Press "Enter" to skip to content
Bacurau (2019), dirigida por Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles.

En un pueblo llamado Bacurau

UNA ENTREVISTA CON
Traducción: Valentín Huarte

La película brasileña Bacurau fue aclamada como una de las mejores películas de 2020. Los directores hablaron con Jacobin sobre el apoyo del gobierno de Lula a la industria cinematográfica y sobre las medidas de Bolsonaro para destruirla.

 

La entrevista que sigue fue publicada en el #2 de Jacobin América Latina, “El laberinto latinoamericano”. Click aquí para suscribirte y acceder a todo el material exclusivo de Jacobin.


Por Nicolas Allen y
Daniel Carneiro Leão

 

Los diez años que tardaron en hacer Bacurau fueron tiempos durante los cuales sucedieron muchas cosas en Brasil: Dilma fue reelecta en 2014 solo para ser removida de su cargo dos años después por medio de un golpe de Estado, la concejala Marielle Franco fue asesinada y, por último, en 2018, resultó electo Bolsonaro. ¿Cómo fue hacer una película inspirada en la historia de la sociedad brasileña cuando esa historia estaba cambiando a un ritmo tan vertiginoso?

 

JD

La idea de Bacurau comenzó con cierta sensación de incomodidad que nos generaba a Kleber y a mí lo que se estaba produciendo en el cine brasileño. Veíamos muchos documentales sobre el sertón, la zona donde se encuentra Bacurau, que retrataban a las personas que habitan la región como si fuesen simplonas y vivieran en un aislamiento absoluto. Al mismo tiempo, la tradición de películas de género al estilo hollywoodense era prácticamente inexistente.

Básicamente, Bacurau es fruto del deseo de hacer una película de género que a la vez sea completamente brasileña, y, en parte, esto implicaba apropiarse de las tradiciones del periodismo televisivo y de las telenovelas, que tienen una forma muy «genérica» de representar a las clases populares brasileñas. Queríamos explorar los conflictos reales y las contradicciones que había detrás de esas representaciones.

En realidad, empezamos a escribir el guión en 2016. Pero fue entonces cuando Donald Trump entró en escena. En ese momento, nos dimos cuenta de dos cosas: en primer lugar, la película debía cambiar el enfoque para centrarse en algo más intenso. Y, en segundo lugar, habíamos encontrado a los antagonistas de Bacurau: los estadounidenses. 

Estados Unidos está lleno de contradicciones, al igual que Brasil. Teniendo esto en mente, empezamos a conversar sobre el género wéstern, a pensar cómo en las películas clásicas de los años 1940 la cámara siempre se mantiene a distancia de los indios –retratados como amenazantes y salvajes–, asumiendo la perspectiva privilegiada del hombre blanco. La forma en la que se representa a los indios en estas películas no es tan distinta de la forma en la que suele representarse a las clases populares brasileñas.

 

KMF

Escribí mi película Sonidos vecinos en 2008. En ese momento, Brasil había alcanzado un nivel de estabilidad notable y sin precedentes. Pero la sociedad brasileña es contradictoria, e incluso en ese entonces había algo raro en el aire, una especie de inquietud.

Escribí mi siguiente película, Aquarius, entre 2013 y 2015. Cuando empezamos a filmar en 2015, luego de la reelección de Dilma, empecé a percibir ciertas cosas que no había visto ni oído en Brasil durante mucho tiempo. En primer lugar, la imperceptible división política y cultural entre el Sur rico y el Norte pobre de Brasil estaba retornando a la escena política. Al ser de Pernambuco, que está en el Nordeste, siempre fui sensible a esta división social y geográfica. También empecé a notar que ciertas figuras de derecha, e incluso algunas de extrema derecha, que prácticamente habían desaparecido después de los años 1990, empezaban a reaparecer cada vez con más virulencia.

