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Frei Betto combatió la dictadura en Brasil y participó del gobierno de Lula. (Foto: FarodiRoma)

«Vamos a vivir un nuevo ciclo democrático y popular»

UNA ENTREVISTA CON
Traducción: Valentín Huarte

Además de haber combatido la dictadura y participado del gobierno de Lula, Frei Betto es autor de más de 50 libros. En esta entrevista nos convida su punto de vista sobre la lucha contra el neofascismo y la historia del antimperialismo desde la antigua Palestina hasta el siglo XXI.

Por Caue Ameni
y Nathália Urban

Durante los años sesenta Frei Betto participó de la dirección de la Juventud Estudiantil Católica y estuvo preso en dos oportunidades. La primera vez, después del golpe de 1964, tuvo que cumplir quince días de detención. La segunda vez, en 1969, fueron cuatro años. Terminado ese período colaboró con distintos gobiernos socialistas y fue asesor especial del primer gobierno de Lula. Entre sus libros destaca «Bautismo de sangre», novela que se convirtió en un clásico del cine y que ganó el premio Jabuti en 1983. Sus obras están disponibles en su librería virtual.

En esta entrevista nos convida su punto de vista sobre la lucha contra el neofascismo y la historia del antimperialismo desde la antigua Palestina hasta el siglo veintiuno. El texto fue editado a los fines de facilitar la lectura. Aquí puede verse el video completo.

 

NU

Parece haber dos Jesús: uno es el de Nazaret, que convivía con los zelotes y enfrentaba al imperialismo romano, y el otro es el Cristo santificado por la Iglesia Católica. ¿Cuál de esas versiones es más fidedigna en términos históricos?

FB

La verdad es que en nuestra cabeza, en la cabeza de los cristianos, no hay dos versiones de Jesús. Hay muchas versiones y dependen de la óptica ideológica. Eso sucede incluso en el libro sagrado. No hay un único evangelio, hay cuatro: el de Marcos, el de Lucas, el de Mateo y el de Juan. Son cuatro visiones distintas de Jesús. La Iglesia Católica abarca todas esas visiones, incluso la del Jesús militante, el que luchó contra el Imperio romano. 

Nadie puede negar que Jesús murió como un militante político. No murió de hepatitis en su cama, ni en un accidente de camellos en una esquina de Jerusalén: fue perseguido, encarcelado, juzgado y torturado por dos poderes políticos, el judaico y el romano, representado este último en la figura de Pilatos, que aplicó la pena de muerte que en esa época era la crucifixión. Por lo tanto, la verdadera pregunta que uno debería hacerse es: ¿por qué Jesús, que fue una persona tan amorosa, bondadosa y maravillosa, murió cruelmente en la cruz? La razón es muy simple: cuando uno abre los cuatro evangelios, la expresión «iglesia» aparece solo dos veces, mientras que en un solo evangelio, en el de Mateo, la expresión «reino de Dios» es puesta en boca de Jesús ciento veintidós veces. Aunque en el siglo veintiuno, la Iglesia parece haber pospuesto el reino de Dios como una realidad que estaría más allá de esta vida, no era así en la cabeza de Jesús. El reino de Dios es el proyecto político que Jesús nos trajo y ese es el motivo por el que fue cruelmente asesinado. Jesús osó anunciar, dentro del reino de César, otro reino posible: el de Dios. 

Es como hablar del socialismo en el marco del capitalismo, o de democracia en una dictadura. Por lo tanto, todos nosotros, los cristianos, nos guste o no, somos discípulos de un militante político revolucionario.

 

CSA

Me gustaría saber un poco más sobre los zelotes que acompañaban a Jesús. Según pude leer en un libro de Reza Aslan, autor iraní, el grupo de los zelotes era muy interesante y estaba comprometido con un tipo de política intransigente. ¿Cómo se desarrolló su militancia en términos históricos? ¿Cuáles eran sus métodos y qué relación tenía ese grupo con Jesús? 

