El artículo que sigue es una reseña de Multitudes: How Crowds Made the Modern World, de Dan Hancox (Verso Books, 2024).
En su poema en prosa de mediados del siglo XIX Las muchedumbres, el ensayista francés Charles Baudelaire declaró: «No a todos les es dado tomar un baño de multitud; gozar de la muchedumbre es un arte, y solo puede darse a expensas del género humano un atracón de vitalidad aquel a quien un hada insufló en la cuna el gusto del disfraz y la careta, el odio del domicilio y la pasión del viaje».
El enredado resumen lírico de Baudelaire sobre las multitudes y cómo apreciarlas subraya lo diabólicamente complejo que es este fenómeno. ¿Cómo deberíamos considerar algo tan variado y esquivo como la multitud moderna desde un punto de vista moral y político? ¿Son las multitudes expresión de una conciencia de masas positiva o, como parece sugerir Baudelaire en su poema, simplemente una excusa para sentimientos paradójicos de anonimato y misantropía, el refugio ideal para flâneurs y flâneuses privilegiados que deambulan por el paisaje urbano moderno en busca de emociones estéticas?
La mayoría de nosotros, desde la izquierda, tenderíamos a dar a las multitudes el beneficio de la duda y celebrar su potencial emancipador. Pero para ser brutalmente honestos, a menudo hay un matiz de perversión baudelairiana en el hábito izquierdista de valorar cierto tipo de reunión masiva (la protesta radical, la hinchada de fútbol, un concierto de algún grupo progresista) mientras se minimizan otros ejemplos bastante menos sabrosos, como las concentraciones de la extrema derecha, los disturbios contra los inmigrantes, o los cánticos racistas y homófobos en cualquier partido de fútbol profesional.
Quizá, de hecho, nuestra idealización de la experiencia colectiva se deba más al distanciamiento que a la familiaridad, dado que muchos de nosotros mantenemos una existencia mayoritariamente atomizada durante gran parte de nuestra vida cotidiana. Para decirlo sin rodeos, en nuestro solitario e hiperindividualizado siglo XXI, ¿merecemos realmente adorar a las multitudes?
Multitudes: How Crowds Made the Modern World, de Dan Hancox, responde a esta oportuna pregunta con un «sí» elocuente y conmovedor. Escritor de gran pasión y versatilidad, Hancox ha sido un decidido cronista de diversas experiencias del populismo de izquierda durante la última década, desde el experimento de gobierno socialista en el municipio andaluz de Marinaleda (explorado en su libro de 2013 The Village Against the World) hasta la escena grime londinense que fue el foco principal de su estudio de 2018 Inner City Pressure, uno de los pocos libros que abordan la música mainstream de nuestro siglo sin caer en la nostalgia.
Ahora, Hancox amplía su interés por lo extático y lo utópico para abarcar el asunto más abstracto de las multitudes. Pero aunque su tema es amplio y potencialmente etéreo, el estudio de Hancox no es una obra esotérica de alta teoría al estilo de Agamben, sino todo lo contrario. En una serie de capítulos eruditos y bien documentados, Hancox sigue el desarrollo de la multitud moderna desde el momento ampliamente baudelairiano de finales del siglo XIX (la época tanto de la Comuna de París como de una respuesta reaccionaria a ella en forma de la influyente polémica anticolectivista de Gustave Le Bon Psicología de las masas) hasta un telón de fondo más contemporáneo de festivales de música, protestas urbanas y, en última instancia, el controvertido panorama social de la pandemia.
Este enfoque cronológico significa que Multitudes es, ante todo, un manual de fácil lectura sobre la historia y la teoría de las multitudes. Pero también existe un hilo polémico que lo recorre. Aunque se cuida de reconocer que las multitudes no son para todos (especialmente para las personas no neurotípicas y las que tienen condiciones de salud específicas), Hancox deja claro desde el principio que él es, con una o dos sutiles salvedades, un entusiasta partidario de las multitudes.
Al adoptar esta postura, Hancox se ha visto claramente influenciado por ciertos acontecimientos clave de la historia reciente británica y europea, a pesar de las valiosas digresiones sobre la modernidad en el tiempo largo que encontramos en su estudio. Como muchas polémicas de la década de 2020, el punto de partida de Multitudes es el confinamiento y su experiencia de privación social extrema. Hancox describe cómo la cuarentena le hizo anhelar la «mezcla de hormigueo de ansiedad y vértigo en el momento en que sales por primera vez a una multitud de carnaval, fútbol o protesta, la sensación de sobreestimulación con los ojos como platos, las ondulantes ondas de ruido y color saltando y compitiendo por tu atención».
En manos más crédulas, esta tensión eufórica podría haber degenerado en un onanismo aceleracionista. Pero Hancox es muy bueno en pasar rápidamente de los placeres epicúreos de la colectividad a contextos políticos más realistas. Como él mismo dice, «darme cuenta de lo vitales que han sido para mí las experiencias multitudinarias también ha significado darme cuenta de cuánto están en peligro y de lo crucial que es defenderlas».
Si nos remontamos al período anterior a la pandemia, descubrimos que Hancox es un veterano de las protestas radicales de principios de la década de 2010 y, antes de eso, de las innumerables grime raves de la década de 2000 perseguidas por la vigilancia policial racista. Su visión de una cultura de masas política contemporánea en peligro (más que puramente estética) y la necesidad de defenderla ha sido evidentemente provocada por el recuerdo de los encuentros con lo que fue esencialmente una campaña del establishment sostenida, siniestra y, lamentablemente, bastante efectiva para sofocar el auge del izquierdismo millenial como fuerza social entre 2008 y 2019. Como tal, existe la sensación de que Multitudes debería verse como un grito oblicuo de ira ante lo que podría haber sido si todas esas raves clausuradas, protestas estudiantiles acorraladas y ridiculizados mítines izquierdistas hubieran sido capaces de alcanzar todo su potencial.
Pero, al final, esta es una obra de optimismo benjaminiano sobre el potencial del populismo de masas y la epifanía colectiva para enriquecer y expandir el futuro radical, no una elegía por un pseudoactivista perdido. Aunque Hancox no es capaz de predecir qué tipo de secuela de la cultura de protesta de la larga década de 2010 descubrirá la Generación Z con el tiempo, es persuasivo e inspirador al argumentar que las mareas de la historia moderna trazan cierto pronóstico para los próximos años. Como dice de manera simple y poderosa en un gran momento de su libro, «este es el momento de la multitud». Pocos de nosotros sabremos exactamente cómo hacer realidad esta idea ahora mismo, pero este libro optimista y escrito de forma brillante hace un trabajo maravilloso animándonos a querer averiguarlo.