Fayez Abu Ataya, un recién nacido de Gaza, llevaba días consumiéndose por falta de leche y medicinas debido al paralizante bloqueo y la inanición deliberada de Gaza por parte de Israel. Un escalofriante vídeo mostraba al niño agonizando en tiempo real.
Hace unos días Abu Ataya sucumbió al hambre y murió en brazos de su padre en el hospital Al-Aqsa de Deir al-Balah, en el centro de Gaza. Sostenido por su lloroso padre, parecía un esqueleto desnudo. Con siete meses en el momento de su muerte, nació y murió en un genocidio.
En una desgarradora entrevista con Al Jazeera, el desconsolado padre dijo:
Gracias a Dios, nació en la guerra, en la escuela (refugio), y fue martirizado aquí en el hospital. Lo hemos encontrado esta mañana en este estado, como una flor. Habíamos pedido que lo sacaran, pero nos negaron el paso porque todos los pasos estaban cerrados. Una delegación médica lo había operado. Lo único que quería era leche, comida, los alimentos necesarios y aire puro. Se convirtió en un esqueleto a causa del asedio.
«El bebé Fayez Abu Ataya murió como consecuencia de la desnutrición y la falta de tratamiento médico en Deir al-Balah», declaró a la prensa una fuente médica. Añadió que «Fayez nació durante la guerra de Israel contra Gaza y sufrió la falta de tratamiento debido al cierre por Israel de todos los pasos fronterizos con Gaza». Además, lamentó que «el bebé Fayez necesitaba leche y medicamentos especiales, que ya no están disponibles en Gaza».
El propio Hospital Al-Aqsa está al borde del colapso, ya que Israel sigue privando a los hospitales de Gaza del combustible necesario para el funcionamiento de sus generadores.
Tras la muerte de Abu Ataya, el Council on American-Islamic Relations (CAIR), la mayor organización musulmana de derechos civiles de Estados Unidos, publicó: «Pedimos disculpas por compartir una imagen tan gráfica, pero ésta es la realidad diaria del genocidio que el presidente Biden está permitiendo en violación de la legislación estadounidense, que prohíbe armar a gobiernos extranjeros que bloquean la ayuda humanitaria estadounidense».
Abu Ataya no es el primer niño que muere de inanición en Gaza. En marzo, Yazan al-Kafarneh, un niño palestino de diez años, murió en brazos de su madre en un hospital local de Rafah, tras permanecer en cama durante semanas con el cuerpo esquelético, las mejillas hundidas, los huesos desnudos y los ojos hundidos. Pesaba cuatro kilos cuando murió. Un mes antes, Mahmoud Fattouh, un niño palestino de dos meses, murió de inanición en el norte de Gaza, tras pasar días sin tomar leche.
Hasta la fecha, más de treinta niños y recién nacidos palestinos perecieron de inanición a causa del inhumano bloqueo israelí de Gaza, y son inminentes más muertes de este tipo debido a la cruel negativa israelí a suministrar leche y medicinas a los niños palestinos hambrientos de la franja asediada. Los grupos humanitarios advierten que la ayuda humanitaria en Gaza se desplomó desde que Israel invadió y ocupó el paso fronterizo de Rafah, último enlace de Gaza con el mundo exterior. El Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) informó que las operaciones humanitarias en Gaza se acercan al colapso total, advirtiendo que «si los alimentos y los suministros humanitarios no empiezan a entrar en Gaza en cantidades masivas, la desesperación y el hambre se extenderán».
Esto es una guerra contra la humanidad. La inanición deliberada de palestinos como Fayez Abu Ataya por parte de Israel es una burla brutal a los llamamientos internacionales para que se permita la entrada de ayuda en el enclave asediado.
El mes pasado, el grupo israelí de derechos humanos B’Tselem publicó un informe condenatorio en el que advertía que Israel estaba fabricando la hambruna en Gaza y, por tanto, cometiendo el delito de inanición. «La grave hambruna de los últimos meses en la Franja de Gaza no es fruto del destino, sino el producto de una política israelí deliberada y consciente. Fue decidida abiertamente por quienes toman las decisiones, incluido un miembro del gabinete de guerra israelí, desde el comienzo mismo de la guerra».
La muerte de Abu Ataya se produce en medio de informaciones según las cuales Naciones Unidas podría incluir finalmente a Israel en su «lista de la vergüenza» de Estados asesinos de niños, lo que probablemente no impedirá que Israel siga matando de hambre a más niños en Gaza. Envalentonado por el apoyo incondicional de Estados Unidos, Israel selló los siete pasos fronterizos terrestres con Gaza, incluido el paso fronterizo de Rafah con Egipto. Israel destruyó todas las panaderías de Gaza y de la ciudad meridional de Rafah y bombardea sistemáticamente a los palestinos que buscan ayuda alimentaria para sus familias hambrientas. The Guardian informa que soldados israelíes respaldaron a grupos de colonos bloqueando, atacando y saqueando camiones de ayuda con destino a Gaza. El ejército israelí destruyó y quemó suministros de alimentos en Gaza, mientras que soldados israelíes se filmaron robando ayuda humanitaria destinada a los hambrientos palestinos.
Los gobiernos occidentales, encabezados por la administración Biden, son cómplices de la catástrofe humanitaria de Gaza. En lugar de obligar a Israel a abrir los pasos fronterizos terrestres ante las colas de los convoyes humanitarios, la administración Biden actuó con impotencia. Embarcándose en un teatro político, Estados Unidos construyó un muelle flotante de ayuda frente a Gaza, que sólo empeoró las cosas para los hambrientos palestinos, ya que los observadores creen que Gaza estaba recibiendo más ayuda antes de que se construyera el puerto de ayuda estadounidense.
La población de Gaza se asoma al abismo. Sin una verdadera acción mundial para detenerla, más niños morirán si se permite que continúe la inhumana hambruna de Gaza por parte de Israel.