por Martín Mosquera
Éric Toussaint nació en Bélgica. Es historiador y doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Lieja y Paris VIII. Tiene una larga trayectoria como militante de la izquierda radical y es fundador del Comité para la abolición de las deudas ilegítimas (CADTM). Es uno de los mayores especialistas internacionales en procesos de endeudamiento. Cuenta con una extensa obra publicada, que incluye libros recientes como Capitulación entre adultos. Grecia 2015: Una alternativa era posible y Sistema deuda. Historia de las deudas soberanas y de su repudio. Conversó con Jacobin sobre su caracterización de la deuda como un mecanismo estructural del capitalismo para la subordinación de los Estados y sobre el acuerdo firmado este año entre el FMI y la Argentina.
Martín Mosquera
¿Querrías resumir algunos puntos esenciales de tu libro Sistema deuda. Historia de las deudas soberanas y de su repudio?
Éric Toussaint
Con mi libro Sistema deuda, publicado en francés en 2017, y luego editado en griego y en castellano en 2018, en inglés y en italiano en 2019, en árabe y en polaco en 2020, pienso que conseguí demostrar el papel fundamental del endeudamiento como forma de subordinación de los Estados. Karl Marx ya había realizado comentarios sobre este tema, y había empleado en El capital una definición muy contundente: «La deuda pública, esto es, la enajenación del Estado, ya sea despótico, constitucional o republicano, imprime su sello a la era capitalista.»
En el mismo pasaje de El capital, Marx agregaba un comentario que es aún de total actualidad: «De ahí que sea perfectamente consecuente la doctrina moderna según la cual un pueblo es tanto más rico cuanto más se endeuda. El crédito público se convierte en el credo del capital. Y al surgir la deuda pública, el pecado contra el Espíritu Santo, para el que no hay perdón alguno, cede el puesto al perjurio contra la deuda del Estado. »
Rosa Luxemburgo, en su libro de 1913 titulado La acumulación del capital había desarrollado el aporte de Marx sobre la deuda pública. En ese libro, Rosa Luxemburgo analiza el papel de la deuda pública durante la independencia de América Latina. Analiza, también, el papel de la deuda pública en Egipto, en la segunda mitad del siglo XIX, que llevó a su colonización por Gran Bretaña a partir de 1882.
Pienso que lo que aporté al análisis del estudio de las independencias latinoamericanas (contemporáneas de la independencia griega), es la explicación sobre su manera de endeudarse que los hacía inmediatamente subordinados, como países independientes, a los centros imperialistas, principalmente a Gran Bretaña. En otras palabras, América Latina se liberó del imperio español y Grecia del imperio otomano para pasar a estar bajo el dominio británico, y también francés, puesto que el capital francés era muy activo con sus inversiones, tanto en América Latina como en las riberas del Mediterráneo (en Grecia, Túnez y Egipto, por ejemplo).
Muestro también la relación, desde los primeros años de las independencias de América Latina, entre el endeudamiento y la firma de tratados de libre comercio. Es importante ya que estos dos instrumentos de dominación son siempre de actualidad. Por supuesto, existe también la dominación mediante las inversiones, mediante la explotación de trabajadores de los países periféricos por el gran capital nacional y transnacional, pero, sobre todo, es bajo la forma del endeudamiento, siguiendo la lógica de los acuerdos de libre comercio y de intercambios desiguales analizados por Marx. Considero que es la primera tesis de mi libro Sistema deuda.
MM
Una gran parte de la izquierda ve la cuestión de la deuda como una contradicción Norte-Sur, centro-periferia. ¿Cuál es tu punto de vista?
ET
La segunda tesis muestra que la contradicción sobre la cuestión de la deuda no puede ser únicamente tratada como un conflicto entre los países del Sur luchando por su independencia y los centros imperialistas, puesto que las clases dominantes locales tuvieron un papel clave desde los años 1810 y 1820, en el momento decisivo de las luchas por la independencia y justo después. Y hablo de las clases dirigentes y no de la clase capitalista porque todavía no estaban conformadas por capitalistas modernos, todavía faltaba mucho para eso. Entre las clases dominantes existía la clase tradicional de los terratenientes, el sector de los ricos comerciantes y el sector de los propietarios de minas. Estos tres sectores serán los que constituirán la burguesía moderna a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Estas clases dirigentes tradicionales, en el comienzo de las independencias, y posteriormente la burguesía moderna, constituyen los actores fundamentales del endeudamiento, por las presiones ejercidas a favor del mismo, tanto interno como externo.
