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Carlo Rosselli sentado con un grupo de miembros del movimiento antifascista italiano Justicia y Libertad en la década de 1930. (Portafolio de Mondadori / Getty Images)

Lecciones del antifascismo italiano

UNA ENTREVISTA CON
Traducción: Florencia Oroz

No se puede entender el antifascismo si no se entiende el fascismo, tanto en sus formas contemporáneas como en las históricas.

Entrevista por Chris Maisano

El movimiento antifascista italiano Giustizia e Libertà («Justicia y Libertad») recuerda la ocurrencia de Brian Eno sobre el primer álbum de la Velvet Underground: solo vendió diez mil copias en su momento, pero todos los que lo compraron formaron un grupo.

Giustizia e Libertà no era un movimiento de masas, pero atrajo a varios de los principales intelectuales antifascistas de la época, muchos de los cuales llegaron a desempeñar papeles clave en la vida intelectual, política y cultural italiana de posguerra. Su principal figura, Carlo Rosselli, no vivió para ver el impacto a largo plazo de la influencia de su movimiento. Los fascistas franceses, dirigidos por agentes del régimen de Benito Mussolini, asesinaron a Carlo y a su hermano Nello en París en 1937. Su funeral congregó a 100.000 personas en las calles, lo que atestigua la condición de militantes antifascistas de los hermanos (pero especialmente de Carlo) a los ojos de sus contemporáneos.

A pesar de ello, el recuerdo de Giustizia e Libertà ha caído en el olvido fuera de Italia. Esto ha sido una pérdida para los antifascistas y socialistas de todo el mundo, porque Giustizia e Libertà dejó tras de sí un tesoro de ideas e inspiración para una nueva generación que se enfrenta al resurgimiento de los movimientos fascistas y de derecha radical en todos los continentes.

El estudio del académico italiano Marco Bresciani sobre Giustizia e Libertà, Learning from the Enemy: An Intellectual History of Antifascism in Interwar Europe, comienza la labor de recuperar su memoria para un nuevo público. Chris Maisano, de Jacobin, conversó con Bresciani sobre su libro, la historia de Giustizia e Libertà y sus principales figuras, y la relevancia del movimiento para nuestro tiempo.

 

CM

Hábleme un poco de los orígenes del proyecto. ¿Por qué escribir un libro sobre Giustizia e Libertà?

MB

Es el resultado de una larga trayectoria que comenzó a finales de los años noventa. El interés original era la compleja relación entre antifascismo y comunismo. Mi principal interés era tratar de averiguar cómo repensar el antifascismo de nuevas maneras. Por aquel entonces, había mucho debate público en Italia sobre el antifascismo, con especial atención a Giustizia e Libertà y el Partito d’Azione.

Entonces me interesé por Andrea Caffi, un intelectual y revolucionario de origen ruso que formaba parte de la red de Giustizia e Libertà pero que tuvo una vida fascinante, la mayor parte del tiempo exiliado en Francia. Estuvo implicado en el movimiento revolucionario ruso y participó en el experimento bolchevique antes de oponerse al movimiento y al régimen de Mussolini, siendo siempre muy crítico con la Unión Soviética de [Iósif] Stalin. Así que escribí su biografía, y esta fue mi visión de los debates, la historia y las experiencias de Giustizia e Libertà.

Luego llegó la crisis económica de 2008 y su reacción geopolítica, con el ascenso de nuevas fuerzas nacionalistas y populistas de derecha. A la luz de estos nuevos problemas, el interés original por la relación entre antifascismo y comunismo se volvió mucho más complejo. La idea era pensar de qué manera se había entendido la gran crisis económica, política y civilizatoria de los años 30 y qué herramientas se idearon para hacerle frente. La idea del libro era reunir la historia del propio grupo junto con algunas de las principales biografías de las personas que participaron de él —en primer lugar, por supuesto, Carlo Rosselli— y luego situar la historia del grupo en el contexto de la Europa de entreguerras.

 

CM

Carlo Ginzburg habló de la idea de Vittorio Foa de aprender del enemigo: en este caso, la necesidad de aprender del fascismo. De ahí, entiendo, el título del libro. ¿Qué pensaban Foa y sus compañeros antifascistas que podían aprender del fascismo?

