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Leo Panitch fue un enorme apoyo para la izquierda internacional, un organizador infatigable y un querido amigo.

El socialismo democrático es nuestra única posibilidad

UNA ENTREVISTA CON
Traducción: Valentín Huarte

Leo Panitch nos dejó el mes pasado. Fue uno de los principales colaboradores e inspiradores de Jacobin. Le rendimos homenaje publicando esta conversación que Panitch tuvo en enero de 2020 con Bhaskar Sunkara.

por Bhaskar Sunkara

Leo Panitch murió hace unas semanas. Comprometido durante décadas en la lucha socialista, fue coeditor desde 1985 de la prestigiosa revista Socialist Register y autor de muchos trabajos marxistas destacados, entre ellos de La construcción del capitalismo global (Akal, 2015), junto a Sam Gindin, una investigación fundamental sobre la historia y la actualidad del capitalismo y el imperialismo.

Fue también uno de los principales colaboradores e inspiradores de Jacobin. Le rendimos homenaje publicando esta conversación que Panitch tuvo en enero de 2020 con Bhaskar Sunkara, fundador y director de Jacobin Magazine.


BKS

Hablamos mucho acerca de cómo los partidos socialdemócratas, durante las últimas décadas, dieron un bandazo hacia la derecha. Pero, de alguna manera, los peligros del conservadurismo y de la burocratización eran un tópico de discusión al interior del movimiento socialista incluso antes de la Primera Guerra Mundial, cuando los partidos obreros de masas empezaron a surgir en Europa.

LS

Creo que lo esencial es familiarizarse con el libro de Robert Michels, uno de esos asombrosos periodistas europeos de principios del siglo veinte que escribían en italiano, en francés y en alemán, que fue estudiante del sociólogo Max Weber. Michels escribió un libro famoso titulado Los partidos políticos, en el cual habla de la «ley de hierro de la oligarquía». En esta obra sigue el desarrollo de estos partidos socialistas de masas que habían surgido fuera del parlamento, a partir de la organización de la clase trabajadora, entre 1870 y la Primera Guerra Mundial, y dice: «Está claro que uno no puede comparar estos partidos con los partidos burgueses que se originaron en el parlamento, y que buscan, sobre todo, mantener el poder de una élite prexistente».

A diferencia de los partidos burgueses, los partidos del socialismo se originaron fuera de la arena electoral, siguiendo el desarrollo del movimiento obrero, y sus cuerpos soberanos eran las conferencias masivas de delegados que representaban a una membresía masiva en vez de a una élite parlamentaria. Michels tomó al Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) como modelo y mostró que, durante la Primera Guerra Mundial, tanto por motivos organizativos como por motivos que él denominó «psicológicos» –hay que recordar que era la época de Freud– estos partidos socialistas de masas estaban empezando a ser cada vez más dominados por direcciones oligárquicas. Y, en términos generales, tenía razón. Mostró que la dirección no quería volver a las fábricas y que, por lo tanto, utilizaba el control que tenía sobre la prensa, las finanzas y las agendas de las conferencias partidarias para reproducirse a sí misma.

Esto dio origen al «centralismo socialdemócrata», que caracterizó a los partidos socialdemócratas en Austria, Suecia y Alemania a lo largo de todo el siglo veinte, incluso durante el período más exitoso de los años 1950 y 1960.

Así que creo que es verdad que esta tendencia oligárquica, a pesar de haber sido desafiada de vez en cuando en el marco de la socialdemocracia previa a la Primera Guerra Mundial, no fue suficientemente criticada, y ciertamente no lo fue después. Y hay que decir que, con la excepción de Bukharin, ninguno de los líderes bolcheviques confrontó seriamente las críticas de Michels.

Cuando solían invitarme a Cuba o a Yugoslavia para hablar en las reuniones partidarias, hablaba principalmente de ese libro. Y tengo que decir que era muy interesante observar los gestos de reconocimiento en las caras de las personas que asistían, que nunca habían escuchado hablar de esta obra.

