Dadas las circunstancias, esta ha sido una buena semana para la izquierda francesa. El pasado 9 de junio, Emmanuel Macron convocó a elecciones anticipadas con la esperanza de clavar un cuchillo en las profundas divisiones entre los cuatro principales partidos de izquierda del país. La idea era obligar al mayor número posible de votantes a participar en otro «frente republicano» entre la coalición centrista del presidente y la ultraderechista Rassemblement National.
En lugar de ello, en pocos días France Insoumise, el Parti Socialiste, Les Écologistes y el Parti Communiste formaron una nueva alianza. Con el propio partido de Macron rezagado en la mayoría de los sondeos, y mientras los tradicionales Républicains de centroderecha se sumían en una guerra civil, el Nouveau Front Populaire (NFP) ofreció un extraño caso de unidad y disciplina pragmática en la lucha para evitar la posibilidad de un gobierno de extrema derecha. El viernes, la alianza de izquierdas presentó una amplia plataforma a favor de la reforma democrática, la renovación de los servicios públicos, la redistribución de la riqueza y las inversiones ecológicas.
Pero nada más formarse el NFP, resurgieron de nuevo muchas de las tendencias de la izquierda hacia la autodestrucción. Con cientos de miles de personas saliendo a la calle el pasado sábado, es probable que haya suficiente impulso y sentido de urgencia para mantener unidas a las distintas fuerzas. Pero el último brote de polémica —iniciado por una purga en France Insoumise, el partido fundado por Jean-Luc Mélenchon y la mayor fuerza de izquierdas en el Parlamento saliente— refleja los hábitos que amenazan con socavar la posibilidad de una alianza duradera.
El viernes por la noche, horas después de que la dirección del NFP presentara el «contrato legislativo» del bloque, France Insoumise publicó su lista de candidatos a las elecciones en las 229 circunscripciones reservadas al partido según el acuerdo de alianza. Para preocupación de muchos, tanto dentro como fuera de France Insoumise, la lista del partido excluía a varios destacados diputados salientes, entre ellos viejos incondicionales de la fuerza melenchonista como Alexis Corbière y Raquel Garrido, que han abogado por un enfoque más conciliador hacia las demás fuerzas de izquierda. Su marginación se produce a pesar de las afirmaciones en las negociaciones de la alianza la semana pasada de que un NFP volvería a optar en su mayoría por los diputados salientes elegidos como parte de la anterior alianza de la izquierda, la Nouvelle Union populaire écologique et sociale (NUPES), formada en 2022.
Si lo que se necesitaba era crear confianza, la decisión de France Insoumise de excluir a estas figuras envió un mensaje totalmente equivocado. Los líderes de las demás fuerzas de izquierda, junto con varias figuras clave de France Insoumise, han denunciado ampliamente la medida como una «purga». Lo ven como el tipo de payasadas que han empañado la imagen de Jean-Luc Mélenchon y que, en su opinión, han convertido al veterano izquierdista de setenta y dos años en un lastre político. A pesar de no haber ocupado ningún cargo electo desde 2022, Mélenchon sigue ejerciendo un grado considerable de control sobre France Insoumise y cuenta con una base de devotos seguidores tanto en el partido como entre el electorado en general.
«Esta decisión (…) afecta a diputados que impulsaron con fuerza la unión entre fuerzas de izquierda y ecologistas y a los que no hay nada que reprochar en términos de sus compromisos políticos», escribieron ochenta intelectuales y líderes de la sociedad civil en una carta publicada por Le Nouvel Obs el 16 de junio. «Pone en entredicho el proyecto de democratización de la sociedad propuesto por el Nouveau Front Populaire, del que [France Insoumise] es una de las principales fuerzas componentes».
Tensiones
Muchas figuras de France Insoumise descartan el relato de una purga del partido dictada por Mélenchon, insistiendo en que este escándalo no resonará más allá de los círculos políticos y mediáticos de París. Pero figuras como Corbière y Garrido ya fueron marginadas de la nueva dirección de France Insoumise creada a finales de 2022 para formalizar la centralización de la toma de decisiones en torno a un núcleo merlenchonista. «Estas personas hicieron imposible la vida de nuestro caucus en la última Asamblea Nacional», dijo un diputado reelegido de France Insoumise sobre las figuras destituidas, en la multitudinaria marcha antifascista del sábado en París. «Apenas podíamos celebrar una reunión del partido sin que nuestras discusiones se canalizaran esencialmente hacia la prensa».
