerzas del movimiento obrero.