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Un hito en la unidad de la izquierda marxista y el peronismo revolucionario

El 23 de noviembre de 1973 comenzaba, en Argentina, el Vº Congreso del FAS. El Frente Antiimperialista y por el Socialismo fue la expresión más concreta de la confluencia entre la izquierda marxista y el peronismo revolucionario.

Si bien durante muchos años, el FAS fue conocido (y reducido) a ser la plataforma electoral desde donde se buscaba impulsar la candidatura de Tosco-Jaime para las elecciones de septiembre de 1973 en Argentina, hoy sabemos que fue la principal iniciativa de la política legal del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Este frente se destacó por ser una herramienta organizativa que agrupó a diferentes tendencias de la izquierda marxista ampliada (guevaristas, trotskistas, consejistas y libertarios), organizaciones del peronismo revolucionario y demás movimientos sociales (curas tercermundistas, agrupaciones villeras, organizaciones sindicales, etc.) estableciendo un programa político, un estatuto y regionales provinciales, lo cual la llevó a construir congresos multitudinarios que se propusieron ser una alternativa de masas de cara al tercer gobierno de Perón.

El desafío que planteó el Gran Acuerdo Nacional (GAN)

El ciclo de radicalización en la lucha de clases que abre el Cordobazo en mayo del año 1969, es profundizado por otros azos (en Rosario, Tucumán, Mendoza, etc.) que traen a escena grandes movilizaciones de masas, puebladas y confrontaciones políticas y sociales que trascienden los reclamos particulares y comienzan a plantarse como movimientos de lucha y oposición política a los gobiernos de facto.

Ante tal escenario, la dictadura de Lanusse plantea el GAN como salida política condicionada, para restablecer las precarias libertades democráticas y poner en marcha el sistema electoral, legalizando partidos políticos. Dicha táctica implicaba un momento de defensa estratégica del régimen para obturar el proceso de radicalización y autonomía de la clase obrera y popular. En consecuencia, abrió un nuevo escenario para las organizaciones revolucionarias, muchas de ellas nacidas y educadas en la confrontación ilegal y la lucha armada (entre ellas el PRT), que ahora se enfrentaban a una apertura leída, en un primer momento, como una «farsa electoral», levantando la consigna «ni golpe, ni elección, revolución».

El PRT realizó una autocrítica de su primera respuesta al GAN: el militarismo, que operó durante 1971. Dicha táctica dificultó el desarrollo de las actividades semilegales ante la incipiente apertura democrática. Por ello, hacia mediados de 1972, comenzará a explorar la actividad legal en tanto dimensión novedosa para el partido, ya que consideraba que se abría un amplio campo de actividades entre los sectores de la población a los que no interpelaba con facilidad.

El impulso de los comités de base será la política elegida para estructurar la iniciativa legal hacia las masas, al tiempo que su desarrollo debía orientarse hacia la construcción de «un amplio movimiento democrático y antiimperialista dirigido por la clase obrera». El PRT realza la tarea legal al punto de resolver, en su Comité Central de diciembre 1972, que «la continuidad y amplitud de este trabajo será uno de los pilares que otorgará a la organización fuerza, infraestructura y ligazón con las masas, que decidirán nuestro desarrollo o nuestro estancamiento en la próxima etapa de enfrentamiento abierto, de agudización de la represión, de combates cada vez más intensos con el ejército enemigo».

La antesala del V° Congreso del FAS

Para el PRT, asumir la necesidad de ir a fondo con las iniciativas que aprovechen los resquicios legales implicó construir a contrarreloj ese amplio movimiento legal de masas. Por ende impulsó, hacia fines de diciembre del año 1972, una Asamblea de Fuerzas Populares (AFP) en Córdoba, que reunió a más de 200 delegados y delegadas en la perspectiva de construir un Frente Antiimperialista y Antidictatorial. La presidencia estuvo a cargo del reconocido intelectual y militante marxista Silvio Frondizi.

El 21 de enero de 1973 se desarrolló el encuentro siguiente en la ciudad de Paraná, Entre Ríos. El dato distintivo fue la incorporación de organizaciones del peronismo revolucionario, tales como el Bloque de Agrupaciones Peronistas de apoyo a la CGTA, dirigida por referentes del peronismo y el sindicalismo de liberación, como Manuel Gaggero y Jorge Di Páscuale. El tercer encuentro fue nuevamente en Córdoba, en el local del Partido Intransigente, los primeros días de julio, ya con Cámpora en el gobierno.