Mientras filmábamos Aquarius, Lula estaba siendo víctima de una campaña de persecución política completamente absurda y deshonesta. Y esa situación empezó a encontrar su camino hasta llegar al guión. Recuerdo vívidamente un momento durante la filmación de Aquarius. Había alrededor de cien personas trabajando con cámaras y equipos, cuando de repente alguien pasó y gritó: «¿¡Por qué no se buscan un trabajo de verdad, hijos de puta!?» Más tarde, durante el estreno de Aquarius, empezamos a recibir ataques de parte de la extrema derecha.

La gente ha señalado que muchas de las ideas de Bacurau terminaron cobrando vida. Pero hay que remarcar que, a diferencia de lo que piensan algunas personas, Bacurau no predijo los acontecimientos de Brasil. Es cierto que el guión de Bacurau fue escrito con una gran sensibilidad frente a la historia brasileña. Pero la historia brasileña tiene el hábito de repetirse a sí misma. En realidad, todo en Bacurau es antiguo. Brasil es como una persona que no logra aprender las lecciones del pasado. Cuando la gente señala que Bacurau está situada en un futuro cercano, piensa: «esta es una película futurista». Pero, en realidad, la película trata sobre la repetición histórica. La historia de Brasil es una historia repetida.

 

NA / DCL

Estrenaron Bacurau en un momento de recortes generalizados a la financiación pública del arte y del cine nacional, por no mencionar los casos de censura directa. ¿Qué tipo de resistencia puede ofrecer el arte en esta situación? 

 

JD

En la actualidad, la Agencia Nacional de Cine de Brasil pende de un hilo. Es sorprendente todo el tiempo que se necesita para crear una cultura y el poco tiempo que toma desmantelarla. Si tomamos el caso de Bolsonaro, cabe recordar que eliminó el Ministerio de Cultura el primer día de su mandato. 

No tiene sentido negar que, en lo que respecta al cine y a las artes, bajo el gobierno de Lula se desarrolló una revolución. En términos de apoyo y de inversión en el campo de las artes audiovisuales, lo que sucedió aquí en Pernambuco sinceramente no tiene paralelo en ninguna parte del mundo. Dicho esto, no sé cuánto tiempo pasará hasta que alcancemos nuevamente esos estándares. Hay que recordar que Brasil producía 300 películas por año, algo que nunca antes había pasado. Fue realmente una época dorada para el cine brasileño.

 

KMF

Bacurau avergonzó enormemente al gobierno. Luego del estreno, lo que más intimidó fue el éxito comercial de la película. La cantidad de entradas vendidas, el hecho de que se proyectó en distintos países y ganó premios en Cannes, todo esto fue extremadamente bochornoso para un gobierno que no cree en los productos ni en la cultura brasileños. Hoy en día, cuando pasan Bacurau en la televisión brasileña junto a The Avengers y Spider-Man 4, lo considero seriamente y pienso que es muy importante.

La industria cinematográfica local se construyó en Recife durante quince años de forma completamente democrática, lenta y gradual. El actual gobierno está intentando sabotear la industria, pero todavía hay un núcleo importante de cineastas aquí en Recife y hay que decir que el clima es mucho más saludable que en otros lugares de Brasil. Cuando digo «saludable» me refiero a que la política se nutre del ámbito de la cultura.

Con algo de suerte, en poco tiempo estaremos trabajando para rearmar la industria cultural. Porque, honestamente, en Recife, en el Nordeste brasileño, no hace mucho tiempo jugábamos –en términos de apoyo estatal e inversión en el área de cultura– en la misma liga que Francia, Dinamarca, Australia, Nueva Zelanda, Italia o Portugal.

 

NA / DCL

El economista brasileño Celso Furtado dijo una vez: «En el Nordeste descubrí que el mundo es absurdo, violento e injusto». ¿Qué piensan de estas palabras? Hace mucho tiempo que el Nordeste es uno de los ejes centrales para los proyectos progresistas de desarrollo nacional en Brasil.

 

KMF

Como alguien que nació en el Nordeste, pasé buena parte de mi infancia viajando por la región, inclusive por el sertón. Está claro que Celso Furtado es una de las personas más inteligentes de Brasil, pero mi visión del Nordeste es más física, más inmediata. 

