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El candidato presidencial Andrés Arauz celebra con simpatizantes en Quito, Ecuador, mientras proclama su victoria tras las elecciones generales. (Franklin Jacome / Getty Images)

Ecuador despues de las elecciones  

La elección ecuatoriana celebrada el 7 de febrero estuvo envuelta en caos y controversias. Pero también pudimos observar una amplia renovación del mapa político y el fin del dominio, de corta duración, de los principales actores políticos neoliberales del país.

El principal candidato fue el progresista Andrés Arauz, cercano al expresidente Rafael Correa y su “Revolución Ciudadana”. Arauz obtuvo casi el 33 por ciento de apoyo y su coalición Unión por la Esperanza (UNES) se convirtió en la fuerza más grande en la Asamblea Nacional. Mientras tanto, la alianza de los dos partidos conservadores tradicionales, CREO y el Partido Social Cristiano (PSC) encabezado por el banquero corporativo más notorio del país, Guillermo Lasso, obtuvo un apoyo de menos del 20 por ciento, la pérdida de más de la mitad de su fuerza política desde las elecciones de 2017. Aún más sorprendente fue la aparición de dos recién llegados: Carlos “Yaku” Pérez, del partido indigenista Pachakutik (19,5 por ciento) y Xavier Hervas, de la izquierda democrática liberal (16 por ciento).

En las elecciones paralelas a la Asamblea Nacional, la UNES de Arauz obtuvo 49 escaños (de un total de 137), mientras que la coalición Creo-PSC obtuvo 30 escaños, Pachakutik obtuvo 27 e Izquierda Democrática 18. El partido Alianza País del presidente neoliberal saliente Lenín Moreno, sacudido por protestas masivas contra las reformas respaldadas por el FMI en 2019, obtuvo menos del 1,5 por ciento y fue eliminado de la Asamblea Nacional.

A primera vista, el resultado parece ser decepcionante para la Revolución Ciudadana, un movimiento político que dominó la política de Ecuador durante la presidencia de Rafael Correa de 2007 a 2017 y que se convirtió en la principal oposición al gobierno de Lenín Moreno luego de su marcado giro neoliberal. Los líderes de la UNES esperaban obtener la victoria en la primera ronda (lo que habría requerido al menos un 40 por ciento de apoyo, más una ventaja del 10 por ciento sobre el segundo candidato) y una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. La Revolución Ciudadana sí ganó la mayoría de los cantones de la nación (103 de 221), 8 regiones y las provincias costeras de importancia estratégica como Guayas, Manabí, Esmeraldas y El Oro. Sin embargo, la mayor parte de la región montañosa del país (particularmente Cotopaxi, Bolívar y Chimborazo) y la Amazonia fueron ganadas por Pérez, mientras que Lasso solo se impuso en las provincias de Galápagos y Pichincha. Así, el destino de la presidencia ecuatoriana se decidirá en la segunda vuelta, prevista para el 11 de abril.

Pero los datos post-electorales también muestran una realidad diferente: una derrota para los partidos conservadores tradicionales y el surgimiento de nuevas fuerzas centristas y liberales que buscan heredar el manto anti-Correa. En cualquier caso, este resultado representa el regreso del movimiento Revolución Ciudadana como principal fuerza política del país, a pesar de la campaña más intensa de persecución legal y represión desde los gobiernos autoritarios de los años ochenta.

Uno para todos … y todos contra uno 

Desde que Lenín Moreno rompió con el legado reformista de Correa y abrazó a las élites económicas y políticas del país, la «Revolución Ciudadana» se ha enfrentado a una interminable campaña de “Lawfare” en un intento de eliminarla del mapa político ecuatoriano y evitar su regreso al Cardonet (Palacio presidencial).

Jorge Glas, ex vicepresidente de Correa y ampliamente reconocido como el ‘arquitecto’ del nuevo marco económico durante el período 2013-2017, continúa encarcelado en la prisión de máxima seguridad de Latacunga en Quito, a pesar del deterioro de su estado de salud y de la infección por COVID-19. Más de 30 casos legales dudosos, que van desde soborno y secuestro, se han iniciado contra Rafael Correa desde 2018 en un intento de enterrarlo políticamente. Otros líderes destacados como el excanciller Ricardo Patiño, la exdirectora de la Asamblea Nacional Gabriela Rivadeneira y el destacado líder indígena Carlos Viteri fueron obligados a exiliarse en México. La actual prefecta de Pichincha, Paola Pabón, el recién electo miembro del Parlamento Andino, Virgilio Hernández, y el líder del movimiento social Christian González, fueron encarcelados tras el levantamiento de octubre de 2019 contra el gobierno de Moreno y sus intentos de imponer las “reformas” del FMI. Numerosos otros activistas y figuras políticas también han sufrido difamación, persecución, exilio o encarcelamiento.