MB

Mi conversación con Carlo Ginzburg, que aún continúa, fue un elemento importante en el replanteo del libro. Como ya he dicho, pensé que Giustizia e Libertà proporcionaba un excelente estudio de caso para repensar el antifascismo de forma más realista. Pero, partiendo de ese punto, la idea de aprender del enemigo reconceptualiza la relación entre fascismo y antifascismo en muchos sentidos. Este es un libro no solo sobre el antifascismo, sino también sobre el fascismo.

La idea aquí es que no se puede entender realmente el antifascismo si no se entiende el fascismo. No es posible comprender el fascismo y el antifascismo si no se piensa en ellos como parte de un proceso dinámico, como fenómenos que tienen diferentes interacciones y conexiones que cambian con el tiempo.

El fascismo supuso una ruptura importante en la historia europea. Giustizia e Libertà rechazó y luchó contra las soluciones fascistas a la crisis europea, pero su idea era que, en muchos sentidos, el fascismo catalizó algunas de las principales características de la crisis política, social, económica e intelectual de Europa derivada de la Gran Guerra y sus resonancias. La idea era aceptar las cuestiones planteadas por los desafíos fascistas al tiempo que se rechazaban y combatían las soluciones de los fascistas.

En consecuencia, en reiteradas ocasiones el libro trata de explicar una especie de actitud ideológica y antideológica, una actitud retórica y antirretórica, y una posición moralista y antimoralista, porque Giustizia e Libertà sabía que el fascismo era una respuesta posible, incluso plausible, pero terrible a la crisis europea, y por eso la rechazó.

 

CM

¿Cómo percibía Giustizia e Libertà las cuestiones que planteaba el fascismo?

MB

En primer lugar, hay que precisar que se trataba de un grupo de personalidades distintas y fuertes. Tenía perspectivas muy distintas y actitudes muy diferentes frente al fascismo, aunque había puntos en común que unificaban al grupo.

Por ejemplo, mientras Caffi sostenía que la Gran Guerra y las revoluciones rusas habían supuesto una ruptura importante en la historia europea, Carlo Rosselli pensaba que el ascenso del fascismo había sido un punto de inflexión en la Italia de posguerra. Según Rosselli, había que remodelar el orden social, político y económico de la Italia liberal para dar una especie de respuesta. La idea era recurrir a su propia interpretación de la tradición nacionalista italiana y combinarla con la perspectiva liberal, democrática y socialista. Había que remodelar el Estado nacional hacia una perspectiva liberal socialista y luego cada vez más federalista, y arrebatar la idea de nación a los fascistas.

Pero también estaban muy atentos —al igual que los fascistas— a cómo una idea de Europa podría también proporcionar un conjunto de soluciones a los problemas y conflictos derivados de la Gran Guerra, la desintegración de los imperios continentales en Europa Central y Oriental, y la crisis de la democracia liberal. En cierto sentido, esto implicaba situarse en el terreno impuesto por los fascistas y buscar después soluciones diferentes.

Otro ejemplo es el interés de Giustizia e Libertà por el corporativismo. Analizaron y debatieron las formas en que los gobiernos autoritarios y antiliberales intentaron arreglar la depresión económica posterior a 1929, pero buscaron formas creativas de entrecruzar la política y la economía como bases de una Italia y una Europa nuevas y postfascistas.

 

CM

¿Qué veían Rosselli, Foa y otros en la tradición nacional italiana, en lo que significaba ser italiano, que pudiera ser útil para los antifascistas en la lucha contra el fascismo?

MB

Volvieron la mirada al pensamiento de Giuseppe Mazzini y Carlo Cattaneo como puntos de referencia para una nueva idea de Italia. Al mismo tiempo, intentaban establecer nuevas relaciones entre el Estado y la sociedad en términos democráticos, liberales y socialistas. Mazzini era un punto en común para fascistas y antifascistas, pero los antifascistas tuvieron que luchar para apropiarse de las ideas de Mazzini y convertirlas en fuente fundacional de su propio proyecto político, alejándolo de las interpretaciones fascistas.