FB

En la época de Jesús, en la Palestina del siglo I, había muchos grupos que luchaban contra la ocupación romana, es decir, contra el imperialismo de los romanos. Uno de esos grupos era el de los zelotes. Los zelotes defendían el enfrentamiento armado contra los romanos y esa no era la perspectiva de Jesús. Hasta existe la sospecha —hoy es un tema muy discutido entre los especialistas en la Biblia— que Judas Iscariote era zelote y que traicionó a Jesús porque esperaba la instauración inmediata del reino de Dios y pretendía un cargo preminente en el nuevo gobierno. 

La perspectiva de Jesús era distinta: quería plantar las semillas de un nuevo proyecto político y por eso no compartía esa visión, digamos, «leninista», que planteaba tomar el poder y fundar una nueva sociedad. Por el contrario, Jesús actuaba como actúa hoy el MST: la nueva sociedad nace de la misma práctica militante. Todas las actividades de sus tres años de militancia apuntaron a crear las semillas de un nuevo proyecto de sociedad basado en dos pilares: las relaciones personales de amor y las relaciones sociales de puesta en común de los bienes. Por lo tanto, Jesús no fue partidario de los zelotes y los zelotes no fueron partidarios de Jesús. Sin embargo, ambos fueron expresión de los grupos que combatieron el imperialismo romano durante el período de ocupación de Palestina, que duró del 63 a. C. hasta el 70 d. C., cuando Roma decidió destruir completamente Jerusalén. O más bien habría que decir que la destrucción del 70 duró los cuatro primeros siglos de nuestra era.

 

NU

Fuiste partidario de la Teología de la liberación y militante de distintos movimientos sociales de América Latina. ¿Qué rol tiene esa doctrina en la militancia? Sabemos que en algunos casos, como el del sandinismo de Nicaragua, llegó a ser muy importante. Pero, ¿cuál es su situación actual? ¿Su influencia está aumentando o mermando? 

FB

No es que fui partidario de la Teología de la liberación: soy partidario. ¡La Teología de la liberación está más viva que nunca! Si fue enterrada, si murió, no estoy enterado, no me invitaron al velorio. Está viva y sigue su curso. La Teología de la liberación parte del lugar social y epistémico de los pobres: es la fe concebida desde la prioridad que Jesús otorgaba a la lucha por los derechos de los pobres. 

En ninguno de todos los libros de la Biblia hay un solo versículo que diga que Dios bendice la pobreza. Por el contrario: la pobreza es fruto de la injusticia, es un mal. Por eso Jesús se pone del lado de los pobres y esa es la perspectiva que adopta la Teología de la liberación. Es una reflexión de la fe a partir del mundo del sufrimiento y de la exclusión de los más pobres. Ese es el motivo por el que las fuerzas de la derecha la persiguen y la critican.

La Teología de la liberación no había florecido antes de la Revolución cubana. Floreció recién en los años 1960, específicamente en 1968, con las conferencias de los obispos celebradas en Medellín. El primer libro de la Teología de la liberación llegó en 1971 y fue escrito por Gustavo Gutiérrez, teólogo dominico como yo, pero de origen peruano. Entonces empezó a propagarse por toda América Latina y los cristianos revolucionarios la adoptaron, tanto en las guerrillas de Colombia, donde destacó el padre Camilo Torres, como en las luchas de Nicaragua y de El Salvador. La Teología de la liberación brasileña bebió mucho de las Comunidades eclesiales de base surgidas durante los pontificados conservadores de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Hoy con el Papa Francisco esas comunidades tomaron un nuevo impulso y la Teología de liberación cobró más relevancia. Muchos teólogos están escribiendo nuevas obras, pero lo más importante es el crecimiento de esas comunidades de excluidos y marginados, que afortunadamente están fortaleciéndose con el papado de Francisco. 

 

NU

Como dijiste, hubo un tiempo en que la Teología de la liberación no solo era criticada, sino que sus partidarios eran perseguidos dentro del Vaticano. ¿Sigue siendo así? ¿Qué posición tiene ahora el Vaticano? ¿Las corrientes que se oponían a la Teología de la liberación siguen operando?