El recorrido nos muestra que el FAS no tuvo, en tanto tal, tres congresos iniciales. La experiencia de dicho frente, tal como se la conoció, es producto de la realización de tres ensayos organizativos previos que decantarán en un encuentro más amplio y nutrido el 18 de agosto de 1973, el cual que se convocó bajo el nombre de IV° Encuentro Nacional Pro-Formación del Frente Antiimperialista y por el Socialismo. Este evento fue organizado antes del golpe que el propio peronismo le propiciara a Cámpora y, aprovechando la coyuntura, el FAS se propuso lanzar en Tucumán la —frustrada— fórmula presidencial Agustín Tosco – Armando Jaime. Reunió cerca de 6000 personas en la provincia del norte argentino y expresó la superación del primer acuerdo político (acotado al PRT y el Frente Revolucionario Peronista, ya que asistieron al Encuentro organizaciones maoístas, trotskistas y demás grupos de la izquierda peronista).

La construcción de un polo de izquierda como alternativa política

El 23 de noviembre del año 1973, en la ciudad de Roque Sáenz Peña (a pocos kilómetros de la capital chaqueña de Resistencia, en el norte argentino), se evidenció un salto cuantitativo y cualitativo en el desarrollo del FAS. Su Vº Congreso duplicó la asistencia de activistas que participaron —más de 12000 personas— y se abordaron debates fundamentales, vinculados a la necesidad de ampliarse hacia otros sectores políticos y sociales, además de aprobar un programa mucho más detallado que el del IV° Congreso.

En comparación al IV° EN-PFF, la composición política y social se amplía considerablemente. Se incorporan grupos pertenecientes al área cultural y comunicacional (vinculados al PRT y el FRP), se hacen presentes organizaciones campesinas, villeras y populares con importante composición cuantitativa, y se complejiza la composición política con la presencia de distintos grupos provenientes tanto de la izquierda marxista (Orientación Socialista, Grupo Espartaco, Observadores del PST y de Política Obrera, Organización Guerrillera y Partido Marxista Leninista), como de la izquierda peronista (Comandos Populares de Liberación, militantes Montoneros, Frente Peronista de Liberación y del Peronismo de Base).

Este V° encuentro sí tuvo carácter de congreso. No sólo por su convocatoria, sino por la metodología de discusión previa en regionales, la elección de delegados y la votación de una estructura orgánica, enmarcada en una propuesta programática. Los principales oradores del congreso fueron Agustín Tosco, Alicia Eguren, Miguel Ramondetti (Cristianos por el socialismo), Marcelo (dirigente Toba), Salomón (FRP-ELN) y Armando Jaime (FAS).

Las palabras de los principales oradores expresan la diversidad política e ideológica, reflejada en la presencia de un compañero originario del pueblo toba, un sacerdote tercermundista, una referente del peronismo revolucionario, como Alicia Eguren, y un fiel representante del sindicalismo de liberación, como Tosco. Sus discursos recorren temas vinculados al desafío de la unidad entre las y los revolucionarios, las críticas al gobierno de Perón y los desafíos del FAS ante la nueva coyuntura, que poco a poco iba cerrando la limitada apertura legal abierta a principios de año.

Agustín Tosco resaltó la importancia de «saber dividir bien el campo de los explotados del campo de los explotadores y buscar esa fraternidad que no significa renunciar a la identidad de cada organización, pero significa aceptar algunos desacuerdos por el gran trabajo común que hay que hacer por el objetivo revolucionario y liberador que todos nos planteamos juntos», ya que «nosotros respetamos el pronunciamiento popular de siete millones y medio de argentinos, lo respetamos porque ese pronunciamiento popular quería cambios, no quería un Pacto Social que no fue votado».

Alicia Eguren tomó la palabra como fiel representante de la Tendencia Revolucionaria del peronismo, convocando al FAS a «tener una política sumamente flexible, sumamente fraterna, sumamente revolucionaria y al mismo tiempo, sumamente principista» a los fines de lograr que en «el próximo congreso del FAS estén presentes la mayor cantidad posible de compañeros del peronismo revolucionario que todavía no se han adherido, que todavía tiene prejuicios hacia este Frente porque internamente no han podido resolver su actitud ante la crisis del movimiento peronista».

A su vez, resaltaron otros dos discursos de oradores que, por el momento, no venían teniendo lugar en las tribunas de la izquierda a la hora de realizar actos masivos. Nos referimos al dirigente Toba de las Ligas Agrarias (Marcelo), que proclamó «nunca tranzar hasta que se nos dé siquiera un pedazo de nuestro terreno que fue usurpado. Pero, no solo en la tierra y el campo que trabajan los compañeros campesinos sino también en la villa que están organizados en todo el frente, clave de nuestro querido Chaco».

