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El equipo de baloncesto masculino de Cuba compite contra Estados Unidos para conseguir el puesto en las Olimpiadas de 1972. (Foto: Archivo Bettmann / Getty Images)

Cómo Cuba se convirtió en una potencia deportiva

En los Juegos Olímpicos de 1972, la Unión Soviética venció a Estados Unidos en el baloncesto masculino. Pero aquella controvertida victoria ha eclipsado la historia de la medalla de bronce de Cuba en esos mismos juegos, y la notable infraestructura deportiva socialista que hizo posible la victoria de la nación insular.

En 1972, la Unión Soviética venció a Estados Unidos en baloncesto masculino, asegurando la medalla de oro y obligando a los norteamericanos a conformarse con la de plata. Los últimos minutos de la final siguen siendo uno de los momentos más controvertidos de la historia del deporte. Fue la primera derrota que sufrió Estados Unidos en los Juegos Olímpicos en las décadas posteriores a la introducción del baloncesto en Berlín 1936. 

El equipo estadounidense, que siempre esperó ganar el oro, alega que la victoria fue irregular y aún hoy se niega a aceptar la medalla de plata. Pero ese año había un equipo más entre los mejores: los cubanos, medalla de bronce.

Hasta hoy, sigue siendo la única medalla olímpica de baloncesto de Cuba. Para los residentes del Norte Global, el país puede parecer un improbable fuera de serie en los libros de récords olímpicos. Pero el bronce fue el primero de los muchos éxitos del programa deportivo cubano, que desafió todos los pronósticos durante casi un siglo. La historia del deporte cubano posrevolucionario tiene mucho que enseñarnos sobre cómo podría ser un modelo de deporte socialista.

En Olimpismo: The Olympic Movement in the Making of Latin America and the Caribbean, Thomas F. Carter describió los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972 como «la era dorada del deporte cubano anunciándose a sí mismo». La pequeña isla, sometida a continuos embargos y solo una década después de la fallida invasión de Bahía de Cochinos, empató con Finlandia en ocho medallas, la decimocuarta del cuadro. En los Juegos de Verano de 1976, se llevaron trece medallas, y luego veinte en 1980.

Es notable que Cuba mantuviera un nivel atlético tan alto frente a la adversidad internacional. Incluso tras el derrumbe del Muro de Berlín y la devastación económica provocada por las sanciones del Periodo Especial, el país mantuvo una extraordinaria presencia en la escena atlética mundial. En los últimos Juegos Olímpicos de Tokio, los atletas cubanos, ya alejados de la época dorada, consiguieron quince medallas.

«Un valioso entrenamiento para las actividades revolucionarias»

Fidel Castro fue un atleta de toda la vida. Las historias de sus proezas deportivas suelen trazar relatos alternativos de leyenda hiperbólica o de propaganda anticubana. Aunque no era el legendario jugador de béisbol que a menudo se mitificaba, Fidel era una prometedora promesa del baloncesto. En Fidel Castro and Baseball: The Untold Story, Peter C. Bjarkman cita a Fidel observando que el baloncesto proporcionaba

un valioso entrenamiento indirecto para las actividades revolucionarias (…) un juego que requiere planificación estratégica y táctica y astucia general, además de velocidad y agilidad, los verdaderos elementos de la guerra de guerrillas.

Esta actitud influyó en todos los deportes cubanos posteriores a la revolución.

En contra de lo que se dice en Estados Unidos, Fidel luchó con ahínco para que el club de liga menor de la MLB, los Sugar Kings, permaneciera en la isla. Su traslado clandestino a Rochester en un viaje fuera de la isla (tras considerables presiones del departamento de Estado estadounidense), fue probablemente uno de los muchos factores, antes de Bahía de Cochinos, que confirmaron la imposibilidad de una relación positiva con Estados Unidos. El incidente fue también una prueba tangible de que el deporte cubano necesitaba un nuevo camino.

En 1961, la Dirección General de Deportes del exdictador Fulgencio Batista se transformó en el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER). La eliminación de la empresa deportiva privada fue arrolladora. El INDER proporcionó una forma, dijo Fidel, para que el deporte «sirviera a la revolución».