BKS

Entonces, ¿esto implica aceptar la crítica anarquista de la organización partidaria, según la cual los partidos inevitablemente se burocratizan y se vuelven indiferentes a sus bases?

LP

Bueno, creo que hay que decir algo sobre los aspectos ideológicos y políticos de este problema. Si nos retrotraemos a la crítica de Marx al programa de los socialdemócratas alemanes, el Programa de Gotha de 1875, observamos que él identificaba, al comienzo, en la misma fundación del SPD alemán, una tendencia hacia el estatismo y el gradualismo en la ideología del partido. Y también hay que preguntarse si construir con la lógica de ganar el derecho a voto de la clase trabajadora no implicaba necesariamente una tendencia a intentar ganar reformas sobre el terreno del Estado existente, lo cual le daba a la política de la clase trabajadora una inclinación moderada y reformista.

BKS

La crítica de Marx al Programa de Gotha estaba dirigida sobre todo a la influencia lasalleana que se percibía en el documento y que favorecía un reformismo elitista y desde arriba.

LP

Exactamente. Y Marx hizo esta crítica sin romper con el SPD que, después de todo, había revivido el Manifiesto del Partido Comunista haciendo de él un texto clave para el movimiento socialista, luego de más de dos décadas durante las cuales cayó en el olvido. La crítica de Marx se dirigía contra una corriente de la socialdemocracia, pero esta orientación siempre estuvo en disputa, como también lo estuvieron las tendencias oligárquicas que Michels identificó más tarde. Algunos miembros de la dirección intentaban combatir estas tendencias, incluso la que Michels identificaba como una tendencia «psicológica» de parte de las masas que las llevaba a dotar de autoridad a la dirección. La creación de las escuelas partidarias y las prácticas que estas fomentaban estaban más bien orientadas hacia el desarrollo de cierta capacidad crítica entre los miembros del SPD, la cual incluía la capacidad para desafiar a las autoridades del partido.

Y si prestamos atención a la historia del partido, vemos que estos debates no se desarrollaban simplemente entre la base y la dirección: se desarrollaban a su vez en las bases y entre los miembros de la dirección. Entonces, hasta 1914, cuando la guerra terminó fracturando al movimiento socialista, Lenin y Luxemburg fueron parte de la socialdemocracia y no desarrollaron sus acciones de forma separada. Estaban bastante comprometidos con la lucha para transformar a los partidos como el SPD en organizaciones radicales y democráticas, capaces de dar batalla contra el capitalismo.

BKS

Creo que se trata de dos cuestiones distintas. Una, que es la que empezamos a plantear, refiere a la situación de las instituciones de la socialdemocracia durante el período previo a la guerra. Pero la otra cuestión, que deberíamos plantear, es si había un programa de gobierno alternativo. Porque incluso alguien como Karl Kautsky, que perteneció históricamente a la izquierda del partido y que luego tuvo la oportunidad de ser parte de las comisiones de nacionalización creadas por los gobiernos socialistas electos en los años 1920, se vio forzado a confrontar el hecho de que era efectivamente muy difícil definir un programa de gobierno. La socialdemocracia, en realidad, no sabía qué hacer luego de llegar al poder.

LP

Bueno, si consideramos los programas de los partidos socialdemócratas de masas desarrollados durante los años 1890, debemos decir que tenían perspectivas y ambiciones transformadoras. Se orientaban hacia la propiedad colectiva de los medios de producción. Y creo que lo hacían con seriedad. Saber si estos partidos habían definido con claridad cómo implementar estos programas es una cuestión completamente distinta. Pero fue algo que tuvieron que descubrir a través de las experiencias de gobierno. No creo que la dirección del movimiento socialista haya sido ingenua en esta etapa en lo que respecta a la cuestión de cuánto había que transformar los aparatos estatales, sobre todo teniendo en cuenta que estaban saliendo del siglo diecinueve y que había muchos aristócratas ocupando cargos y desempeñando funciones estatales. Pero ciertamente no habían definido con claridad cómo transformar estas instituciones.

