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Foto: La voz de Tarija

«No subestimar nunca al enemigo»

Conversamos con Andrónico Rodríguez, dirigente cocalero, militante del MAS y Senador de Cochabamba, acerca de las orientaciones del nuevo gobierno y los lecciones que pueden extraerse del golpe de Estado.

Entrevista por Pablo García

Tras once meses de gobierno golpista y varias postergaciones de la fecha para los comicios, el pasado domingo 18 de octubre se llevaron adelante las elecciones presidenciales en Bolivia. La incertidumbre en todo el continente acerca de su realización con garantías, los posibles intentos de fraude apadrinados por la OEA y el gobierno norteamericano y una expectativa importante por el evidente y masivo apoyo a las candidaturas del MAS, encabezadas por Luis Arce y David Choquehuanca, daban el tono a la tensión vivida en el tramo final de campaña.

Finalmente, la victoria electoral fue de tal magnitud que la propia dictadora Áñez y la misma OEA debieron reconocer el triunfo rápidamente, a pesar de que el Tribunal Supremo Electoral no quiso dar datos oficiales hasta el conteo final (con lo que, evidentemente, pretendía dar oxígeno para alguna maniobra de última hora). La legitimidad del MAS y el rechazo al gobierno dictatorial se demostraron tan imponentes que no dejaron margen para maniobras.

Desde Jacobin América Latina (en el marco de una conferencia de prensa para medios populares) pudimos conversar brevemente con Andrónico Rodríguez, uno de los dirigentes jóvenes más importantes del MAS, precandidato a presidente, dirigente cocalero y politólogo, acerca de las orientaciones del nuevo gobierno y los aprendizajes que dejó el golpe de 2019.

PG

No quería dejar de decir que estamos muy alegres y expresar nuestras felicitaciones por esta importantísima victoria y nuestro apoyo al proceso de lucha que están llevando adelante. Lo primero que te quería preguntar, Andrónico… Mucho se ha debatido en el continente, a partir del golpe de Estado, sobre los aciertos y errores del gobierno del Evo y de Álvaro (supongo que más aún han debatido allí en Bolivia, especialmente dentro del MAS y de los movimientos populares en general). En función de estos debates, ¿qué orientación crees que tendrá el nuevo gobierno? ¿Será más proclive, tal vez, al diálogo con la oposición, en búsqueda de estabilidad y gobernabilidad? ¿O será más proclive a la «confrontación popular», por llamarla de alguna manera?

AR

Estamos apostando, con Lucho a la cabeza, como Movimiento al Socialismo, a ser más abiertos, tender más al diálogo. A lograr unificar a Bolivia sin distinción de colores políticos. Porque, lamentablemente, desde el año 2000 estamos viviendo una división fatal: de oriente a occidente, de campo a ciudad… En algunos casos, por diferencias ideológicas y políticas; y en otros, ya prácticamente se trata de una especie de odio y una pelea muy personal, ¿no?

Hemos llegado a un extremo de racismo, de odio, de discriminación… Por eso creo que es necesario que a partir de esta contundente victoria, con Lucho a la cabeza, entremos en un proceso de reconciliación entre los distintos frentes políticos y el Movimiento al Socialismo. Sin embargo, tampoco se puede hacer como si nada hubiera pasado. No puede quedar en la impunidad todo lo sucedido durante estos diez meses de gobierno de facto, no puede quedar en impunidad lo que pasó en Senkata, lo que pasó en Sacaba, en Plan 3000, en Montero, en la zona sur de la ciudad de Cochabamba… Es sentar precedentes para que los culpables y responsables comparezcan ante la justicia.

Entonces creo que va a ser muy importante mostrar al pueblo boliviano como un gobierno que sea más proclive al diálogo, a escuchar a todos los sectores, porque finalmente el MAS representa en este momento a todos, o prácticamente a todos los sectores trabajadores, ¿no? (del transporte, gremiales, del sector de la salud, del magisterio, obreros, campesinos, indígenas, trabajadores del agro, tanto del campo, como los que trabajan en fábricas, ya sean privadas o públicas). Está representando a todos los sectores, y va a ser muy importante gobernar escuchando a todos ellos. En algún momento, creo yo, de repente nos hemos alejado un poco, como MAS–IPSP, de las verdaderas necesidades que tenía algún otro sector (¡incluso nuestro!). Por eso creo que va a ser muy importante escuchar a todos, incluso a los sectores que en este momento son contrarios a nosotros.

Siempre vamos a tener diferencias, de eso estamos seguros. Porque ellos pregonan el regionalismo, el conservadurismo, el statu quo… La extrema derecha es eso, una derecha: nunca van a estar de acuerdo con nosotros, nunca van a votar por nosotros y siempre va a haber diferencias. Pero lo que queremos es dejar atrás la violencia, la discriminación, el odio entre bolivianos. Esperemos que se logre concertar una especie de unidad entre todos, que se logren establecer y constituir políticas de Estado para que, finalmente, gane Bolivia, más allá de los colores políticos de cada uno.