FB

Esa situación cesó completamente. La sospecha de la Teología de la liberación se terminó con el papa Francisco, que es partidario de esa doctrina. Basta leer la encíclica «Alabado seas», profundamente revolucionaria y crítica del capitalismo. Aunque —inteligentemente— él no utiliza esa palabra, todo el análisis estructural que hace del sistema económico dominante en el mundo es en realidad una fuerte crítica. Así que hoy la Teología de la liberación está cobrando fuerza. De hecho, el papa Francisco convocó hasta la fecha cuatro encuentros de líderes de los movimientos populares de todo el mundo. Participaron, entre muchos otros, dirigentes indígenas y João Pedro Stédile, uno de los dirigentes más importantes del MST. En todos los casos se trata de personas muy agudas que se identifican con la Teología de la liberación. La sospecha y la persecución típicas de los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI se acabaron.

Hoy sucede todo lo contrario: muchas personas conservadoras de la Iglesia se sienten incómodas por el hecho de que el papa nos respalde y nos reciba en el Vaticano. Yo mismo fui invitado el 9 de abril de 2014. Todo eso está indicando un cambio en la situación. Ahora bien, transformar la Iglesia no es una tarea fácil. La Iglesia es un elefante muy pesado. Yo diría que hoy tenemos una institución con una cabeza progresista y un cuerpo todavía conservador. No es fácil hacer que una estructura se vuelque al progresismo después de 34 años de pontificados conservadores. Pero, en cualquier caso, es una bendición de Dios que hoy tengamos un papa como Francisco, que sin ninguna duda es el jefe de Estado más respetable del mundo. Es alguien que tiene una voz muy autorizada y que no obstante toma posturas críticas frente a los negadores del cambio climático y a los que defienden el capital. Y además adoptó muchas medidas rigurosas para erradicar la pedofilia de la Iglesia católica. Solo puedo aplaudir las iniciativas del papa Francisco. Pero, en cualquier caso, pienso que hay que leer las encíclicas, los documentos que publica, porque son muy avanzados y nos sirven para comprender la coyuntura internacional. 

 

CSA

Además de eso, durante los últimos años, el Vaticano se destacó por su papel en el asunto de las FARC en Colombia y por la negociación que apuntó a terminar con los bloqueos a Cuba durante el último período del gobierno de Obama. Hoy en las encuestas de Colombia mide en primer lugar Gustavo Petro, militante de izquierda que tiene vínculos con las guerrillas y con la Teología de la liberación.

Después de la movilización del año pasado, con tres meses de insurrección, que se suman a los sucesos de Chile y de Perú, ¿qué cabe esperar en América Latina?

FB

Durante los últimos sesenta años, América Latina vivió muchos ciclos políticos. El primero fue la diseminación de las dictaduras militares. Todas fueron patrocinadas por el gobierno de Estados Unidos. De ahí ese chiste que dice: «En Estados Unidos nunca hubo un golpe militar porque en ese país no hay ninguna embajada de Estados Unidos». Como sea, hubo muchas dictaduras en nuestros países y los golpes fueron el rasgo característico de los años sesenta. Ese fue el primer ciclo. Después vino el ciclo de la democracia, que en Brasil se consolidó con la constitución de 1988, y más tarde vivimos un ciclo conservador y liberal. Todo ese período no dejó de ser un gran respiro, porque el retorno de la democracia burguesa y representativa que todavía predomina en Brasil, aun si no es la democracia participativa de nuestros sueños, sigue siendo mucho mejor que la dictadura. 

Los gobiernos neoliberales y mesiánicos —Collor en Brasil, Caldear en Venezuela, Fujimori en Perú— fracasaron. Todos fueron democráticamente electos y todos fracasaron, y así se abrió un nuevo ciclo, que es el ciclo democrático popular de Lula, Mujica, Chávez, Rafael Correa y Evo Morales. Pero no generamos suficientes defensas como para impedir que la derecha se reorganizara y volviera con toda su fuerza autoritaria y neofascista. Eso es lo que vemos hoy con los gobiernos de extrema derecha de América Latina. ¿En qué nos equivocamos? Desde mi punto de vista, nos equivocamos porque, aunque hubo muchos programas que mejoraron las condiciones de vida de la población, sobre todo la vida de los más pobres y los excluidos, no formamos políticamente al pueblo, no hicimos un trabajo de educación política. Es decir, no complementamos la satisfacción del hambre de pan con la satisfacción del hambre de belleza, que es el sentido que nosotros otorgamos a nuestras opciones religiosas. Por eso estamos viviendo este ciclo autoritario que afortunadamente está empezando a desmoronarse.

