Elecciones

Zohran lleva el movimiento de Bernie hacia el futuro

 

Al final, una parte funcionó. Meses de difamaciones. Meses de sabotaje desde el establishment demócrata. Acusaciones absurdas de antisemitismo. Y todavía más absurdas insinuaciones de que Zohran Mamdani sería un fundamentalista islámico encubierto que planea imponer la sharía en Nueva York.

Sin embargo, los votantes pudieron ver a través de todo eso. Se sintieron persuadidos por su mensaje: dar vuelta la página a las políticas financiadas por multimillonarios y hacer de Nueva York una ciudad más asequible para la clase trabajadora. Y le dieron una victoria contundente.

Esa victoria no habría ocurrido sin el camino que abrió Bernie Sanders con sus dos históricas campañas presidenciales, que dieron origen a un movimiento socialista democrático renovado y liderado por la generación millennial, del cual Zohran proviene. Bernie también comenzó su carrera política como alcalde local, y parece ver mucho de sí mismo en Mamdani.

Tras las primarias para la alcaldía —que en circunstancias normales habrían definido la elección, si no fuera porque el exgobernador Andrew Cuomo decidió tirar por la borda el manual del «vota azul [color del Partído Demócrata] sin importar quién» y presentarse como independiente—, Sanders se convirtió en el más destacado defensor de Mamdani en el escenario nacional.

Por supuesto, todos los funcionarios socialistas democráticos que han ganado cargos en los últimos años siguen, en cierto sentido, los pasos de Bernie. Miembros del llamado «Escuadrón» en el Congreso, por ejemplo, apoyan políticas de redistribución económica universalista y reivindican la etiqueta de «socialistas democráticos» que Bernie desempolvó en su primera candidatura presidencial, apenas dos años antes de que se eligieran los primeros «Berniecrats».

Pero Zohran es el heredero político de Bernie en sentidos muy particulares. En primer lugar, es —en una medida única— producto de la «izquierda millennial» posterior a Bernie. Participó activamente durante años en la principal organización de ese movimiento, los Democratic Socialists of America (DSA), antes de lanzarse a la política electoral.

En contiendas de alto perfil, las secciones locales del DSA a menudo han respaldado a candidatos sin vínculo orgánico con la organización. Mamdani, en cambio, es un verdadero producto del DSA de Nueva York (NYC-DSA) y de la cultura socialista de la ciudad. Esto incluso dio pie a un tedioso mini-escándalo durante la campaña por su pasado defendiendo «la socialización de los medios de producción», lo que revela la profunda influencia de la filosofía política del DSA en su formación. (Sus críticos parecen ignorar por completo cuántas grandes ciudades de países capitalistas liberales han sido gobernadas con éxito por partidos que mantenían esa socialización como horizonte político de largo plazo).

El segundo modo en que Zohran es heredero de Sanders es todavía más interesante. Una de las mayores virtudes de Bernie como comunicador de izquierda siempre ha sido su enfoque: aunque defiende sin reservas posiciones progresistas coherentes en cuestiones sociales, concentra su mensaje en llamados amplios y universales a la redistribución económica. Si lo despertaran en mitad de la noche, probablemente lo primero que diría sería: «Este es el único país desarrollado del mundo que no garantiza la atención médica como un derecho».

El éxito de Bernie, que prácticamente redibujó el mapa político estadounidense para abrir espacio a una izquierda robusta, no puede separarse de esa estrategia, que le permitió mantener cierta distancia de las mareas diarias de la guerra cultural. Entiende con claridad el trumpismo como una grave amenaza autoritaria para las normas de la democracia liberal, y apoya a los demócratas tradicionales cuando es necesario. Pero se ha convertido en el político más popular del país, en parte, por mantener una distancia deliberada del liberalismo demócrata convencional, en lugar de presentarse simplemente como su ala más radical. Durante años, las encuestas que lo enfrentaban directamente con Donald Trump mostraban que podría derrotarlo con holgura, gracias a su atractivo entre votantes persuadibles que, de otro modo, habrían votado republicano.

