El Partido de los Trabajadores de Bélgica desafía la tendencia de los movimientos de izquierda a perder contacto con la clase trabajadora. ¿Cómo? Utilizando la organización comunitaria para construir un partido marxista con atractivo de masas.
Artículos publicados por: Grace Blakeley
Redactora de Tribune y conductora del podcast «A World to Win».La victoria de Trump fue posible porque supo apoyarse en las ansiedades de la clase trabajadora estadounidense sobre el declive económico. Y a menos que el programa económico de la izquierda sea igual de fuerte, seguirá dejando campo abierto para el avance de la derecha.
En la medida en que los economistas convencionales no se centran en la producción, sus modelos ocultan las formas en que se ejerce el poder dentro del sistema.
El neoliberalismo nunca consistió en reducir el Estado para liberar los mercados y aumentar la libertad humana. En su nuevo libro, Vulture Capitalism, Grace Blakeley sostiene que el neoliberalismo siempre ha tratado de ejercer el poder del Estado para maximizar los beneficios de los ricos.
En las dos últimas décadas, una sucesión de crisis ha provocado el ascenso de Estados autoritarios, mostrando de forma aguda cómo el capitalismo y la democracia nunca fueron compatibles para empezar.
A pesar de la predicción liberal de que la expansión de los mercados libres daría lugar a más democracia, el autoritarismo no hace sino aumentar. El capitalismo siempre defenderá las jerarquías ante la amenaza de la igualdad económica.
El nacionalismo desarrollista no es más que un pobre sustituto de la socialdemocracia.
EE.UU. procura construir una imagen halagadora de su triunfo en la Guerra Fría. Pero la verdad es bien distinta: la resistencia al capitalismo fue doblegada mediante masacres sistemáticas en el Tercer Mundo.
La obscena riqueza de los multimillonarios del mundo no solo les permite un estilo de vida lleno de lujos, sino que les da el control de la economía de la que el resto de nosotros depende para vivir. Esa es la realidad del «mercado libre» del capitalismo.
Implementar sanciones que apunten a hundir a los ciudadanos rusos en la pobreza es una política errónea e ineficaz. La verdadera base de poder de Putin son los 500 oligarcas más ricos de Rusia, pero castigarlos a ellos no está en los planes de Occidente.