Las clases dominantes locales organizaron, durante los dos últimos siglos, la fuga de capitales. Y hoy mismo, eso continúa siendo así. Tomemos como ejemplo lo que pasó en 2018 en Argentina. El expresidente Mauricio Macri pidió al FMI un crédito por más de 50 000 millones de dólares. Una gran parte de la suma abonada por el FMI partió hacia el extranjero gracias a la acción de los capitalistas argentinos. El mecanismo es el siguiente: el Estado toma préstamos de dinero en divisas extranjeras que es captado por las clases dirigentes que a su vez envían una gran parte de esas divisas hacia lugares «seguros», por ejemplo, Estados Unidos. Con una pequeña parte de los dólares colocados en el Norte, los capitalistas compran títulos de la deuda pública soberana de su propio país, lo que les proporciona un ingreso garantizado por el Estado.
Eso también explica por qué en estos países latinoamericanos —Argentina, Ecuador, Venezuela, Colombia, México— nunca hubo una burguesía que luche realmente por el impago de la deuda.
Un caso en el que la deuda fue denunciada, en un contexto de grandes luchas populares y de cambio de régimen, fue el de Benito Juárez, en México: la primera vez en 1861 y la segunda vez en 1867. Un tercer repudio/suspensión se produjo, también en México, durante la revolución de 1910-1920, cuando la deuda contraída por el dictador Huerta en 1913 (uno de los responsables del asesinato del presidente Madero, quien había puesto fin a la dictadura de Porfirio Díaz) fue repudiada por el presidente Venustiano Carranza. Fue también el caso de Costa Rica, durante una revolución democrática contra la dictadura de Tinoco en 1919. Analicé en detalle estos acontecimientos importantes y muchos otros en el libro Sistema Deuda.
Los repudios o suspensiones prolongadas de pago de la deuda tuvieron lugar en períodos de levantamientos populares y/ o de grandes contradicciones entre diferentes sectores de las clases dominantes.
Por lo tanto, hay que entender el papel extremadamente importante de las clases dirigentes locales, y en el período más moderno, del gran capital local que es totalmente favorable al endeudamiento. Digo esto porque hay un sector de la izquierda que simplifica las cosas presentando la problemática de la deuda solamente en términos de contradicción nación- imperio, sin comprender que, en general, la clase capitalista es favorable al recurso del endeudamiento público interno y externo.
MM
Generalmente se afirma en la prensa dominante y entre los acreedores del Norte que es el sobreendeudamiento del Sur el que provoca las crisis de la deuda. ¿Tu libro aporta otra explicación, no?
ET
Una tercera tesis concierne al hecho de que, en general, las crisis de la deuda son generadas por períodos de flujo y reflujo del capital proveniente de los centros imperialistas. Así, las crisis de la deuda en América Latina, como las de la Europa periférica o de las periferias como Egipto, fueron provocadas por las crisis financieras de los centros imperialistas.
Esto también está relacionado con las ondas largas del desarrollo capitalista retomando un concepto desarrollado por el economista Ernest Mandel, alternadamente expansivas y depresivas. Sobre este tema, hay una diferencia entre mi explicación y la explicación de Rosa Luxemburgo de la crisis argentina con el banco Baring en 1890. Rosa, influida por la base de informaciones de que disponía, pensaba que Argentina había, de alguna manera, provocado la crisis, mientras que es un hecho que el problema provenía de Londres (el principal centro financiero mundial en esa época) y de la crisis financiera en Inglaterra. Existen períodos de préstamos frenéticos para poder reciclar los abundantes capitales, a los que siguen crisis financieras, un cese de flujos de capitales y la repatriación de los mismos, que generan una imposibilidad de refinanciación de la deuda y, en consecuencia, incumplimientos de pagos, suspensión de pagos, etc.
Es importante que saquemos enseñanzas del pasado puesto que eso nos permite imaginar escenarios para el futuro. En el caso en que los bancos centrales del Norte subieran nuevamente, de manera importante, los tipos de interés, provocarían una nueva repatriación de capitales hacia Estados Unidos o Europa, y numerosos países periféricos podrían encontrarse confrontados con graves problemas de refinanciación y entrar en un nuevo ciclo de crisis de la deuda con suspensión de pagos. Actualmente, tenemos una explosión de deudas públicas y privadas que aún no llegó a una crisis de pagos generalizada. Pero eso podría producirse en los meses o años venideros, ya que, otra vez, hay una crisis financiera en el Norte donde los bancos centrales aumentan el tipo de interés en los centros imperialistas.
Sri Lanka aplicó sistemáticamente políticas neoliberales desde los años 1980 y firmó numerosos acuerdos con el FMI, siguiendo siempre sus recomendaciones, y a pesar de todo entró en suspensión de pagos a partir de abril de 2022. Es la primera vez, desde su independencia en 1948, que el país entró en default total de pagos y es el primer país asiático en hacerlo durante los últimos veinte años. En el caso de Sri Lanka, es la sucesión de una serie de impactos exteriores, y en particular el alza enorme del precio de los alimentos y los combustibles (que importa totalmente), situación que le impide proseguir con el reembolso de la deuda. Estos dos shocks exteriores son provocados por los impactos en la evolución de las economías del Norte de la guerra Rusia-Ucrania y sus efectos sobre la economía global.