Los éxitos del INDER fueron asombrosos. En Punching Above Its Weight: Cuba’s Use of Sport for South-South Co-Operation, Robert Huish señala que las instalaciones de élite que entrenan a los mejores atletas de Cuba siguen siendo accesibles para los ciudadanos de a pie. Margaret Randall, en su libro Exporting Revolution, desglosa las cifras: el país cuenta con un instructor deportivo por cada 342 cubanos (para contextualizar, Estados Unidos tiene aproximadamente un instructor cualificado por cada 980 estadounidenses), y el público tiene acceso a 11 523 centros deportivos. Dos millones de cubanos han participado en treinta y ocho deportes en competiciones nacionales e internacionales.

A pesar de la escasez resultante de las continuas sanciones, Huish observa que «es fácil encontrar niños practicando deporte en Cuba». Los niños suelen utilizar pelotas de goma y trozos de madera en lugar de pelotas de béisbol y bates, pero la prevalencia del deporte sigue contrastando con la de muchos otros países carentes de recursos. Cuba ha transformado el deporte en una actividad de ocio omnipresente, una profesión alcanzable para los atletas naturalmente excelentes y una forma de mantener la salud de su población.

El desprecio de los estadounidenses por el deporte cubano, a menudo expresado en acusaciones de amateurismo, está ligado a las objeciones a la escala salarial dentro de la industria deportiva del país. Sobre la cuestión de la remuneración, el director de béisbol cubano Higinio Vélez dijo:

¿Amateurs? Supongo que quiere decir que nuestros jugadores no cobran lo que ganan [las estrellas del béisbol] Pujols o Soriano. Pero con ese criterio supongo que está dispuesto a decirme que los maestros de escuela y los profesores universitarios de su país también son amateurs. Tampoco ganan lo mismo que los mejores atletas profesionales o las estrellas de cine, ¿verdad? No, no. Nuestros jugadores son profesionales.

La eliminación de los deportes «profesionales» en la isla se malinterpreta a menudo. Los atletas que se muestran prometedores en la escuela son seleccionados para los programas deportivos de alto nivel de Cuba y se les da entrenamiento, equipo y capacitación. El deporte es, por tanto, una profesión a tiempo completo en la sociedad cubana. Esto ha tenido el efecto adicional de crear una igualdad racial que no existía antes de la revolución. Bajo el régimen de Batista, los deportes habían sido en gran medida el dominio de los ricos. En los casos en los que los cubanos de piel más oscura y las minorías étnicas jugaban, lo hacían bajo contratos altamente explotadores, una cuestión que todavía impregna el deporte en el resto del mundo.

Gran parte de los deportes cubanos funcionan de una manera familiar para Estados Unidos, especialmente en el caso del béisbol. La Liga Cubana funciona de forma similar a la MLB, con equipos en cada provincia que juegan en una estructura de liga tradicional, en gran parte con talento local, y que culmina en la Serie Nacional del campeonato. Ser aficionado a los Industriales de La Habana tiene muy poca diferencia con serlo, por ejemplo, de los Blue Jays de Toronto.

Sin embargo, la entrada a los partidos en Cuba es gratuita.

Solidaridad internacional

Cuba tomó prestada su estrategia de exportación de su modelo del béisbol estadounidense. El país tomó nota del modo en que los ejecutivos de la MLB y el Estado estadounidense utilizaban el béisbol para, como ha dicho Bjarkman,

dispersar los sagrados valores estadounidenses por los puestos extranjeros ocupados o sometidos en Asia y América Latina, viéndolo como una herramienta positiva para fomentar el dominio estadounidense en todo el mundo, especialmente sobre los japoneses, coreanos y taiwaneses.

Se habla mucho del hecho de que Cuba envía médicos a todo el mundo, pero se da menos bombo a su apoyo a las infraestructuras deportivas. En 2011, había seiscientos entrenadores cubanos en más de cien países. Cuba también ha invitado a atletas de otros países a la isla de forma gratuita. Una vez que llegan, los atletas participan en entrenamientos de alto nivel, así como en clases intensivas de español e instrucción en materias como ciencias biológicas y análisis deportivo. Huish describe esta práctica como un medio para que Cuba afronte la pobreza internacional «invirtiendo en capital humano».