Tengo 52 años y solo recientemente he sido capaz de reflexionar sobre mis primeros recuerdos de los viajes que hice hacia afuera de la ciudad de Recife, hacia otras partes del Nordeste. Fue ahí donde observé familias que sufrían hambre, niños y niñas desnutridos, gente que pedía comida en la ruta, y todas esas imágenes me generaron una impresión profunda.

Durante años, naturalicé completamente ese paisaje. Pero a medida que fui creciendo y viajé de nuevo a través del Nordeste, me volví consciente del paso del tiempo al darme cuenta de que las imágenes de mi infancia –las familias hambrientas, la pobreza– empezaban a desaparecer. 

Hay una cosa que es imposible ignorar: la transformación del paisaje humano de la región está vinculada al trabajo social y político que se realizó durante los años de Lula. Lula sabía lo que hacía, o lo que intentaba hacer. El panorama social del Nordeste se había vuelto más digno. Comencé a observar transportes escolares que viajaban a lo largo de los caminos de tierra para buscar a los niños y a las niñas de las zonas rurales. También se donaron miles de bicicletas. Y, por supuesto, hubo muchas políticas de distribución del ingreso. Es realmente conmovedor hablar con la gente y darse cuenta del enorme significado que tuvieron estos cambios en sus vidas.

En Bacurau queríamos mostrar ese rostro humano de Brasil enfocándonos en el Nordeste, una región que, debido a la forma en la que se organizó y se desarrolló históricamente el país, siempre terminó recibiendo mucho menos de lo que merecía. Habiendo dicho esto, Brasil es un país que tiene muchas regiones diferentes, y durante los años del PT –específicamente, bajo los gobiernos de Lula– vimos que se tuvo una consideración sin precedentes por todo Brasil. Los gobiernos del PT comprendieron que la infraestructura y los recursos públicos del país habían sido distribuidos de una manera completamente injusta.

Teníamos en mente muchas de estas ideas cuando hicimos Bacurau. Sorprendentemente, mucha gente se escandalizó por la forma en que Bacurau retrata la división social entre el Sur y el Nordeste. Para millones de personas que viven en Brasil, esta división es completamente evidente, pero lo cierto es que hubo gente que se ofendió por nuestra decisión de otorgarle tanta relevancia a este tema. Aunque, de nuevo, cuando uno vive en el Nordeste y viaja a un lugar como São Paulo, todos los problemas económicos y raciales de la sociedad brasileña se vuelven muy nítidos. Todo lo que hicimos fue adoptar este punto de vista en Bacurau, pero no exageramos ni inventamos nada. 

 

NA / DCL

¿Qué los inspiró a concebir el conflicto principal de la película? Ha sido interpretado de formas completamente divergentes: como un estandarte democrático en la lucha contra el fascismo, como una especie de fantasía de venganza populista…

 

JD

Pensamos en los wésterns revisionistas de los años 1960 y 1970. Esas películas se basaban de alguna forma en la Revolución cubana, en los levantamientos populares y en las revueltas. En tanto participaban del género wéstern, mantenían la fidelidad a la fórmula hollywoodense, pero se filmaban en España, se producían en Italia y, generalmente, ponían en primer plano toda una serie de temas políticos que estaban ausentes de los wésterns tradicionales.

En el wéstern clásico encontramos con frecuencia un poblado acosado por villanos que vienen a invadirlo para reducir a su gente a la servidumbre. Pero esta dinámica no es exclusiva del wéstern, ¡también estudiamos la guerra de Vietnam para buscar ideas!

Creo que Bacurau es esencialmente una película catártica, donde termina alcanzándose cierta forma de justicia. En la primera conferencia de prensa de la que participamos en Brasil, un periodista del Sureste preguntó si Bacurau era una película de venganza. Mi respuesta en ese momento –aunque volvería a decir lo mismo– fue: «Bacurau no es una película de venganza. Es una película sobre reflejos y reacciones». Trata sobre lo que sucede inevitablemente cuando se hostiga a una persona: no pasará mucho tiempo hasta que devuelva el golpe. La catarsis está en representar a un grupo de gente que simplemente no está dispuesta a aceptar la sumisión.