Y también Miguel Ramondetti, uno de los veintiún curas católicos argentinos que en marzo de 1968 fundaron lo que luego sería el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM), quien explicó que «estamos aquí por ser cristianos, porque todo cristiano debe ser necesariamente antiimperialista. No podemos contentarnos con ser solamente antiimperialistas: tenemos que ser, como cristianos, profundamente anticapitalistas. Y hoy la única forma de serlo, en nuestra patria, en Nuestramérica, en el mundo, es siendo auténtica, profunda, decididamente socialistas».

Todas las voces expresadas durante el congreso muestran una heterogeneidad creciente en el seno del FAS que se reflejará en los futuros debates que atravesará el frente. Los pueblos originarios y el cristianismo revolucionario tenían voz y voto, como cualquier otra organización; el peronismo revolucionario se asomaba de la mano de Alicia Eguren, Tosco garantizaba la centralidad de la clase trabajadora en la dirección del frente y Armando Jaime, junto al FRP, permitía visualizar la herramienta como algo más que un frente del PRT.

Elaboración programática y las perspectivas del FAS ante la avanzada fascista

Las bases programáticas del frente son el punto más importante. Las mismas no son estrictamente lo que se conoce como un «programa de transición al socialismo», sino más bien una propuesta política de lucha para desplegar en la etapa democrática abierta con el triunfo de Cámpora y luego de la formula Perón-Perón.

Vale mencionar que estas bases no son el programa político del PRT, sino el de un frente más amplio, el llamado ejército político de masas y que, a nuestro parecer, elabora sus propuestas programáticas en sintonía con la distinción que más tarde el MIR chileno realizará entre el Programa del Partido Revolucionario del Proletariado y las Plataformas de Lucha del Partido. Es decir, que el programa no se compone de puntos transicionales hacia el socialismo, sino más bien de consignas o respuestas que el gobierno debe dar ante las problemáticas del pueblo en el área de salud, educación, vivienda, trabajo, etc.

Es una plataforma de lucha para la etapa que tiene el objetivo de ir formando la alianza de clases necesaria, con la hegemonía de la clase trabajadora, a partir de la elevación de los niveles de conciencia, lucha y organización del movimiento popular, que tienen como horizonte estratégico la lucha por el socialismo. La idea de poder plasmar una propuesta política concreta para la etapa es uno de los principales desafíos para los revolucionarios a lo largo y ancho de la historia de la lucha de clases. Es decir, la posibilidad de plantear una propuesta entre los objetivos de máxima (que se desprenden de la toma del poder) y las reformas de mínima (que pueden ser digeridas por el sistema sin ningún tipo de problema).

El congreso finalizó con un llamamiento a la conformación de un Frente Antifascista a raíz de la formación de crecientes bandas fascistas y parapoliciales. El FAS caracterizaba que, frente a este escenario, se expresaba en las masas un fuerte repudio a las agresiones fascistas que debía ser aprovechado para incrementar la unión de todas las organizaciones y sectores que componen el campo popular. La perspectiva de unidad contra la escalada fascista llevó al frente a votar en su congreso la participación activa en el Congreso Contra la Dependencia y por la Liberación Nacional, convocado para el 8 de diciembre por el ENA, el Partido Comunista, el Partido Intransigente, la Unión del Pueblo, el Movimiento Progresista y demás fuerzas del campo reformista.

A modo de cierre podríamos decir que el FAS fue, en primer lugar, la expresión más concreta de la confluencia entre la izquierda marxista y el peronismo revolucionario (ubicándose entre la fuga del penal de Rawson efectuada por las organizaciones revolucionarias en agosto del 72 y el intento fallido de la constitución de la Organización para la Liberación Argentina, OLA, en julio del 76), siendo una singular formación política y orgánica estable entre la izquierda marxista (leninista, trotskista, guevarista, consejista, libertaria, maoísta) y el peronismo revolucionario.

En segundo lugar, esta organización frentista no se redujo meramente a un acuerdo por arriba, sino que combinó la actividad política en la superestructura (actos, pronunciamientos, campañas, homenajes, congresos) con el desarrollo real por la base, abriendo regionales, locales, potenciando los trabajos de masas e impulsando una política cultural e intelectual propia del frente.

Por último, el FAS, al proponerse como alternativa de poder, elaboró un programa para la etapa, con plataformas de lucha por sector, con el objetivo de ir formando la alianza de clases necesaria bajo la hegemonía de la clase trabajadora a partir de la elevación de los niveles de consciencia, lucha y organización del movimiento popular. Con el norte estratégico en la lucha por el socialismo, pero superando la proclamación de consignas abstractas y proponiendo medidas concretas para solucionar los problemas del pueblo.

 

 

 

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