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Mujeres de varios grupos sostienen pancartas y gritan consignas contra el gobierno del BJP durante marcha el 4 de abril de 2019 en Nueva Delhi, India. (Burhaan Kinu / Hindustan Times vía Getty Images)

En la India de Modi la violencia contra las mujeres es moneda corriente

Las mujeres musulmanas que se atreven a criticar al gobierno de Narendra Modi en India se enfrentan habitualmente al acoso sexual. Esto forma parte de una cultura de ataques violentos contra las mujeres defendida por el partido gobernante de extrema derecha.

A finales del año pasado, once extremistas hindúes salieron en libertad de una prisión del estado indio de Gujarat. Su delito: violar brutalmente en grupo a una mujer musulmana embarazada y asesinar a catorce miembros de su familia en 2002, durante uno de los peores brotes de violencia antimusulmana de la historia reciente de la India. Solo cumplieron catorce años de cárcel, pero lejos de criticar tal indulgencia, el Partido Bharatiya Janata (BJP) del Primer Ministro Narendra Modi felicitó a los hombres por su puesta en libertad.

La superviviente, Bilkis Bano, se mostró con razón horrorizada por el absoluto fracaso de los tribunales a la hora de mantener a estos hombres entre rejas. Pero el BJP y gran parte de la opinión pública india los recibieron como héroes: el partido gobernante los adornó con flores, les dio dulces y los promocionó como iconos respetables. Un parlamentario del BJP los elogió por tener «buenos sanskar» (valores), al tiempo que insinuaba que Bano había mentido sobre el atentado para «acorralarlos y castigarlos». Otros dos políticos del BJP recibieron a uno de los exconvictos en un acto oficial del gobierno como si fuera una celebridad.

Es hora de que el mundo mire con lupa a India. No es ningún secreto que el país lleva mucho tiempo sufriendo niveles preocupantes de violencia contra las mujeres, sobre todo contra las mujeres dalit de casta inferior. Pero bajo la influencia de Modi y del hindutva (una ideología supremacista que cree que la India debe ser un etnoestado hindú) se ha generalizado la deshumanización, el vilipendio y la violencia contra las minorías, en particular contra los musulmanes, a quienes se califica de enemigos de los hindúes y de la India.

Como prolongación de este clima de violencia, las amenazas de violación y la violencia sexual se han convertido en las armas preferidas de la derecha hindú de la India, utilizadas con el propósito explícito de intimidar y aterrorizar a las mujeres musulmanas.

Calumnias antimusulmanas

Las mujeres que critican públicamente al gobierno de Modi se enfrentan a las formas más flagrantes de acoso sexual. Tal vez los casos más chocantes sean los de «Sulli Deals» y «Bulli Bai», dos aplicaciones de subastas simuladas, con nombres de insultos antimusulmanes, diseñadas por extremistas hindúes de la Generación Z para «subastar» fotos e información de contacto de mujeres musulmanas a hombres hindúes. Varias de las mujeres eran activistas, periodistas y abogadas. Varias de ellas describieron la angustia que sufrieron al darse cuenta de que su información se había difundido tanto y de forma tan deshumanizada. «¿Y si alguien viene y reclama su oferta del día?», preguntó la activista Afreen Fatima. «No veo nada que les impida hacerlo».

Pero incluso fuera de estos casos escandalosos, las amenazas contra las mujeres musulmanas que se hacen oír son peligrosamente corrientes. En 2022, la periodista musulmana y columnista del Washington Post Rana Ayyub declaró que había recibido veintiséis mil amenazas de muerte y violación solo en Twitter/X, la mayoría de las cuales procedían de cuentas de la derecha hindú.

La activista estudiantil Ladeeda Farzana es una de las muchas mujeres que han visto su rostro yuxtapuesto a imágenes pornográficas por cuentas de extrema derecha por apoyar las protestas nacionales contra la discriminatoria Ley de Enmienda de la Ciudadanía india. Las mujeres no musulmanas e incluso no indias que han criticado al gobierno de Modi, como la académica estadounidense Audrey Truschke, reciben amenazas de violación y muerte en las redes sociales.

En general, sin embargo, las mujeres no necesitan ser activistas para convertirse en objeto de acoso. Bilkis Bano es un buen ejemplo: ella, junto con cientos de mujeres y niñas, fueron víctimas de violaciones, humillaciones sexuales y mutilaciones durante el pogromo de Gujarat de 2002, simplemente por ser musulmanas. Un extremista hindú, Babu Bajrangi, se jactó de ello ante un reportero encubierto, hablando alegremente de cómo había disfrutado asesinando musulmanes, incluida una mujer embarazada.

Al igual que los hombres que violaron a Bano, Bajrangi cumplió un tiempo mínimo en prisión antes de que él, junto con docenas de otros violadores y asesinos que participaron en la violencia, fuera absuelto por lo que los tribunales de Gujarat consideraron —con rotundas críticas— falta de pruebas.

La derecha hindú en Internet hace poco por distanciarse de hombres como Bajrangi y de los autores de la violencia de Gujarat. En su lugar, se utilizan las redes sociales para amplificar estas amenazas. En plataformas como Facebook, Twitter/X y WhatsApp, extremistas hindúes hacen comentarios sobre su deseo de incorporar a mujeres musulmanas a harenes o de «follárselas y dejarlas».