BKS

Y en el caso de los socialdemócratas durante el período de entreguerras, hay que decir que se vieron forzados a gobernar con programas de minoría o en condiciones más bien frágiles.

LP

Esto es cierto en casi todos los casos.

BKS

Nos adelantemos para llegar al ejemplo más exitoso de socialdemocracia de posguerra, que es el caso sueco. Durante los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, los socialdemócratas suecos se las arreglaron para conquistar la democracia política y comenzar a gobernar. Más tarde, su modelo se desarrolló en serio con el plan Rehn-Meidner de la posguerra y generó una transformación asombrosa durante los años 1950 y 1960. ¿Cuáles fueron las estructuras y las formas partidarias que facilitaron este progreso?

LP

El movimiento obrero sueco y el Partido Socialdemócrata Sueco (SAP) ejemplificó hasta qué punto se extendía el centralismo democrático en los partidos socialdemócratas. En el caso sueco, dado que las empresas se organizaron de forma centralizada muy pronto, creando una poderosa asociación y coordinando fondos para sostener los bloqueos patronales, el movimiento obrero respondió aun antes de la Primera Guerra Mundial recurriendo a una estructura altamente centralizada y a un control centralizado de los fondos de huelga.

BKS

La federación obrera sueca (LO) fue forzada por la organización de las empresas suecas a adoptar patrones centralizados para enfrentar las negociaciones. Pero, obviamente, hubo muchos factores que le dieron forma al desarrollo de la socialdemocracia sueca. Suecia se industrializó tardíamente, motivo por el cual el sindicalismo industrial se desarrolló desde el comienzo, etc.

LP

Dado que contaba con un movimiento obrero muy activo políticamente, antes de la Segunda Guerra Mundial solía decirse que el país padecía del «mal sueco», expresión mediante la cual se aludía a la propensión a la huelga de sus trabajadores.

Era un movimiento obrero militante, pero también muy centralizado, y lo mismo sucedía con el partido sueco. ¡Hacían congresos cada tres años!

BKS

El partido sueco fue construido en los términos tradicionales de la Segunda Internacional. Es decir que fue construido alrededor del centralismo democrático (a pesar de que solemos asociar este rasgo con los partidos comunistas). ¿Cuál era la lógica de su programa de gobierno, que se planteaba implementar transformaciones de gran amplitud aunque permaneciendo en los confines del capitalismo?

LP

Estaba orientado a desarrollar un modus vivendi con la clase capitalista con la perspectiva de que, cuanto más se perfeccionan la centralización y la concentración del capital, y cuanto más se socializa el capital, más plausible se vuelve la transición al socialismo. Esta era la ortodoxia del marxismo previo a la Primera Guerra Mundial y los socialdemócratas suecos se apegaban a ella. Lo que conquistaron fue el reconocimiento de su poderoso movimiento obrero por parte del capital.

Entonces, el motivo por el cual hay una tasa de sindicalización del 90% en Suecia es que, si es posible acceder a un seguro de desempleo, se accede a él a través del sindicato. Y todo lo que hace el Estado requiere algún tipo de convenio colectivo, lo cual termina asociando el seguro de desempleo con la negociación sindical en vez de presentarlo como un beneficio otorgado por el Estado.

Esto sigue siendo así hasta el día de hoy. La Unión Europea intenta aprobar alguna regulación sobre el salario mínimo y los países nórdicos, con Suecia a la cabeza, la rechazan, argumentando que esto debilitará los convenios colectivos en la medida en que los salarios de los trabajadores y de las trabajadoras dependerán menos de los sindicatos.

BKS

¿Cuál fue el acuerdo al que llegó la socialdemocracia sueca con las empresas en función de esta singular fortaleza?

