Se cumple un año del gobierno de Javier Milei. Su llegada al poder fue el resultado de una crisis social profunda y, a la vez, de su capacidad para canalizar demandas de orden provenientes de los sectores populares.
Notas publicadas en Números
Donald Trump y sus aliados no lo ocultan: si ganan, van a lanzar una campaña de represión para destruir al movimiento propalestino y a la izquierda organizada.
Los teóricos de la globalización escribieron innumerables obituarios para la clase obrera, pero ignoraron el hecho de que el capitalismo crea sucesivamente nuevas clases obreras con nuevas fuentes de poder, padecimientos y reivindicaciones.

El cierre de un ciclo histórico para la izquierda global deja un panorama de desilusión. Mientras la extrema derecha avanza, la izquierda enfrenta su mayor crisis en décadas. Pero la situación sigue abierta e inestable. Es fundamental recoger pronto las lecciones del periodo pasado.
Por primera vez en la historia, una debacle económica de dimensiones globales se combinó con el ápice de una crisis subjetiva del proletariado. Este es el contexto en el que la extrema derecha está ganando terreno.
/tɹoʊl/, /tɹɑl/: En la mitología escandinava, ser maligno que habita en bosques o grutas. En internet…
Durante su primer siglo de existencia, la izquierda organizada se movilizó en torno a la «cuestión obrera»: quien determina qué y cómo se produce. Pero en los últimos años ha abandonado esta cuestión en favor de la desigualdad… Por su propia cuenta y riesgo.
La izquierda global ha atravesado transformaciones profundas desde los años setenta, que fueron desde el auge de los movimientos sociales hasta los ciclos de protestas sin líderes y el retorno al populismo. El resultado ha sido el agotamiento estratégico, y para revertirlo resulta indispensable volver a poner en el centro la organización política de clase

Tras el fin del «momento populista» que permitió un crecimiento tan masivo como fugaz de numerosas organizaciones de izquierda, es necesario un balance riguroso de los pocos beneficios y muchos problemas que dejó esa apuesta.
Aunque existen circunstancias en las que es posible lograr una distribución del ingreso menos desigual, pensar que el capitalismo puede ser domesticado hasta convertirlo en un sistema justo es una fantasía.