El pensamiento de Cattaneo cobró importancia en la medida en que intentaba repensar y remodelar el Estado-nación italiano centralista de forma federalista, en el mismo momento en que la cultura fascista intentaba legitimar la transformación autoritaria del Estado y reforzar sus tendencias centralizadoras. Sin embargo, aún más importante en este sentido fue la lección proporcionada por los experimentos de posguerra con acciones colectivas en las fábricas y el campo, con consejos de obreros y campesinos y con nuevas formas de participación popular desde abajo, como los soviets de la Rusia revolucionaria, y demás. Todas estas energías revolucionarias se canalizaron en nuevas ideas de federalismo social, como en el caso de Leone Ginzburg, padre de Carlo Ginzburg.

Por otra parte, no todos los asociados a Giustizia e Libertà estaban de acuerdo con este planteamiento. Andrea Caffi, por ejemplo, cuestionó realmente este intento de apropiarse de la tradición del Risorgimento italiano de los fascistas y no vio ningún potencial revolucionario y antifascista en el nacionalismo. Lector apasionado de [Alexander] Herzen y [Pierre-Joseph] Proudhon, desarrolló una idea muy crítica del enfoque nacionalista de la crisis europea. En particular, se basó en su experiencia de los colapsos imperiales posteriores a 1918 en Europa Central y Oriental, y sabía que solo un reasentamiento federalista podría funcionar mucho mejor que el Estado-nación para evitar una nueva guerra catastrófica. Cuando se acercó a Giustizia e Libertà, Nicola Chiaromonte mantuvo la actitud crítica de Caffi hacia el nacionalismo y ambos chocaron con el intento de Rosselli de apropiarse de la tradición nacionalista italiana.

 

CM

Tomemos a Mazzini como ejemplo de estas luchas por el significado de la historia nacional italiana. ¿Qué vio cada bando en Mazzini y cómo lo incorporó a su concepción de lo que debía ser Italia?

MB

La Gran Guerra se consideró un poderoso detonante para superar los límites del Risorgimento y completar la construcción nacional de Italia, y esto se convirtió de hecho en un terreno común para fascistas y antifascistas.

Los estudiosos del antifascismo han descuidado en cierta medida estos puntos en común. Los fascistas tomaron de Mazzini la idea de una revolución nacional, la idea de que un Estado-nación italiano podría lograrse cuando toda la comunidad se implicara en la construcción de la nación. Estaban convencidos de que, tras la Gran Guerra, había llegado el momento de culminar el Risorgimento con una revolución nacional republicana, y esta era la tarea de Mussolini.

Los antifascistas también estaban interesados en esta idea de revolución nacional, y también estaban convencidos de que el Risorgimento era un proceso aún por realizar. Esto también formaba parte del pensamiento de Rosselli. Había nacido y crecido en el seno de una familia judía y nacionalista italiana, implicada en la campaña intervencionista para que Italia participara en la Gran Guerra. Pero él pensaba que este proceso debía venir de abajo, de la propia sociedad italiana. La idea era reunir todas estas fuerzas para crear un nuevo Estado-nación, y en la perspectiva de Rosselli debía ser un Estado-nación socialista liberal.

 

CM

Como dice, Rosselli y otros giellisti tenían la idea de completar el Risorgimento conduciéndolo en una dirección socialista, liberal y democrática. Esto me recuerda las ideas de Antonio Gramsci sobre lo «nacional-popular», sobre la construcción de un movimiento enraizado en la clase obrera pero que se esfuerza por proporcionar liderazgo a la nación en su conjunto.

MB

Al igual que Rosselli y otros miembros de Giustizia e Libertà, Gramsci también formó parte de esta cultura de principios del siglo XX que intentó renovar radicalmente la Italia liberal. Estaba muy inmerso en esta cultura vanguardista e idealista en la que una figura como Georges Sorel también desempeñaba un papel importante. La idea de unas élites —morales, políticas e intelectuales, sobre todo— que intentaban renovar el orden social y político era un tema importante.

Al mismo tiempo, por supuesto, los caminos eran cada vez más divergentes en muchos aspectos, al menos en los años veinte. Gramsci desarrolló la mayor parte de su pensamiento sobre estas cuestiones en sus cuadernos de la cárcel en los años 30, por lo que no podía tener mucho intercambio con el mundo exterior. Rosselli rechazó la idea de que esta renovación radical, este proyecto vanguardista de buscar una nueva Italia, pudiera ser implementado por partidos políticos, y mucho menos por el tipo de partido que Gramsci defendía.