LP

El acuerdo que hicieron con la pequeña y centralizada clase empresaria durante los años 1950 se expresó en el modelo Rehn-Meidner. Por cierto, Meidner, a diferencia de Rehn, era socialista. El modelo Rehn-Meidner consistía en disminuir la desigualdad al interior de la clase trabajadora haciendo un acuerdo con el capital.

A cambio del apoyo para aplicar una reducción salarial en los convenios colectivos de trabajo, que afectaría a los estratos obreros con salarios más elevados, se garantizarían salarios más altos para los estratos más pobres. Pero los salarios más altos implicarían que las empresas menos competitivas, las que tuviesen menos ganancias, no podrían costearlos y quedarían fuera del negocio. Los trabajadores de estas empresas menos competitivas perderían sus empleos, pero luego el gran capital, con ayuda del Estado, contendría a estos trabajadores garantizándoles puestos de trabajo en las industrias más grandes, más centralizadas y más competitivas en las exportaciones. Y esto también implicó un cambio en las desigualdades a nivel regional.

Principalmente, implicó el compromiso del capital de reinvertir las ganancias que obtenían de la restricción de las demandas salariales de los trabajadores mejor pagados. Y así lo hicieron, al menos hasta fines de los años 1960, cuando las grandes empresas suecas, como Electrolux, empezaron a utilizar sus ganancias para invertir en el extranjero, por ejemplo, en la industria de productos eléctricos italiana, en un momento en el cual el capital comenzó a internacionalizarse.

Las empresas no estaban interesadas exclusivamente en exportar desde Suecia y les interesaba cada vez más internacionalizar sus modelos de acumulación de capital. Pero Meidner encontró una respuesta bastante pronto. Lo sé porque llegué a conocerlo bien a comienzos de los años 1990, y él mismo me comentó que, hacia finales de los años 1960, había dicho: «Mira, no podemos apegarnos al viejo acuerdo que encontramos; lo que necesitamos ahora es empezar a sacarle capital al capital». Y así surgió el famoso Plan Meidner, la propuesta de «fondos de inversión de los asalariados» para que estos adquieran derechos de propiedad sobre una parte de las empresas más grandes.

Para crédito de Meidner, el plan no fue formulado desde arriba. El plan fue aprobado por la LO solo después de un largo proceso de consulta con los miembros del sindicato. Una vez me mostró una respuesta de dieciséis páginas, con interlineado sencillo, de un obrero metalúrgico a una encuesta que era parte de las consultas del departamento de investigación de la LO, dirigido por Meidner, encargado de definir cómo sería este plan.

Y lo más interesante es que, cuando fue finalmente presentado en el congreso de la LO, se argumentó que el Plan Meidner requeriría que todas las empresas con más de cien empleados separaran una porción de sus ganancias para conformar los fondos de inversión de los asalariados bajo control obrero, que luego serían utilizados para apropiarse de las acciones de las grandes empresas a un ritmo creciente. Y hubo una revuelta que surgió desde abajo, que llevó a la aprobación de una enmienda para aplicar los fondos de inversión de los asalariados a todas las empresas que tuvieran más de veinticinco empleados. Cuando fue aprobada, los delegados empezaron a cantar espontáneamente la Internacional. Según Meidner, era la primera vez en décadas que se la escuchaba en un congreso de la LO. Sin embargo, Meidner se dio cuenta de que esta extensión del plan a las empresas más pequeñas era un error desastroso, porque permitía que el gran capital movilizara tras de sí a los capitales pequeños para oponerse al plan.

BKS

Los empleados organizaron protestas masivas contra el Plan Meidner, las protestas más grandes de la historia sueca.