MM
El pensamiento dominante afirma que una suspensión de pagos o un repudio de las deudas conlleva una suspensión de la financiación y desemboca en una catástrofe para la economía y la población del correspondiente país. En tu libro, afirmás que eso es falso.
ET
Una cuarta tesis desarrollada en el libro Sistema deuda: los repudios de deuda no acaban en una catástrofe económica y social. Y contrariamente a la afirmación corriente, los países que procedieron a repudios de deuda no fueron excluidos de las fuentes de financiación externa de forma duradera.
Portugal que repudió su deuda en 1837, principalmente ante los acreedores franceses, pudo continuar emitiendo títulos de deuda pública en los mercados financieros a lo largo del siglo XIX. Lo mismo pasó en Estados Unidos donde los repudios de deuda tuvieron lugar cuatro veces durante el siglo XIX: hubo tres olas de repudio de deuda pública en Estados Unidos a lo que se suma el repudio por Estados Unidos de la deuda reclamada a Cuba por España en 1898 . Y esto también es cierto para México. En 1867, luego del primer repudio de 1861, México repudió la deuda contraída durante la ocupación francesa de 1862 a 1867, por el régimen de Maximiliano de Austria ante banqueros de Francia. A pesar de ese repudio, Estados Unidos concedió de forma inmediata préstamos a México ya que, después de la guerra civil, que había destruido el país de 1861 a 1865, el gobierno estadounidense buscaba mercados y clientes. Por consiguiente, Londres, en competición con París y Estados Unidos, otorgó también préstamos a México. Y quince años más tarde, Francia firmó de nuevo tratados con México. En otras palabras, después del repudio de la deuda, no se excluyó a México de la financiación externa.
Si nos detenemos en el caso de la Rusia soviética que repudió la deuda zarista en febrero de 1918, tampoco fue excluida definitivamente de las financiaciones exteriores. Una conferencia se celebró en Ginebra en 1922 sobre la deuda reclamada a Rusia y la delegación soviética reiteró su repudio al declarar esencialmente: «Nosotros podríamos cambiar nuestra posición si ustedes –los gobiernos de los países acreedores– garantizaran las inversiones para la reconstrucción de la Rusia soviética, si ustedes acordaran una reducción muy grande del monto que reclaman. En ese caso, podríamos retomar los pagos en 30 años, en 1952.» Durante esa conferencia que duró un mes, los gobiernos de las grandes potencias rechazaron esa propuesta. Sin embargo, a continuación, en los años siguientes todos esos gobiernos comenzaron a otorgar nuevos créditos a la URSS, que salió victoriosa de esa situación.
La conclusión es evidente: un gobierno puede no solo suspender el pago de la deuda soberana, sino también repudiarla y, no obstante, encontrar capitalistas o gobiernos que desean acordarle préstamos, como lo muestra, entre otros, los impresionantes casos mexicano y ruso en la época de los sóviets.
MM
La mayoría de los juristas que defienden el sistema capitalista y las grandes instituciones como el Banco Mundial y el FMI afirman que el concepto de deuda odiosa no tiene un fundamento jurídico sólido. ¿Qué pensás sobre eso?
ET
Una quinta tesis presente en el libro Sistema deuda demuestra la actualidad de la doctrina de la deuda odiosa. Esta doctrina fue elaborada en los años 1920 sobre la base de numerosos litigios en materia de deuda soberana ocurridos entre finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XX a escala mundial.
La doctrina de la deuda odiosa elaborada en 1927 por el jurista Alexander Sack sobre la base de un siglo y medio de litigios en materia de deudas soberanas, consiste en afirmar que el principio de la continuidad de las obligaciones de los Estados no se aplica en el caso de deudas odiosas y de cambio de gobierno. Si una deuda es odiosa, no se debe reembolsar, es nula.
Según la doctrina jurídica de la deuda odiosa teorizada por Alexander Sack, una deuda es odiosa si presenta estas dos condiciones esenciales:
–La ausencia de beneficio para la población: la deuda no fue contraída en interés del pueblo ni del Estado sino contra sus intereses y/ o por el interés personal de los dirigentes y de personas próximas al poder.
–La complicidad de los prestamistas: Los acreedores sabían (o estaban en condiciones de saber) que los fondos prestados no beneficiarían a la población.
Según esta doctrina, la naturaleza despótica o democrática de un régimen no es condicionante.
