La lucha contra el cambio climático requiere un cambio radical. Pero la idea del poscrecimiento vincula la visión de un futuro socialista a una reducción del rendimiento económico. Este es el camino equivocado.
Notas publicadas en Economía
El poder económico se traduce en poder político. La clase capitalista está subvirtiendo la democracia y controlando la vida de miles de millones mediante inversiones masivas en todo tipo de sectores, desde alimentos hasta armamento.
Los analistas de la financiarización a menudo la presentan como un signo de decadencia capitalista, pero la realidad es otra: el auge de las finanzas ha reforzado la dominación capitalista. La única forma de desafiar su poder es convirtiendo las finanzas en un servicio público.
El relato de la historia soviética post-1917 que suelen contar los marxistas es equívoco, sobre todo cuando se trata de comprender el significado de la Nueva Política Económica (NEP).
El dominio de las finanzas sobre la economía no es una desviación de un capitalismo industrial «bueno». Las finanzas y la industria son interdependientes, lo que significa que resolver problemas como la desigualdad y el cambio climático exigirá un enfoque anticapitalista.
Las particularidades de la etapa actual del capitalismo presentan tanto dificultades como oportunidades para América Latina. Pero para que la región logre defender sus intereses frente a las grandes potencias es indispensable que recupere la bandera del desarrollo.
Hace tiempo que muchos temen que la inteligencia artificial y los robots sustituyan a los trabajadores. Pero se presta menos atención al creciente uso de sistemas algorítmicos que crean lugares de trabajo cada vez más autoritarios y explotadores.
El capitalismo tal como lo conocíamos ha mutado tanto que ha dado lugar a un nuevo sistema. En el tecnofeudalismo, los usuarios contribuyen a la formación de capital con solo interactuar con las plataformas.
El economista Joseph Stiglitz lleva mucho tiempo criticando el neoliberalismo sin abrazar el nacionalismo ni el chovinismo. Su último libro, The Road to Freedom, reivindica el concepto para las fuerzas progresistas pero tiene un fallo importante.