LP

El primer ministro Olof Palme, un socialdemócrata de izquierda, y la dirección del partido sueco, se opusieron al plan. A Palme no le entusiasmaban los fondos de inversión de los asalariados porque reconocía que el gran capital sueco no iba a colaborar en su propia eutanasia. Entonces le ofreció inmediatamente a Meidner y a la LO la mejor legislación de seguridad laboral y salud del mundo a cambio de que abandonaran el proyecto. Con el tiempo, el Plan Meidner se diluyó cada vez más en comisiones que el partido organizó con la LO, hasta que, en el momento en que fue aprobado, alguien calculó que se tardarían aproximadamente 250 años en transferir el 51% de la propiedad a los trabajadores en cualquier gran empresa de Suecia.

BKS

Entonces, para recapitular: Suecia tiene este trasfondo más bien singular y desarrolló patrones altamente centralizados de negociación laboral. Tiene un partido socialdemócrata muy fuerte que es capaz de construir rápidamente una mayoría. Presiona con este programa económico, construido fundamentalmente a través del modelo de negociación centralizada, lo cual basta para convertir a Suecia en un país más próspero y para dirigir su industria hacia las tecnologías de capital intensivo. Se convierte en una economía sumamente productiva. Y una buena parte de esta riqueza se utiliza para pagar nuevos derechos sociales y económicos, con lo cual crece el Estado de bienestar sueco. Luego, en los años 1960 y 1970, el modelo empieza a toparse con algunos obstáculos. Y el Plan Meidner es a la vez un impulso para hacer más igualitaria la economía y una respuesta práctica a un dilema.

LP

El plan Meidner es sobre todo una respuesta práctica a la internacionalización del capital sueco, a la inevitabilidad con la que se presenta el hecho de que, por más competitivo que quisiera ser en las exportaciones, el capital no se contentaría con acumular en su propio territorio.

BKS

Entonces socializamos nuestras empresas no solo para ganar un control democrático sobre ellas, sino porque necesitamos ejercer un mayor control sobre las inversiones.

LP

Para conservar las conquistas de la socialdemocracia, es necesario ir más allá de la socialdemocracia. Y los socialistas que militaban en los partidos socialdemócratas eran conscientes de esto en los años 1970, mientras que alguna gente, como Rehn, que creó el modelo de posguerra y no era socialista, pensaba que habían fundado una economía mixta que sería estable para siempre.

Lo que se descubrió con la globalización del capital durante los años 1960, y luego a medida que se desplegaba la crisis del Estado de bienestar y de la economía del pleno empleo, fue que muchos trabajadores se estaban volviendo cada vez más militantes y comenzaban a exprimir las ganancias de las empresas, a medida que una porción cada vez mayor de los trabajadores más acomodados, incluso en Suecia, rompía con el acuerdo de igualación de los salarios.

Entonces, el modelo sueco estaba fracasando hacia fines de los años 1960 a causa de la militancia de los trabajadores mejor pagados. Como dije, Meidner era socialista. Se orientaba hacia soluciones colectivas y socializadas desde el comienzo. Rehn fue uno de los que asumió la perspectiva según la cual habíamos llegado a un compromiso con el capital, vivíamos en el mejor de todos los mundos posibles y esto duraría para siempre. Esta gente era menos realista que los socialistas, que entendían mucho mejor que la dinámica de la concentración y de la centralización capitalistas no implicaba un desborde inevitable hacia el socialismo. En cambio, llevaría más bien a contradicciones que socavarían los acuerdos de posguerra y, finalmente, la unidad y el poder de la clase trabajadora. No se trataba simplemente de una diferencia ideológica entre Rehn y Meidner. Se trataba también de que su análisis más profundo del capitalismo le permitía comprender mucho mejor lo que estaba sucediendo. Para Meidner, la socialización implicaba hacer una excepción. La mayoría de los socialdemócratas no estaban preparados para asumir el riesgo y vivían con la ilusión de que era posible restablecer un corporativismo estable en un momento en el que el capital se fugaba y los trabajadores estaban inquietos.