En mi libro demuestro que esta doctrina sigue siendo actual y, además, el gobierno de Estados Unidos la invocó en 2003 para convencer a las grandes potencias de anular el 80 % de la deuda de Iraq.
A pesar de que esta doctrina sea combatida por los acreedores, la misma inspiró, de una manera u otra, a las numerosas anulaciones parciales o totales de deudas durante la segunda mitad del siglo X y el comienzo del siglo XXI. Aquí doy una serie de ejemplos citados en mi libro: el repudio de las deudas por la China revolucionaria entre 1949 y 1952, el repudio realizado por Indonesia en 1956 de las deudas contraídas con los Países Bajos, el repudio de las deudas por Cuba en 1959-1960; el repudio de las deudas coloniales realizado por Argelia en 1962, el repudio hecho por Irán en 1979 de las deudas contraídas por el Sha para comprar armamentos, el repudio realizado por las tres repúblicas bálticas de las deudas heredadas de la URSS en 1991, la anulación de la deuda de Namibia con respecto a Sudáfrica por el gobierno de Nelson Mandela en 1994, la anulación de la deuda colonial de Timor Leste en 1999-2000, la anulación del 80% de la deuda iraquí en 2004, la anulación realizada por Noruega en 2006 de las deudas de cinco países (Ecuador, Perú, Sierra Leona, Egipto y Jamaica), deudas contraídas para la compra de barcos de pesca en 2006 y la anulación en 2009 de una parte de la deuda ecuatoriana que había sido identificada como ilegítima por la comisión de auditoría en 2007-2008.
Resumiendo, demuestro en mi libro que desde el siglo XIX, de América Latina a China, contando con Haití, Grecia, Túnez, Egipto y muchos otros países, la deuda pública fue utilizada como arma de dominación y de espoliación. Al fin y al cabo, es la combinación del endeudamiento y el libre comercio lo que constituye el factor fundamental en la subordinación de las economías de los países a partir del siglo XIX. Las clases dominantes locales se asociaron a las grandes potencias financieras extranjeras para someter a sus países y a sus pueblos a un mecanismo de transferencia permanente de riquezas de los productores locales hacia los acreedores, ya sean nacionales o extranjeros.
Numerosas veces en la historia, debido a grandes movilizaciones populares y/o a crisis de régimen, tuvieron lugar anulaciones y repudios de deudas. No hay ninguna razón para que no se reproduzca el fenómeno, tanto más considerando que cada vez es mayor el número de países que se encuentran ante aumentos considerables de sus deudas públicas, mientras las dificultades de pago comienzan a acumularse nuevamente.
MM
Con respecto al acuerdo de Argentina con el FMI, me gustaría tu opinión sobre dos ideas presentes en el Gobierno nacional: la primera es que se trata de un acuerdo que excepcionalmente no exige reformas estructurales y la segunda es la apuesta a que después del saneamiento de la situación macroeconómica habrá un crecimiento que atenuará el impacto del ajuste derivado del propio acuerdo, lo que permitiría encarrilar la economía y la situación social en la buena vía. ¿Cómo ves estas cuestiones?
ET
Bueno, está claro que se trata de un acuerdo que debe ser totalmente rechazado, un acuerdo desastroso que causará una vez más graves problemas en Argentina. De una manera u otra, con el fin de poder «vender» ese préstamo, el FMI logró un procedimiento más sofisticado al no poner como condición previa las exigencias de reformas estructurales. Pero existe, en el acuerdo, un déficit presupuestario bien definido y muy limitado, un seguimiento cotidiano de las finanzas y misiones trimestrales del FMI para verificar las cuentas. El veredicto de cada misión condicionaría el siguiente desembolso. Así, el FMI dispondrá de un potente instrumento de presión para obtener una reducción de gastos y reformas que no están definidas previamente. Es una sofisticación más perversa de la injerencia del FMI en la determinación de la política de un país soberano, puesto que en los acuerdos precedentes, la gente ya podía imaginar lo que les esperaba debido a la exigencia previa de reformas estructurales.
Para la burocracia sindical que defiende el acuerdo con el FMI habría sido más difícil hacer público su apoyo si un pedido de reforma laboral hubiera estado explícitamente incluido. Ahora, tal como el acuerdo es presentado, es más fácil para ellos expresar su sostén y argumentar que no podían imaginar lo que iba a pasar en el sector laboral porque no estaba definido. Por lo tanto, para mí, la estrategia es aún más infame y más sofisticada en su perversidad. Ya que está claro que los términos del acuerdo están en total contradicción con la versión que el ministro de Finanzas Martín Guzmán y el presidente Alberto Fernández, y aquellos y aquellas que lo defienden, quieren presentar.