Apostamos a eso porque también hemos aprendido algo de este gobierno. Desde que asumió la señora Jeanine, junto a todo su grupo de amigos, a lo único que se han dedicado es a defenestrar, desprestigiar, acusar, procesar, humillar, discriminar… a Evo Morales, a los cocaleros del Chapare, a los dirigentes del MAS… Durante todo su gobierno se la han pasado acusando, desprestigiando y discriminando. Empezando por el señor [Arturo] Murillo, que estaba obsesionado con Evo Morales, con el MAS, con los cocaleros. Al trópico de Cochabamba nos han cortado los surtidores, nos han cortado entidades financieras, nos han cortado –imagínense– el suministro de carburantes, ¡es increíble! En algún momento nos han cortado las llamadas, la internet. Teníamos un problema muy grande en el trópico de Cochabamba… Ha habido una venganza pero tremenda.

Cuando se constituyó el gobierno –por más de facto que sea– su prioridad principal fue esparcir un odio tremendo contra los masistas. El señor Murillo lo dejó muy claro: «ahora sí, masistas, escapen como perros, los vamos a agarrar», ¡y lo dijo públicamente! Entonces la gente se dio cuenta de que no podemos vivir a la sombra del odio, de la discriminación… la izquierda arremeter contra la derecha, la derecha arremeter contra la izquierda, eso no está bien. Estamos de acuerdo con que existan las diferencias, pero resolvamos esas diferencias ideológicas en el debate, en el diálogo, en las urnas. Utilizar el aparato del Estado para hacer daño al otro ya es definitivamente inconcebible.

Lo que hicieron en Sacaba y Senkata es más que… es un crimen de lesa humanidad. Tantos fallecidos, tantos muertos… De manera dirigida, disparando por aire, lanzando gases lacrimógenos desde un helicóptero… El odio hacia los masistas ha sido tremendo de parte del gobierno de facto. Entonces nosotros no podemos entrar a esa misma lógica, ¿no? No podemos transitar ese mismo camino de arremeter con todo, de preocuparnos únicamente por qué es lo que recriminaremos a cada momento, cómo los condenaremos políticamente o físicamente… No, no. Ahora, sin duda, estamos apostando por el diálogo, por la pacificación, por la unidad del país. Y los culpables y los responsables de los hechos de corrupción y las masacres tienen que pagar, tienen que comparecer ante la justicia, eso no está en discusión. No puede haber impunidad.

PG

Pareciera lógico que luego de este año de resistencia, y sobre todo luego de este triunfo abrumador, el movimiento popular saliera fortalecido. Fortalecido organizativamente, en función del proceso de lucha que estuvieron llevando adelante todo este tiempo. Pero también es cierto que la derecha y el imperialismo nunca abandonan sus pretensiones. ¿Qué enseñanzas se deben extraer del golpe de Estado? ¿Qué balance han hecho ustedes, qué se puede aprender de todo esto, para impedir nuevos intentos de detener este proceso por la fuerza?

AR

Lamentablemente, el año pasado, de la noche a la mañana llegó el último golpe de la derecha en nuestra región. Aunque ya sabíamos de sus pretensiones de querer desplazar a nuestro presidente Evo Morales, sea por vías democráticas o por la fuerza, ellos ya lo venían advirtiendo, ya se venían movilizando antes del 20 de octubre, cuando fueron las elecciones. Con los resultados electorales imponen la versión del fraude, y ya no querían siquiera escuchar de otras elecciones, de segunda vuelta, absolutamente nada. La intención era clara, marcada: ir hasta el final con lo que habían planificado, que era el golpe; sacar por la fuerza al presidente Evo Morales.

Nosotros no lo habíamos pensando, no lo habíamos creído para nada, porque hemos pasado momentos peores en 2007, 2008… Estábamos confiados y tranquilos, no habíamos hecho absolutamente nada. Nos habíamos manifestado, obviamente, nos habíamos movilizado un poco, pero bueno, hasta ahí nomás. Y de repente llega el 9, 10, 11 de noviembre, y ponen entre la espada y la pared al presidente Evo, que renuncia. Todos quedamos en shock, atónitos, no sabíamos qué hacer, no sabíamos absolutamente nada. Entonces ahí, una de las grandes enseñanzas es que si estamos en gobierno no podemos quedarnos con las manos cruzadas o bajar los brazos.

Lo que hemos hecho, de repente es eso. En 2005 llegamos al gobierno después de una lucha histórica, no solo de diez, quince años. Bolivia, en su historia como país, registra la lucha del movimiento popular desde la creación misma de la república: en la guerra del Pacifico, en la guerra del Chaco, en la revolución del 52, en todos los procesos de las dictaduras militares. Recuperamos la democracia en el 81, en el 85 se firma el decreto 21060 y se declara la democracia pactada, la mega coalición, empieza el neoliberalismo. Entonces, durante todo el tiempo el movimiento campesino reclamó por sus demandas, por sus necesidades, y nunca había sido escuchado.

