ENTREVISTA DE
Garrison Lovely[1]Garrison Lovely es un escritor oriundo de Brooklyn. Además de ser cofundador del proyecto de reforma y educación en la cárcel de la Universidad Cornell, conduce el podcast The Most Interesting … Continue reading
Michael Stipe es exlíder de R.E.M., banda pionera del rock alternativo que influenció a Nirvana y a Radiohead. Aunque R.E.M. se disolvió, Stipe todavía compone y canta. Su último tema se estrena el mes que viene.
Stipe también colabora con las causas progresistas, como el control de armas y los derechos de voto, y, en 2016, presentó a Bernie Sanders en la apertura de campaña de Coney Island. Se reunió con Garrison Lovely de Jacobin para conversar sobre su carrera, su infancia, sus preferencias políticas y mucho más.
GL
Hace poco encontré este video increíble donde están tocando «Losing My Religion» en Trafalgar Square. Cuando empieza la canción, el público se vuelve completamente loco. En un momento la cámara captura una gran sonrisa en tu cara.
Lo que más me gusta de la música en vivo es ver que los artistas están disfrutando el momento. ¿Cuál fue tu show favorito y por qué?
MS
El video es de cuando tocamos en el décimo aniversario del fin del apartheid. Ese día conocí a Nelson Mandela y lloré, aunque me contuve mientras estuve con él. Mandela era un fucking héroe.
En ese momento estaba con Sue Wildish, una amiga que se crio con el apartheid. Después se mudó a Londres y se metió en la industria musical. Nos conocimos y empezamos a hacer cosas juntos.
Estar presente cuando Sue le dio la mano a Mandela fue uno de los momentos más importantes de mi vida. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Como dije, traté de mantener la compostura hasta que Mandela se fue. Pero después subí, me encerré en el baño y largué el llanto. Estaba muy conmovido.
No solemos cruzarnos con gente que estuvo presa por sus creencias. Creo que cargan con ese peso a todos lados. En la superficie, Mandela era dulce y alegre. Pero bajo esa máscara ocultaba una profunda tristeza.
En fin, la cuestión es que cuando subimos al escenario fui muy feliz.
GL
En su época, Mandela, igual que Martin Luther King Jr., fue una persona muy polémica. Después la historia cambió y todo el mundo fingió que siempre lo había querido.
MS
Sí, lo sé. Durante la gira por Sudáfrica me enteré de que Nelson Mandela y Desmond Tutu se habían criado en el mismo barrio. Vivieron su adolescencia en la misma calle. Es bastante loco, ¿no?
GL
Bueno, también pasa en la música. La banda The B-52s es de Athens (Georgia), igual que R.E.M.
MS
¡Esa banda es increíble! No tiene el reconocimiento que merece por haber transformado la música como lo hizo. The B-52s fue una banda divertida en un momento en el que necesitábamos divertirnos. Estaban a la vanguardia. Comprendieron que algo estaba muriendo y supieron infundir una nueva vida en la escena alternativa.
Mucha de la música que se hacía en ese momento venía del punk y era explícitamente nihilista. Ese fue el momento en que The B-52s empezó a tocar en el CBGB de Nueva York. Era como un camión que te pasaba por encima.
¡Y eran de Athens, como nosotros! Se mudaron a Nueva York apenas firmaron su primer contrato discográfico. Bien por ellos.
Mis padres llegaron a Georgia desde el Medio Oeste para estar cerca de mis abuelos. Eligieron específicamente Athens porque es una ciudad universitaria y tenían tres hijos adolescentes. Yo era uno de ellos. Mi tío había estudiado en Athens durante los años 1960 y había militado en el movimiento por los derechos civiles.
Athens siempre tuvo una comunidad de hippies, queers, intelectuales y activistas. Es un ambiente propicio para explorar la creatividad porque la audiencia es comprensiva. Eso fue lo que encontré en Athens. También en Nueva York.
Siempre está pasando algo en Nueva York, incluso durante las épocas más oscuras, como la que, desde mi punto de vista, estamos atravesando ahora. Pero la ciudad se está recuperando y en algún momento resurgirá triunfalmente.
GL
Pienso lo mismo sobre Nueva York.
MS
Necesitamos un alcalde dispuesto a emprender un diálogo real sobre el control de alquileres (entre otras cosas vinculadas a la gentrificación) y que garantice vivienda digna para quienes no son megamultimillonarios.
GL
Pero para eso hay que pensar a nivel estatal. Eric Adams es demasiado amigo de las constructoras y él mismo es un gran propietario.
MS
Sí.
GL
Es evidente que a esta altura pudiste experimentar lo bueno y lo malo de ser una estrella. ¿Vale la pena?
MS
Supongo que depende de lo que se busque. La vida es bastante más compleja que una fantasía adolescente. A menos que uno sea Elvis o Frank Sinatra, debe conservar la capacidad de escribir su propia música. Tardé varios discos en darme cuenta de eso. Pero al final lo hice.