En cuanto a la afirmación según la cual el crecimiento de la producción garantizaría el pago de la deuda, hay que decir que el volumen de la nueva deuda es enorme, ya que se trata de 45 000 millones de dólares que han sido renegociados con el FMI, y que se agregan a todas las otras deudas. El calendario de pagos significa que, aunque hubiera una economía en crecimiento, sería muy difícil disponer de un margen de maniobra que permita al gobierno financiar mejoras sociales y al mismo tiempo pagar la deuda. Considero que es muy difícil.
Y los y las que están en el gobierno y en la dirección del Frente de Todos (FdT) son totalmente conscientes de la situación nefasta en la que aceptaron el gobierno de Argentina. Por consiguiente, mienten con respecto a lo que pasará. Y es por eso que un sector del FdT decidió votar en contra.
El 15 de marzo de 2022, tuve una reunión con ese sector del FdT en el Senado, antes de que votase el acuerdo, con miembros de la Cámara de Diputados y del Senado que están en la línea de Cristina Fernández. Y votaron contra el acuerdo con el FMI.
Recordemos que, efectivamente, en la noche del jueves 10 al viernes 11 de marzo de 2022, la Cámara de Diputados validó el acuerdo con el FMI a pesar de que un tercio de diputadas y diputados que hasta ese momento habían votado a favor de la política del presidente Fernández, votaron en contra del acuerdo o se abstuvieron. La mayoría se obtuvo gracias a los votos de la derecha, que deseaba absolutamente que el acuerdo sea aprobado. De esa manera se legalizaría la deuda odiosa que la propia derecha había contraído con el FMI en 2018. El gobierno de Macri, en ese año, recibió del FMI 45 000 millones de dólares y el presidente Fernández decidió en 2022 pedir otros 45.000 millones para reembolsar esa suma. El 96 % de los diputados de la oposición de derecha votaron a favor del nuevo crédito, mientras que solamente el 62 % de los diputados oficialistas votaron a favor. Los cuatro diputados del FIT-U también rechazaron el acuerdo.
El 17 de marzo, el 42% de senadores oficialistas votaron contra el acuerdo con el FMI (sobre 33 miembros del Senado con que cuenta el FdT, 13 votaron en contra). Y se aprobó gracias al aporte de la derecha, que era indispensable porque en el Senado se necesitaba una mayoría de dos tercios. 32 senadores de la derecha, seguidores del expresidente Macri se unieron a 20 miembros oficialistas del Senado para lograr que el acuerdo con el FMI fuese aprobado.
En el encuentro que he tenido el 15 de marzo con miembros del Congreso del Frente de Todos opuestos al acuerdo con el FMI, éstos querían conocer mis argumentos concernientes a la posibilidad de no pagar la deuda reclamada por el FMI y las consecuencias que eso podría acarrear al país. Les expliqué que había leído el texto donde explicaban por qué habían votado en contra en la Cámara de Diputados. Agregué que si bien me alegraba que se hubieran opuesto a la validación del acuerdo con el FMI, no estaba de acuerdo en que una deuda necesariamente se debía pagar. Les dije que no era suficiente afirmar que la negociación había acabado en un mal acuerdo, por el contrario, habría sido necesario que, desde el comienzo del mandato del presidente Alberto Fernández, o sea, desde diciembre de 2019, se hubiera constituido una comisión de auditoría de la deuda con participación ciudadana. Se tendría que haber declarado que Argentina consideraba odioso e ilegal el crédito otorgado por el FMI en 2018 al gobierno precedente. Expliqué cuales habrían podido ser los argumentos y las alternativas. Todos me escucharon atentamente. Inmediatamente después de la reunión, decidieron difundir ampliamente nuestro encuentro. Querían mostrar que su oposición al acuerdo era un tema de actualidad y que eso terminaría en un voto negativo en el Senado los días venideros. Y es efectivamente lo que pasó. Toda la prensa se hizo eco de ese hecho, ya sea la prensa de derecha como la Nación o Clarín, la prensa que apoya al Frente de Todos y también la prensa de la izquierda radical.
MM
Según tu opinión, ¿cuál podría haber sido la estrategia alternativa?