En un caso especialmente inquietante, las cuentas de vigilancia de Instagram y Twitter/X sacaron a la luz una comunidad de Reddit llamada «Muslimah for Hindu Men» [Musulmana para hombres hindúes], que ya ha sido eliminada y en la que más de quince mil usuarios tenían fantasías sexuales deshumanizadoras con mujeres musulmanas. Las capturas de pantalla del subreddit mostraban a los usuarios publicando imágenes pornográficas de mujeres musulmanas y elaboradas fantasías, junto con el uso intensivo de insultos sexuales misóginos.

Extremismo

Sin embargo, cada vez más, estas amenazas no son lanzadas por usuarios anónimos en Internet, sino por líderes extremistas hindúes que no tienen reparos en alentar públicamente la violencia sexual. Los vídeos con estas amenazas suelen hacerse virales. Como amenazó una líder religiosa, si los hombres musulmanes intentan buscar matrimonios interconfesionales con mujeres hindúes, las musulmanas «darán a luz a niños hindúes» mediante violación. El legislador del BJP Raja Singh, que actualmente se presenta a la reelección, declaró en un mitin: «Si [los musulmanes] se llevan a una chica hindú, nosotros nos llevaremos a diez de las suyas».

Del mismo modo, el líder extremista hindú Bajrang Muni Das se hizo viral tras amenazar con violar públicamente a mujeres musulmanas frente a una mezquita de Uttar Pradesh: «Les digo a ustedes [musulmanes], que si se burlan de una sola chica hindú en Khairabad, sacaré abiertamente a su hija y a su nuera de su casa y la violaré», anunció por megáfono, entre vítores y aplausos de su público.

Cabe preguntarse si esta ferviente apología de la violación es realmente un producto de la ideología hindutva, o si procede de las opiniones patriarcales indias sobre las mujeres en general. La respuesta se encuentra en un libro de 1963 titulado Six Glorious Epochs of Indian History (Seis épocas gloriosas de la historia india). Su autor, el pionero de la ideología hindutva Vinayak Savarkar, es conocido por afirmaciones como «Alemania tiene todo el derecho a recurrir al nazismo» y «[el fascismo y el nazismo] fueron (…) imperativos y beneficiosos».

Este libro en concreto aborda temas etnonacionalistas similares. En él, Savarkar justifica la violación de mujeres musulmanas como herramienta política para corregir los errores del pasado. Tras afirmar —de forma ahistórica— que los mogoles musulmanes consideraban su «deber» secuestrar y convertir por la fuerza a las mujeres hindúes, Savarkar declaró: «En caso de victoria hindú, nuestras molestias y detestable suerte serán vengadas por las mujeres musulmanas». En otras palabras, Savarkar creía que violar a las mujeres en el presente era una forma totalmente razonable de vengar las atrocidades de los siglos XVI y XVII.

Ahistórica o no, la lógica de Savarkar ha quedado grabada a fuego en la conciencia de los partidarios del Hindutva. Se pueden ver ecos de ella cada vez que una cuenta de derechas en Twitter/X saca a relucir la «yihad del amor», una teoría conspirativa infundada que afirma que los hombres musulmanes tienen el propósito de convertir a las mujeres hindúes al islam mediante la seducción. Los golpes de pecho que siguen son fácilmente visibles en las amenazas de violación «en represalia» emitidas por personas como Bajrang Muni Das, Raja Singh e innumerables usuarios de derechas de las redes sociales.

El mensaje es claro: los hombres musulmanes, que ya son las principales víctimas de linchamientos y otros ataques violentos, no pueden permitirse ningún tipo de interacción con las mujeres hindúes. Nada de hablar con ellas, nada de entablar amistad y, desde luego, nada de entablar relaciones románticas con ellas. De lo contrario, amenazan los extremistas, las mujeres musulmanas también pagarán un precio.

Es la normalización de lógicas deshumanizadoras y violentamente misóginas como estas lo que impide que mujeres como Bilkis Bano vean justicia. Su recurso ante el Tribunal Supremo indio sigue en el limbo, mientras sus agresores salen libres alegando su «buena conducta». Los creadores de Sulli Deals y Bulli Bai siguen con sus vidas tras recibir solo un tirón de orejas. Las violentas amenazas de Raja Singh contra hombres y mujeres musulmanes se han convertido en algo normal, y sin embargo el BJP ha anunciado que lo presentará a las próximas elecciones.

No solo se ha convertido en norma que las mujeres sufran amenazas de violencia sexual; la impunidad de quienes fomentan tales horrores también se ha convertido en una simple realidad. Las peticiones de justicia para estas mujeres y la presión para evitar que futuras mujeres sufran traumas y violaciones ya no pueden venir únicamente de dentro de India. Nunca debe volver a producirse otro caso como el de Bilkis Bano, ni otro caso de violencia sexual masiva como el de Gujarat en 2002.

Es imperativo que mujeres y hombres de todo el mundo exijan el fin de la perturbadora celebración de la violencia sexual contra las mujeres musulmanas por parte de la derecha india.

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