En un movimiento inesperado, el presidente Biden anunció el martes que su administración retirará a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo. También suspendió el Título III, una controvertida ley que había ahogado la inversión extranjera en Cuba, y eliminó una «lista restringida» de entidades cubanas que incluía docenas de hoteles.
Estas medidas, que habrían sido trascendentales para las relaciones entre Estados Unidos y Cuba si se hubieran producido cuatro años antes, podrían perder pronto su sentido.
«La suspensión del Título III y la eliminación de Cuba de la lista de terrorismo ni siquiera entrarán en vigor hasta después de la toma de posesión de Trump. Ambas pueden ser revertidas por Trump este mismo lunes», dijo William LeoGrande, profesor de Gobierno en la American University y experto en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. «Estos habrían sido grandes movimientos si se hubieran producido la primera semana de el gobierno de Biden, no en la última».
Ayer la administración saliente describió estos movimientos como «pasos unilaterales», pero más bien parecen haber sido un quid pro quo. Un funcionario de Biden dijo que esperaba que las medidas condujeran a la liberación de «las muchas docenas de cubanos arrestados en relación con las protestas de julio de 2021». Más tarde ese mismo martes, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, publicó en X/Twitter que su país tomaba la «decisión unilateral y soberana» de liberar a «553 personas sancionadas por diversos delitos».
Tanto Cuba como Estados Unidos afirmaron que la Iglesia católica había desempeñado un papel fundamental en la liberación de los presos.
Poco y tarde
No existen «pruebas creíbles en este momento de que Cuba esté apoyando el terrorismo internacional», declaró un alto funcionario de la administración en una rueda de prensa celebrada el martes. Tampoco había pruebas creíbles de que Cuba apoyara el terrorismo cuando Trump la incluyó en la lista ocho días antes de dejar el cargo.
Se esperaba que Biden, que como vicepresidente había formado parte del histórico acercamiento de Barack Obama a la isla, revocara la designación terrorista de Cuba. En cambio, hizo caso omiso de los llamamientos a retirar a Cuba de la lista procedentes de todo el espectro político —incluidas las Naciones Unidas, antiguos altos funcionarios estadounidenses y miembros de su propio partido— hasta ahora.
«Es un acontecimiento positivo», afirmó Carlos Alzugaray, exdiplomático cubano. «Desgraciadamente, puede haber llegado demasiado tarde». Además de retirar a Cuba de la lista de países terroristas, la administración Biden también suspendió el Título III de la Ley Helms-Burton de 1996. El Título III permite a los reclamantes estadounidenses cuyas propiedades fueron nacionalizadas durante la Revolución Cubana demandar a empresas por hacer negocios en esas propiedades.
Se presentaron decenas de demandas contra empresas estadounidenses y europeas después de que Trump activara el Título III en 2019. Las demandas sirvieron para disuadir a los inversores temerosos de ser arrastrados a los tribunales estadounidenses, aislando aún más a Cuba.
La designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo, el Título III y las otras sanciones impuestas por Trump y mantenidas por Biden ayudaron a devastar la economía cubana y a alimentar una migración sin precedentes a Estados Unidos.
La reacción
Según el politólogo experto en América Latina William LeoGrande, Trump puede revertir la designación de la lista de terrorismo y la suspensión del Título III en cualquier momento. Lo mismo ocurre con la lista de entidades restringidas, aunque la administración Trump «puede querer esperar y elaborar un nuevo conjunto de regulaciones que vayan más allá de lo que hicieron en 2017, algo que llevaría varios meses».
Las dos figuras clave que dieron forma a la política estilo Guerra Fría de Trump durante su primer mandato están de vuelta para cumplir su papel en esta secuela. Dos cubano-estadounidenses derechistas como Marco Rubio y Mauricio Claver-Carone serán secretario de Estado y enviado especial para América Latina, respectivamente.
Claver-Carone indicó que la revocación de las medidas de Biden podría no ser inmediata. «Hay un proceso, así que llevará tiempo, pero mientras tanto podemos tomar otras medidas que tendrán un impacto aún mayor», dijo al New York Times.
Pero incluso en el caso de que Trump no revocara inmediatamente las medidas de Biden, no se espera que estas tengan un impacto a corto plazo. Es poco probable que los bancos y las empresas extranjeras reticentes a relacionarse con Cuba cambien de opinión con Rubio y Claver-Carone al frente de la política hacia América Latina.
Y, mientras tanto, el embargo estadounidense contra Cuba sigue firme. «Si la administración Trump mantiene la decisión de retirar a Cuba de la lista de países terroristas, sería una victoria significativa para Cuba», dijo Alzugaray. «Pero no cambia el problema de fondo: la guerra económica que Estados Unidos lleva a cabo contra Cuba».
Todo apunta a que la administración Trump intensificará esta guerra, con el apoyo de un Congreso controlado por los republicanos. «Vamos a recordarle a Trump [la eliminación de Cuba de la lista de terroristas] el lunes cuando asuma el cargo», dijo la representante María Elvira Salazar (republicana por Florida) en un video publicado en X/Twitter junto con sus colegas cubano-estadounidenses, el representante Mario Díaz-Balart y el representante Carlos Giménez. «Trump puede revertir eso la semana siguiente, por lo que tal vez los cubanos tengan una fiesta muy corta y solo sean un par de semanas fuera de la lista de países terroristas».
Las señales del modo en que Trump piensa responder a los movimientos de última hora de Biden podrían comenzar a llegar esta misma semana, cuando comiencen las audiencias de confirmación de Rubio ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.