En cuanto a los medios políticos para renovar Italia, había una diferencia real. Giustizia e Libertà y los comunistas tuvieron algunos duros conflictos a principios de los años 30, especialmente en el momento del «Tercer Periodo» de los comunistas. Giustizia e Libertà atacaba duramente la idea de la dictadura del proletariado, mientras que el líder comunista Palmiro Togliatti pensaba que Giustizia e Libertà era un movimiento «burgués» y «socialfascista». Sin embargo, a mediados de los años 30, en el nuevo contexto de la política antifascista del Frente Popular, Giustizia e Libertà se acercó a los comunistas, aunque sus contactos no se tradujeron en acuerdos concretos. La actitud de Rosselli hacia la Unión Soviética, asimismo, se hizo más simpática.

 

CM

Hablemos más de Carlo Rosselli. Lo hemos mencionado varias veces, y es una figura muy importante en esta historia. ¿Quién era Rosselli? ¿Qué papel desempeñó en la historia de Giustizia e Libertà, del antifascismo italiano y europeo?

MB

Es una pregunta muy difícil, porque cambió mucho con el tiempo. Tenemos muchos Rossellis.

 

CM

Hay una página del libro en la que enumeras seis puntos de vista diferentes que Rosselli tuvo a lo largo de un par de años.

MB

Sí, exactamente. Desempeñó un papel crucial en esta historia en muchos sentidos. Lo que intento hacer en el libro es mostrar todas las conexiones entre Rosselli y Giustizia e Libertà, que fueron muchas. Pero al mismo tiempo, dejar en claro que Giustizia e Libertà era mucho más que Rosselli. Roselli era un intelectual y un académico, un profesor que trabajaba en la universidad. Su principal libro, Socialismo Liberale, fue en muchos sentidos el resultado de varios años de duro trabajo en teoría económica, historia y teoría de los sindicatos, e historia del liberalismo y el socialismo.

Empezó como intelectual y luego, debido a la presión del contexto histórico, se fue convirtiendo cada vez más en político, sobre todo en los años treinta. Participó en los primeros proyectos editoriales antifascistas clandestinos en Florencia y Milán, y más tarde fue protagonista junto a Sandro Pertini de la organización de la huida del líder socialista Filippo Turati de Italia a Francia. Fue detenido y enviado a prisión, donde pudo pasar algunos años estudiando, leyendo y escribiendo, aunque en condiciones muy duras. Pasó este tiempo en conversación con Emilio Lussu, que es otra figura importante en esta historia. Lussu y Rosselli protagonizaron una increíble fuga de la isla prisión de Lipari a Marsella y luego a París, donde fundaron Giustizia e Libertà.

La idea de Rosselli era crear algo completamente nuevo. La base común del nuevo grupo que buscaba para reunir el mayor número posible de fuerzas en su seno era una perspectiva de revolución antifascista, que no es exactamente lo mismo que el socialismo liberal. Así pues, esta idea de hacer hincapié en una perspectiva revolucionaria antifascista respondía al juego de intentar movilizar diferentes culturas y tradiciones políticas: republicana, democrática y socialista.

Además, Giustizia e Libertà era un grupo de políticos e intelectuales en el exilio. Desde el exilio, empezaron con una revista periódica (Quaderni di Giustizia e Libertà) y luego con un semanario (Giustizia e Libertà) para estimular la conversación y el debate sobre la forma del futuro orden postfascista y de todos los demás temas relacionados con la crisis europea de los años 30: la idea de Europa y de nación, la búsqueda de una perspectiva socialista, pero no marxista, etcétera.

Pero desde el principio, Rosselli pensó personalmente que la verdadera batalla contra el fascismo solo podía librarse en Italia. Consiguió establecer una red clandestina en Italia con grupos en Milán, Turín, Roma y Trieste. Intentaban movilizar a la gente que aún estaba dispuesta a mostrarse antifascista en las condiciones cada vez más hostiles de Italia y, al mismo tiempo, organizar algunas formas de lucha contra la dictadura de Mussolini.