 

KMF

Como dijo Juliano, creo que reconsiderar la historia puede ser muy útil a la hora de desarrollar relatos propios y originales. Cuando uno trabaja con seres humanos y con la sociedad, no tarda en darse cuenta de que la mayor parte de las cosas ya sucedieron antes, y esto puede ser de gran ayuda a la hora de desarrollar las propias ideas.

La idea del «colaboracionismo» brasileño que practican los personajes del Sudeste se inspiró en realidad en la historia del colaboracionismo ucraniano con la Alemania nazi durante la invasión soviética. Hubo gente en este contexto que sentía más simpatía por Alemania que por su propio pueblo. Siempre me fascinó esta faceta de la Segunda Guerra Mundial, y en realidad pienso que cierta dinámica colaboracionista encuentra la forma de repetirse en la mayoría de los conflictos armados.

Pero en términos históricos, al hacer una película localizada en el sertón, es imposible no evocar la guerra de Canudos (levantamiento popular que enfrentó a Antônio Conselheiro contra el Ejército brasileño en Bahía). El museo de Bacurau está lleno de objetos que recuerdan tanto este como otros episodios del violento pasado brasileño.

A pesar de todo, por más importante que sea evocar este recuerdo, no hay que obsesionarse con él. En Bacurau hay una alusión constante a personajes de la vida real, figuras de la historia brasileña que basta nombrar en voz alta para reconocerlas. Por ejemplo, João Pedro Teixeira, un líder campesino que fue asesinado por la policía en 1962. Organizamos una lista de nombres que consideramos que servirían para comunicarle algo a la sociedad brasileña. Está Marisa, la esposa de Lula que murió luego de sufrir una terrible persecución política. También aparece Marielle (Franco). La idea al utilizar estos nombres es no detenerse ni un segundo al mencionarlos para que entren directo al torrente sanguíneo de la película.

 

NA / DCL

¿Alguna vez les preocupó el hecho de que el contexto histórico y social de Bacurau pudiera perderse en la recepción de la película por parte de una audiencia internacional? Hay muchas referencias a la historia colonial de Brasil…

 

KMF

Fue la realidad misma la que nos presentó las referencias a las que se refieren. Por ejemplo: estábamos buscando una casa para filmar el escondite de los villanos. Encontramos la casa, y solo entonces nos dimos cuenta de que había un letrero que decía «saudade da casa grande», expresando nostalgia por la época de las plantaciones señoriales. Esa casa pertenecía a una plantación de algodón en Río Grande del Norte, y el letrero era de esa época. En vez de removerlo, queríamos incluirlo en la película.

En la misma hacienda encontramos algunas máquinas de cosecha fabricadas en Estados Unidos: las «cotton gins», conocidas como desmotadoras. Como sucedió con el letrero, apenas vimos las desmotadoras supimos que serían parte de la película. De alguna forma, sirvió para aclarar el asunto de que, aun siendo la experiencia colonial brasileña la que constituye el trasfondo de la película, el colonialismo no es una experiencia singular de Brasil.

Cuando la película se proyectó en otros países, mucha gente en Brasil adoptó una posición conservadora. Hay una expresión brasileña para referirse a esto: el «complexo de vira-lata», que se usa para señalar cierto sentimiento de inferioridad frente al mundo que afecta a algunas personas de Brasil. Fue esto lo que llevó a mucha gente a pensar que la película era tan brasileña que era prácticamente imposible que le fuera bien en el exterior, o también que la película sería considerada como antiestadounidense. Pero lo cierto es que la película tuvo un éxito enorme en Estados Unidos y en el resto del mundo. Esta disposición a mirar con desprecio lo propio, en este caso una película brasileña, dice mucho sobre la mentalidad que tienen algunas personas en Brasil hoy en día.

Cierre

Archivado como

Publicado en Artículos, Capital Cultural, Entrevistas, Número 2 and restringido

Ingresa tu mail para recibir nuestro newsletter

Jacobin Logo Cierre