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Guilherme Boulos. (Wikimedia Commons)

Diez notas sobre las elecciones municipales de 2020

Traducción: Valentín Huarte

La gran sorpresa de las elecciones municipales en Brasil fue el espectacular ingreso de Boulos a la segunda vuelta en São Paulo. Pero esta conclusión legítima puede alimentar ilusiones peligrosas.

 

1. Bolsonaro no consiguió construir la Alianza por Brasil, sus partidarios utilizaron distintos nombres y salió debilitado de las elecciones municipales, aun cuando el oficialismo en su conjunto creció en promedio un 30%. Debe decirse que lo hizo sin conquistar ninguna ciudad importante. Bolsonaro no fue aplastado, pero fue herido. Las elecciones confirmaron que a lo largo de este año y a pesar de las oscilaciones, en el contexto de la pandemia prevalece un lento pero ininterrumpido desgaste del gobierno de Bolsonaro.

 

2. El bloque de la derecha liberal PSDB/MDB/DEM perdió un tercio de los votos en comparación con 2016 —el MDB perdió 4 millones de votos, el PSDB perdió siete millones y el DEM ganó 3 millones— pero la derrota fue compensada porque ganó en Salvador, Curitiba y Florianópolis, y disputará la segunda vuelta en São Paulo y Río de Janeiro, además de que probablemente arrasará en Belo Horizonte (esto es así, aun si Kalil es del PSD de Kassab).

 

3. El hecho crucial para el PT fue no haber entrado en la segunda vuelta en São Paulo por primera vez desde 1992. Pero si consideramos que 2016 fue el año terrible del impeachment, y que el PT hizo entrar a Haddad a la segunda vuelta en 2018, teniendo en cuenta a su vez que, a escala nacional, disputa Recife y Victoria, además de dos decenas de ciudades importantes, entonces debe decirse que mantiene su posición con una tendencia a la recuperación. El PCdB perdió el 40% de sus votos, no eligió concejales en São Paulo, Rio ni Belo Horizonte, pero hizo entrar a Manuela D’Ávila a la segunda vuelta en Porto Alegre, lo cual representa un gran logro electoral. El PSOL tuvo la mayor victoria política y electoral de su historia, con un resultado espectacular de Boulos en la ciudad clave del triángulo estratégico del Sudeste, asegurando nuevamente la posición de Edmilson Rodrigues en Belém do Pará. Pasó de 53 a 75 concejales, especialmente gracias a las elecciones que hizo en las grandes capitales, transformándose en la fuerza más dinámica de la izquierda en el país.

4. Debe recordarse que las elecciones de 2020 son solo elecciones locales. En el caso contrario se corre el riesgo de caer en un error de perspectiva. Los mapas nacionales son interesantes para comparar la dinámica evolutiva a lo largo de los años. Pero siempre introducen una ilusión óptica. Por ejemplo, cuando se compara el número total de alcaldes o de concejales reelectos de cada partido con los resultados de 2016. Esta clave de análisis no tiene en cuenta que la extrema derecha se comió al PSDB/MDB/DEM con Bolsonaro. El ejercicio más productivo es comparar estas elecciones con las de 2018. Sucede que se trata de elecciones diferentes, y por lo tanto es necesario tener en cuenta muchas mediaciones. ¿A cuántos alcaldes de cualquier pueblo situado en la amplitud continental del país equivale la segunda vuelta de Boulos? ¿Cuántos concejales perdidos en la inmensidad de Brasil vale un concejal en Río o en São Paulo?

 

5. Brasil es un país gigante. No podemos dejar de considerar que el país tiene veinte ciudades con más de un millón de habitantes y casi cien ciudades con más de doscientos mil habitantes. Hay doscientas ciudades con más de cincuenta mil habitantes. La capilaridad de la representación política de los partidos de la clase dominante es incomparablemente mayor que la de la izquierda. Las organizaciones civiles que defienden los intereses del capitalismo tienen presencia a escala nacional. La izquierda no tiene presencia en las redes comerciales de la radio ni de la televisión. Existe un Brasil profundo. En ese Brasil las libertades democráticas son muy limitadas. Ser de izquierda y políticamente activo en la mayor parte del Brasil rural es muy peligroso.