BKS

Podríamos decir, usando otras palabras, que lo que estaba en juego, en programas como los fondos de inversión de los asalariados y otras medidas para democratizar el Estado y la economía, era la factibilidad técnica de la «vía democrática al socialismo». En realidad, el problema era político.

LP

No estoy seguro. Sabemos que había gente que estaba lista para poner en la agenda la cuestión de una vía democrática al socialismo, pero saber si podrían haberlo hecho en el marco de los partidos socialdemócratas, de los partidos eurocomunistas, del Estado democrático burgués, y en una coyuntura marcada por el imperio estadounidense que facilitaba y dirigía informalmente un capitalismo cada vez más globalizado… eso simplemente no lo sabemos. Todo lo que sabemos es que en los años 1970 hubo un intento y que ese intento fue reprimido, en gran medida gracias a las fuerzas dominantes de los partidos socialdemócratas, lo cual incluye a la mayoría de las direcciones sindicales.

Un factor que contribuyó a que las cosas resultaran de esta manera fue el hecho de que los partidos socialdemócratas no habían asumido las tareas –como sí lo había hecho la socialdemocracia del período anterior a la Primera Guerra Mundial– de formar políticamente a sus miembros, de utilizar la prensa partidaria para desarrollar las ideas socialistas, una perspectiva socialista en general y capacidades de análisis.

En Suecia estas prensas partidarias ya no desempeñaban esas funciones. Los suecos podían estar muy orgullosos de su poderoso movimiento obrero, de las características de su Estado de bienestar, que eran realmente impresionantes, pero nada de esto implicaba que se estuviera desarrollando el socialismo.

BKS

Supongo que la cuestión pasaba por la necesidad de combinar todo esto con la presión al interior de la LO para fomentar la democracia en los lugares de trabajo y alguna tentativa de transformar las estructuras del SAP para que respondiera mejor a la presión de las bases y fuera más democrático.

LP

Por eso traía el ejemplo del comentario de dieciséis páginas del obrero metalúrgico de base durante el proceso de consulta de la LO acerca del Plan Meidner. Esto reflejaba tanto la capacidad de los trabajadores como el intento de fortalecerlos lo más posible.

Pero, en realidad, eran muy pocas las cosas que se hacían en función de este objetivo, especialmente en el marco del partido.

BKS

Sin embargo, hubo algunos atisbos de revuelta contra las direcciones de los partidos socialdemócratas, por ejemplo, en la sección de juventudes del SPD en Alemania y en algunos otros lugares. Aunque finalmente no prosperaron.

LP

Sí, eso estaba presente en todos estos partidos durante los años 1970. En el caso alemán, efectivamente, los Jusos fueron expulsados rápidamente del SPD –que nunca había sido muy tolerante– y muchos de ellos formaron el Partido Verde que, en su fase inicial, estaba muy orientado hacia la democratización, haciendo efectiva la posibilidad de revocar sus miembros en el parlamento, aplicando la rotación de las autoridades electas, mecanismos de consulta, etc. En contraste con la expulsión inmediata de la nueva izquierda que tenía perspectivas democráticas –lo cual también sucedió en el NDP de Canadá a comienzos de los años 1970–, podemos considerar la prolongada lucha al interior del Partido Laborista británico para convertirlo en un partido socialista democrático, lucha en el marco de la cual Tony Benn fue la figura más destacada y que finalmente fue derrotada a comienzos de los años 1980.

De la misma manera en la que fracasaron los intentos de la nueva izquierda de crear un mejor modelo bolchevique, fracasaron también los proyectos de quienes intentaron aplicar a los partidos socialdemócratas la dinámica de los partidos socialistas democráticos.

BKS

Avancemos hasta el presente y consideremos los breves atisbos generados el corbinismo y por Sanders, que parecen revivir algunas de las reivindicaciones clásicas de la socialdemocracia, aunque en un contexto muy distinto, sin un fuerte movimiento obrero organizado y sin siquiera poder contar con el mismo sujeto obrero sobre el que se apoyaron nuestras organizaciones desde mediados del siglo diecinueve hasta los años 1970.

