El 28 de mayo de 1871 concluyó la semana sangrienta que puso fin a los setenta y dos días de la primavera parisina. ¿Cómo explicar la longevidad y la frescura de las que goza un acontecimiento tan efímero?
Notas publicadas en 150 años de la Comuna de París
La lucha, incluso derrotada, forma parte de la autoeducación política del bloque popular. Construir ese balance colectivo, reapropiar críticamente la experiencia, expande la teoría revolucionaria.
Repensar la Comuna no debe entenderse como un ejercicio académico o de nostalgia, sino militante. Porque como decía Walter Benjamín, debemos recuperar el arte de narrar la historia de tal manera que nos permita encender en el pasado la chispa de la esperanza en el presente.
En 1871 Mariano Severo Balcarce, yerno de San Martín, se encontraba en Londres en calidad de Ministro Plenipotenciario. Sus informes, enviados a la cancillería en Buenos Aires, relatan con horror los sucesos de la Comuna.
Un momento de la lucha de los oprimidos en el presente y un acontecimiento del pasado forman una constelación única que corre el riesgo de desaparecer si no es reconocida.
En 1871, en las fauces de la derrota bélica, una milicia revolucionaria tomó la ciudad de París para dar comienzo a un experimento de gobierno democrático. La Comuna que construyeron sigue inspirando a los militantes radicales hasta el día de hoy.
La Comuna de París tuvo impacto en distintas latitudes del mundo. En México, tanto los ideales de Plotino Constantino Rhodakanaty como los levantamientos campesinos que estos inspiraron llevaron la marca de los «communards».
Los acontecimientos parisinos de la primavera de 1871 demostraron que el gobierno de la clase obrera era posible.
¿Qué puede enseñarnos la Comuna de París? ¿Qué sentido tiene en el marco de las luchas de nuestra época?