El proceso de registro de la boleta presidencial Arauz-Rabascall también fue deliberadamente paralizado por las autoridades electorales del país en numerosas ocasiones antes del inicio de la campaña. La boleta original Arauz-Correa fue rechazada con el argumento de que Correa no residía actualmente en Ecuador (a pesar de que la ley electoral ecuatoriana permite que los candidatos se registren en el extranjero), mientras que la nominación de Rabascall como candidato a vicepresidente también fue cuestionada por el CNE con el argumento de que no fue elegido por asamblea popular. Otros intentos de bloquear sus candidaturas retrasaron su registro final hasta el 8 de diciembre (solo 3 semanas antes de que comenzara la campaña) e incluso entonces continuaron los desafíos legales. Otro intento fallido de descalificar a Arauz fue realizado el 31 de enero por Luis Verdesotto, un funcionario del CNE estrechamente afiliado a Guillermo Lasso, con el argumento falso de que la campaña de Arauz estaba realizando pruebas de COVID-19 en sus centros de campaña. Esto fue desestimado después de que no se presentaron quejas contra la mayoría de los otros candidatos que estaban realizando pruebas de COVID-19.

La campaña política y mediática contra Arauz estuvo dominada por tres aspectos clave: su retrato como un “lelo” de Correa, el uso de cuentas falsas en Facebook y Twitter para difundir videos e información falsos sobre las propuestas económicas de Arauz (y para impulsar la campaña de Lasso) y la intromisión de actores políticos y mediáticos extranjeros.

Un eslogan utilizado para describir a Arauz como un “lelo” de Correa fue ampliamente utilizado por las fuerzas de derecha para retratarlo como un hombre poco inteligente y dependiente del expresidente. Irónicamente, esto también ayudó a asociar la candidatura de Arauz con Correa, quien mantiene una amplia popularidad entre la clase trabajadora y sectores de la nueva clase media surgida durante su presidencia.

Una amenaza más seria para la campaña de Arauz vino en forma de una “investigación” realizada por la revista colombiana Semana. Este semanario alegó que el movimiento guerrillero de extrema izquierda ELN ha estado financiando su campaña a través de la Internacional Progresista, desde la primera conferencia de esta última en septiembre de 2020. El absurdo cuestionamiento se puede comparar con una campaña similar de difamación contra Rafael Correa en 2010-11, cuando se alegó que su campaña electoral de 2009 recibió financiamiento de las FARC en Colombia. Tanto Arauz como David Adler, el director de la Internacional Progresista (Progressive International), descartaron las acusaciones como un intento desesperado de difamación. La investigación de Semana pronto se transformó en una intervención total del sistema judicial colombiano con la visita oficial del fiscal general Francisco Barbosa a Quito para entregar las supuestas pruebas que vinculan al ELN con la campaña de Andrés Arauz. La intervención de Barbosa (conocido por su estrecha amistad con el actual presidente de Colombia, Iván Duque) ha sido ampliamente condenada como un intento de intervenir en el proceso electoral ecuatoriano e intentar descalificar a Arauz para participar en la segunda vuelta. Ernesto Samper, expresidente de Colombia, afirmó que las denuncias son “parte de un juego sucio que está siendo orquestado desde Colombia por los sectores radicales de la derecha de los dos países para interferir en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales ecuatorianas”.

Otro video falso de campaña alegaba que el equipo de Arauz estaba ofreciendo 250 dólares a cualquier votante que se registrara en su campaña. Esta historia fue recogida y re-editada por el diario Clarín de Argentina, conocido por su fuerte oposición al peronismo.

La distribución del video también ayudó a revelar una vasta red de bots y trolls que operan en las redes sociales, en su mayoría afiliados a la campaña de Guillermo Lasso. Un estudio exhaustivo realizado por el gurú español de la campaña digital, Julián Macías, también demostró las fuertes conexiones entre Lasso y los diversos ‘think tanks’ e institutos de derecha, libertaria y extrema derecha de todo el mundo, siendo la Red Atlas la más notoria.

Sin embargo, incluso con esta vasta red de conexiones, Lasso casi no logró pasar a la segunda ronda, ya que surgió un retador inesperado.

Los dilemas de CONAIE y Pachakutik 

La aparición de Carlos “Yaku” Pérez como posible candidato para enfrentarse a Andrés Arauz en la segunda vuelta fue una de las mayores sorpresas de la noche electoral. Fue considerado por muchos como la “nueva cara de la izquierda ecuatoriana” y una alternativa “ecosocialista” a la considerada izquierda “autoritaria” de Rafael Correa y Andrés Arauz.