Todo indica que vamos hacia un nuevo ciclo democrático y popular. Hay posibilidades de que Gustavo gane las elecciones de Colombia, y, en Brasil, por fin estamos viendo «Luiz al final del túnel»: Luiz Inácio Lula da Silva. En Venezuela el gobierno de Maduro se consolidó y no hay más grupos de oposición significativos que cuenten con apoyo extranjero. Así que soy muy optimista en cuanto al futuro de América Latina. 

 

NU

Fuiste uno de los sobrevivientes de la Operación Cóndor. Algunos dirigentes del continente, como Evo Morales y Rafael Correa, que también fueron víctimas de esa segunda oleada de golpes, dicen que estamos viviendo una segunda Operación Cóndor. Tenemos «Luiz al final del túnel», pero ¿cómo evitamos una segunda oleada de golpes? ¿Qué piensa el señor que debemos hacer por esos gobernantes para consolidar un nuevo ciclo progresista? 

FB

Guardemos el pesimismo para mejores días. Quiero decir que los gobernantes actuales, salvo raras excepciones, son predominantemente neoliberales, o, como en el caso de Brasil, fascistas, abiertamente represivos, comprometidos con la muerte y con más simpatía por las armas que por las vacunas. No cabe duda de que los Estados Unidos no vacilarán en su relación con América Latina: ellos son partidarios de la doctrina Monroe, que dice: «América para los americanos», es decir, «América para la Casa Blanca». Nosotros no podemos aceptar eso. Tenemos que seguir el ejemplo de Cuba, el de Nicaragua y el de Venezuela, que consiguieron liberarse de las botas del Tío Sam. Por eso Estados Unidos teme la vuelta de Lula, de Evo Morales y la elección de Gustavo en Colombia.

Eso por no decir nada de la victoria de nuestro compañero de izquierda en Chile. El sistema no es monolítico, tiene sus contradicciones: durante un período tan significativo como los trece años que duró el gobierno del PT, Estados Unidos no logró debilitar ni impedir la reelección de Lula ni la de Dilma. Tenemos que definir con claridad dónde nos desviamos al punto de permitir que ganara un tipo execrable como Bolsonaro. En mi opinión, fracasamos sobre todo en la cuestión de la educación política del pueblo y en esa nueva trinchera que son las redes digitales, que me niego a llamar «sociales» porque no generan ninguna sociabilidad y sí generan mucha hostilidad. El año que viene serán muy importantes en términos electorales y tenemos que subsanar nuestros errores. Tenemos que aprender a usar las redes con inteligencia, con una estrategia y con capacidad para enfrentar la poderosa ofensiva de la derecha. 

 

CSA

Ya que mencionaste a los Estados Unidos, pienso que Joe Biden, figura hipotéticamente progresista, debe ser el segundo presidente católico del país del norte, y aun así no parece tener suficiente fuerza como para lidiar con el establishment, con la maquinaria del Estado ni con la política imperialista… O tal vez no quiere hacerlo. ¿No se supone que debería adoptar las directrices del Vaticano?

FB

Desafortunadamente Biden es una decepción. Ni siquiera adoptó la flexibilizada política hacia cuba que tuvo el Obama durante su segundo mandato. No solo ratificó las 243 nuevas medidas de Trump, que fortalecen el bloqueo a Cuba —ese bloqueo criminal impuesto sobre la pequeña isla hace más de sesenta años—, sino que ahora decidió castigar a todos los bancos, incluidos los chinos, que negocien en dólares con Cuba. Los bancos pueden usar euros, pero no dólares y eso genera muchas dificultades en ese pequeño país heroico.