El enfrentamiento entre una facción de France Insoumise y Mélenchon se venía gestando desde hacía tiempo. Además de criticar la falta de democracia interna, Garrido y Corbière eran algunas de las figuras que defendían que France Insoumise debía trabajar a toda costa para reactivar una alianza con el resto de la izquierda. Un obstáculo para esta alianza era el ala derecha del Parti Socialiste, que se había opuesto fervientemente a un pacto con France Insoumise. Esta facción acabó imponiéndose al secretario del partido, Olivier Faure, y obligó al Parti Socialiste a suspender su participación en el NUPES el pasado otoño. Sin embargo, los disidentes internos de France Insoumise consideraron que la retórica a menudo agresiva y la estrategia de confrontación de su propio partido —metáfora de la persistente influencia de Mélenchon— también eran culpables del fracaso de la alianza anterior.
El 30 de mayo, Libération informaba de que varias figuras de France Insoumise (entre ellas, Garrido y Corbière) estaban en conversaciones con otras fuerzas de izquierda y actores de la sociedad civil y preparando llamamientos a la refundación de una alianza de izquierdas tras las elecciones europeas. Con todo el mundo preparado para que el Parti Socialiste aventajara a France Insoumise —como efectivamente ocurrió en la votación del 9 de junio—, este nuevo impulso hacia la unidad implicaría inevitablemente la marginación de Mélenchon.
La disolución por sorpresa de la Asamblea Nacional hizo necesaria una alianza de este tipo. Muchos observadores ven la purga de este fin de semana como un intento de Mélenchon y sus partidarios más cercanos de mantener su influencia dentro del partido. De hecho, antes del dramático giro de los acontecimientos de la semana pasada, Mélenchon parece haber desconfiado de las ventajas de reconstruir una alianza con la centroizquierda: «La unión política con un [Partido Socialista] que ha vuelto a sus demonios de derechas sería un obstáculo para la unidad popular», escribió en un blog el 28 de mayo. La crisis que se desató ocultó bajo la alfombra lo que habría sido un enfrentamiento frontal entre un Parti Socialiste renovado y muy posiblemente una facción de France Insoumise, y Mélenchon. Un atisbo de ello se vio también el lunes 10 de junio, cuando el principal candidato del Parti Socialiste a las elecciones europeas, Raphaël Glucksmann, tomó la televisión para declarar sus condiciones para la unidad y jactarse de que la «relación de fuerzas» había cambiado.
La nueva unión sigue siendo vista por muchos —ciertamente dentro de France Insoumise— como un matrimonio por conveniencia. La diputada de France Insoumise Danièle Obono confirmó a Jacobin que la expulsión de los diputados tenía que ver con el objetivo político de mantener un grupo «cohesionado» y «unido» no solo contra la extrema derecha o lo que queda de la coalición macronista, sino también como preparación para la lucha de poder que persistirá en un eventual bloque del NFP en el próximo parlamento. Para Obono, France Insoumise tiene que estar preparada para mantener un rapport de force, o una postura de confrontación con respecto a los demás partidos de izquierda. «Los escaños vitalicios no existen», explicó Mélenchon en una entrevista publicada el sábado. «La coherencia política y la lealtad en el mayor grupo de izquierda de la Asamblea Nacional son también una necesidad para gobernar».
Sin embargo, no todas las voces críticas dentro de France Insoumise han quedado al margen. Se sabe que Clémentine Autain y François Ruffin, figuras prominentes que llevan mucho tiempo tratando de cultivar su independencia política en relación con Mélenchon, están considerando presentarse a las elecciones presidenciales de 2027 y han sido renovados en sus respectivas circunscripciones de la región de París y Amiens.
Sin embargo, ambos se han unido al coro de disidentes por la purga de listas. «La extrema derecha está en la cúspide del poder, se acaba de construir un frente sin precedentes en la izquierda, y [France Insoumise] decide fracturar nuestro movimiento y debilitar esta unidad», escribió Autain en Twitter/X. Hendrik Davi, diputado marsellés y aliado de Autain, figura entre los diputados expulsados. Estos diputados eran también críticos internos de la línea del partido adoptada tras el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, al que el partido se refirió como «ofensiva armada de las fuerzas palestinas» en un comunicado de prensa ese mismo día. Esto aisló aún más a France Insoumise y sirvió de pretexto final para la suspensión de la alianza NUPES en la Asamblea Nacional por parte del Parti Socialiste.
Ciertas selecciones de candidatos de France Insoumise han escandalizado a los votantes de izquierda y a los socios del NPF, sirviendo como un recordatorio más de la falta de democracia del partido. Junto con las purgas, el anuncio inicial del partido de que había renovado la candidatura de Adrien Quatennens, un cercano lugarteniente de Mélenchon, estuvo en el centro de la polémica durante el fin de semana. En 2022, condenado a cuatro meses de prisión en suspenso por violencia doméstica —acciones que él mismo admite—, Quatennens tuvo que apartarse brevemente del grupo France Insoumise, aunque desde entonces ha sido readmitido. Ante las crecientes críticas, el diputado saliente anunció el domingo por la mañana que se retiraba de la carrera.