ET
En varios medios de comunicación, expliqué qué medidas habrían debido tomarse desde el comienzo del nuevo gobierno, a fines de 2019 y comienzos de 2020. El FdT llegó al gobierno después de una campaña electoral en la que denunciaba el préstamo acordado por el FMI al gobierno de Mauricio Macri en 2018, subrayando el carácter ilegal de la aprobación del crédito ya que no había sido tratado en el Parlamento, etc. Incluso se iniciaron varios procesos para declarar ilegal la manera en cómo se había contraído la deuda. Existía, por lo tanto, una legitimidad derivada de la victoria electoral del nuevo gobierno que habría permitido no tener en cuenta la deuda contraída por Macri. Podrían haber dicho algo así: «Hay un cambio de gobierno, las obligaciones contraídas por el gobierno precedente tienen señales probatorias de ilegalidad. Se trata de una deuda ilegítima y odiosa y además el FMI es cómplice de la fuga de capitales ya que no preconizó el control sobre el movimiento de los fondos suministrados. El FMI no puede conceder un crédito de esa magnitud si hay dudas sobre la viabilidad de la deuda, y está claro que lo que fue convenido con Macri no era viable, por lo que el Fondo no respetó sus propias reglas oficiales. En consecuencia, nosotros suspendemos el pago de la deuda y como gobierno instauramos una comisión de auditoría con la participación de la ciudadanía, presentando también este grave problema a los diferentes foros internacionales, a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (CNUCYD), también ante el G20, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y ante otras instancias, difundiendo esta cuestión para convencer a la opinión pública internacional y a los otros países.»
Lo que precede es, esencialmente, lo que podría haber declarado el gobierno de Alberto Fernández a fines de 2019 o comienzos de 2020. Se habría creado una situación totalmente diferente, poniendo al FMI en dificultades frente a una decisión soberana y unilateral con argumentos basados en el derecho internacional.
Pero el gobierno eligió la vía de «las deudas serán reembolsadas y nosotros negociaremos», «nosotros pagaremos», «nosotros denunciamos lo que hizo Macri pero lo asumimos». Una estrategia totalmente errónea. Por supuesto, si hacemos un análisis de clase de lo que es el gobierno argentino, la decisión del gobierno tiene lógica. Porque el gran capital, que gracias al dinero del FMI invirtió en títulos de la deuda argentina, no quiere una suspensión de pagos y quiere mantener al FMI como una herramienta de intervención y de presión para profundizar el modelo neoliberal. Y eso es lo que interesa al gran capital argentino. Y como acabo de mostrar, otra estrategia era posible.
Además, hubo otra oportunidad perdida en el marco de la pandemia puesto que, independientemente de que la deuda fuese legítima o no, el gobierno podría haberse avanzado argumentando «un cambio fundamental de circunstancias» y «el estado de necesidad», situación reconocida en el derecho internacional que permite suspender el pago y utilizar los recursos liberados para responder a las necesidades de la población, y en este caso hacer frente a la crisis sanitaria a la que el pueblo argentino se confrontó. Pero el gobierno dejó pasar esa oportunidad para suspender el pago de la deuda.
También el gobierno podría haber hecho otra cosa a fines de 2021 —y hablo en teoría porque está claro que el presidente Alberto Fernández tenía otra estrategia—, podía haber dicho: «Nuestro ministro Guzmán hizo todo lo que pudo, de buena fe, para convencer al FMI de que hiciera algunas concesiones, pero el FMI no hizo tales concesiones, mientras que Argentina sí las hizo, por lo tanto debemos hacer un cambio de estrategia y endurecer nuestra posición». Pero eso tampoco se hizo.
Así que, este gobierno está preparando —ellos mismos— un nuevo ascenso de la derecha en las próximas elecciones y un fuerte aumento de la agitación social.
MM
¿Qué pensás sobre la fuerza del movimiento de oposición al acuerdo con el FMI?
ET
Desde el punto de vista de la resistencia, en primer lugar, considero como muy positivo el refuerzo de la acción llevada a cabo por la coalición antideuda llamada «Autoconvocatoria por la suspensión del pago e investigación de la deuda». Es una amplia coalición de movimientos. Y en segundo lugar el hecho de que el Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad (FIT-U), que hace menos de un año rechazaba coordinar sus actividades con la Autoconvocatoria, comenzó a coordinarse sistemáticamente. Y ahora el FIT-U tiene en cuenta las propuestas de los representantes de la autoconvocatoria. Diputados y diputadas del FIT como Miriam Bregman, Nicolás del Caño, Alejandro Vilca y demás representantes, llevan la lucha al Congreso, hablando de auditorías de la deuda, explicando qué es una deuda odiosa, pidiendo la suspensión inmediata del pago de la deuda, presentando propuestas. En otras palabras, ya no se contentan con denunciar la situación, sino abren el camino a acciones y alternativas. Y eso me parece una actitud muy positiva.
También es muy positivo que un sector significativo del Frente de Todos, en particular el sector de los movimientos sociales, se movilice contra el acuerdo con el FMI. Se vio muy claramente, en la calle el 24 de marzo de 2022, en la conmemoración del aniversario del golpe militar de marzo de 1976. Más de 250 000 personas se movilizaron en Buenos Aires, de las que 100 000 estaban ligadas al sector kirchnerista, opuesto al acuerdo con el FMI.