Exlíder de la organización indígena ECUARUNARI y prefecto de la provincia de Azuay, Pérez saltó a la fama por primera vez durante las protestas anti-Correa de 2015. Ha sido un acérrimo opositor al gobierno de Correa, llegando incluso a apoyar la candidatura de Lasso en la carrera presidencial de 2017. Desde entonces, Pérez ha adoptado a menudo posiciones de apoyo a las diversas fuerzas de derecha en Ecuador y en toda América Latina. Respaldó abiertamente el golpe parlamentario contra la presidenta brasileña Dilma Rousseff en 2016, la campaña legal contra Cristina Kirchner en Argentina, así como el derrocamiento respaldado por Estados Unidos de Nicolás Maduro en Venezuela y el violento golpe contra Evo Morales en noviembre de 2019.

Al mismo tiempo, la Confederación de Organizaciones Indígenas del Ecuador (CONAIE) ha estado lejos de ser unánime en su apoyo a Pérez. A pesar de oponerse a Rafael Correa durante la mayor parte de su mandato, varios líderes y organizaciones afiliadas a él han reconocido el peligro de una presidencia de Lasso. El más destacado de ellos ha sido Leonidas Iza, presidente del movimiento indígena Cotopaxi y uno de los organizadores clave de los levantamientos de octubre de 2019 contra Moreno. En una entrevista con un destacado periodista Jimmy Jairala, afirmó que “elementos de derecha de la organización de Lasso estaban dentro del círculo íntimo de Pérez” buscando su apoyo para Lasso en la segunda vuelta. Además, el 12 de febrero, junto con otros elementos de izquierda de Pachakutik, manifestaron su oposición a cualquier tipo de acuerdo con Lasso o su partido. También es importante señalar que si bien la CONAIE apoyó la elección de Pérez como candidato presidencial, la organización no organizó explícitamente una campaña pública. Muchos líderes clave, como Iza y Jaime Vargas, se abstuvieron de hacer declaraciones en apoyo a Pérez.

Sin duda, la CONAIE jugará un papel importante en la segunda vuelta de las elecciones ecuatorianas y la decisión sobre a quién apoyar debe reflejar la nueva realidad política del país: el resurgimiento del correismo bajo el liderazgo de Andrés Arauz o la política del pasado neoliberal con Guillermo Lasso.

La partida

Una reunión, mediada por la Organización de los Estados Americanos (OEA), entre Lasso y Pérez el 12 de febrero, resultó en un acuerdo para realizar un recuento total de todos los votos en la provincia de Guayas, donde Arauz y Lasso dominaron la contienda y Pérez quedó distante en cuarto lugar. Al mismo tiempo, varios líderes políticos opuestos a Correa y Arauz han pedido la creación de un “frente anti-Correa” para la segunda vuelta del 11 de abril. Xavier Hervas, de la “Izquierda Democrática”, también pidió una unidad de fuerzas políticas contra la “izquierda extremista y corrupta de Correa”.

En la superficie, estos ‘retazos’ de conservadores, liberales y movimientos indigenistas anti-Correa tienen ventaja en términos del apoyo electoral total que recibieron sus candidatos el 7 de febrero. Sin embargo, sus bases de apoyo no son tan sólidas, y es muy probable que los votantes cambien sus preferencias si la eventual contienda enfrenta a Arauz contra Lasso. Después de todo, más del 70 por ciento del electorado votaron por opciones que se presentaban como progresistas (es decir, Arauz, Hervás y Pérez), y, por lo tanto, rechazando la agenda incondicionalmente conservadora y de libre mercado de Lasso.

El eventual respaldo de Hervas y Pérez a Lasso como candidato “anti-Correa” también presenta un enorme problema para sus respectivas organizaciones y bases electorales. Esta decisión podría dividir a la CONAIE entre quienes desean continuar su cruzada contra Correa a cualquier costo y quienes desean evitar una presidencia de Lasso. Dentro de la Izquierda Democrática, Hervas es todavía una figura relativamente nueva, y su partido tiene una historia de escisiones y luchas internas sobre su orientación hacia Correa, su gobierno y sus aliados.

En la primera vuelta, la gran mayoría de votantes en Ecuador rechazó el neoliberalismo y las figuras que tradicionalmente lo han representado. El desafío para Andrés Arauz radica ahora en agrupar a esa base electoral anti-neoliberal.

 

 

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Publicado en Ecuador, homeCentro and Política

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