Ante la pregunta de si Francia se encontraba en economía de guerra, el 1 de marzo, el ministro de Economía francés Éric Lombard respondió: «No, pero deberíamos estarlo».
En junio de 2022, el presidente francés Emmanuel Macron se dirigió a la industria de defensa del país, cuatro meses después de la invasión rusa a Ucrania. «Todo cambió», dijo Macron, argumentando que una economía de guerra sería necesaria para garantizar la defensa colectiva de Europa contra Rusia.
«Requerirá que los estados inviertan más y que exijamos más a nuestra industria», prometió Macron.
En los últimos días una serie de planes chovinistas, que prometen un gasto de billones de euros para construir una nueva década de defensa común europea, dejan claro que Francia está maniobrando para ser la potencia líder en el nuevo orden militar europeo.
Y eso a pesar de que, según las autoridades de la Unión Europea y el propio gobierno de Macron, Francia se enfrenta a un grave déficit presupuestario que debe abordar de inmediato.
Incluso antes de que Donald Trump fuera elegido, y antes de que él y su vicepresidente, J. D. Vance, se enfrentaran espectacularmente en directo por televisión con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, la idea de un plan de defensa colectiva en Europa había ido ganando terreno.
A nivel europeo, Macron es uno de los mayores defensores de esta idea y, desde su primera elección en 2017, abogó por lo que ahora se denomina «autonomía estratégica». La humillación de Zelensky solo acelera los planes de Macron, que ya venían desde hace tiempo, de salir de la sombra de Washington y hacer que Francia se convierta en la principal potencia militar de una Europa revitalizada y rearmada.
Los partidarios de la visión de Macron están dando ahora una vuelta de victoria mientras el Reino Unido y Alemania discuten una ruptura militar sin precedentes con los Estados Unidos, que incluye abandonar el «paraguas» nuclear estadounidense para pasar a la protección de los misiles franceses.
Además de debatir proyectos para aumentar la financiación europea a Ucrania, ahora también se está debatiendo un plan de remilitarización a gran escala para el continente. Ucrania produce alrededor del 55 % del material militar que necesita. Antes de que Trump cortara los envíos de armas el pasado lunes 3 de marzo, recibía alrededor del 20% de Estados Unidos, mientras que el 25% restante procedía de Europa.
En un discurso pronunciado ese mismo día, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, declaró que la UE se encontraba ahora «en una era de rearme» y prometió un tramo inicial de 150.000 millones de euros en préstamos a los Estados miembros para inversiones militares.
«Vivimos en los tiempos más trascendentales y peligrosos. No necesito describir la gravedad de las amenazas a las que nos enfrentamos, ni las devastadoras consecuencias que tendremos que soportar si esas amenazas se materializan», anunció Von der Leyen con total naturalidad, antes de presentar un plan para «rearmar Europa» que podría suponer la movilización de 800.000 millones de euros adicionales para gastos militares.
El Wall Street Journal, citando a «funcionarios occidentales actuales y anteriores», informó de que Ucrania tendría suficiente material para seguir defendiendo su territorio hasta mediados de 2025.
Estados Unidos también cortó la asistencia de inteligencia a Ucrania y, según se informa, impidió que Gran Bretaña comparta la inteligencia estadounidense con Kiev.
Mientras que Europa puede seguir proporcionándole a Ucrania municiones, la inteligencia y el armamento sofisticado de Estados Unidos serían los más difíciles de reemplazar de inmediato sin una sustancial inversión militar europea. Los sistemas de alta tecnología como los misiles balísticos tierra-tierra, la artillería de cohetes de largo alcance, los sistemas avanzados de defensa aérea y los sistemas de navegación serían las carencias más costosas de suplir. Las promesas actuales de Europa de aumentar el gasto militar aparentemente abordarían estas limitaciones, aunque es dudoso que Ucrania pueda seguir luchando mientras tanto, sin tener que aceptar algún acuerdo impuesto por Washington.
