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El empresario multimillonario Guillermo Lasso es el nuevo presidente de Ecuador. (Foto: AFP)

Ecuador después de la ilusión electoral

La izquierda y el pueblo atraviesan un período de reflujo en Ecuador. Pero si las organizaciones sociales aprovechan el escenario para romper con el letargo y depurar las líneas institucionalistas y de derecha que han asumido algunas dirigencias sindicales e indígenas, la resistencia puede transformarse en ofensiva.

En los últimos pronósticos públicos que daban las encuestas se preveía un empate técnico entre Andrés Arauz y Guillermo Lasso. Con esta incertidumbre y tomando en cuenta que en las segundas vueltas en Ecuador todo puede suceder, las elecciones del 11 de abril eran inciertas. 

Finalmente, el candidato de la derecha, Guillermo Lasso, ganó con una ventaja de cinco puntos. Con ello, en Ecuador se consolida la derecha neoliberal, aupada por el gobierno de Lenin Moreno. Su alianza con el partido socialcristiano responsable de los escuadrones de la muerte en los ochenta, su respaldo a los crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno de Lenin Moreno durante las movilizaciones de octubre de 2019 y sus vínculos personales con Álvaro Uribe previenen los rasgos fascistas en su mandato. 

La llegada de Lasso empuja también la tendencia conservadora proestadounidense en la región que fortalecería la presión hacia Venezuela. Podemos sostener que estamos en un período de contrarrevolución preventiva. 

El resultado electoral supone, además, un enorme golpe al correísmo y el fortalecimiento de un sentido común de derecha en la población en general. La crisis económica y social en la que se halla Ecuador, la desconfianza y el hartazgo frente a la institucionalidad estatal representada en el porcentaje de voto nulo y ausentismo no van a ser superadas fácilmente. Las tensiones sociales y contradicciones internas desgastarán al gobierno de Lasso en el trascurso del tiempo. 

La incapacidad de autocrítica del correísmo se había convencido a sí mismo de ser el mejor gobierno de la etapa republicana, la dependencia al líder, la actitud hostil hacia las organizaciones sociales especialmente la CONAIE y la izquierda anticapitalista, la ausencia de diálogo con los distintos sectores mientras fue gobierno y durante la campaña terminó pasándole factura. 

El correísmo llegó a afirmar que era preferible perder las elecciones que establecer una alianza con el Movimiento Indígena. Además, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), creada durante su gobierno, se posicionó con la candidatura de Lasso. Se vislumbra la aparición de facciones en sus filas y posiblemente rupturas.

Otro dato no menor fue el resultado del voto nulo: representó el 16,3%, duplicando el promedio histórico (8,7%). Su mayor impacto estuvo en la Sierra Centro y la Amazonía. En las provincias de Bolívar, Chimborazo, Cotopaxi, Azuay y Tungurahua el nulo obtuvo más del 30% del total. 

Pero, sin dudas, uno de los aspectos más lóbregos de este periodo es la encarnación del sentido común conservador en la población. El discurso anticorreísta, empujado por los sectores de la derecha que no fueron beneficiarios del exgobierno, se volvió hegemónico. La izquierda institucionalista y una parte de la población festejan ciegamente la derrota del correísmo, olvidando la llegada al gobierno de la derecha socialcristiana. 

La crisis en curso y los ofrecimientos de campaña activarán las tensiones al interior de los sectores dominantes. Por un lado, si bien Lasso representa los intereses del capital financiero, existen conflictos con sectores del capital productivo como los de Isabel Noboa. Por otro, varias de las promesas hechas a organizaciones y movimientos sociales inclusión de la agenda de mujeres, del movimiento GLBTIQ, la no extracción minera y la subida de salarios están en franca contradicción con los sectores del Opus Dei a los cuales pertenece Lasso.

Su gobierno no va a poder satisfacer a todos, pues, si bien el precio del petróleo se está recuperando, la curva y salud del mercado de los commodities es muy frágil por el contexto mundial. Adicionalmente, hay que recordar que existe una fuerte presión por cumplir con empréstitos de las Instituciones Financieras Internacionales. Seguirán los ajustes estructurales: reducción de salarios, exploración de minería, despidos de trabajadores públicos y remoción de cargos a una base de la burocracia identificada como correísta. 

El ajuste estructural incrementará la pobreza y las necesidades, lo que aumentará la conflictividad social y una oportunidad para la reconstitución del campo popular. Esto, en la medida de que las organizaciones sociales puedan orientarse a una plataforma de lucha que rompa con la opción institucionalista e incluso de derecha. No se puede ocultar que existe una tendencia de derecha y reaccionaria en las organizaciones, de las que el Movimiento Indígena no se salva, donde pululan algunas «alternativas» ecologistas expresan modelos de capitalismo verde y neoliberalismo ambiental combinadas con posiciones anticomunistas.

La conflictividad social crecerá durante el gobierno de Lasso, pero también la represión: el neoliberalismo siempre ingresa a palos. El fortalecimiento del aparato represivo durante los últimos años se va a profundizar y, con ello, la persecución a la izquierda anticapitalista y al campo popular.

Evidentemente, este es un período de reflujo para los sectores de izquierda y el pueblo. Sin embargo, las organizaciones sociales pueden aprovechar este escenario para empujar una plataforma de lucha que rompa con el letargo y depure las líneas institucionalistas y de derecha que han asumido algunas dirigencias sindicales e indígenas. De la tenacidad, el arrojo y la sapiencia depende en buena medida la construcción de una salida en beneficio de las mayorías. Una alternativa que pasa, necesariamente, por enfrentar a los reyezuelos modernos, ahora en el gobierno. 


 

Andrés Madrid es docente universitario. Es autor del libro En busca de la chispa en la pradera. El sujeto revolucionario en la intelectualidad orgánica de izquierda en Ecuador y coautor de Estallido. La Rebelión de Octubre en Ecuador.

Sofía Lanchimba es profesora de Pensamiento Político Latinoamericano (FCPYS-UNAM). Integra el Grupo de Trabajo CLACSO «Herencias y Perspectivas del marxismo».

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Publicado en Artículos, Ecuador, Elecciones, Estrategia, homeIzq and Política

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