Los estudios antifascistas suelen dar por sentado lo que significaba e implicaba el antifascismo en el periodo de entreguerras. Sin embargo, si consideramos el caso de Giustizia e Libertà, nos damos cuenta de que el antifascismo constituyó un conjunto de respuestas muy flexibles, muy creativas y experimentales a los retos en continuo cambio de los movimientos y regímenes fascistas, pero también de los gobiernos autoritarios y antiliberales.

Se trataba de desafíos europeos. En consecuencia, el año 1933, con el ascenso de Hitler al poder en Alemania y la expansión gradual del fascismo por toda Europa, marcó un punto de inflexión para Giustizia e Libertà. Así que intentaron averiguar qué tipo de política podía responder a ese tipo de hiperpolítica fascista, y siguieron debatiendo sobre posibles nuevos significados e implicaciones de la política en ese momento de crisis.

 

CM

En el debate sobre si el trumpismo es un nuevo fascismo, a menudo nos encontramos con el argumento de que debido a que Trump y el Partido Republicano no aparecen exactamente de la misma manera que el Partido Fascista de Mussolini en Italia o los nazis de Hitler, no son fascistas. Pero el fascismo cambia, muta, varía su forma. De ello se deduce que el antifascismo debe hacer lo mismo.

MB

Sí, eso es muy importante, aunque preferiría no establecer vínculos demasiado directos entre los años treinta y hoy, ni entre los desafíos del fascismo de entonces y los de la extrema derecha actual.

Los continuos cambios en las perspectivas antifascistas de Giustizia e Libertà se vieron especialmente moldeados por sus conexiones con las culturas europeas, especialmente con la francesa. En este sentido, su experiencia del exilio en París, en Francia, fue crucial. Sus propias concepciones positivas del antifascismo —la voluntad de enfrentarse a las soluciones fascistas e ir más allá de ellas— se basaron en un amplio análisis de las clases medias y el Estado en la debacle de los años 30, así como en una reconsideración crítica del socialismo en la historia europea, con sus contradicciones y ambigüedades. Su diálogo con el historiador Élie Halévy, amigo de Carlo Rosselli, fue especialmente importante en este sentido.

 

CM

Rosselli y otros miembros de Giustizia e Libertà se resistieron a la política de partidos, pero tras el asesinato de Carlo Rosselli y su hermano Nello en 1937, Giustizia e Libertà se transformó en el Partito d’Azione, que tuvo cierta repercusión en la inmediata posguerra antes de desaparecer de escena. ¿Podría hablarnos un poco del Partito d’Azione?

MB

En primer lugar, en esta búsqueda de nuevos significados y herramientas políticas, la conversación con otras culturas y experiencias políticas europeas fue muy importante. A principios de los años 30, Carlo Rosselli y los demás miembros de Giustizia e Libertà se dieron cuenta de que la mayoría de los partidos políticos e instituciones anteriores a 1914 estaban en crisis. La idea de intentar encontrar una forma de hacer política sin utilizar los viejos medios del partido o de la organización de partidos era también un intento de no seguir el mismo camino que había llevado a Europa a ese tipo de crisis. En este sentido, compartían una vez más la misma cultura elitista que dio forma a su enemigo, los fascistas.

Sin embargo, como usted ha dicho, hubo un intento de organizar algún tipo de partido tras la muerte de Carlo, pero sobre todo en medio de la Segunda Guerra Mundial, durante la Guerra Civil italiana. Pero yo subrayaría que el Partito d’Azione era un partido especial, una especie de «partido antipartido». Era un partido de intelectuales conscientes de que todas esas dramáticas circunstancias especiales podían unirles y empujarles a utilizar algunas herramientas típicas de la organización de partidos. Sin embargo, la organización estaba muy dividida por desacuerdos y posiciones diferentes, entre corrientes más liberales y corrientes más socialistas.

Durante la Resistencia, fue capaz de luchar mejor que otros, quizá porque dentro de los debates internos de Giustizia e Libertà estaba la idea de la guerra civil como una especie de enfrentamiento final entre fascistas y antifascistas, un enfrentamiento que no debía tener lugar solo en Italia, sino en toda Europa. Estaban preparados para esta lucha en un contexto caótico de colapso del Estado-nación italiano mientras intentaban replantearse los cimientos de una nueva comunidad nacional y europea.