Con los planes de «soberanía de defensa» europea en plena ebullición, las industrias de defensa francesa y alemana están ubicándose para obtener enormes ganancias inesperadas de los planes militares que circulan.
Incluso antes de la disputa de Zelensky con Trump y Vance, las empresas de defensa francesas como Thales, Safran y Dassault Aviation se disparaban en el mercado de valores. Thales subió un 31% desde principios de año, Safran un 13% y Dassault Aviation un 19%, todo ello por el temor y la esperanza de que el abandono de Ucrania por parte de Trump fomentara el gasto europeo en armamento.
Tras la explosión de Zelensky, Dassault subió otro 14% y Thales, no muy lejos, un 11%. Es una situación similar a la de Alemania, donde el esperado levantamiento de los límites de endeudamiento bajo la coalición entrante, liderada por los demócratas cristianos de Friedrich Merz, también impulsó subas bursátiles de dos dígitos para las empresas alemanas que proveen a fabricantes de armas como Thyssenkrupp, Rheinmetall y Renk.
La deuda francesa sigue siendo elevada
A principios de marzo, Macron anunció que Francia gastará entre el 3 y el 3,5 por ciento de su PIB en el ejército, y le pidió a la UE que invierta 200.000 millones de euros en defensa común. Esto marca un cambio sorprendente en la retórica en torno a la deuda pública.
Después de que Macron convocara elecciones anticipadas en junio del año pasado, la Comisión Europea le había advertido a Francia que se enfrentaría a una disciplina presupuestaria por sostener un déficit de su presupuesto superior al 3% del PIB. Cuando la Comisión hizo ese anuncio, el déficit presupuestario de Francia era del 5,5% y se preveía que bajara a 5,3% a finales de año.
Pero antes de las agotadoras negociaciones presupuestarias que comenzaron el año pasado y se prolongaron hasta mediados de febrero, se preveía que el déficit de Francia fuera del 6,1% del PIB. El nuevo presupuesto de Francia bajo el mandato del primer ministro François Bayrou, que incluye 50.000 millones de euros en recortes de gastos, prevé ahora un déficit del 5,4%.
Según la normativa presupuestaria de la UE, los Estados miembros no deben mantener un déficit presupuestario superior al 3%, aunque Francia siempre eludió estas normas. El límite de deuda de la UE no se basa en nada científico y fue inventado por los asesores del expresidente francés François Mitterrand como una forma de evitar cumplir las promesas de gasto que le había hecho a sus aliados del Partido Comunista Francés cuando fue elegido en 1981. En la práctica, la norma se utiliza con mayor frecuencia como palanca política para impedir que los Estados miembros de la UE financien el gasto social o inviertan en desarrollos no impulsados por el mercado.
Un cúmulo de sombrías previsiones económicas para Francia, incluida una perspectiva negativa de la agencia de calificación de bonos S&P, desencadenó otra ronda de promesas por parte de la clase política francesa para seguir reduciendo el déficit. Esto incluye planes para crear nuevas comisiones parlamentarias que supervisen el gasto y para equilibrar cualquier nuevo crédito de guerra con una reducción de los créditos ya asignados a otras pareas en el presupuesto.
Si el déficit sigue siendo elevado y Francia no logra cumplir sus anémicas proyecciones de crecimiento de al menos un 1% este año, también se planta la posibilidad de introducir un nuevo presupuesto modificado. En cualquier caso, los planes para el presupuesto de 2026 ya incluyen más recortes.
Como expresó el ministro de Economía, Bruno Le Maire, Francia quiere un «margen de maniobra» para poder «recuperar una mayor autonomía estratégica». Eso significa aumentar el gasto militar y reducir el déficit. Pero, ¿cómo?
Después de que el discurso de Vance en la Conferencia de Múnich conmocionara a los atlantistas liberales a mediados de febrero, Von der Leyen pidió que se relajaran las normas presupuestarias europeas, eximiendo el gasto militar del cálculo de los déficits presupuestarios nacionales.