Creo que Biden hace demasiadas concesiones a los republicanos, que ni siquiera aceptan formalmente su victoria. Niegan la victoria de Biden como niegan la vacuna. Estados Unidos alcanzó las 800 000 muertes y solo en los últimos cuatro meses —me enteré hoy— murieron 100 000 personas. El negacionismo de la ciencia y de la vacuna es mucho más fuerte en ese país. 

 

NU

Siendo un hombre religioso y politizado, que formó parte de varios gobiernos, ¿qué se siente ver al fascista de Bolsonaro utilizando justamente la religión a modo de disculpa por sus acciones? Es lo que hizo, por ejemplo, cuando designó a un ministro evangelista en el STF. Además, Bolsonaro se sirve de la agenda de las iglesias neopentecostales para influir en la política exterior de Brasil, por ejemplo, en las relaciones con Palestina, que cambiaron precisamente a causa de ese lobby sionista tan difundido dentro de las iglesias evangelistas.

FB

La gran pelea de Jesús no apuntaba contra los ateos ni contra los agnósticos, que ni siquiera existían en aquella época. Apuntaba justamente contra los fundamentalistas. El capítulo 23 del evangelio de Mateo narra la ruptura entre Jesús y los saduceos, los fariseos y los miembros del Sanedrín, que terminaron condenándolo a muerte. Todos esos grupos eran muy religiosos. Pero entre los diez mandamientos de Dios hay uno que dice que su santo nombre no debe tomarse en vano, y es eso lo que hace Bolsonaro. Por lo tanto, comete un pecado. Por supuesto, los gobiernos autoritarios y dictatoriales siempre usaron y abusaron del nombre de Dios. ¿Por qué? Porque saben que la población, sobre todo el segmento más pobre, es muy religioso. Si preguntamos a una trabajadora doméstica, a un portero, a un peón agrícola, «¿Cuál es su visión del mundo, cómo surgió el universo y qué sucederá después de su muerte?», responderán seguramente con categorías religiosas. Como sea, la derecha usa y abusa del nombre de Dios y nosotros tenemos que oponernos a eso, mostrar que ese Dios en el que cree Bolsonaro no es el nuestro, ese no es el Dios de Jesús.

Siempre digo que lo más importante es tener fe en Jesús, y ni Bolsonaro, ni André Mendonça, ni nadie de su séquito cree en Jesús. Se apropian del nombre de Dios y crean un Dios a su imagen y semejanza, o mejor, a imagen y semejanza de sus intereses. ¿Cuál es el mayor don de Dios? La vida. ¿Y cuál es la mayor preocupación de Bolsonaro y de su familia? El exterminio de sus enemigos, a tal punto que defendió públicamente que la dictadura debería haber matado a treinta mil personas, que mató a muy poca gente y, todavía más grave, promovió ese genocidio que hasta el día de hoy es causante de la muerte de 620 000 brasileños, 2/3 de los cuales, según los científicos, podrían haberse salvado de haber tomado medidas urgentes. Ese es un tema que debe quedar claro en la campaña política de 2022: que Bolsonaro usó y abusó del nombre de Dios, del mismo modo que lo hicieron Hitler y Mussolini. Stalin, abiertamente ateo a pesar de haber sido seminarista, fue una excepción, aunque se erigió él mismo en Dios del pueblo soviético. En fin, debemos denunciar todas esas maniobras. 

 

CSA

Según una estadística publicada por The Economist, en Brasil está mermando el número de católicos, que hoy suman sesenta millones, y aumentando el de evangelistas, que llegan a ser cuarenta millones. En Brasil, que es uno de los países más católicos del mundo, en breve habrá más evangelistas que católicos. El evangelista no es necesariamente reaccionario, pero muchas veces tiene una inclinación en ese sentido en cuanto a sus pautas morales y su idea de usufructuar las riquezas aquí en la Tierra se aviene bien con el capitalismo. ¿Cómo se siente eso dentro de la Iglesia y cómo se expresa en términos políticos? ¿Qué piensa el Vaticano?

