La derrota del proyecto de nueva Constitución de Chile es un gran golpe. Pero el apoyo a la sustitución del documento de la era Pinochet sigue siendo fuerte, y la necesidad de acabar con el neoliberalismo es más vital que nunca.
Notas publicadas en Estado
Durante los 70 años de reinado de Isabel II la monarquía sirvió a un propósito: suprimir las divisiones políticas de Gran Bretaña en nombre de la unidad y la deferencia a la Corona.
La política uruguaya en tiempos de polarización. Dos años de gobierno de la coalición multicolor han generado una gran masa de desencantados, pero el Frente Amplio aún no consigue reconquistar a su base electoral.
Aunque más del 80% del electorado se había pronunciado a favor de reemplazar el texto pinochetista, la derecha hizo lo imposible por avivar ciertos temores e impedir la aprobación de la nueva Constitución.
La nueva Constitución de Chile pretende reemplazar el Estado subsidiario por un «Estado social y democrático de derecho». Pero, ¿qué tan fácil será deshacer uno de los pilares institucionales del neoliberalismo chileno?
La historia de la lucha de clases en Chile llega a un punto de inflexión: o se abre una etapa histórica de nuevo tipo o la vieja política de pacto entre clases medias y oligarquía retoma el control del proceso.
De aprobarse, la nueva Constitución ubicará a Chile como referente emergente del Sur Global. Las transformaciones que propone sientan un precedente valioso para imaginar mejores futuros.
La crisis política en Perú puede resolverse tanto por la restitución de las derechas desplazadas como por un momento democratizador que incluya un proceso constituyente… entre otras salidas insospechadas.
El gobierno británico ha intensificado las políticas discriminatorias que condujeron al escándalo Windrush de deportaciones ilegales. Su último plan de traslado forzoso de refugiados a Ruanda puede resultar inviable, pero esa crueldad teatral es un fin en sí mismo.