Diferencias políticas aparte, Frédéric Mathieu, diputado saliente por Bretaña, parece haber sido también objeto de denuncias de acoso por parte de militantes locales, según un comunicado de prensa del 16 de junio de la sección de Rennes de France Insoumise. El coordinador nacional de France Insoumise, Manuel Bompard, declaró el domingo que el partido «mantenía» su decisión de deseleccionar a los candidatos. Mientras tanto, Garrido, Corbière, Davi, Mathieu y la diputada saliente por París Danielle Simonnet dirigen ahora campañas disidentes, lo que significa que se presentarán contra los candidatos oficialmente seleccionados por France Insoumise. El 16 de junio era la fecha límite para la presentación de candidaturas, dos semanas antes de la primera vuelta del 30 de junio.
Hollande
France Insoumise no ha sido la única fuerza de izquierdas que ha vivido un fin de semana de ajustes de cuentas internos. El expresidente François Hollande salió en apoyo de la alianza del NFP la semana pasada, en contraste con otros líderes de la vieja guardia del Parti Socialiste, como el último primer ministro de Hollande, Bernard Cazeneuve, ya que algunas figuras del partido opuestas a la alianza del NFP están liderando sus propias campañas disidentes. Para sorpresa de muchos, el sábado por la mañana empezó a circular la noticia de que Hollande también sería candidato del Parti Socialiste en su antiguo feudo de Corrèze. Sin embargo, el Parti Socialiste había desautorizado anteriormente la candidatura de Hollande, antes de dar marcha atrás y anunciar que el partido retiraría a su candidato previamente seleccionado en favor del expresidente, uno de los impulsores del ala derecha del partido.
Que Hollande, el mentor político de Macron, se presente como candidato —la figura que ultimó el giro promercado del Parti Socialiste durante su presidencia de 2012 a 2017, un cambio dirigido en gran medida por Macron, entonces ministro de Economía— es una de las peculiares ironías del NFP de Francia. En otro anuncio sorprendente, Aurélien Rousseau, ministro de Sanidad con Macron entre julio y diciembre de 2023, fue seleccionado como candidato en la lista del Parti Socialiste-Place Publique. Rousseau dimitió del gobierno el pasado diciembre por la adopción de una estricta ley de inmigración que dependía de los votos de la Rassemblement National, una ley a la que Marine Le Pen se refirió como una «victoria ideológica».
Hay argumentos legítimos para presentar candidaturas como las de Rousseau y Hollande. El objetivo del NFP es construir una gran oposición contra la extrema derecha. El último presidente de centroizquierda de Francia y un exministro macronista apoyan formalmente un programa que no solo hace retroceder las políticas más agresivas de los años de Macron, sino que también establece un plan para forzar una «ruptura» más firme con el statu quo político y económico, incluyendo la restauración de los impuestos sobre el capital, cambios en la constitución que conduzcan a una Sexta República y una «planificación ecológica». Su apoyo, al menos formal, rebate el argumento de que el NFP no representa una fuerza seria capaz de gobernar.
Pero también es la semilla de futuras divisiones. En un intento de dividir la alianza del NFP reforzando a la centroizquierda, la coalición de Macron ha anunciado que no presentará candidatos en circunscripciones reservadas a muchos candidatos afiliados al Parti Socialiste, así como candidatos de centro derecha por Les Républicains opuestos a la alianza del líder del partido, Éric Ciotti, con Marine Le Pen. En total, Macron y sus aliados han retirado candidaturas de sesenta y siete circunscripciones.
El reforzamiento del Parti Socialiste ya es visto con profundo recelo por los miembros de France Insoumise, en un preludio de las batallas que se avecinan en el seno del NFP. «Si seguimos siendo la fuerza mayoritaria [en la izquierda] en el próximo Parlamento, tenemos que estar preparados para preservar el equilibrio de poder», declaró Obono a Jacobin, describiendo la estrategia de France Insoumise en relación con las demás fuerzas de izquierda.
Combustible
Por muy unidas que estén en su oposición a Le Pen, hay muchas cosas que diferencian a las organizaciones que integran esta alianza. La disciplina de partido de France Insoumise, a menudo despiadada, fue diseñada para la confrontación con los demás partidos de izquierda franceses, una estrategia que ha marcado durante mucho tiempo el tenor de la estrategia de comunicación de Mélenchon. Esto ha sido una ventaja a la hora de construir una base comprometida de apoyo a la izquierda, así como una gran desventaja a la hora de cultivar lazos con otras fuerzas, como parece sugerir la decreciente popularidad del incendiario entre el público en general.
Al desalojar a los críticos internos y, en concreto, a algunas de las voces dentro de France Insoumise que más se han manifestado a favor de trabajar con la centroizquierda, el partido está enviando el mensaje de que un acercamiento solo puede llegar hasta cierto punto. Y unido al posible refuerzo del establishment de centroizquierda, no cabe duda de que es un hecho. Todos los ingredientes están ahí como combustible para alimentar la propagación de luchas internas incendiarias. Pero no es el momento.