En términos creativos crecí con el público. Ese proceso es el que me llevó a convertirme en la persona que soy. Si miro atrás, estoy conforme con el camino que recorrí. Tengo tantos problemas como todo el mundo, pero estoy bastante convencido de que tuve bastante suerte en la vida.
GL
¿Qué es lo mejor y lo peor de ser una estrella de rock?
MS
Entre las mejores cosas mencionaría que uno está obligado a luchar contra su propio ego. En ese sentido, te ayuda a definir tu propia personalidad. Hay gente que termina siendo bastante imbécil. Creo que no me pasó.
Me parece que logré hacerme cargo tanto de mis triunfos como de mis fracasos. Y traté de asegurar cierto equilibrio entre los rasgos egocéntricos que implica el hecho de ser una figura pública y conservar cierta humanidad básica. Si uno abandona esa humanidad es imposible ser un buen artista. En ese caso todo se vuelve bastante pesado y tedioso.
GL
Pero desafiar el statu quo y hacer que la cosa avance parece conllevar siempre cierto nivel de arrogancia, incluso en el caso de la ciencia. Por ejemplo, pienso en Kanye West, prototipo de músico genial con un ego insoportable. En fin, a veces pienso que existe una relación virtuosa entre hacer buen arte y tener el ego suficiente como para desafiar el estado de cosas en un momento determinado. Pero también es cierto que demasiado ego puede obstaculizar la producción y la creatividad…
MS
Y la vida. Es una pena. Llegar al final de tu vida y darte cuenta de que siempre fuiste un imbécil y no aprendiste nada. ¿En qué posición te deja eso?
GL
La historia típica es la del famoso que abandona todos sus vínculos significativos y auténticos que cultivó antes de su estrellato y termina rodeado de personas que solo quieren formar parte superficialmente de su séquito.
MS
Hay que tener la cabeza bien ordenada para atravesar la fama y seguir siendo humano.
GL
Una de las canciones más populares de R.E.M. es «It’s the End of the World as We Know It (And I Feel Fine)» [es el fin del mundo como lo conocemos (y me siento bien)]. También es una de mis favoritas. En las redes se especula con que describe un debate político.
MS
Los rumores son falsos. La parte importante del título es «as we know it» [como lo conocemos]. Es la situación en la que estamos ahora. El vicepresidente definió el momento político actual como un punto de inflexión. Sigue siendo un poco impreciso. Pero definitivamente estamos en medio de dos épocas que pasarán a la historia como un antes y un después.
Y no estoy seguro de que Estados Unidos esté avanzando en la dirección correcta. Está claro que nuestro país tiene cosas realmente valiosas y hermosas. Pero la verdad es que hoy hay que excavar mucho para encontrarlas.
GL
Estamos en Jacobin, así que tengo que hacerte preguntas políticas. Dijiste que tu conciencia se fortaleció en ese sentido durante las giras internacionales. ¿Cómo definirías tu posición actual?
MS
Cuando era niño viví en el extranjero por el trabajo de mi padre. Él era piloto de helicóptero del ejército. Vivimos en Alemania y en muchas zonas de Estados Unidos, sobre todo en el Sur y en el Medio Oeste.
Mi madre es bastante liberal. También lo era mi padre, ya fallecido. Pero creo que tenía cierto desprecio saludable por los políticos. Odiaba sobre todo la forma en que concebían decisiones importantes, que impactan en la vida de las personas, como si fueran jugadas de ajedrez.
Está claro que, siendo un militar activo, sufría las consecuencias. Estuvo dos veces en Vietnam y una vez en Corea y luego tuvo que vivir con trastorno por estrés postraumático (TEPT). Esas experiencias deterioraron bastante su salud. Por supuesto, en esa época las víctimas de TEPT no recibían mucho apoyo. Se suponía que debían levantar la cabeza y seguir adelante.
Yo, en cambio, me considero un socialista democrático. Definitivamente estoy a la izquierda del Partido Demócrata. Si estoy afiliado es solo para votar en las primarias. Es el único motivo por el que mi nombre está asociado al partido.
Estoy completamente convencido de que el Comité Nacional Demócrata nos metió el problema de Trump en 2016. Y eso generó un efecto dominó que seguirá expandiéndose durante mucho tiempo. Los neoyorquinos siempre supimos quién era Trump y qué representaba. El que haya pasado de ser una estrella de televisión a la política con tal nivel de éxito es increíble y patético a la vez. Cuando lo pienso en términos internacionales, es realmente vergonzoso. Pude observar el fenómeno desde Berlín, que para mí es como un segundo hogar, y todo el mundo se preguntaba: «¡¿Qué mierda les pasa a los estadounidenses?! ¡¿Qué están haciendo?!».