Creo que, a pesar de lo que sucedió el mes pasado en Gran Bretaña, todavía es posible construir una mayoría electoral. Pero, ¿tenemos las fuerzas para desarrollar nuestro programa inmediato? ¿Cómo lidiamos con el hecho de que no contamos con este sujeto que es la clase obrera organizada, que fue tradicionalmente la base del movimiento socialista?

Durante mucho tiempo intentamos organizarnos por fuera de la política electoral hasta que llegamos a un punto en el que fuimos capaces de reconocer nuestra fuerza. Y ahora parece que estamos funcionando en reversa, contentándonos con esta ventana electoral y actuando como si solo la retórica y el discurso bastaran para despertar a un nuevo sujeto obrero.

LP

Corbyn y Sanders entraron a la política en los años 1960 y 1970, un período en el cual se desarrollaron intentos reales de transformar a la socialdemocracia en socialismo democrático. Y es muy interesante el hecho de que estas figuras sean de esta generación. Lo que lograron hacer es estimular a una nueva generación para que asuma ese proyecto. Y ha sido muy emocionante observar cómo emergió esta nueva generación.

Independientemente de la derrota de Cobyn de diciembre, podemos pensar en las elecciones de Gran Bretaña de 2017 –solo dos años antes– en las que Corbyn hizo crecer el voto del laborismo en un 40%. Se trata del crecimiento más grande que haya tenido cualquier partido desde 1945, lo cual muestra que la estrategia electoral socialista democrática todavía es viable.

Hay que explicar lo que sucedió entre 2017 y 2019. Esto tuvo que ver en parte con el éxito de Corbyn de 2017, porque tuvo como consecuencia que Theresa May [ex primer ministra conservadora] no logre hacer pasar el Brexit por el parlamento británico, lo cual, irónicamente, terminó encapsulando a Corbyn y a la dirección del laborismo en el marco del parlamentarismo de la democracia burguesa. Por lo tanto, su capacidad para seguir siendo un agente de movilización se redujo enormemente.

Además, la mayoría de la sección parlamentaria del Partido Laborista siguió siendo hostil al socialismo de Corbyn, considerando que su compromiso era, en el mejor de los casos, ingenuo y romántico. Son capaces de aceptar la idea de un capitalismo más humano, pero no les interesa el proyecto socialista.

Corbyn tuvo que dirigir un partido cuya gran mayoría era hostil a su proyecto político. Y quedó atrapado en esa contradicción a medida que se desarrolló la coyuntura del Brexit. Si Corbyn hubiese ganado las elecciones, hubiese tenido que gobernar con la mayoría parlamentaria del partido, que no estaba interesada en el proyecto socialista. Y si Sanders gana, tendrá que gobernar con una mayoría demócrata en el Congreso a la que no le interesa su proyecto. Estas contradicciones podrían hacer que lo que sucedió con Syriza parezca leve.

BKS

En tal caso, estamos de nuevo frente a los dilemas del período de entreguerras.

LP

Lo realmente emocionante e importante de Corbyn no era la posibilidad de que pudiese ganar las elecciones. Nunca hubiese esperado algo así. Aun si ganaba, los límites de su gobierno hubiesen sido inmensos. Y lo mismo vale para Sanders. Lo importante es esta nueva generación que encontró un gran impulso y que está comprometida con el intento de descubrir, en el curso del siglo veintiuno, una vía democrática para el socialismo. Y creo que la necesidad de un proyecto de este tipo se volverá cada vez más obvia, porque la lógica del capitalismo contemporáneo está produciendo un tipo de crisis ecológica que solo podrá ser resuelta mediante la planificación socialista. Por lo tanto, el intento de esta nueva generación de avanzar en esta dirección es realmente importante. Si serán capaces de hacerlo o no, solo el tiempo lo dirá.