Von der Leyen propuso habilitar una herramienta presupuestaria de la UE, utilizada por primera vez durante la pandemia de COVID-19, para permitir la flexibilidad fiscal, lo que significaría que el nuevo gasto militar francés no contaría para el límite de déficit presupuestario del 3%. Gran parte del déficit actual de Francia proviene del aumento del gasto en la era COVID, que nunca se compensó debido a una serie de recortes fiscales regresivos aplicados por Macron.
Macron y su gobierno están de acuerdo con los planes de Von der Leyen, que piden un déficit europeo compartido en materia de defensa.
«En circunstancias tan peligrosas como estas, tenemos que excluir el gasto militar de las normas europeas sobre déficit», le dijo Bayrou a Le Figaro a finales de febrero. «Al construir una industria de defensa, nuestro país hizo esfuerzos que otros países no hicieron. Es un activo considerable».
Fuera de las matemáticas del déficit, el gobierno también está discutiendo la introducción de nuevas cuentas de ahorro en las que los franceses puedan invertir para financiar el esfuerzo bélico. El pasado mes de febrero, el senador del Partido Socialista Rachid Temal presentó una ley para crear una cuenta de ahorro de «defensa y soberanía». En una mesa redonda del Senado el 20 de febrero, el gobernador del Banco de Francia propuso otra cuenta de ahorro que financiaría el gasto militar.
En su discurso ante el Senado francés del miércoles 5 de marzo, Bayrou optó por un perfil belicoso en el que pedía una alianza militar europea, algo que, según él, «siempre fue el mensaje de Francia, desde el general de Gaulle». «Tenemos una población de 450 millones de personas, y si se suma el Reino Unido, tenemos 520 millones de personas», le dijo Bayrou a los senadores franceses:
La población rusa es de 145 millones. Si se compara el PIB de ambos, se ve que la UE tiene 17 billones de euros y Rusia unos 2 billones. Si se comparan los arsenales, se descubre que los ejércitos europeos tienen 2,6 millones de soldados, más del doble de los que podrían alinearse con la Federación Rusa. Tenemos 15 000 aviones, mientras que Rusia tiene 5000. Si comparamos la artillería, nosotros tenemos 15 000 y Rusia tiene menos de 10 000.
En el Senado, la senadora del Partido Comunista Francés Cécile Cukierman se opuso a la propuesta, advirtiendo que el aumento del gasto militar conduciría a una «bomba social».
El diputado de La France Insoumise David Guiraud le dijo a Jacobin en enero que la crisis del déficit fabricado de Francia formaba parte de un plan premeditado para recortar el gasto social.
«Los capitalistas franceses nunca toleraron la seguridad social», dijo entonces Guiraud. «Cuando se creó (…) eran cientos de miles de millones de euros que escapaban a la lógica del sector privado, cientos de miles de millones de euros con los que no podían obtener beneficios. Saben que están quebrando la seguridad social. Lo saben. Creo que esto es mayormente deliberado».
Aumentar el gasto militar mientras se intenta mantener la «disciplina fiscal» dará lugar a lo mismo. Una columna de Janan Ganesh en el Financial Times del 5 de marzo, titulada «Europa debe recortar su estado de bienestar para construir un estado de guerra» reveló el juego de forma aún más directa.
«El Estado de bienestar tal y como lo hemos conocido debe retroceder un poco: no basta con que dejemos de llamarlo así, sino que debe doler», escribió Ganesh.
La amenaza de guerra es un motivo útil.
«El malestar crónico no es suficiente», explicó Ganesh. «Tiene que entrar un elemento de miedo real, como quizás ocurrió ahora».
Y como señaló el semanario francés Le Canard enchaîné en un artículo que destacaba el repunte del mercado de valores para los proveedores militares, la última vez que Francia pidió grandes préstamos para defensa fue en 1939.
El gasto en defensa, por tanto, no solo sirve de combustible para las ambiciones geopolíticas de Macron, sino también como pretexto para recortar aún más el modelo social francés.