El deporte sustenta el compromiso de Cuba de hacerse valer en un escenario mundial a menudo hostil. Es a través del éxito en la escena deportiva internacional como Cuba cumple su aspiración de mantener una presencia global. Está orgullosa de demostrar el éxito de su cultura atlética autóctona. Hasta 2003, Cuba había ganado 1492 medallas en los Juegos Centroamericanos y del Caribe y 649 en los Juegos Panamericanos.

El deporte también ha sido una forma para que Cuba demuestre su solidaridad internacional con el Sur Global y otros países socialistas. La nación isleña ha participado en los boicots internacionales de las Olimpiadas de 1984 y 1988 como reproche a la política exterior del bloque occidental.

Debido a la historia de Cuba y a su proximidad geográfica con Estados Unidos, los atletas cubanos se han encontrado a menudo compitiendo en lo que son deportes tradicionalmente «americanos». Esto es algo que Estados Unidos ha convertido a menudo en un campo de batalla diplomático. En consecuencia, los atletas cubanos se han enfrentado históricamente a importantes problemas para obtener visados para las competiciones internacionales (incluso en eventos en los que no participaba Estados Unidos, como los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1967).

Un modelo socialista de deporte

El colapso de la Unión Soviética y la subsiguiente crisis económica durante el Período Especial no frenaron el programa deportivo cubano. Esto se debió probablemente a la infraestructura que el país ya había establecido durante décadas. Thomas F. Carter ha sugerido que el intenso compromiso de Cuba con el éxito en los Juegos Olímpicos en la década de 1990 fue parte del intento de la nación insular de reconstruir su economía. Los equipos cubanos firmaron contratos con marcas internacionales y el país incluso presentó un par de candidaturas fallidas para organizar los juegos.

Podría decirse que el béisbol cubano presenta niveles de talento similares a los de la MLB. Este hecho no ha pasado desapercibido en Estados Unidos. En los últimos años se ha producido la deserción de muchos deportistas cubanos de alto nivel, en su mayoría estrellas del béisbol, a la MLB, atraídos por las promesas de mayor riqueza y oportunidades. 

Las estrellas que han surgido en la MLB han sido en gran medida el resultado de la buena voluntad cubana. Los padres de Liván Hernández y Luis Tiant Jr. pudieron salir de Cuba y ver a sus hijos cuando jugaron en sus respectivas Series Mundiales. Recientemente, Cuba se ha esforzado por acabar con el tráfico de personas en el deporte y ha negociado acuerdos para que los atletas jueguen a nivel internacional. Estos esfuerzos han acabado en su mayoría en fracaso, debido en gran parte a la «falta de comprensión de los contratos de estilo capitalista» de los funcionarios del INDER.

A primera vista, puede parecer que el hecho de que los cubanos no estén en contacto con los protocolos y las convenciones de los negocios deportivos globales es un fracaso de la educación —o, peor, una ignorancia del «mundo moderno»—. Pero en realidad demuestra el increíble éxito que representa el proyecto deportivo cubano. Cuba ha creado con éxito un modelo deportivo verdaderamente socialista. La incongruencia entre el modelo cubano y el estadounidense —y la consiguiente incomprensión de sus jugadores cuando se enfrentan al «oficialismo» deportivo— es testimonio de su triunfo.

La medalla de bronce de Cuba en los controvertidos Juegos Olímpicos de Múnich de 1972 puede parecer una nota a pie de página en la historia del deporte. En realidad, marcó un paso importante en la improbable trayectoria del país en el deporte y debería recibir la atención de todo socialista. Cuando los conservadores preguntan cómo pueden disfrutarse los lujos y el ocio en un sistema socialista, no hace falta ser teóricos: el programa deportivo de Cuba es un ejemplo vivo de cómo lograrlo.

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Publicado en Artículos, Cuba, Cultura, Deporte, homeIzq, Políticas, Salud and Sociedad

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