Desde el inicio de su campaña, Zohran ha buscado cultivar ese mismo tipo de atractivo. Tras la nueva victoria de Trump el pasado otoño, el futuro alcalde entrevistó a neoyorquinos de barrios obreros que habían votado por él, para entender qué preocupaciones y frustraciones los habían llevado en esa dirección. Y mientras muchos de los «Berniecrats» de la era posterior a 2016 han intentado combinar el programa económico de Bernie con apelaciones a la «tribu azul» en la guerra cultural, Zohran ha seguido el ejemplo del estilo comunicativo socialista de Sanders: mantener el foco, de forma implacable, en su mensaje económico unificador.

Después de meses de ataques racistas y de islamofobia —culminando en la insinuación del exgobernador Cuomo de que Zohran celebraría otro 11 de septiembre—, Mamdani tomó la sensata decisión de interrumpir brevemente su programación habitual para pronunciar un discurso conmovedor sobre la islamofobia. Como Bernie, responde directamente cuando le preguntan por cuestiones culturales.

Pero semana tras semana, mes tras mes, durante una campaña larga y agotadora, su mensaje constante sobre el odio y los prejuicios fue que son intentos de «dividirnos», momento en el cual regresaba a su tema central: hacer la ciudad más habitable para toda la clase trabajadora. Si despertaras a Zohran en mitad de la noche, probablemente balbucearía algo sobre «asequibilidad».

El escritor posliberal Sohrab Ahmari —que dista mucho de ser socialista— lo analizó con acierto tras la histórica victoria de Mamdani en las primarias:

Aunque ha dirigido mensajes específicos a comunidades neoyorquinas en videos en los que habla en hindi y en español, Mamdani suele reconducir cada conversación hacia los temas de clase e inequidad —la misión histórica de la «Vieja Izquierda» antes del llamado giro cultural y del auge de la política identitaria.
Un discurso de campaña en el que recordó el activismo de su padre contra las leyes Jim Crow fue ilustrativo. Aunque empezó hablando de discriminación racial en el pasado, no repitió el argumento progresista habitual de que el «racismo estructural» sigue vigente. En cambio, sostuvo que las libertades por las que lucharon figuras como Martin Luther King carecen de sentido si las clases trabajadoras y pobres están demasiado agobiadas económicamente como para ejercerlas.

Es imposible imaginar a Mamdani sacrificando a un grupo marginado en cuestiones como las protecciones antidiscriminatorias o la defensa contra los prejuicios. Pero hay un sentido evidente en el que ha tomado la antorcha del enfoque «la economía primero» de Bernie como estrategia política socialista.

Por supuesto, la historia del alcalde Mamdani está todavía por escribirse. Aunque ha sabido maniobrar con inteligencia en el espinoso tema del control policial —punto débil recurrente de los gobiernos municipales progresistas—, la posibilidad de que una relación tensa con el Departamento de Policía de Nueva York mine su gestión es considerable. Y aunque la gobernadora centrista Kathy Hochul se vio obligada a respaldarlo por las dinámicas internas de su partido, está por verse si cooperará a nivel estatal con algunas de las propuestas más ambiciosas de Zohran. Más en general, el poder de la clase multimillonaria en Nueva York es mucho mayor que en Burlington, Vermont, donde Bernie fue alcalde. Los desafíos por delante son enormes.

Sin embargo, todo indica que pocos políticos de izquierda están tan preparados como Zohran Mamdani para afrontarlos. Su alcaldía representa una oportunidad enorme para un movimiento socialista democrático que ha sufrido reveses importantes en los últimos cinco años. Si Trump, como parece inevitable, lo ataca constantemente y busca enfrentamientos con él (difícilmente podrá evitarlo), el cierre de filas del progresismo en torno a Mamdani como nuevo referente podría elevar el socialismo democrático como una alternativa vibrante frente al «liberalismo de resistencia» más viejo y menos eficaz.

Nadie sabe aún hacia dónde llevará todo esto. Pero una cosa está clara: Zohran es un socialista millennial formado entre nosotros y el destino de nuestro movimiento está ligado al suyo.

Ben Burgis

Ben Burgis es profesor de filosofía y autor de Give Them An Argument: Logic for the Left. Es presentador del podcast Give Them An Argument.

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