Por eso se saltó de la lucha sindical a la lucha electoral, por no haber sido escuchadas nunca sus demandas. Pues, a partir de ahí, el movimiento campesino e indígena participa en el año 97 en las elecciones, en el año 2002 otra vez (y ya con Evo a la cabeza), y en el 2005 finalmente ganamos. Después de una lucha que ha sido tan larga no podemos caer en el conformismo y la desconfianza. En 2005 todos decían «bueno, tanta lucha, ahora ya estamos en gobierno, está Evo, están los ministros, tenemos alcaldes, gobernadores, punto». Todos tranquilos: veíamos obras, veíamos proyectos, necesidades satisfechas, promesas que se cumplían y bueno, nos quedamos ahí. Hemos carecido de formalidad, creo yo. Es importante tener en cuenta que los momentos de calma, los momentos de tranquilidad, son los momentos precisos para formar liderazgos, para generar condiciones de reflexión, de análisis, de concientización.

Esa, creo, es otra enseñanza que nos ha dejado el golpe. No podemos conformarnos con ganar las elecciones. Con este golpe hemos aprendido mucho. Principalmente, que ni en los mejores momentos podemos subestimar al enemigo, ¿no? Por más que se trate de una sola persona, que esté buscando el escándalo. Hay que atenderla, hay que escucharla, sin duda.

Lamentablemente, desde que asumió la gestión Evo, veíamos un grupito de «pititas» ahí, haciendo un bloqueo… no son absolutamente nada, solo están haciéndole la burla a algunos ministros. Hemos subestimado a nuestro enemigo. Y eso es un error, por más minoritario que sea. No hemos actuado a la altura de los objetivos y planes macabros que tenían ellos. Nadie pensaba que lo iban a hacer, pero ellos tenían todo absolutamente preparado. Han quebrado la conciencia de policías y militares. Eso es algo que se tendrá que charlar en algún momento. Se tendrá que esclarecer por qué la policía, los militares, de repente, de la noche a la mañana, deciden levantar el reparo. Por Constitución son ellos los responsables de resguardar las instituciones y al presidente electo democráticamente. Constitucionalmente, hasta el 22 de enero de este año, debía ser Evo el presidente. Pero lamentablemente los militares y los policías miraron para otro lado, como si nada.

Desde el Movimiento al Socialismo debemos aprender de los errores, tomar conciencia y actuar con mucha inteligencia. No entrar al juego que proponen ellos. Tenemos que dedicarnos a la gestión, a atender las necesidades, a cubrir las necesidades de la gente. Tenemos que dedicarnos a pensar cómo vamos a sacar adelante nuestro país en todos los rubros que en este momento están paralizados: educación suspendida, salud abandonada, inmensas plantas –como la de cloruro de potasio, en Potosí, como las separadoras de líquidos, las hidroeléctricas, termoeléctricas– y tramos camineros gigantes que estuvieron paralizados en estos diez meses… Dedicarnos a pensar cómo Bolivia va a salir adelante más que estar dedicando tiempo a discutir qué vamos a hacer ahora con la derecha que nos hizo aquello, que nos hizo lo otro.

Algunos radicales nuestros están con esa ideología, con ese pensamiento de destrozar a la derecha, ¿no? Entonces va a ser muy necesario que actuemos de manera muy inteligente con los que actúan de mala fe contra nosotros. Quienes actuaron de mala fe, quienes cometieron errores, quienes han cometido delitos, tendrán que pagar por ello. Pero nuestro objetivo debe estar puesto en salir adelante como país, después de este golpe de Estado y de esta administración de gobierno que, junto con la pandemia, tanto daño económico han causado. Pero sin descuidar, tampoco lo político. Sin descuidar el ir consolidándonos, ir generando unidad, que es importantísimo.

En noviembre del año pasado, de la noche a la mañana, pasó una especie de huracán. Sabíamos que iba a venir en algún momento, pero no nos habíamos preparado: no habíamos pensado cómo íbamos a resistir, cómo íbamos a defendernos. Y lamentablemente llegó, destrozó todo y nosotros no sabíamos cómo levantarnos. Por eso creo que es muy necesario prepararnos. Organizarnos para todo lo que se venga, porque nada bueno puede esperarse de la derecha, del imperio.

Hay motivos, ahora también, para sentirse confiado: «hemos ganado, no pasa nada», o para pensar «ahora con la derecha no vamos a decir ni hacer nada». No, ninguna de las dos. De lo que pasó, hemos aprendido. Lo positivo y lo negativo. Hay errores que enmendar y corregir, tanto en el nivel del ejecutivo como en el nivel de las organizaciones sociales. Por eso, más allá de todo, lo más importante es mantener la unidad. En las organizaciones sociales el año pasado, lamentablemente, un poco nos hemos dispersado. Un poco nos hemos peleado con los hermanos de la coca de La Paz, con nuestros hermanos mineros, con diferentes sectores nuestros. No hemos mantenido la unidad y, diría, por eso pasó lo que pasó.

Ahora todos esos sectores hemos empezado a unificarnos a nivel nacional y los resultados se ven con mucha contundencia, ¿no? Los movimientos sociales, que somos parte genuina del instrumento político, tenemos que mantener ahora mucha pero mucha unidad. Por más victoriosos que hayamos salido.

 


 

Sobre el entrevistador: Pablo García es activista político y social y colaborador de la revista Mascaró.

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