El rechazo a la invasión rusa no puede conducir al alineamiento con las acciones de los gobiernos occidentales.
Notas publicadas en Imperialismo
Los líderes occidentales condenan la invasión rusa de Ucrania, pero ellos mismos son profundamente cómplices del derramamiento de sangre en todo el mundo. Necesitamos un movimiento que se oponga a la guerra en todas partes.
La izquierda debe denunciar la invasión rusa pero también a la OTAN y a sus gobiernos aliados.
Las sanciones contra Rusia están siendo calificadas como una medida sin precedentes. Pero el mecanismo que utilizan ha sido probado a lo largo de una década en la eurozona.
La crítica al operativo de Putin es insoslayable en cualquier pronunciamiento de la izquierda. Pero ese posicionamiento debe ser antecedido por una contundente denuncia del imperialismo norteamericano como principal responsable de la escalada bélica.
Estados Unidos está haciendo exactamente lo que cabría esperar: intentar ejercer influencia en su antiguo «patio trasero». Las próximas elecciones en Colombia son una prueba clave.
Los habitantes de Okinawa llevan mucho tiempo haciendo campaña contra las enormes bases militares estadounidenses que dominan su isla. Pero el Estado japonés sigue adelante con la construcción de una nueva base en contra de su voluntad.
Rusia tiene todo el derecho a dejar claro que el despliegue de misiles de la OTAN en Ucrania es inaceptable. Pero la invasión de Putin es una aventura militar injustificable.
Antes de lanzar su invasión de Ucrania, Vladimir Putin afirmó que el país que ahora ataca es una creación bolchevique. Su visión mítica de la historia se inspira en el más oscuro imperialismo zarista.
Existe un sorprendente paralelismo entre la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin y las aventuras de Saddam Hussein hacia Irán y hacia Kuwait. Ambas ayudaron a fortalecer al imperialismo norteamericano.