Intelectualmente, estaban preparados para tomar las armas contra los fascistas. Ya lo habían hecho en España en 1936 y 1937: Rosselli y otros lucharon en la Guerra Civil española en el bando republicano. Pero la mayoría de ellos no eran políticos y, no por casualidad, abandonaron la política tras el final de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la república parlamentaria italiana.

 

CM

Si nos fijamos en la lista de personas que participaron en Giustizia e Libertà o Partito d’Azione, es como un quién es quién de las mayores figuras intelectuales y culturales de la posguerra: Norberto Bobbio, Nicola Chiaromonte, Vittorio Foa, Carlo Ginzburg. Es asombroso.

MB

Sí. Obviamente, una de las preguntas recurrentes para cualquiera que se interese por Giustizia e Libertà es qué habría sido de Rosselli si hubiera sobrevivido. Uno puede preguntarse cómo habría podido influir en el panorama posterior a 1945. Pero los legados intelectuales fueron mucho más importantes que los legados políticos en el sentido más estricto del término.

A pesar del fin formal de la organización en 1946, creo que tuvieron un impacto significativo en los años de posguerra por sus ideas sobre la relación entre nación y Europa, el papel de la intervención pública en las economías mixtas, la importancia de las clases medias en las democracias constitucionales y la comparación entre diferentes experimentos totalitarios como parte de una reflexión liberal socialista y antifascista. Fueron capaces de trasladar todas estas ideas, que estaban en el centro de muchos de sus debates internos en los años 30, a los debates y la formulación de políticas posteriores a 1945. Pudieron influir directa o indirectamente en la construcción de nuevos sistemas y culturas democráticas, aunque no funcionaran como un partido formal.

 

CM

En muchos aspectos, se trata de una historia muy italiana, muy europea. ¿Por qué debería interesarle Giustizia e Libertà al público general?

MB

Tendemos a pensar que la democracia en Europa Occidental salió fácil e inmediatamente de la Segunda Guerra Mundial, como una consecuencia inevitable de las derrotas y colapsos fascistas, o incluso como un «retorno de la democracia» tras una suspensión temporal en el periodo de entreguerras. Tengo la sensación de que este tipo de pensamiento es también una tendencia en el público estadounidense.

Desde un punto de vista histórico, las cosas eran mucho más complejas e imprevisibles. Volver la vista atrás a los años 30 significa explorar una vibrante y rica serie de ideas —de liberalismo y socialismo, de nación y Europa, de Estado y sociedad— que contribuyeron de muchas maneras a dar forma y legitimar los reasentamientos posteriores a 1945. Esto es lo que intento sugerir en el libro.

Además, tendemos a dar por sentado el significado de palabras que actualmente usamos (y empleamos mal) en el debate público, como «antifascismo». Creo que Giustizia e Libertà puede ofrecer lecciones importantes también para el público general al menos en dos aspectos. En primer lugar, su historia puede ayudar a entender lo que era y podía ser la política en una época de crisis profunda y sistémica como la de los años treinta (el historiador Adam Tooze la ha llamado «policrisis»). La forma en que Giustizia e Libertà desvinculó las soluciones fascistas de las cuestiones que los propios fascistas intentaban abordar en la Europa de entreguerras sigue siendo relevante.

En segundo lugar, intentaron aunar diferentes tradiciones y culturas para llegar a algo nuevo. Siempre es tentador intentar recuperar y recrear todas las buenas soluciones antiguas. Pero tenemos que pensar en nuestros posibles futuros partiendo del presente, y debemos evitar pensar que lo que no nos gusta del presente es una ola irracional, algo que podría desaparecer fácil y rápidamente.

Es fundamental comprender que las amenazas al Estado de Derecho y a la democracia no surgen de la nada. Tienen sus propias raíces en la política y la sociedad. Si queremos luchar contra ellas, tenemos que reconocer ese anclaje para poder superarlas. Esta es una de las posibles implicaciones de «aprender del enemigo» en el presente. Y esto es lo que Giustizia e Libertà nos incita a afrontar.



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