 

6. Si comparamos 2016 con 2020, y consideramos al bolsonarismo como el núcleo duro de la coalición de extrema derecha que garantiza sustento al gobierno de Bolsonaro (Republicanos, PSL, Patriotas, PRTB, PSC), debe decirse que este duplicó el número de alcaldías, pasando de 244 a 467, aunque todavía es muy pequeño. Pero si incorporamos al bolsonarismo el centrão clientelar (PSD/Kassab, PP/Ricardo Barros, PL/Artur Lira, PTB/Jefferson, Avante, Solidariedade/Paulinho da Força y PROS), hay que decir que se fortaleció, pasando de 1710 a 2095. Sin embargo, sería un error sobrestimar esta comparación. Porque el bolsonarismo original fue un fenómeno que explotó en 2018 y el desplazamiento del centrão es siempre imprevisible. Más importante es notar que la derrota de Russomano es cualitativa, y que el bolsonarismo disputa la segunda vuelta, aunque sin ser el favorito, en Río de Janeiro, Fortaleza, Belém y Vitória.

 

7. La gran sorpresa de las elecciones fue el espectacular ingreso de Boulos y Erundina a la segunda vuelta en São Paulo, y la consolidación del PSOL como un partido que disputa la dirección de la izquierda brasilera con el PT. Pero esta conclusión legítima puede alimentar ilusiones peligrosas. El voto al PSOL no tiene el mismo sentido radical que tenía cuando el PT estaba en el gobierno. En otras palabras, no permite concluir que se dio una experiencia de ruptura ni de desilusión irreversible con el PT. En São Paulo, Boulos y Erundina sacaron más del doble de votos, en una elección cuyos números en la categoría de concejales ya son espectaculares. Por lo tanto, es necesario mediar el análisis admitiendo que quien votó al PSOL para alcalde podría haber votado al PT si este hubiese llevado otros candidatos. No fue un voto contra el PT. Fue un voto a favor de la mejor candidatura para resistir a Bolsonaro. El electorado elige quiénes son los candidatos que pueden cumplir mejor ese papel. Por lo tanto, depende mucho de quiénes son los candidatos. Pero aun teniendo en cuenta esta referencia para mediar el análisis, el PSOL se fortaleció mucho. Si bien todavía es más chico que el PT, el PSOL está mejor posicionado en la relación de fuerzas. Porque también converge en él la expresión de liderazgos feministas, negros, LGTBI, ambientalistas y jóvenes que representan una poderosa dinámica de renovación de cuadros.

8. Las condiciones de la pandemia tuvieron un impacto menor del que se esperaba en la cantidad de abstenciones. El índice de abstención en la primera vuelta de las elecciones municipales de este año fue de 23,14%. O sea, votó más del 76% del electorado. Se trata de un índice muy elevado si se lo compara con el de otros países. En las dos elecciones municipales anteriores, la abstención en la primera vuelta fue de 17,58% en 2016 y de 16,41% en 2012. En las elecciones más recientes, las presidenciales de 2018, la abstención en la primera vuelta fue del 20,33%. Es decir, hay una variación cuantitativa muy baja, inferior al 5%. La gente fue a votar. Solo el9,66% anuló su voto o votó en blanco.Aunque en algunas ciudades la abstención fue mayor, como en Río de Janeiro, donde alcanzó un índice de 32,79% y los votos blancos y nulos sumaron 19,23%, superando el conjunto el 50%. Ese fenómeno también se dio en otras ciudades, dependiendo de la gravedad del momento de la pandemia.

 

9. Bolsonaro sufrió una derrota electoral. La extrema derecha no superó el 10% en promedio en las grandes ciudades, con pocas excepciones. Pero es simbólico que Russomano se desmoronó en São Paulo y su hijo en Río de Janeiro perdió un tercio de los votos de 2016, además de que el concejal más votado fue Tarcísio Freitas del PSOL. En las grandes ciudades, en comparación con 2018, se aprecia un desplazamiento de votos de la extrema derecha hacia los tres partidos tradicionales que representan a la clase dominante: DEM, PSDB y MDB. Pero Bolsonaro era un caudillo sin partido y, aun si no tuvo capacidad para construir una organización, ni siquiera para conquistar la hegemonía en el partido gracias al cual fue electo, todavía tiene una influencia de masas que no es menor, que se sitúa alrededor del 30% a escala nacional si se considera el interior.

 

10. El ataque cibernético al sistema del TSE es una sorpresa preocupante, todavía oculta bajo explicaciones oscuras. ¿A quién le interesaba despertar la desconfianza hacia las urnas electrónicas? Solamente a sectores de extrema derecha que tienen una fijación con la denuncia conspirativa de que habrá fraudes. Sin embargo, lo más importante es que Bolsonaro se unió al cuestionamiento de los resultados, haciéndose eco de Trump e indicando lo que piensa hacer en 2022.

 

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