FB

Es un tema muy importante. En primer lugar, contra todas las previsiones de los teóricos de la modernidad y de la posmodernidad, el fenómeno religioso no solo no desapareció, sino que está avanzando en todo el mundo. Basta pensar en la fuerza que tiene hoy, para bien o para mal, la religión musulmana. Me refiero a que, así como están los que abrazan el Alcorán y sus principios que remiten a un mundo de fraternidad, de paz y de justicia, también hay sectores terroristas, que se valen —aquí volvemos al tema anterior— del nombre de Dios, del nombre de Alá, para perpetrar los crímenes más espantosos. Es lo mismo que sucede en América Latina.

Nuestro continente sigue siendo hoy el continente más católico del mundo, pero el catolicismo está mermando y la religión evangélica está creciendo. Tenemos que ser cautelosos, no podemos meter a los evangelistas en la misma bolsa que los fundamentalistas. Conozco muchos evangelistas progresistas, que se identifican con la Teología de la liberación, que son revolucionarios de izquierda. Sin embargo, las Iglesias fundamentalistas y los sectores más reaccionarios cobran cada vez más fuerza gracias a los recursos y el dinero de este sistema capitalista. Las redes de comunicación, la televisión y todo eso hacen que su pensamiento se expanda más rápidamente que el nuestro, el de los progresistas, sean evangelistas o católicos. De hecho, el número de católicos, que representaba el 90% de la población brasileña a comienzos del siglo veinte, representa hoy el 60%, y, mientras tanto, el número de evangelistas sigue creciendo. Ahora bien, ¿cómo se explica eso? Pienso que la principal responsable es la Iglesia católica.

En realidad, no me preocupa la disminución del número de católicos en sí misma: estoy absolutamente en contra de cualquier postura competitiva frente a otras confesiones religiosas y discutir quién tiene más adeptos es una tontería. Pero debo decir que la Iglesia católica tiene una gran responsabilidad porque no cambió su estructura patriarcal y machista. Por eso seguirá declinando, porque estamos en un mundo en el que las mujeres se están emancipando y no tiene sentido que exista una institución donde todos los cargos y todas las funciones de autoridad son ocupados exclusivamente por hombres. De hecho, eso no se condice con el evangelio que nos describe a un Jesús acompañado por mujeres. La primera apóstol fue la samaritana de Jacob y los primeros testimonios de la resurrección fueron sostenidos por mujeres. Pero el machismo predominante de aquellos siglos quedó encastrado en la Iglesia y hasta hoy cargamos con esa aberración de no tener mujeres sacerdotisas, obispos, cardenales y papas. Tenemos que cambiar todo eso.

Por otro lado, el papa Francisco denunció en múltiples ocasiones el denominado «clericalismo». Basta asistir a un culto evangelista —si no fueron, deberían hacerlo— para comprobar que es muy atractivo. Uno puede pasar ahí dos o tres horas sin cansarse. En cambio, cuando uno asiste a una misa católica percibe que es muy chata, que está todo centrado en el oficiante, que él es el único que habla y que mantiene al pueblo inmóvil y callado y no permite que los fieles se relacionen entre sí. En una iglesia evangelista, después de que el culto termina, todos almuerzan juntos, conversan y existe toda una red de asistencia mutua: ayudan al que está desempleado, al que no llega a comprar una canasta básica, etc. Resultado: cuando uno asiste hoy a una misa católica, se encuentra con sus vecinos, pero la cocinera, la mujer que limpia la casa y el portero están en la iglesia del lado, en el culto evangelista. Esa es la realidad.