Si bien el FIT-U tiene una presencia sindical importante, los grandes sindicatos siguen apoyando al gobierno. El gran desafío es, por lo tanto, implicarlos en las luchas o convencer a los sectores más grandes de la clase obrera de unirse a las movilizaciones. Otro reto concierne a los y las jóvenes y a los y las estudiantes que deben implicarse en la lucha. En general, el carácter popular de la gente que se moviliza es impresionante. Se trata, principalmente, de personas provenientes del movimiento piquetero, es decir, de los sectores más afectados y más humildes. También hay un sector sindical y el movimiento feminista es muy activo. Pero la presencia estudiantil es escasa. Así que es necesario ampliar el frente de resistencia. Sin embargo, en un escenario internacional extremadamente preocupante para la izquierda y para los movimientos sociales, creo, francamente, que Argentina es un ejemplo alentador donde puede haber una acumulación de fuerzas y obtener resultados positivos.
Estoy muy contento y honrado de haber podido participar en diferentes grandes manifestaciones, en el momento de los debates sobre el acuerdo con el FMI en marzo de 2022. Lo describí en el artículo «Dos agitadas semanas en Argentina contra el acuerdo con el FMI». Es importante constatar que las movilizaciones continuaron en abril, mayo y junio de 2022.
MM
Habrás constatado que en el debate local la defensa del acuerdo está asociada a la idea de que una suspensión o un repudio de la deuda conduciría inevitablemente al caos, ya sea por la imposibilidad de acceder al mercado internacional, por la falta de capitales, por huelgas de inversiones, por la inflación, etc. Querría preguntarte qué pensás de estos argumentos, pero relacionándolos con otras dos preguntas. Por una parte, se subraya que esta deuda es con el FMI y no con acreedores privados, para diferenciarla del caso de la suspensión de pagos de Rafael Correa en 2008-2009 e incluso del primer «kirchnerismo», que mantuvo la suspensión de pagos de la deuda comercial hasta 2005. En segundo lugar, en una hipotética suspensión de pagos, ¿no sería necesario poner en marcha un conjunto de medidas globales para evitar los efectos indeseables, incluidas medidas como el control del comercio exterior?
ET
Sí, por supuesto. Lo he dicho en todos los medios, cuando me lo han preguntado. Durante una importante emisión de radio con la periodista kirchenista Cynthia García, afirmé que la suspensión de pagos permitiría el comienzo de una recuperación económica y la reconquista de la soberanía de la nación. Recordemos que la decisión del presidente Rodríguez Saá a fines de diciembre de 2001, bajo la presión de la calle, de suspender el pago de la deuda permitió la recuperación económica que comenzó en 2002 y prosiguió. Y eso fue antes de que aumentaran los precios de los productos de base exportados por Argentina, que comenzó durante el año 2003 y que le fue favorable.
Argentina tuvo tasas de crecimiento elevadas hasta 2009, cuando la crisis internacional provocada por el desplome del sistema bancario en Estados Unidos, iniciado por la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008, la golpeó. La experiencia de este país muestra que una falta de pagos, incluso sin acceso a los mercados financieros, no conduce al caos ni a la catástrofe. Por el contrario, permite la recuperación económica. Además, se puede seguir adelante con una reforma fiscal radical para aumentar la recaudación fiscal, con impuestos a los grandes exportadores de soja, impuestos también al gran capital, impuestos a la riqueza para el 1 % más rico, conjuntamente con una reducción radical del IVA sobre los productos de primera necesidad, para mejorar el nivel de vida de la población y una reducción del efecto inflacionista sobre los precios de base, con un control de precios, un control del comercio exterior y sobre el movimiento de capitales, así como otras medidas estructurales anticapitalistas (la socialización de los bancos, del sector energético, de las industrias farmacéuticas y otras). En otras palabras: considero que una suspensión de pagos o un repudio de las deudas ilegítimas debe ser parte de un plan global de medidas estructurales, con una dimensión anticapitalista clara.
MM
Entre el momento en el que el acuerdo fue firmado y ahora han habido acontecimientos de gran impacto mundial como la guerra de Ucrania, que crea problemas en la economía internacional y en la local, comenzando por el aumento de precio de los productos agrícolas y de la energía. Está claro que la situación general ha cambiado. ¿Cómo impactaron estos cambios en la viabilidad del acuerdo?