BKS

Pero creo que hay motivos para ser pesimistas si consideramos que, aun cuando estamos discutiendo sobre el socialismo, hablamos de «la juventud» y de la «nueva generación», y no de trabajadores y trabajadoras organizados en los lugares de producción.

LP

Los primeros partidos socialistas de masas organizaban al movimiento obrero, no representaban a una clase acabada y prexistente. Estos partidos fueron agentes fundamentales en la construcción de la clase trabajadora moderna. Uno de los motivos por los que la clase trabajadora estadounidense estuvo siempre tan subdesarrollada ideológicamente –tanto como para llamarse «clase media»– fue precisamente que, luego de 1896, los trabajadores fueron generalmente expulsados del proceso político al no contar con un partido socialista de masas que los respaldara, mientras que los partidos de masas que surgieron en otras partes del mundo estaban empeñados en desarrollar las capacidades de los trabajadores para que estos se reconozcan como trabajadores.

Lo que la nueva generación tendrá que hacer, mientras se embarca en la política electoral, es luchar para reconstruir a la clase trabajadora. En el caso estadounidense, hasta cierto punto, tendrá que reinventarla completamente.

BKS

Nunca volvimos sobre el problema de cómo solucionar, además de simplemente reconocer, la «ley de hierro de la oligarquía».

LP

Como mínimo, siendo conscientes de que la tendencia hacia la oligarquía debe hacer que le prestemos mucha atención a la cuestión de las formas organizativas, buscando aquellas que son menos proclives a cristalizar en prácticas antidemocráticas.

BKS

Y debemos evitar los atajos, aun en los casos en que parece más conveniente mantener en el cargo a algún líder obrero popular.

LP

Sí. Y la tentación siempre será grande. Así que no tiene sentido pretender que esto será alguna vez una cuestión completamente superada.

BKS

Creo que otro elemento clave es que no podemos simplemente repavimentar y caminar de nueuvo, lentamente, sobre el camino socialdemócrata para chocar con los mismos obstáculos, aunque con la esperanza de que esta vez seremos capaces de superarlos.

La crisis de los años 1970 ocurrió luego de décadas de claros progresos socialdemócratas. Pero parece que no tenemos tanto tiempo, no solo porque no contamos con las condiciones excepcionales del boom económico de posguerra, sino porque nos acecha la amenaza sombría del cambio climático.

Entonces, tal vez la lección es que, en el corto plazo, no podemos contentarnos simplemente con demandar una redistribución de la riqueza más justa y programas sociales, sino que necesitamos presionar para democratizar los lugares de trabajo y desafiar la propiedad capitalista.

LP

Sí. Creo que es una buena forma de plantearlo. Y, al menos en los casos de Corbyn y de Sanders, hay motivos para tener esperanzas, dado que están impulsando a una nueva generación hacia la lucha.

Nunca soy demasiado optimista, pero realmente creo que esta nueva generación está tomando las riendas de su propio futuro. A pesar del hecho de que la clase trabajadora está «balcanizada», dividida, desorganizada, mucho más debilitada, etc., la generación actual tiene muchas más chances de desarrollar este proyecto porque se ha vuelto obvia la falta de legitimidad de quienes nos dicen que la respuesta podría estar en el restablecimiento del compromiso con el capital que se intentó implementar en los años 1950.

Creo que la gente es cada vez más consciente de que el viejo corporativismo ya no es posible. Pueden percibir en la devastación a la que lleva la crisis ecológica que, sin una planificación económica democrática, no seremos capaces de resolver nuestros problemas y nos veremos llevados a enfrentar otros nuevos. Entonces, creo que en algún sentido, si somos capaces de desarrollar las aptitudes institucionales y organizativas necesarias, hay más chances de que podamos reconstruir la clase en este proceso de reinventar la política.

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