Y la situación no cambiará hasta que la Iglesia no se decida a aplicar transformaciones estructurales muy serias, que deberían implicar hasta la supresión del celibato obligatorio, no justificado por ningún pasaje de la Biblia. Prueba de esto es el primer capítulo del evangelio de Marcos, que dice que Jesús curó a la suegra de Pedro. Ahora bien, si Pedro tiene suegra, ¿cuál es la conclusión? Tiene esposa, es decir, Pedro era un hombre casado y Jesús no dejó de elegirlo como apóstol. Es más, lo convirtió en el líder del grupo apostólico y posiblemente haya habido otros apóstoles casados. Pero los evangelios no son un libro de historia ni de periodismo, son un relato religioso destinado a transmitir la propuesta de Jesús y, por lo tanto, no entra en esos pormenores. Esa es mi tesis: mientras la Iglesia no modifique sus estructuras y se libre del clericalismo, del patriarcado, del machismo y de la misoginia, seguirá dejando espacio para que crezcan otros sectores religiosos y el número de católicos de Brasil seguirá mermando. 

 

NU

La película sobre Marighella estrenada hace poco muestra el papel que cumplieron los frailes dominicos. ¿Qué piensa alguien que vivió esa realidad tan de cerca sobre el hecho de que hasta la misma Rede Globo hable hoy de Marighella y de las atrocidades cometidas durante la dictadura? 

FB

Me parece que la película es importante y que también es importante que la Rede Globo hable, cite y propague el nombre de Marighella, héroe nacional, libertador y símbolo de Brasil por su coraje y por su altruismo y su entrega radical a la lucha contra la opresión y contra el imperialismo norteamericano. La película —de la que en cierta forma participé porque Wagner Moura me invitó a conversar con el elenco— es importante porque pone en pantalla a una figura abominada por la derecha y por las élites brasileñas. Ese nombre, Carlos Marighella, era impronunciable, pero hoy está propagándose y muchos jóvenes están empezando a despertar.

El único comentario negativo que haría es sobre el final que, desafortunadamente, no se condice con el libro que Wagner usó para hacer la película. Me refiero al libro de Mário Magalhães, titulado Marighella o guerrilheiro que incendiou o mundo. Ese libro sitúa con precisión y restituye todo el contexto de la participación de los frailes dominicos en la muerte de Marighella, mientras que la película de Wagner deja la sensación de que los frailes fueron los únicos responsables. Por eso aconsejo que todos los que miren la película miren también Bautismo de sangre de Helvécio Ratton, que está basada en mi libro. Esa película está disponible en internet y en ella Helvécio contextualiza muy bien la cuestión de la participación de los frailes en la muerte de Marighella, pero sobre todo relata con mucha más precisión la participación de los frailes en el proceso revolucionario de la guerrilla urbana. 

 

CSA

Para terminar me gustaría que menciones tres libros y tres películas que sirvan para comprender mejor la coyuntura política actual y el rol histórico de Jesús en el cristianismo occidental.

FB

Aprovechando la época de navidad, recomiendo el libro sobre la vida de Jesús que escribí hace poco, titulado Un hombre llamado Jesús, publicado por la editora Rocco, donde hago una relectura de los cuatro evangelios a la luz de la Teología de la liberación contextualizando la vida de Jesús en la cultura de su tiempo. Visité Palestina e Israel, cada uno de los lugares donde estuvo Jesús, e hice una investigación exhaustiva sobre su vida a partir de las palabras y de los textos evangélicos. El libro es resultado de todo ese proceso y se tradujo a varias lenguas. También me gustaría recomendar la biografía de Lula de Fernando Moraes: es un primer tomo, pero es muy importante para comprender lo que significó el gobierno del PT y lo que significa la figura de ese dirigente político tan sorprendente por sus orígenes que es nuestro compañero Lula. Es muy importante que, frente a todas las acusaciones infundadas del Lava Jato, todo el mundo sepa lo que sufrió Lula esos 580 días que estuvo preso. Y sobre las películas, recomiendo siempre a los grandes directores de Brasil y del extranjero. Entre los brasileños recomiendo toda la filmografía de Glauber Rocha y de Nelson Pereira dos Santos, y de los extranjeros recomiendo toda la filmografía de Costa Gravas y de Oliver Stone. 

 

Sobre los entrevistadores:

Cauê Ameni es editor de Jacobin Brasil, de Autonomia Literária y organizador de la Festa Literária Pirata das Editoras Independentes (FLIPEI).

Nathália Urban es periodista independiente y analista política antimperialista. Nació en Brasil, pero vive en Escocia.

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