La sumatoria de pequeñas medidas progresivas en los primeros 100 días impresionan, pero fueron parciales e insuficientes. Queda claro que Lula decidió gobernar «en frío» y no «en caliente», privilegiando los pactos con los partidos tradicionales sobre la movilización popular. Bolsonaro sigue políticamente «vivo» y no debe ser subestimado.
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El bolsonarismo no es un tigre sin dientes y sigue siendo necesario construir una nueva relación social de fuerzas. Para ello, el gobierno de Lula necesitará de la movilización social, porque «en frío», Brasil no cambia.
Jair Bolsonaro presentó una demanda ante el tribunal electoral alegando que fueron máquinas de votación defectuosas las que le negaron la victoria en las elecciones de octubre. Aunque el tribunal falló en su contra, es evidente que no admitirá la derrota en breve.
La histórica victoria de Lula, impensable hace apenas dos años, no podría haber ocurrido sin que millones de personas lucharan por ella. En tanto los partidarios de Bolsonaro se niegan a aceptar su derrota, la movilización será clave para asegurar la democracia.
El bolsonarismo sigue vivo en Brasil porque ha logrado erigirse en la «dirección política» de la mayor parte de la burguesía brasileña. Es urgente derrotar a la extrema derecha en todos los frentes, no solo el electoral.
Lula derrotó al presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro. El veterano izquierdista se enfrentará a enormes desafíos, pero su triunfo ha dado a la política brasileña una nueva oportunidad tras una etapa desastrosa.
Independientemente de cuál sea el resultado de hoy, Brasil seguirá en un estado de gran conflicto. Es necesario atacar las políticas neoliberales si se quiere derrotar al bolsonarismo en el largo plazo.
Lula ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil y todo indica que también ganará la segunda. Pero Bolsonaro y sus aliados superaron toda expectativa y la amenaza de la extrema derecha sigue pesando sobre Brasil.
Las próximas elecciones presidenciales de Brasil nos dejan ante dos alternativas: cuatro años más del gobierno reaccionario, corrupto y derechista de Jair Bolsonaro o la vuelta de Lula da Silva.
Lula corre con amplia ventaja en las encuestas, pero muchas de las condiciones que llevaron a Bolsonaro al poder permanecen.