ET
Sí, en principio, es otro argumento para no ratificar el acuerdo y declarar la suspensión de pagos. La opinión de que eso podría llevar a medidas tan fuertes como la exclusión de Argentina de las transacciones bancarias SWIFT es un argumento que no tiene ningún fundamento serio. Escuché a gente decir cosas como «nos excluirán de las transacciones SWIFT como a Rusia». Pero Rusia invadió un país, violó la Carta de las Naciones Unidas y declaró la guerra. Argentina, fundándose en argumentos del derecho internacional, suspendería el pago de una deuda con el FMI. Por favor, no hay comparación posible. Y, además, Estados Unidos y las potencias aliadas de Washington no tienen ningún interés de entrar en conflicto con Argentina, que es una aliada, que forma parte del G20, etc. De hecho, con la guerra, el FMI sufrirá, en parte, una desestabilización como institución por su contradicción interna, ya que Rusia es uno de sus miembros. Existen también tensiones entre China y Estados Unidos que repercuten en el seno del FMI. Todo eso constituye un momento favorable para los gobiernos de los países periféricos, que pueden aumentar su margen de maniobra. Eso pasó en la década de 1930. La crisis del Norte facilitó la experiencia de Lázaro Cárdenas en México (1934-1940), de Getulio Vargas en Brasil (1930-1945) y del peronismo en Argentina (1946-1955), que llegó más tarde pero se preparó en ese marco político y económico.
La creación del modelo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPALC), generó, en los años 1940 y 1950, una visión de un tipo diferente de modelo de desarrollo y también formó parte de ese marco favorable a esos gobiernos. Todo eso se produjo cuando algunos gobiernos del Sur comenzaron a aprovecharse de una situación de tensión internacional entre las grandes potencias para aumentar su margen de maniobra. Por otra parte, ¿cuáles serán las consecuencias de la crisis con respecto al acuerdo? Podemos imaginar que la crisis generará probablemente un incremento de dificultades para Argentina, complicando la realización de los objetivos convenidos con el FMI, lo que podría acarrear más conflictos sociales. Si el gobierno no toma medidas fuertes para proteger el poder de compra de las clases populares, la agitación social aumentará rápidamente. Y si bajo la presión del FMI, sigue sin tomar medidas enérgicas, el problema se volverá más grave. Es mi previsión.
MM
Finalmente, ¿cómo ves la situación abierta por el punto de inflexión que puede constituir la guerra en Ucrania? ¿Qué impactos pensás que esa guerra puede tener sobre la situación internacional? ¿Cómo ves la situación geopolítica y económica internacional después de la invasión rusa?
ET
Es un cambio radical. Por supuesto, hemos tenido guerras en Europa a fines del siglo XX, por ejemplo, la de la exYugoslavia en los años 1990, pero no tuvieron la amplitud de la situación generada por la invasión de Ucrania. Hay un cambio fundamental en la situación internacional. Veremos si las negociaciones permiten un alto el fuego, una retirada de las tropas rusas y la no adhesión de Ucrania a la OTAN, pero, personalmente, tengo dudas sobre la viabilidad de esa solución; aunque, por supuesto, la retirada de las tropas rusas y la no adhesión de Ucrania a la OTAN sería una situación muy positiva. No tengo claro que eso sea posible de forma rápida. De todas maneras, los efectos ya dramáticos de la guerra serán duraderos, abriendo la vía a numerosos conflictos a resolver, algunos ligados a la deuda: Ucrania tiene una deuda de más de 15.000 millones de dólares con el FMI y debe 3.000 millones de dólares a Rusia. Ucrania está en suspensión de pagos con respecto a Rusia y denuncia la deuda que le reclama Putin, por ello hay un proceso en curso en Londres. Si no hay una solución diplomática a la guerra, las potencias occidentales podrían presionar sobre la justicia británica para que Ucrania pudiera salir victoriosa del litigio, como medio de presión a Rusia, lo que podría ser también importante en términos de jurisprudencia.
De todas maneras, la demanda de anulación de la deuda ucraniana con el FMI, que propician los movimientos sociales encontró un ambiente favorable, particularmente en Europa. También está la demanda de expropiación de los bienes de los oligarcas, pero creo que debería tener como objetivo también a los oligarcas ucranianos y no solamente a los rusos. Ese dinero, fruto de la expropiación, se devolvería al pueblo ucraniano mediante un fondo bajo control ciudadano y no bajo control gubernamental.
La evolución de la situación internacional es extremadamente preocupante y no va en buena dirección, pero, al mismo tiempo, la situación de guerra abre posibilidades y vías de salida que serán difícilmente controlables por el establishement. Por supuesto, preferiríamos que no hubiera guerra, pero el escenario no nos condena a apoyar las soluciones que las diferentes potencias quieren imponer. Por el lado occidental, debemos oponernos a las políticas del imperialismo estadounidense y de la Unión Europea, que aumenta sus gastos militares, debemos denunciar la OTAN y su expansión, exigiendo, por supuesto, la retirada inmediata de las tropas rusas y apoyando el derecho de Ucrania a la autodeterminación.