Press "Enter" to skip to content
El senador Bernie Sanders habla durante la Convención Nacional Demócrata de 2024 en Chicago, Illinois, el 20 de agosto. (Jacek Boczarski / Anadolu a través de Getty Images)

El defectuoso vehículo de Bernie

En su discurso del martes ante la Convención Nacional Demócrata, Bernie Sanders abordó sus temas habituales y pidió un alto el fuego en Gaza. Pero su justa rabia populista se sintió fuera de lugar en un partido dominado por los intereses corporativos.

El martes pasado, Bernie Sanders pronunció un discurso en la Convención Nacional Demócrata de Chicago. Era la tercera vez que hablaba en la DNC, ocho años después de que su trascendental desafío a Hillary Clinton le llevara por primera vez al primer plano de la política nacional. En 2016, Sanders habló como el líder de un ala insurgente en ascenso en el partido; en la convención de este año, por el contrario, habló como un aliado de la administración de Joe Biden.

El discurso de Sanders, a rasgos generales, no sorprendió. Abordó sus temas habituales: la denuncia de la avaricia de la clase multimillonaria, la enorme desigualdad económica y la desesperación a la que se enfrenta la mayoría de los estadounidenses; reiteró la necesidad de separar el dinero de la política; pidió que se garantice la atención sanitaria como un derecho humano, que se apruebe la Ley de Protección del Derecho a Organizarse, que se financie totalmente la educación pública, que se aumente el salario mínimo, etcétera.

Su incomparable precisión a la hora de comunicar y su enfoque quirúrgico en cuestiones de clase, con foco en la necesidad de elevar el nivel de vida de los trabajadores, fueron las claves de la popularidad de Sanders. La coherencia de su enfoque también supo ser una bendición para la política estadounidense, en una época en la que los políticos se embarran con demasiada frecuencia en los campos de batalla de la guerra cultural y evitan cuidadosamente el tema de la lucha de clases.

Cuando llegó el momento de criticar a Donald Trump, no lo tildó de «loco», sino de defensor del «Proyecto 2025»: «Dar más exenciones fiscales a los multimillonarios. Presentar presupuestos para recortar la Seguridad Social, Medicare y Medicaid. Dejar que los contaminadores destruyan nuestro planeta. Eso es lo radical para Donald Trump, y no lo permitiremos».

Sanders también alabó los logros de la administración Biden en política interior. «En los últimos tres años y medio, trabajando juntos, hemos logrado más que cualquier gobierno desde Franklin D. Roosevelt», declaró. Sanders destacó en particular las medidas expansivas —aunque temporales— aprobadas en 2021 con el Plan de Rescate Americano (curiosamente, dijo poco sobre la Ley de Reducción de la Inflación u otras grandes inversiones federales, como la Ley CHIPS o la Ley Bipartidista de Infraestructuras, que muchos partidarios demócratas han celebrado como claves del legado de Biden).

En este sentido, el discurso viró hacia el tipo de apoyo acrítico a Biden y al Congreso demócrata que ha sido típico del Sanders posterior a 2020 (incluso antes de que Biden fuera elegido, Sanders estaba diciendo a la prensa que podría ser «el presidente más progresista desde Roosevelt», y apoyó con entusiasmo a Biden cuando en abril de 2023 anunció que se presentaba a la reelección). En el contexto de un discurso dirigido a la Convención Nacional Demócrata, por supuesto, este tipo de elogios son de esperar; la Convención, después de todo, es una especie de reunión para que los demócratas se animen a sí mismos.

Pero si estamos interesados en conseguir el tipo de cambios que Sanders ha defendido durante tanto tiempo, necesitamos un balance honesto de los éxitos y fracasos de la administración. La versión más ambiciosa de la agenda de Biden, el proyecto de ley Build Back Better (BBB) —que Sanders y otros progresistas como AOC ayudaron a elaborar, y que habría hecho permanentes muchas características del Estado de bienestar temporal creado por el ARP— murió en el Senado. Es cierto que el Gobierno de Biden se vio limitado por una mayoría muy ajustada y por la oposición de los demócratas conservadores Joe Manchin y Kyrsten Sinema. Pero en lugar de utilizar la influencia que tenían para presionar a los reticentes, Biden y los líderes demócratas del Congreso prefirieron ceder.

Al final, el Gobierno aprobó las disposiciones del BBB relacionadas con la inversión en el clima en forma reducida en la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), principalmente en forma de créditos fiscales para la inversión privada y las opciones ecológicas de los consumidores. Pero esas inversiones están muy lejos de lo que los expertos en clima dicen que se necesita para una rápida descarbonización, e incluso en estimaciones optimistas, el proyecto de ley solo producirá una reducción del 6% al 10% de las emisiones en relación con un escenario sin IRA.

Quizá lo más importante sea que, a pesar de toda la celebración del progresismo de la administración Biden por parte de Sanders, las políticas de Biden no han elevado significativamente el nivel de vida de la mayoría de los trabajadores estadounidenses, y sobre todo no lo suficiente como para compensar décadas de salarios estancados.

Al final de su discurso, sin embargo, Sanders criticó indirectamente la política exterior de Biden y pidió un alto el fuego inmediato en Gaza. Fue un comentario más que bienvenido en el escenario de la Convención. Aunque el senador ha sido durante mucho tiempo una de las voces más firmes a favor de la vida de los palestinos en el Congreso, fue criticado con razón por los activistas por no haber hecho un llamamiento al alto el fuego hasta meses después de iniciada la guerra de Israel.

La demanda directa de Sanders también supuso un refrescante contraste con Alexandra Ocasio-Cortez, quien el lunes por la noche aseguró a la audiencia de la Convención que Kamala Harris estaba «trabajando incansablemente para lograr un alto el fuego en Gaza». Una afirmación realmente sorprendente, dado que Harris ha señalado que no está dispuesta a hacer lo único que probablemente conseguiría que Israel accediera a un alto el fuego: dejar de enviarles armas.

Con una diatriba contra los multimillonarios, el llamamiento a una agenda económica popular y la exigencia de una política exterior más humana, el discurso de Sanders fue un buen recordatorio de por qué es uno de los políticos más queridos de Estados Unidos. Pero esos mensajes encajan mal con una actitud laudatoria hacia la administración de Biden y una expresión de fe en el Partido Demócrata de Kamala Harris para promulgar una agenda al estilo de Sanders.

Bernie animó a millones de personas a creer que transformaciones sociales y económicas de gran alcance eran posibles. Pero como él mismo ha afirmado en reiteradas ocasiones, el camino hacia esa transformación no transita por los pasillos de la Convención Nacional Demócrata.

Cierre

Archivado como

Publicado en Artículos, Elecciones, Estados Unidos, homeIzq and Partidos

Ingresa tu mail para recibir nuestro newsletter

Jacobin Logo Cierre