En 2016 no pensaba que la presidenta debía ser necesariamente una mujer. Había hecho la experiencia con Angela Merkel en Alemania. Y la verdad es que, aun si reconozco algunos aspectos positivos de su mandato, como las decisiones vinculadas a la crisis de los refugiados, nunca estuve de acuerdo con muchas de sus políticas.
GL
Una de las cosas que más me molestó cuando Trump llegó al poder fue su política contra los inmigrantes. Biden intentó mantener la misma línea, pero finalmente tuvo que dar marcha atrás y aumentar la cantidad de ingresos al país. No soy fan de Biden, pero está claro que Trump no hubiese respondido a la presión popular de la misma forma. Por supuesto, podríamos y deberíamos hacer mucho más. Canadá, que tiene un décimo del tamaño de Estados Unidos, acepta muchos más refugiados. En fin, no solo es vergonzoso, sino que es terrible.
MS
Pensemos en la intervención estadounidense en Centroamérica durante los años ochenta. Y luego en la forma en que Canadá respondió a la crisis de los refugiados durante la misma década. Cuando era joven tocaba mucho en Toronto y pude ver cómo se convirtió, por lejos, en la ciudad más cosmopolita de América del Norte. En buena medida eso se debe a las políticas implementadas por Canadá durante la crisis de los ochenta.
Mientras tanto, en Estados Unidos estábamos atravesando la espantosa época de Reagan y Bush. En ese momento, pensamos que habíamos tocado fondo. No teníamos idea de lo que nos esperaba.
En 2016, cualquier político que no estuviera mirándose el ombligo, que no fuese un simple trepador, hubiera sido capaz de medir la temperatura del país y darse cuenta de que la situación propiciaba el surgimiento de alguien como Trump. La candidatura de Hillary Clinton, que en ese momento se planteó como una alternativa, no dejaba de representar a la élite política.
Entonces decidí apoyar a Bernie Sanders. De hecho, de vez en cuando todavía uso el gorro de su campaña. El periodista que me entrevistó recién me dijo que entró a un café con el mismo gorro y le hicieron un 20% de descuento. Es genial.
Aun con una larga carrera como senador y siendo un político de Washington DC, Bernie logró de alguna forma representar a muchos outsiders. Tanto es así que creo que no hubiese ganado las elecciones de 2016 si el CND no hubiese sido tan cínico y corrupto.
Dicho eso, pienso que Hillary Clinton fue una persona absolutamente genial y altruista durante sus años de juventud. Todo eso se evaporó cuando fue ridiculizada en la escena mundial, no solo como mujer, sino como figura pública. Es una desgracia.
Estoy con Bernie en eso de la revolución política y quiero un cambio real. Pero también me doy cuenta de que una buena parte de la política y de la creación de leyes —especialmente en un país del tamaño de Estados Unidos— implica asumir compromisos. Es un paso necesario. Y no todos los políticos son buenos haciendo eso.
GL
Los artistas suelen ponerse en modo político, aunque siempre en términos muy generales. Las convocatorias a «Salvar el planeta» o «Participar» rara vez tienen efectos reales.
Ahora bien, así como muchos músicos apoyaron a Bernie, los shows podrían ser una oportunidad, por ejemplo, de favorecer el apoyo a los candidatos locales de DSA o algunas otras medidas puntuales. ¿Existe la posibilidad de que los músicos empiecen a hacer cosas así? ¿Cómo sería?
MS
No quiero echarme flores, pero en los años ochenta, con R.E.M. tocamos en beneficio de un grupo de abogados ambientalistas de Atlanta. Muchas veces llevábamos a grupos ecologistas de gira y los dejábamos que pusieran sus mesas junto a los stands que vendían remeras de la banda. De hecho, R.E.M. efectivizó la primera reunión entre Greenpeace, Nature Conservancy y el Consejo Nacional para la Defensa de los Recursos. Quiero decir que la banda hacía mucho más que gritar consignas generales.
Definitivamente existe un punto en el que la política y el arte pueden encontrarse. Contamos con las masas de la audiencia, con el escenario y el micrófono. No hace falta que sea nada excesivo. Es posible expresarse en términos sutiles.
La carrera de Bruce Springsteen es un buen ejemplo. Creo que en el 2000, o más o menos por esa época, se hartó y decidió decir lo que pensaba. Pero toda su obra está plagada de ideas y relatos que reflejan su posición política.
Personalmente no busco formación política en la música ni en las artes. Pero a veces funciona. Y cuando funciona es hermoso. Aunque bueno, si sale mal, puede terminar siendo bastante miserable.
Notas
↑1 | Garrison Lovely es un escritor oriundo de Brooklyn. Además de ser cofundador del proyecto de reforma y educación en la cárcel de la Universidad Cornell, conduce el podcast The Most Interesting People I Know. |
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